viernes, 5 de diciembre de 2008

¿ERRRATAS?

Bueno... ehem kilombo. El tema es que los libros están para leerse en procesador de textos, y para adaptarlos a "formato blog", tuveron que ser "clonados". Por tanto, si es que encuentran incómodo leer, ¡disculpas adelantadas! (En realidad la mejor manera de leer un libro es que esté impreso en papel ¿no?)

Entonces: en Misceláneas, el "Requiem" debería ser a dos columnas paralelas, para apreciar línea por línea la adaptación; lo que hice fue poner el original en latín primero, y la traducción después... En Cogitanda, no aparece el prólogo de Christian González Safstrand :( no sé donde está ese texto... En Luz, la métrica es de tres versos SIEMPRE, excepto en el poema central de "la verdad", de cuatro versos cada estrofa.

MISCELÁNEAS, MIERDAS Y MEMECES

MISCELÁNEAS, MIERDAS Y MEMECES

PROLOGO:

Redactar el prólogo de una obra es una tarea mucho más difícil de lo que parece. Ello se debe, entre otras cosas, a que la capacidad crítica del prologuista suele verse sensiblemente disminuida debido a que, en general, por obra de los lazos afectivos que unen al autor de la obra con el designado para prologar la misma, la valoración del producto artístico/literario/filosófico queda relegado a un segundo plano y se tiende más a reconocer las virtudes de la persona que escribe antes que valorar el libro y se desea, por sobre todo, que ésta triunfe. Por otra parte, el prologuista debe intentar reprimir esa tendencia natural a polemizar con el autor (¡y vaya que la obra de Leonardo invita a la polémica, al debate y la discusión!) y, antes bien, se debe expresar los fines de la obra, sus méritos, sus fracasos y sobre todo, su “utilidad práctica” ya que esta, constituye acaso la principal exigencia de los “lectores” posmodernos, quienes, en su mayoría, ya no buscan en los libros momentos de sosiego o un espacio para disfrutar de la magia del pensamiento, de la reflexión crítica y sus efectos gratificantes y estimulantes, sino mas bien, pretenden hallar en ellos “soluciones” encapsuladas de tipo viagra a las múltiples urgencias superficiales que, de alguna manera u otra, envuelven a todos los seres humanos que convivimos en la denominada “era del vacío” como sentenciara Lipovesky.

En el caso concreto, felizmente para mí, las dificultades antes señaladas se vieron considerablemente disminuidas. En primer lugar, porque el espíritu juvenil del autor dista mucho de perseguir éxito y notoriedad (al menos en los términos planteados por la llamada “sociedad occidental”).

En segundo lugar, porque para este acto, como una suerte de homenaje simbólico a Dante Alighieri, el autor y yo, decidimos enviar temporalmente nuestra amistad al Purgatorio, buscando con ello garantizar una mayor objetividad en la elaboración de mi trabajo.

Finalmente, la elaboración del prólogo se vio facilitada por el propio contenido de la obra: Y es que Leonardo no busca halagos de ningún tipo y menos aún, consensos o acuerdos cómodos con los eventuales y potenciales lectores sino que directamente los (nos) desafía a pensar sobre el sentido de sus (nuestras) vidas; desafío verdaderamente incómodo (sobre todo, para quien se encuentra acostumbrado a disfrutar de los placeres impuestos por la sociedad de consumo) que en muchos pasajes de la obra adquiere ribetes dramáticos ya que el autor llega incluso a preguntarse (nos) si es legítimo respetar una vida en la que el SER se reduce a dejar que el cuerpo -nuestros cuerpos- transite por el mundo de manera irreflexiva, guiado, dirigido o hasta hipnotizado por el consumismo, la vanidad, el hedonismo o algún otro “dios” pos moderno.

El planteo existencialista que impregna gran parte del libro, es trabajado con fino sentido del humor y elegante ironía (cualidades que a mi criterio, ubican a Leonardo mas cerca de Camus o de Sartre antes que de Kafka o Kierkegaard) y sobre todo, no se limita a describir y a cuestionar el comportamiento del hombre posmoderno sino que busca decididamente, con una gran riqueza de ideas y un auténtico espíritu autocrítico, bucear en las profundidades del SER poniendo énfasis, con su peculiar estilo, en aquel imperativo cuasi Kantiano formulado hace muchos siglos por Tales de Mileto y que fuera patentado por Sócrates: “conócete a ti mismo”.

La obra, si bien en apariencia se halla dividida en tres partes tal como se sugiere desde el título, aborda en toda su extensión un tema fundamental: La Condición Humana. Esa condición intrínseca del ser humano que hace que la personalidad del hombre viva desdoblada y en permanente tensión entre dos polos: el individualismo y la alteridad, la compasión y la indolencia, el compromiso con el otro y el egoísmo, lo verdaderamente sublime y lo meramente placentero.

“Misceláneas, Mierdas y Memeces” es el reflejo de esa dicotomía que envuelve al hombre. Enfrentado a su propia encrucijada, Leonardo recurre a la filosofía, la poesía y el ensayo buscando encontrar el camino. Y en ese esfuerzo se da cuenta que su destino no es mejor que el de Edipo, aquel personaje de Sófocles. Sin embargo, antes que quedar ciego como Edipo, el autor opta por enfrentar las miserias de la condición humana con la escritura y el pensamiento como principales herramientas de creación para de ese modo, hallar la luz a través del autoconocimiento.

El tema de la Condición Humana en sus múltiples aspectos es encarado con gran agudeza y sobre todo mucha audacia. Demostrando estar consustanciado con varias disciplinas y varios estilos literarios, Leonardo sacude el cerebro del lector a quien seduce y hostiga por igual con reflexiones filosóficas, disquisiciones metafísicas, análisis psicoanalíticos, sensibilidad poética o simples comentarios vulgares (no por ello menos enriquecedores) referidos a esa constante disputa entre el hombre y su entorno, el hombre y su Dios, el hombre y sus semejantes, el hombre y el amor, el hombre y su ego, en fin…. el hombre y sus circunstancias como diría el gran Ortega y Gasset.

El libro retrata de manera elocuente esa puja feroz que se desata en el interior de todo aquel que, como el autor, logra abstraerse de la realidad impuesta por los sentidos y busca encontrar explicación a las cosas (¡al mundo!) mas allá de las simples imposiciones de la moda o la cultura (¿incultura?). La tarea emprendida por Leonardo se torna bastante dificultosa si se considera que normalmente, para lograr que la explicación que se dé acerca de lo que nos rodea sea considerada “normal” por los demás, la misma debe ser hallada dentro del propio “sistema”, es decir, respetando las convenciones sociales que muchas veces rayan con la hipocresía, de lo contrario, se corre el riesgo de ser excluido o ser tratado como inadaptado social.

Sin embargo, (y he aquí el gran mérito de Leonardo!) el autor reniega de los convencionalismos o las imposiciones sociales y, sin temor a ser excluido por defender sus ideas y su forma de ver el mundo (y en esto, se asemeja mucho a Spinoza) expone con crudeza y sin ambages el sustrato de su pensamiento. Si bien Leonardo, a diferencia de Spinoza, no cultiva el arte de pulir cristales finos, a semejanza de éste, no teme ser condenado por la sociedad al aislamiento ya que entiende que en su “taller”, pluma -o teclado- mediante, puede seguir decodificando la realidad a su manera, o mejor, puede seguir creando la realidad, sin sacrificar los principios rectores de su filosofía de vida; total….. el asunto, a su criterio, pasa por entender dos cosas fundamentales: 1º que “la vida es voluptuosidad retorciéndose” y 2º que la creatividad (¡goce sublime!), una vez que se instala en nos, fluye de manera incontenible, tal como él mismo nos lo dice en algunos pasajes del libro.

Desafiando la actitud acrítica, cómoda, egoísta, ingenua, desubicada y hasta genuflexa de los consumistas, los farristas, los donjuanes, los burócratas, los adulones, los fanáticos religiosos, los casados, los solteros, los parásitos que viven del Estado, etc., etc. (les aclaro que el libro no deja títere con cabeza), el autor arremete con vehemencia en contra de estos evidenciando el sin sentido de llevar una vida limitada (deliberadamente por cada uno) a “chapotear en el charco” para decirlo con las palabras del mismo Leonardo. Pero al mismo tiempo, y paradójicamente, no deja de reconocer la “autoridad” y la “seducción” de las propuestas simplistas de la sociedad posmoderna al punto, que él mismo, muchas veces se siente prisionero o esclavo de los placeres del mundo sensorial ya sea en una noche de locura, sea en un momento de melancolía, sea en un rato de mórbida soledad tal como lo expone en varios pasajes del libro. Así, el autor parece indicar que el gran dilema del hombre se reduce a la célebre disyuntiva que atormentaba al Hamlet de Shakespeare: “ser o no ser…”, y enfrentado a ese drama, antes que darnos una opinión moralista, opta por sentenciar que al final “cada uno sabe su propio camino…”, sentencia ésta, que reivindica al autor como un gran exponente del Humanismo y un digno representante de los libre pensadores.

Al igual que el hombre, al igual que la esencia del SER, el libro está lleno de paradojas. Más no me refiero a paradojas improvisadas. Leonardo es conciente que cada ser humano es, a su manera, una paradoja andante. Por tanto, nos plantea el tema y nos obliga a pensar en ello. No pretende darnos una receta mágica de cómo debemos conciliar nuestras contradicciones inherentes sino que se interesa (y se divierte!!!) más con la idea de dejarnos perplejos ante esa realidad.

Para cumplir con su cuasi sarcástico propósito, el autor se vale de un sin número de recursos y estilos literarios e incluso de idiomas!!!. Va mechando la filosofía con el ensayo, la literatura con la poesía, la reflexión profunda con el cliché juvenil. Así, cada parte del libro, sea que el lector lo aborde en su conjunto, sea que lo encare por pedazos, es capaz de sacudirlo hasta los cimientos, toda vez, claro está, que se esté dispuesto a reflexionar y sobre todo a reír y por qué no, a compadecerse de uno mismo.

Así, la obra, en sus tres partes, pendula entre los polos de la condición humana destacando lo convencionalmente “bueno” pero también lo convencionalmente “malo” o “impropio”. Recorriendo con agudeza cada uno de los aspectos (valiosos y disvaliosos) que componen la esencia del ser, el autor muestra y expone la confusión del hombre, perdido en esa maraña de artificios sociales que le impiden (nos impiden) ver mas allá de las apariencias. Tan sobrecogedoras pero a la vez lúcidas y desafiantes se muestran las reflexiones de Leonardo que en varios pasajes, el lector podrá sentir ese mismo arrebato delicioso que provocan autores como el Marqués de Sade o el propio Nietzsche.

El libro es además una deliciosa invitación para la reflexión poética o contemplativa. Leonardo demuestra que con la predisposición suficiente se puede filosofar con profundidad, agudeza, desparpajo y sentido estético tanto acerca del amor perdido como de las bondades de la cerveza; acerca de los actos desesperados del amante que busca conquistar a su amor como de la idiotez de los amantes del fútbol, cuya estupidez, al decir del autor, llega al punto tal que están (o mejor, estamos ya que no puedo evitar incluirme dentro del género de mentecatos descriptos por Leonardo) dispuestos a hacerse “cornudos” antes que a traicionar a su equipo un domingo. Con la misma inspiración compone versos y ensaya disquisiciones al Cosmos, al Universo, al Creador, a la muerte, a lo eterno o a las leyes así como a los senos de una mujer bonita, a sus curvas o simplemente a su manera de vivir y disfrutar el sexo.

Podría cuestionársele al autor el lenguaje vehemente, crudo y altanero empleado en algunos pasajes de la obra. Sin embargo, sospecho que el lenguaje áspero no hace sino evidenciar la propia angustia existencial del autor ante la inmensidad y la crueldad del universo. Es la manera con la que reconoce (conciente o inconscientemente, júzguelo usted mismo) -en él y en los demás- la absoluta insignificancia del ser humano en comparación con el Todo, pero a la vez, (otra vez jugando y divirtiéndose con las paradojas) con este recurso, evidencia su fe en la fuerza del pensamiento y el poder de las palabras. Acaso impotente ante el poder devastador del Aciago Demiurgo que dirige el universo -para decirlo en términos de Emile Cioran-, Leonardo se revela, y a modo de catarsis recurre al lenguaje agresivo e irreverente para condenar la corrupción, las “avivadas” criollas, la desconsideración del funcionario público, la indolencia generalizada ante la desgracia de los excluidos y marginados, las supuestas enseñanzas de los seudo maestros, las injusticias cometidas por los gobernantes de turno y los políticos en general a quienes incluso trata de sodomitas, etc.

Pero mas allá de la crítica que pueda hacerse al libro por el lenguaje empleado en algunos pasajes quiero preguntarle al lector si, ¿acaso conoce a alguien que haya descalificado la riqueza del pensamiento de Nietzsche por haber empleado palabras chocantes, hirientes y agresivas?. Dudo mucho que así sea y ello por una simple razón: los buenos pensamientos nos conmueven por igual así sean expresados con la elegancia de Montaigne, la sencillez poética de Platón, la frescura de Hume, la frialdad de Heidegger o la vehemencia de Marx. Por ello, no considero que el lenguaje por momentos hostil de Leonardo sea excusa para evitarlo y mucho menos para condenarlo.

Podría decirse que las Misceláneas, las Mierdas y las Necedades expuestas por el autor ponen verdaderamente a prueba a aquellos que tengan el coraje y la valentía de analizar y eventualmente replantear sus vidas a partir de la lectura del libro. Sin embargo, les advierto que para aprovechar las ideas, las reflexiones, los reproches, la hilaridad e incluso la aparente hostilidad de Leonardo (sea para coincidir o para discrepar con él) no basta con seguir las recomendaciones formuladas por Voltaire en su Tratado sobre la Tolerancia.

De tal suerte a disfrutar del libro que nos regala Leonardo, es necesario ir mas allá de la mera Tolerancia con los demás. Es preciso que el lector sea capaz de dejar a un lado los prejuicios que desbordan su individualidad o al menos, transigir momentáneamente con ellos, ya que las ideas y sobre todo la forma en que las mismas son expuestas en la obra, requieren de una predisposición muy especial: Se debe estar dispuesto (nada mas y nada menos) que a quedar en evidencia ante uno mismo. Caso contrario, no vale la pena siquiera avanzar mas allá de este punto.

Para entender mejor a que me refiero, nada mejor que recurrir al propio Leonardo quien con gran precisión señala que “existen solo dos tipos de lectores: buenos y malos. Los buenos lectores, se van desprendiendo de sus prejuicios a medida que leen; los malos, mientras mas lean, con mas prejuicios se cargarán…”. Como no soy quien para juzgar qué tipo de lector es usted amable lector (valga el juego de palabras), dejo a su cargo esa tarea. Solamente espero, que tenga presente el desafío Socrático del autoconocimiento planteado en esta obra e intente ser honesto con usted mismo.

Ya hacia el final de la obra Leonardo se pregunta “¿valdrá la pena decir esto, todo esto?”. Pues yo le contesto decididamente que sí. El libro que tienen en sus manos, sin duda merece ser leído. Lo mejor de todo es que el lector no necesita ser un “especialista” en temas literarios, filosóficos o poéticos para que pueda disfrutar de las reflexiones, las ideas o los pensamientos allí plasmados. Da igual que sea un neófito o un consagrado. La única exigencia (para nada menor por cierto) es que se tenga la suficiente predisposición mental y espiritual para no sentirse molesto cada vez que quede en evidencia ante su triste realidad. Cumpliendo con este requisito, puede estar seguro que se deleitará con cada una de las páginas que componen el libro.

Robert Marcial González
Mayo/2007.














“Cunctae res difficiles; non potest eas homo explicare sermone. Non saturatur oculus visu, nec auris impletur auditu. Quid est quod fuit? Ipsum quod futurum est. Quid est quod factum est? Ipsum quod fiendum est. Nihil sub sole novum, nec valet quisquam dicere: Ecce hoc recens est; iam enim praecessit in saeculis quae fuerunt ante nos. Non est priorum memoria; sed nec eorum quidem quae postea futura sunt. Erit recordatio apud eos qui futuri sunt in novissimo”.
8-11; 1, Eclesiastés. Vulgata.

“Be not deceived; for thou shalt never live to read thy moral commentaries, nor the acts of the famous Romans and Grecians; nor those excerpta from several books; all which thou hadst provided and laid up for thyself against thine old age. Hasten therefore to an end, and giving over all vain hopes, help thyself in time if thou carest for thyself, as thou oughtest to do”.
15, III; Meditaciones. Marco Aurelio Antonino.

“Maravíllame cuán adecuadamente doy yo también ejemplo de necedad ¿Acaso no hago yo lo mismo en la mayor parte de esta obra? Voy arañando aquí y allá en los libros, las frases que me placen, no para conservarlas, pues no tengo dónde, sino para trasladarlas a este; en donde a decir verdad, no son más mías que en el primer lugar. A mi entender, sólo somos sabios de la ciencia presente y tan poco de la pasada como de la futura”.
Cap. XXV. Del magisterio. Ensayos, libro I. Michel de Montaigne.

“Se me pregunta si yo mismo he leído todos los libros que cito. Respondo que no: ciertamente, hubiese hecho falta que hubiera empleado mi vida en leer muy malos libros”.
Atribuído a Blaise Pascal por Margarita Périer.

“La ironía es más conveniente para el hombre libre que la payasada, porque quien practica la primera lo hace para su propio divertimento, mientras que el payaso busca el de los demás.”
18, III (1419b), Retórica. Aristóteles.












“Si he de leer todos los prólogos, preámbulos, prefacios, exordios, proemios, comentarios, estudios previos, advertencias, reseñas biográficas del autor que existen (que son colocadas maliciosa y malintencionadamente antes de la obra), nunca podría haber empezado a leer el libro. Algunas veces hay que ir directo a la cosa.”
Lorenzo Pierleoni. La lectura: un hábito despreciable.

Antes de leer cualquier página de este “libro” (y proveído de la necesidad no obligatoria de una “introducción”), amable lector, has de saber que:

Nada de lo que haya aquí vale realmente la pena. El autor piensa que más valdría hacer cualquier cosa antes que leer párrafo alguno de estos escritos. Pero ya es demasiado tarde, pues ya lo has hecho…

¡Eres muy tonto! Tan tonto como el que lee esta frase:

Intenta no leer esta frase.

Ya que quedó demostrada tu infinita estulticia, así como la del autor, puedes (¿podemos?) proseguir…

Ahh… una cosa más. Creo que es posible resumir este libro en una sola frase, que creo es un koan:
“Todo pensamiento es nulo…”

Por último, debo o quiero aconsejar al sabio (o al que se cree uno en su efecto) a que tire este libro de mierda lo más lejos posible, pues nada ha de contener que no haya estado antes en, esta impúber y pueril mente cuyo dueño es un adolescente tardío, y en la memoria eterna del universo…


























(Contratapa)

Vean al farsante, al hipócrita. ¿Qué miras, necio? ¿Qué quieres? ¿Qué pretendes con esta tu actitud orgullosa y sobradora? Cuidas que no se manchen tus delicados ojos ni que se ensucien tus enjabonadas manos, mas tu mente rebosa de veneno. ¡Tanta es tu soberbia que la escupes hasta a los libros! ¿Buscas alguna certeza, inspiración o motivo en el cual excusarte, para leer o no leer el libro que sostienes?

Como diría el más patético de los hombres en su El origen de la tragedia: “…este libro me parece hoy un libro imposible; le encuentro mal escrito, pesado, enojoso, erizado de imágenes forzadas e incoherentes, sentimental, endulzado aquí y allá hasta la afeminación, poco equilibrado, desprovisto del esfuerzo hacia la pura lógica…”, bla, bla, etc, etc. ¿Basta eso a tu ego o precisas de más…?

“Desperdicio de papel”, dirás; pero, no te veo a ti limpiándote el trasero con hojas silvestres. Quizás no lo sepas, pero nadie te obliga a que hagas lo que no deseas. Además, hablando de traseros, ¿cuál es esta pretensión de entender las cosas mirándolas por el culo? ¿No sabes que hay que mirar dentro del libro para enterarse de su contenido y no atrás? ¿O serás como esos sátiros que le miran el culo a las personas antes que la cara? Mírate tú el culo primero, hipócrita, y luego mira el de los demás; aunque probablemente seas tan necio que tu cabeza la tengas atascada dentro de él. Por lo demás: deja a los proctólogos hacer su trabajo en paz…

Pero aún eso basta. Llegará el tiempo (Dios lo quiera), en que entiendas que no hay que mirar dentro de los libros o las cosas, sino dentro de ti mismo… y ahí puede que tengas oportunidad de subsanar tu tonto orgullo… y todas tus confusiones.






1

“Pero ¡por Júpiter! ¿Nos dejaremos convencer fácilmente de que ni el movimiento, ni la vida, ni el alma, ni la sabiduría, pertenecen realmente al ser absoluto; que no vive, que no piensa, sino que, privado de la augusta y santa inteligencia, subsiste y permanece inmóvil?”
El sofista o del ser. Diálogos. Platón

Todo surge de una idea. Yo soy una mera idea que ha adquirido forma. La idea del Creador, y asimismo, un co-creador por derecho propio. Mi vida es la ordenación de paquetes de información, la inteligibilidad de la energía. Un conjunto de estados atómicos renuentemente equilibrados por veinte años, uno de los motivos por los cuales me “detengo” a hacer estas observaciones hoy.

La tendencia a dejar todo “en el momento” es abrumadora. El carpe diem se desploma sobre mí. Alguien tañó la ilimitada cuerda tetradimensional del universo, que puso a vibrar la creación, prístina, sosegada y auto-reflejada en la perennemente terrible calma del vacío y la quietud absolutas. Llegué a preguntar: “¿Cómo puedo imaginarme lo que es la eternidad?”, hoy digo: “¿Cómo concebir el presente?”. Dios vive en un perpetuo déjà vu. Por eso me plagueo tanto acerca de “registrar” vivencias.

Ahora mismo siento los efectos de “forzar” el campo para escribir estas memeces, razón por la cual creo que este libro, será el último (que, según la lógica paradójica del Nazareno, será el primero). En este momento estoy “indispuesto”, kaigue, para escribir algo “trascendente”; y, en verdad, como ya lo dije, ése es el único motivo por lo que, aburrido y todo, escribo estupideces ahora…

2

“Sobre lo que no podemos hablar, debemos callar.”
Ludwig Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophicus

Me paraliza el antagonismo de las palabras. Me quedo colgado en el aire al pensar cualquier cosa. En toda la eternidad afirmo y niego, concuerdo y disiento, avalo y discrepo, converjo y diverjo de todas las cosas del universo. Lo más natural del mundo es contradecirse: el ser humano es una contradicción en patas. Lo que digo ahora lo negaré después, tampoco acepto lo que luego sostendré. Si algo puede ser dicho, puede ser refutado; las palabras no sólo no abarcan la Totalidad, sino que complican aún más la realidad. No hay afirmación categórica (ésta tampoco lo es, ésa tampoco, aquélla tampoco, etc.), pero nada es absoluto (ni esa afirmación)… ni relativo. Si bien la verdad no puede sino ser enunciada a través del lenguaje, éste se presta a demasiadas confusiones como para ser significativa. El engaño quiere infiltrarse en cada rincón de la vida y todos sus momentos. Con Goethe afirmamos:

“¡No me confundas con contradicciones! En cuanto el hombre habla, empieza a errar”

Por tanto, ya no puedo hacer nada para enmendar este error. Se publique o no esta bazofia he caído del zen del conocimiento, y soy (por el simple hecho de escribir esto), tan sólo otro chapucero más. Todo lo que todos dicen es absolutamente despreciable, incluido uno mismo, y; si uno no tiene la decencia de despreciarlo, otro lo hará por nosotros; o, quizás sea aún más mentecato y llegue a idolatrarnos. ¡Que mueran los ídolos ahogados en la sangre de los idólatras despedazados por la avidez de sus propias mentes! ¡Y el badulaque narcisista que se idolatra a sí mismo que se suicide…! Esto es un error, nunca debería haber sucedido…

La razón de todo esto es que el verdadero entendimiento trasciende el lenguaje.

Por eso me cuesta hacer esto. Pero si no lo hago corro el riesgo de corregirme toda la vida. Estoy pariendo y sufro mucho. Debo terminar lo antes posible y, una vez hecho, seré libre. Este hijo maldito y deforme será repudiado porque es una carga sin la cual no podré vivir sin diaria ansiedad e infundadas dudas:

--¡Fuera, no te conozco!

¿Quién piensa en la basura una vez que nos hemos deshecho de ella…?

3

“Todo le abandona a quien se cree diferente del Ser”
II, 4, 6 Brihadaranyaka Upanisad.

Estoy plenamente convencido de que el manuscrito que ha caído en mis manos lo ha leído Abelardo. Los motivos me son desconocidos. Aunque recuerdo claramente la sonrisa de mi gran amigo Fray Ferdinand de Soissons, cuando me hizo entrega de dos versiones de las Sagradas Escrituras, con ciertas notas aclaratorias. Cuando me dispuse a hacer mi trabajo me topé con una hoja suelta en la que estaba escrito lo siguiente:

1:1 In the beginning God created the heaven and the earth.

1:2 And the earth was without form, and void; and darkness was upon
the face of the deep. And the Spirit of God moved upon the face of the
waters.

1:3 And God said, Let there be light: and there was light.

1:4 But the light had gone bad and shone upon its Creator, taking the Spirit of the Living from Him, leaving only the sweet Death to light with darkness the void.

1:5 And there was nothing ever again.

Sin poder entrever claramente el sentido de estas palabras absurdas, he decidido guardar el manuscrito en un lugar seguro; para que, tal vez, la posteridad herede su significado.

4

“Mira hasta el final, sea lo que fuere lo que estés contemplando. A menudo Dios otorga al hombre un breve instante de felicidad, para luego arruinarlo por completo.”
Las historias. Herodoto.

Rasgo notable de esta personalidad: mala memoria. El olvido forma parte inseparable de esta agrupación de estados cuánticos semi-energéticos al que se le denomina cuerpo o mente o personalidad… De lo susodicho se entenderá la indeleble impresión que dejó en mí el siguiente episodio:

“Me arrobaba el éxtasis en contemplación de mi mente infantil prístina mientras torturaba, masacraba y arrojaba fuego y terror sobre un hormiguero a los incautos e impotentes insectos que suplicaban (quizá) por sus patéticas vidas; hasta que vino una primita un poco mayor y anunció cual trompeta rompe los cuatro cielos:

“No les hagas daño, las hormigas son de Dios”

Literalmente paré en el aire, cual si un rayo hubiese caído desde lo alto centelleando cada una de mis uniones neurónicas, y le di una mirada que abarcó un millón de vidas e inició otra.

Yo estaba iluminado. Y así Dios castiga.

5

Di: “Él es Dios, es único, Él solo. No ha engendrado ni ha sido engendrado. Y no tiene a nadie por igual.”
Corán CXII, 1-4.

Recuerdo los tiempos en que todo era más simple. Había un solo Dios. Sólo uno. Y, no era importante (aunque lo sabíamos): estaba en todas partes. En los verdes de las selvas (¡nuestro verde!), en los ojos tétricos de la fauna de una pradera bajo las estrellas, en el agua de donde surgió…

¿Y qué importa si andábamos desnudos? ¿Acaso nacemos con ropas? ¿Acaso no hace calor bajo el sol de la América nativa? Y luego vino el hombre blanco. Tan pálido… ¿No habrán sido meros fantasmas que convertimos en burdas imitaciones de hombres? Fuimos amables con ellos, y ellos, sorprendidos notablemente, también… al menos por un tiempo…

¿No fueron ellos los que mataron a miles de nosotros, arrasaron nuestras chozas, tomaron a nuestras mujeres e invadieron nuestras selvas y yerbales? ¡Nuestro verde! Su tonta admiración hacia el brillo de oro… ¿Cómo no ver el brillo del oro del cielo, que vale mucho más que cualquier piedra?

Nuestros hermanos de sangre, hijos del Sol y de los Andes pelearon defendiendo su honor…y perdieron. ¿Y nosotros? ¿Acaso nuestro nombre no significa guerrero? Sí, pero no libramos guerras de sangre ni hierro sino de luz y espíritu. Somos soldados del alma y del corazón y nuestras campañas son de la fuerza de la verdad y admiración hacia lo verde. ¡Nuestro verde! Es cierto, muchos de los nuestros no pudieron soportar la carga de un espíritu poderoso y recurrieron a lo más bajo y deplorable, al único enemigo que en verdad existe: la violencia. Violencia para con los blancos, que sólo engendraba más y cada vez más de lo mismo…que nos consumía como un fuego voraz insaciable hasta que quedábamos cada vez menos y disminuía el brillo de nuestros ojos y el verde de nuestras selvas, ¡nuestro verde! Hoy, somos pocos, y lo peor de todo: los que somos, no sabemos que somos. Y los que sabemos que somos, estamos solos, como todos. Antes, todo era más simple, así lo recuerdo. Antes, había un solo Dios, y su nombre era Tupã…

Y ese soy Yo, que surgí de las aguas y de mi propio verde, ¡nuestro verde! Y creé a todas las razas y gentes que olvidan. Pero Yo no olvidé…

6

“¿Te has dado cuenta? Para explicarte el origen último de todas las cosas y de Dios (el Tao), necesito una eternidad. Pero ya han pasado muchas, y todavía sigues sin entender”
P´u Hsing Yuan. Wei wei yong heng

Una silueta se perfila a lo lejos. Conforme se va acercando, noto que es un anciano. Un viejo canoso y barbudo de pelo enrulado y porte griego o romano, pero no tan feo como Sócrates. Camina erguida y orgullosamente sin la ayuda de bastón alguno, mas, sus pasos se suceden lentamente: como si quisiese darlos uno a uno y haciéndolos valer. Su rostro se me hace extrañamente familiar, como si lo conociese de algún lugar; pero sé que nunca antes lo he visto. Cuando está próximo a mí pareciera querer abrazarme, y, a pesar del brillo recóndito y fraternal de sus ojos, retrocedo un paso. Sé que no estoy soñando. Con una sonrisa en los labios disipa mi timidez y me rodea en sus brazos:

--¡Al fin te encuentro!

Me invade un aura extraña e incómoda, pero a la vez cálida y cándida: como si me hallase ante la presencia de un santo. El anciano (que es un poco más bajo que yo) pone sus manos en mis hombros y me mira fijamente a los ojos:

--¡Cuánto habrás esperado este momento (seguramente menos que yo) y de cuántas maneras te lo habrás imaginado!

La sonrisa del viejo se me había contagiado, pero seguía sin entender. Pregunté:

--¿Quién eres, anciano?—el viejo, borrando momentáneamente la sonrisa de sus labios para arquear la ceja derecha, contestó
--¿Acaso no me reconoces?—y se señaló a él mismo
--No…no creo que te haya visto antes. Es decir, me pareces familiar, pero no te conozco. No sé quién eres—completé, y esperé la respuesta del viejo, que parecía (a diferencia mía) estar divirtiéndose mucho con esta conversación
--¿Y acaso tú te conoces? ¿Sabes quién eres?—inquirió en un tono que lindaba lo sarcástico. Respondí sin dudar:
--Claro que me conozco. Claro que sé quien soy. Soy Leonardo González

Ni bien terminé de pronunciar esas palabras el viejo tomo su estómago con las dos manos y empezó a echar una sonora carcajada. Esta situación me irritó de sobremanera, pero luego de un momento (poco a poco) me fui calmando; y me uní a las risas del viejo, que, después de dar un suspiro, habló de esta manera:

--Sí, sí. El gran (y no lo digo sarcásticamente) Leonardo González eres tú, eso es cierto. Pero créeme, no te conoces en absoluto. Yo te conozco mejor de lo que tú te conoces (y mejor de lo que me conozco a mí mismo), pero no busques explicaciones o porqués, porque; digas lo que digas o hagas lo que hagas esto es así. Simplemente acéptalo. Algunas cosas debes entenderlas, darlas por sentado. No se te puede explicar todo porque hay infinitas causas, y, ni Dios tendría tanta paciencia.

Habiendo escuchado esto, recibí en la espalda tres palmaditas de la mano del viejo, que, al haberme mirado por largo tiempo (buscando quizá, algo, en mis ojos) dio media vuelta y emprendió la marcha.

Después de haber tenido este encuentro se me hace difícil distinguir el tiempo. El futuro o el pasado se fusionaron en algo nuevo y desconocido. Además: creo que he olvidado el presente…

7

“…cansado de ver el infinito por todos lados. El asunto tiene que ver con el problema borgeano. El problema borgeano consiste en que para leerle a Borges, uno necesariamente debería haberlo leído antes.”

Gustavo Gómez Falla. Momentos memorables en la literatura hispanoamericana

--Bueno, ya
--Me pude levantar de la cama, con menor (gigante aún) esfuerzo que ansiedad o prontitud
--Menos mal, tu pereza me da asco
--Sí, lo que sea. La cosa es que, sentí la invasión impúdica de un sentimiento indescriptible
--Entiendo, esa incontención nerviosa, absoluta
--Sí, sí. Justo estaba leyendo Borges para principiantes
--Buena colección ésa: interesantes planteamientos, citas citables, divertidos dibujos
--Y mis manos temblaron, mi cabeza contenía de repente un cerebro flamígero
--Lleno de ideas rebosantes, paradojas resolvidas, recuerdos de otras muertes
--El orgasmo voluptuoso alcanzó su cenit en los comentarios de ese tal Bloom en su canon
--Más vale que te acuerdes del título, porque pondré mis pezuñas sobre esa obra, sí o sí
--Como el mazo del cíclope cayó sobre mí la revelación
--Como un meteoro, una montaña rusa, una caída libre, una explosión, implosión, choque, colapso, fuerza centrífuga, vómito, latigazo, eyaculación, caída de guillotina, apagón, pólvora, Big Bang, disparo
--Toda literatura surge ahora
--En este mismo momento. No luego, no después, no dentro de años
--Ahora, ahora, ahora. No puedo postergar la concreción de esta línea menos de lo que tarda en surgir de la nada
--Es cierto. Ese el principio de todo goce
--Del goce estético. Goce estético, goce estético, goce estético, sólo quiero (y a eso solamente se reduce) eso
--Por supuesto
--Sin espontaneidad se derrumba todo
--¿De qué serviría lustrar, pulir y probar mil combinaciones y maneras de decir lo que, a fin de cuentas no da gusto escuchar?
--Y aunque se logre. Si no es ahora, no es
--Entendido, ¿y lo que querías decir?
--En parte me olvidé (ha desaparecido para siempre), en parte sé (fragmentaria y azarosamente), en parte he de decírtelo consultando el libro
--¡No! ¡No no no no!
--Muy tarde, ya lo tengo en manos
--…..!
--Eee, varias cosas…
--¡Pshh…!
--Uno: el sentimiento indescriptible en el cual, en vano me he de extender
--¡Dale, dale!
--Dos: (y no es el orden en que sucedieron, sino el orden aleatorio de la mente embotada por el todo y la nada) ¿Qué fue eso de otorgarle el premio Nóbel al comunista de Pablo Neruda en vez de a Borges?
--Dirás que los vikingos tienen más en cuenta la política que el talento
--¡Y de qué manera! No niego que Borges fue un páyaso, pero darle el premio a un mamarracho que (por azar) ha tenido unas pocas líneas buenas es intolerable. Sus poemas (y lo digo con sinceridad) apestan a rayos, es una molestia pasar por las páginas de un libro cuyos materiales se pudieron haber usado para hacer algo productivo, ¿qué significa esto, una nueva y refinada manera de acumular basura?
--Al menos hemos descubierto una nueva tradición escandinava
--¡Eso también! El humor de Borges es pésimo. Creo que (sin haberlo conocido) prefiero leer sus libros antes que hablar con él --¡Eeepa! Cuidado con cambiar de humor, estabas mejor recién
--¿Y qué? Todo es estado de ánimo, cambios de humor. La única manera de concebir a Dios es… una especie de autómata, que sea de la misma manera siempre
--O si no nos hubiera creado y destruido varias veces. Se hubiese sentido satisfecho, “feliz”, triste, enojado y finalmente aburrido de tanto drama…
--Y luego interesado de nuevo, y haberlo hecho todo otra vez
--¿Ves a donde nos lleva todo esto?
--Sí…
--La locura…
--Bueno, siguiendo. Tres: La presencia de Sábato
--Como una especie de escudero, alguien que haga lucir bien al héroe en detrimento de sí mismo
--Es claro. ¿Cómo no envidiarle a Borges siendo escritor (o lector)? Es imposible. Ahora, de que él le envidiaba a Sábato, no puedo decir
--Bueno, quizá sus ojos, la luz, el sol, las verdes praderas
--Si se busca, siempre se termina encontrando
--Aunque se tarde eternidades. Pero, ¿Y si se busca el tiempo, la eternidad en sí?
--Ahhh…
--Sí…
--Hablan luego del suicidio. Sábato dice que es un acto de egoísmo, Borges recuerda el caso de un escritor japonés que cometió harakiri (腹切)
--Que hizo seppuku (切腹)
--Pero no recuerda su nombre. Yo lo sé
--Pero no te acuerdas
--Pero puedo buscar por ahí…
--Bueno…
--Su historia es simple
--Como todas las historias, la conozco
--Niño lector, prolífico escritor, afán político de derecha, premio Nóbel, quería restablecer los poderes del Emperador que es el centro y origen de toda cultura, bla, bla, bla
--Se le presentó a gente de las Fuerzas de Defensa (SDF) que le mostraron abierto apoyo. Hizo un ñembo golpe y desde un balcón (siempre es un balcón) pronunció un discurso ante el cual todos rieron, luego (avergonzado conjeturo), cometió suicidio ritual
--Y diez mil personas acudieron a su funeral
--¿Diez mil, estás seguro?
--No
--Vaya… diez veces menos que Don Bosco, entonces
--¡¿Cien mil personas acudieron a su funeral?!
--Y sí… ya conoces a estos santos…
--Seguro. Lo que sí, Sábato dice que le parece “demasiado espectacular para ser elogiable”
--Ahora me lo estás citando textualmente
--Perdón
--No importa
--Y le dice que él “no piensa creerse el mejor” pero que ha “pensado en el suicidio muchas veces en mi vida”. Borges le contesta (pomposa(bastarda)mente) “Hace setenta y cinco años que vengo suicidándome. Tengo más experiencia que usted, Sábato”
--¡Que derroche de maestría! ¡Que titán!
--Pero no importa mucho ahora
--Cierto, está (ha) muerto
--Sí…
--Y…nosotros… ¿Hemos de morir?
--Quizá, no lo sé. ¿Acaso estamos vivos?
--No sé, creo que sí…
--Pero (es cierto), hmm…no, tampoco estoy seguro
--¿Estamos o no estamos vivos…?
--Creo que no hay manera de saberlo, pero: ¿Realmente importa?
--Sí, ¿cómo nos explicarías entonces?
--Un sueño, el sueño de un sueño, el sueño de un soñador dentro del sueño de un sueño contenido en un grano de arena en una playa que alguien está soñando donde cada grano de arena es un sueño distinto, la imaginación de alguien… fantasmas… reflejos de un espejo… meras palabras impresas en un papel… ¿Qué se yo?
--Esto es realmente aterrador
--No, no lo es. No hay nada de que preocuparse. Preocuparse por la muerte por ejemplo, como lo hacían Borges y Sábato, para mí es una tontería.
--¡De qué muerte no vamos a preocupar si ni quiera sabemos si estamos vivos!
--¡Ahora quién está cambiando de humor señor paranoico!
--Disculpas…
--Está bien. Pero piénsalo: No es tan seria la cosa. Digamos que no estamos… ni vivos ni muertos
--Sí
--¿Cómo eso puede afectarnos? ¿Te duele algo acaso?
--No, pero eso no es señal certera de que todo esté bien
--Bueno…--y le pincha en el brazo con todas sus fuerzas
--¡Ay!
--¿Ahora?
--¿Qué estas haciendo?
--Intentando hacerte salir de la borrachera de tu idiotez
--Muy bien (entiendo el mensaje)… ya lo hice
--Excelente
--¿Y qué era…?
--Sí, sí. Dicen que una vez le acercaron el libro de un caricaturista de apellido Sábat, y él dijo “¡Ah, Sábato! Escuché que dicen por ahí que sus libros son mejores que los míos… él dice”
--¡Hahaha! Cerdo vanidoso…
--¡Hahahahaha! Sí, un páyaso total

………………………………………………………………………………………………....

--Ya recordé el nombre del escritor japonés
--A ver
--Yukio Mishima, pero no fue premio Nóbel
--Ahh…

8

“Entre las imprecaciones y salvajes alaridos de dolor y de rabia las ametralladoras hacen tremolar sus cintas de pizzicato y los cañones rubrican sus recios calderones de fuego sobre el pentagrama de la selva enloquecida de espanto.”

Anécdotas de la Guerra del Chaco (Compilac.). Humberto Domínguez Dibb.

Tiende a vagar la mente, embotada, al estar sujeta al largo tiempo, al sol y a las sombras. Caminábamos todos en línea recta, parecíamos una manada de bestias: marchando sin saber porqué, pero marchando. Podía ver en las caras de mis compañeros la expresión de angustia, de dolor, de recuerdos que venían a mostrarse, de paisajes de sus ciudades o valles natales que en todo su esplendor hacían estragos en sus espíritus.

¡Y en mí también! ¡Cuánto extrañaba a mi familia! ¡A mi lejana Asunción! Cada soldado (del R.I.4. “Curupayty”) en ese día caluroso, seco y áspero tenía su historia, sus recuerdos. Por fin llegamos a Oruro en un contingente de ochenta soldados para reforzar la base, pues había rumores de un ataque boliviano. Arribamos y nos asentamos en el lugar, aplacamos nuestra incontrolable sed con una sola ración cada hombre, luego atardeció. Nos esperaba una noche corta en la que apenas había podido descansar.

Al día siguiente de ese caluroso día de diciembre (de mil novecientos treinta y cuatro) fui asignado con otros dos soldados para patrullar un sector hacia el noreste. Marchábamos nueve kilómetros por esa picada (una de esas picadas en donde el polvo se subía a la boca de uno y le daba un sabor amargo de las circunstancias), cuando uno de mis acompañantes dijo:

--Mi sargento, por hoy oĩ porã la distancia recorrida, che ningo demasiado aipota la y
--Che avei, pero dos kilómetros más ja recorreta—le respondí lacónicamente

Después de esas palabras nadie habló más. Seguimos cerca de un kilómetro y medio cuando, a lo lejos se esbozaban las siluetas de dos militares. Al instante ordené a los soldados esconderse al costado de la picada, en un matorral. En ese momento me di cuenta de que no eran de los nuestros. Aguardamos en absoluto silencio a que los “bolís” se acercasen. Esperamos que pasen unos cuantos metros de largo y luego nos lanzamos encima de ellos. Yo disparé a uno a distancia, que cayó instantáneamente muerto, mis hombres se lanzaron al otro con bravura (no sé si por su “Paraguay” o por la cantimplora que el “bolí” llevaba) y lo mataron con armas blancas.

Examinaba a los cuerpos, los cadáveres que hace poco estaban llenos de vida, de pensamientos y recuerdos; y que ahora sólo eran dos grandes pedazos de carne muerta, ripios. Luego de calmar a mis hombres, nos repartimos equitativamente el agua de las cantimploras y nos disponíamos a partir, cuando uno de ellos cae a mi lado sin vida tras dar un alarido mudo. Al instante ordené al otro refugiarse en la mata mientras yo, tendido en el suelo, alcanzaba mi cuchillo bajo el fuego. No necesito explicar la furia endemoniada con la que arremetí luego de que el bastardo haya acabado su ráfaga. Ni bien había quitado su cargador, ya le había apuñalado varias veces en el cuello y la cara. Y seguía metiendo y quitando el cuchillo hasta que una mano me detuvo. Volteé como para despedazar ese brazo insolente:

--¡Mi sargento! Che ningo! Chranquílona, hendýma hese tataindy!

Era cierto. Me quedé sentando mientras se me quitaba el cuchillo de la mano. Estaba totalmente manchado en la sangre de no se quién. Me sentía avergonzado, impotente, confundido. Luego de ese momento (que duró demasiado) escucho una voz lastimera:

--Paraguayitos, un poco de agua por favor—dijo el otro, que creí ya muerto.

Miré al desgraciado: lleno de heridas por todos lados, sangrando por la nariz, por los brazos y por la panza. Le miré y sentí lástima y rabia, después agarré su propia arma y le propicié el tiro de gracia...

Camino a casa, es decir, a la base; pensé en los hechos. No sabía quién era más afortunado, si el bolí o yo. El pobre sufría de múltiples heridas en los miembros, y en su cara se veía el terrible dolor insufrible y la sed, ¿será que todo ese dolor acabó con el tiro que le propicié y que terminé con su sufrimiento? No me importa realmente saberlo, pero sospecho (tengo la esperanza) que sí.

Después de haber llegado a la base y haber reportado, el tiempo se sucedía en largas e interminables horas que parecían no avanzar, porque seguía cavilando en aquellos cadáveres que quizá tenían sus familias, y que seguramente ya no sufrían, a diferencia de mis camaradas y yo.

Los sueños de esa noche fueron interrumpidos por tiroteos, morteros y cañones que derribaron gran parte del “campamento”. Los bolí corrían por todos lados, degollando a los perezosos que no se levantaban, y saqueando lo poco que teníamos. De un salto me paré y empuñé mi arma, disparé a unos, acuchillé a otros; cuando de repente sentí algo en mi espalda: como una sutil picada de mosquito. El dolor se propagó a todo mi cuerpo y me hizo caer al suelo. Al ver que el maldito que me acuchilló se disponía a “acabarme”, un brazo se adelanta a la altura de su cuello y lo degolla. Cae muerto a mi lado:

--No se preocupe mi sargento, ese no le va a molestar más.

Así me dijo aquél soldado que fue mi compañero de sufrimiento un poco más temprano en la jornada. Me hizo una reverencia y luego dio la media vuelta y se fue (a cazar más bolí, supongo).

El dolor de mi herida era como si alguien arrojase piedras a un estanque, una por una. Se concentraban intensamente en un punto para luego esparcirse a todo mi cuerpo, paralizándome. Era insoportable. Con gran esfuerzo pude agarrar un rifle que se encontraba próximo y me senté recostado a la pared, con el arma entre mis piernas esperando a que algún desgraciado bolí apareciese para volarle la cabeza o alguna otra cosa.

Gritos de valentía, de piedad y de dolor llegaban a mis oídos. Miraba a unos correr, a otros agonizar, y, en medio de todo, esa sed que acudió a mi garganta pidiendo un poco de agua. Finalmente… el silencio. La batalla se había definido y yo formaba parte de los perdedores. Todos habíamos perdido esa noche, paraguayos y bolivianos. Todos habíamos mutilado, matado, perecido...

...Seguía vivo, pensando en los buenos momentos. Pensado en todo lo que hubiera podido hacer si no me encontrase aquí y ahora. Mi Asunción, mi familia, mis amigos, ¿qué sería de ellos sin mí? ¿Y de mí sin ellos…? Miré mi arma, acerqué la boca del caño a mi frente y di el suspiro final...

Apreté el gatillo, y luego... la noche...

9

Kimi hi o take
Yoki mono misen
Yukimaroge

Matsuo Basho.

Al atardecer de un nevoso día del segundo año del periodo Joukyo, vivía cerca de una montaña un hombre llamado Kinsaku Ueda. Se regocijaba contemplando la naturaleza en busca de inspiración, pues tenía como pasatiempo componer poemas. Hallándose en uno de sus diarios paseos vespertinos, se detuvo al notar una rama seca caída de un árbol, sostenida en la nieve:

No hay tristeza
Si todos van
La blanca muerte

Poco tiempo después sus pasos le llevaron a una gran piedra:

Junto a la roca
La gran doctrina
Nevando cae

Decidió entonces, sentarse a meditar en ese lugar. Luego de algún tiempo abrió los ojos, y advirtió que había un hombre observándolo:

--¿Disculpe mi impertinencia, podría usted indicarme el camino a la ciudad?
--En absoluto. Sería muy aventurado ir cuando la noche está tan cerca
--Disculpe usted…
--Le ruego, sin embargo, que me conceda el honor de tenerlo como huésped en mi casa.

El hombre accedió, y fue llevado a un suntuoso lugar. Comió y bebió bien. Quedó especialmente complacido con la esposa de su anfitrión, a quien dedicó este poema:

El sake servido
Para olvidar
El frío

Al día siguiente, luego de despedir a su invitado, Kinsaku compuso el siguiente poema:

Corazones, el viento lleva
En su soplo
El dios de la montaña

El hombre, a su vez, correspondió:

El calor de la familia
Envidia
El dios de la nieve

Y dejó el papel junto a la misma roca en que encontró al hospitalario hombre, con la intención, acaso, de que lo lea alguna vez. Luego emprendió su camino.

10

“Cum enim a mortuis resurrexerint, neque nubent neque nubentur, sed sunt sicut angeli in caelis.”
Mc. 12:25. Vulgata.

Empezó a caminar hace algún tiempo (no recuerda cuándo) y, en todos los lugares en los que estuvo vio muchas cosas. Cosas familiares, cosas nuevas que nunca había visto y cosas que eran absolutamente incomprensibles y no tenían sentido alguno. Al fin, en la distancia se perfilaba una biblioteca (parecida a la suya), y apuró la marcha hacia lo que parecía ser el centro del recinto. Encontró a alguien de espaldas. Luego de observar al sujeto por un momento, se le acercó por detrás sigilosamente, extendiendo la mano y tocando su hombro, dijo:

--¡Hola!
--(!)
--Perdón, no quise asustarte
--¿¡Quién eres!?
--No sé, ¿quién eres tú?
--Soy una mujer
--Ahh…--examinándola de pies a cabeza
--¿Qué miras atrevido?
--Nada, ehh… ¿Qué son esas dos cosas que tienes ahí?
--¿Estos…? Son mis senos, los tiene toda mujer
--Ahh…--y extiende la mano, pero recibe una fuerte bofetada antes de poder tocar cosa alguna
--¡Ay!
--¡Eso no se hace!
--Perdón
--¡Hombre tenía que ser!
--Hombre…hombre. Nunca supe con certeza si era hombre o no…
--¡Claro que lo eres! ¡Eres alto, tienes voz gruesa, barba y total desconsideración hacia las damas!
--Para serte sincero, he leído ya en algún lugar esos términos de los que hablas: mujer, hombre; pero no he encontrado descripción alguna ni cosa que me dé indicios de que realmente exista
--Existen el sol, los árboles frutales, las montañas, las bibliotecas, los animales… ¿Conoces estas cosas, o no?
--Animales, cosas como: perro, caballo, dragón… ¿no?
--¡No no no!
--¿No has visto un dragón?
--No. ¿Acaso existen?
--¡Por supuesto! He dejado a mi dragón al cuidado de mi biblioteca, su nombre es Sancho Panza. Lo conozco desde… siempre. Pero pienso que si alguien quisiese robar libros lo haría tranquilamente, ya que cuando se pone a leer (y es muy a menudo), Sancho se enfrasca completamente en su libro… y—en ese momento algo tocó su pierna--¿Qué es esto?
--Es mi gato
--¡Ahh! Hola gato
--No te responderá, no puede hablar ni leer
--¿Y para qué sirve?
--Para mimarlo, tenerlo conmigo. Me hace compañía. No es bueno estar sola
--Estar sola…
--Ya sabes, sin nada ni nadie alrededor. Aislamiento, incomunicación, angustia… cuando era niña tenía mucho miedo y lloraba, hasta que un día encontré a Gato.
--Tenías miedo…
--Sí, ya sabes, cuando piensas que algo te puede hacer daño. Tenía miedo de todo…
--Pero si dijiste que no había nada ni nadie alrededor
--¡Por eso mismo!
--A ver si entiendo… una vez, recuerdo haber estado leyendo un libro interesantísimo…
--¿Qué libro?
--Philosophiae naturalis principia mathematica
--No lo conozco
--Es de un tal Newton. Aparentemente no estaba enterado de la existencia de los gravitones ni los fotones. Me sorprendió la originalidad y la simpleza de su teoría. ¡Una explicación muy original sin siquiera citar una sola vez la teoría cuántica gravitacional, ni los postulados locales de la teoría del todo! Su exposición acerca de la luz en general carecía absolutamente de las nociones básicas de la naturale…
--¡Estás divagando! ¡No entiendo una sola palabra de lo que dices!
--Ehh… bueno. Lo cierto es que mientras leía, escuché unos ruidos muy molestosos que me interrumpieron, y, cuando me vuelvo, veo a Sancho peleando con una criatura que nunca antes había visto. En síntesis: pensé que sería horrible que esa cosa le hiciese algún daño.
--Es correcto, eso es un miedo ciertamente
--Había algo que me hizo tener miedo
--Sí
--Pero tú dices que tenías miedo, a pesar de saber que no había cosa alguna a tu alrededor. Tenerle miedo a lo que no hay, eso es lo que me parece irracional
--Es que… ¿Qué es eso que dices? ¿Qué significa irracional?
--Irracional, que va en contra de la razón y la lógica. Algo que no tiene sentido estructural ordenado, que no se puede entender
--Entonces lo que estás diciendo es irracional, porque no se puede entender
--…
--Dijiste que tu dragón se llama Sancho Panza…
--Sí, así es
--Entonces has leído el Quijote
--Sí, Sancho me lo ha leído cuando todavía no podía hacerlo por mí mismo
--¿Y te ha gustado?
--Sí, mucho. Pero luego de cierto tiempo (ya al leerlo por mi propia cuenta) pensé justamente que el Quijote mismo era un ser irracional, sin juicio, y que nada interesante se podía esperar de él
--¿Sabes lo que es un sentimiento?
--Sí, conozco la palabra. Pero nunca realmente comprendí lo que significaba. Así que no. Supongo que no.
--Es… ¿Te gusta mucho pensar no?
--Sí, es lo que más me gusta hacer
--Sentir es… pensar… pero sin la razón
--…
--¿Conoces Little women, o Anne of green gables?
--Es la primara vez que lo escucho
--Son libros que tratan acerca de emociones, sensibilidad, conmoción, excitación… por ejemplo cuando leí acerca de las travesuras de Anne, sentí muchas ganas de ser como ella. Y le pedí a Dios que me hiciera mujer
--Dios… sí, sí. Recuerdo que muchos autores lo nombran, incluso en el libro que te mencioné. ¿Acaso se le puede pedir cosas?
--Claro que sí
--Y… te hizo mujer, con dos… protuberancias en el pecho
--¡Se llaman senos, y eso no es lo único que define a una mujer!
--Yo creo que sí...—y procedió a rascarse la cara—ahh… tampoco…
--¡Barba!
--Sí, barba…
--¿Y tu? ¿Le has pedido a Dios que te haga hombre?
--No, ni siquiera sabía que había que pedirle cosas a Dios. Pero recuerdo que un día, hace mucho, pregunté a Sancho qué era yo; y me respondió: un hombre. Pero nunca supe qué realmente era un hombre, aunque en ocasiones suelo pensar mucho sobre el asunto. Entonces… ¿Todos los hombres tienen barba?
--Ahora que lo dices… es cierto. No todos los hombres tienen barba…
--Pero hay algo que todo hom…--y miró hacia abajo, dándose cuenta de algo en lo que no se había fijado antes…
--¿Qué?
--(!)…
--¿Qué pasa?
--No tienes…
--No tengo qué
--Pene
--¿Y? ¿Acaso todos los hombres tienen un pene?
--¡Sí, todos los hombres tienen pene!
--¿Estás segura? ¿No será igual a la barba, que sólo algunos hombres la tienen?
--¡No, estoy segura de esto! Todos los hombres tienen un pene, a no ser que se lo corten
--Ya veo… entonces no soy un hombre
--No lo sé, tienes que serlo…

Siguieron conversando (dificultosamente) acerca de muchas cosas hasta que se cansaron, y Hombre decidió que era hora de seguir caminando, pero Mujer le pidió que se quede en su biblioteca. Hombre pensó detenidamente, luego decidió quedarse, y descubrió muchos libros que hablaban de cosas que nunca antes había siquiera imaginado existían; leyó muchos de ellos sin poder entender qué querían decir en ocasiones. Como gesto de agradecimiento decidió enseñar a Mujer lo que el sabía: Matemáticas, Física, Ingeniería y Derecho, asombrándose de vez en cuando del entendimiento de Mujer. Ella, a su vez le enseñó acerca de los sentimientos: el miedo, la confianza, la ternura, la aversión, la simpatía, el odio y el amor:

--Ahora creo que ya entiendo lo que es el amor
--¿Seguro?
--Sí, creo que sí…
--Yo te amo
--(!)…
--¿Quieres hacer el amor conmigo?
--No… sé. Me pareces simpática, te tengo confianza y todo eso pero… no puedo decir… verdaderamente, es decir, de manera… concluyente que te ame. Sin mentir, digo
--…
--¿Qué es hacer el amor?
--…
--Por favor, perdóname. Pero no puedo saber ni hacerlo todo. Necesito conocer bien las cosas para no equivocarme. No me gusta equivocarme… por favor… háblame
--Hacer el amor es… olvídalo
--Te lo ruego
--Es… convertir las emociones en algo físico… un goce espectacular, un deleite indescriptible
--¿Y cómo hacemos eso?
--Bueno, para empezar necesitas un pene
--¡Pero no tengo uno! ¿O acaso no lo recuerdas?
--No hay problema, podemos pedirle a Dios—y juntó las manos mientras cerraba los ojos—“Dios por favor, haz que Hombre tenga un pene. ¿Sí? Aunque sea uno chiquito…”—en ese momento apareció un pene entre las piernas de Hombre, que lo examinó cautelosamente
--¿Así que esto es un pene?
--Parece que sí… ¡Gracias Dios querido!
--¿Y qué hago con el?
--Pues debes meterlo aquí
--¡¿Qué es esa cosa?!—acercó su rostro y observó cautelosamente--¿Es segura? No huele tan bien—recibió en ese momento un túke en la cabeza
--¡Claro que es seguro! Te lo garantizo, no te arrepentirás
--Está bien, estoy listo. Hagamos esto
--Ven aquí…

Y pasó lo que tenía que pasar…

Luego de hacerlo, Hombre pensó que (como le dijo Mujer) ciertamente era un goce espectacular y un deleite, pero no que era indescriptible. De hecho, pensó en muchísimas maneras de describirlo, y encontró que todas eran lógicas y razonables.

Vivieron mucho tiempo más juntos, hablando de diversas cosas, leyendo libros y haciendo el amor de todas las maneras posibles. Pero Hombre (por más de que gozaba espectacularmente), se empezaba a hartar de las mismas cosas. Siempre escuchando a Mujer diciendo lo mismo, siempre los mismos odiosos libros con su sensiblería chapucera. Se dio cuenta que extrañaba sus propios libros, su biblioteca; pensaba en ocasiones en Sancho, y Gato se hacía vez más insoportable:

--Bueno Mujer, es tiempo de partir
--¿Qué, te vas?
--Sí, regreso a mi biblioteca (si puedo recordar el camino)
--¿Puedo ir contigo?
--No, debes quedarte aquí. Puede que algún día regrese
--¿Cómo puedes hacerme esto? ¡Todo el tiempo que estuvimos juntos! ¿Acaso no me amas?
--No, lo siento
--¡Escúchame Hombre! ¡Ahora no es el momento adecuado! Debo decirte que el deseo más vehemente que mi corazón ha tenido (luego de convertirme en mujer) ha sido tener un hijo. Pero Dios nunca me lo había concedido y yo sufría profusamente sin entender. Mas, en este momento sé que ese anhelo sólo podría cumplirse teniéndote a mi lado. En mis entrañas crece uno igual a ti, Hombre. Uno que es tú y yo. Debes quedarte conmigo y acompañar a tu hijo, nuestro hijo. ¡No debes abandonar a tu familia!
--¡Calla ya, Mujer, que haces mucho alboroto!—le cortó Hombre, y emprendió la marcha.

Hombre empezó a caminar otra vez. No quería volver a su biblioteca inmediatamente, sino seguir buscando hasta encontrar algo nuevo. Pensaba que podría descubrir otras bibliotecas y otros hombres y mujeres. Mujer no era mala, se dijo, servía muy bien para aplacar las ansias de su lascivia (que ella misma había despertado en primer lugar), pero acerca de las ansias de su mente y su espíritu, no entendía nada. Por eso la dejó. Además, pensó, que algunas veces actuaba como loca ¿Qué es eso de que crece uno como él en sus entrañas? ¡Qué cosas más delirantes y absurdas, cuando es perfectamente lógico que a un nuevo ser se lo encuentre debajo de un árbol, como Sancho le había contado que sucedió con él mismo…! Por mucho tiempo siguió caminando y buscando sin encontrar nada que satisfaga el ansia de su corazón. Desapareció inmerso en una terrible soledad, dándose cuenta de que amaba a Mujer y arrepintiéndose de haberla dejado.

Mujer sufrió rabiosamente la partida de Hombre. Había desconfiado de él desde el primer momento, y se pensó una tonta por haberle dado tanta confianza y consideración. Cierto que un compañero (por más desatento y grosero que fuese) era mejor que estar sola, pero algunas veces Hombre pasaba la raya siendo maleducado. Mujer sabía que no podía esperar la perfección de su compañero, pero sentía que él nunca había puesto el empeño necesario, a diferencia de ella. Pero ese capítulo de su vida se cerró cuando finalmente nació Hijo. Mujer se convirtió en Madre: el deseo más ávido de su corazón se había cumplido al fin. Mujer había alcanzado la felicidad. Pero un día, mientras amamantaba a Hijo, vino un dragón (que no era Sancho Panza) y se lo llevó. Mujer juró, maldijo e imprecó contra Hombre y Dios, odiándolos con la más terrible de las aversiones, pero nunca más vio a Hijo. Cuando vino el tiempo de cesar, a Mujer le sobrevino un miedo voraz, y entendió que solamente había amado una vez en su vida, y ese amor fue Hijo.

Hijo creció en una biblioteca con numerosos volúmenes. Leyó acerca de hombres, mujeres y dragones, pero no sintió deseos de ser igual a ellos. Un día leyó acerca de Dios, y quiso ser como Él; y Dios, por única vez, concedió sin que se le pida…

11

Mi novia siempre fue testaruda, una “sabelotoda” terca y vivaracha. En su casa siempre llevaba la batuta contra viento y marea, o al menos, eso es lo que pude ver las veces que me iba de “visita”. Recuerdo que, la primera vez que llegué a su casa, luego de que (alevosamente) se me dejara solo con el padre, éste me dice:

--Chico, a mí no me jodés. Toda esta supuesta amabilidad sé que es un acto de tercera. He escuchado cosas de vos y sé muy bien cuáles son tus intenciones con mi hija. Yo también tuve tu edad alguna vez, y sé como funciona el tema... así que, lo mejor que podés hacer es irte a casa y olvidarte de todo el asunto…

--Señor—le dije—si yo tuviese “esas” intenciones con su hija, ni siquiera me tomaría la molestia de venir acá, en esta su casa. Porque ese tipo de cosas hacen los cobardes, y yo—y le clavé mis ojos su cara—no soy ningún cobarde.

La cara del viejo en ese momento casi me hizo reventar de risa, pero me las arreglé de alguna manera para mantenerme serio. ¿Qué supuestas “cosas” lo que había escuchado de mí? ¿De quién? Ella había planeado todo esto, lo sé; pero no importaba, era una de las pruebitas a las que suelen someter las mujeres a sus pretendientes. Sus padres la creían una “santa”, y, a decir verdad… ehh… eso… no era del todo correcto. Para ser franco… debo admitir que… yo era su juguete sexual, sin más. Me encantaba el carácter imponente que tenía. No me avergüenza decir que me llegó a tener completamente dominado. A ella le encantaba venir a mi apartamento, cerca del viaducto de Madam Lynch (y que dicho sea de paso, no lo mantengo yo, sino mi viejo que está en Ciudad del Este. No pregunten: larga historia), y, cada vez que lo hacía, la pasábamos espectacular.

Lo cierto es que mi mejor amigo, que estudia de psicología en la “nacional” (y, que también sea dicho de paso, es un hijito de papá, como yo), armaba las farras más calientes del barrio. No sé cómo se las arreglaba para que las pendejas más lindas aparezcan en su casa, lo único que sabía era que él nunca desaprovechaba esa situación (yo y los otros, cual batracios viviendo en boca de tiburón o ballena, nos conformábamos con las migajas que caían de su boca).

Por un tiempo (un ratito), cuando empecé a andar con mi novia, le dejé “en bola” a mi socio. Le dije que no podía farrear porque tenía un examen, pero me pilló en el toque:

“¿Qué examen del orto vas a tener vos nde putita? ¿A quién pa le estás queriendo “manguerear” hina? ¿Está pio al menos bien?”

Cuando le expliqué que estaba andando con una tipa (ni yo me lo creía) que no sólo estaba bien, sino re bien; obtuve la “aprobación” y pude concretar mi asunto. Pero, tanto mi novia como mi socio, querían conocerse. Mi novia quería saber “qué clase” de amigos tenía, y mi socio quería ver si mi pendeja estaba tan bien como yo decía.

Al fin le dije a mi novia que mi socio nos había invitado a su casa con otros amigos, “para algo livianito nomás”. Cuando pasé a buscarle a su casa noté que se había arreglado muy bien, “se van a caer de espaldas”, pensé.

Cuando llegamos vimos que, ciertamente, el ambiente era tranquilo. Siete u ocho conocidos, música del equipo y tragos livianos. Vi a mi socio preparándole un scotch (en las rocas) a una morenaza que no conocía (su nueva víctima) hacia el cristalero; y nos dirigimos hacia ahí con mi novia, que, luego de los saludos y presentaciones de rigor dijo:

--¡Al fin te conozco che! Todo lo que escuché de vos
--Yo si que, me hablaron muchísimo de vos—contestó mi socio, y agregó—qué pucha la suerte que tenés en haberle “agarrado” a mi amigo—poniendo su mano en mi hombro
--En verdad, le contestó haciéndome un guiño, fue él el que me “agarró”.

Siguió luego una conversación trivial, que acabó cuando las damas se excusaron para ir al baño. Mi socio, ni bien quedamos solos, me anunció:

--¡Papá karajo al fin che ra´a! ¡Qué puta, está bien ésta eh!
--Y… sí…--respondí, mirando a los lados por si alguien escuchase
--¿Qué “y sí”? “Y sí” nada viejo. “Y sí” el orto. Está buena la “yiyi” y punto—completó tintinando el hielo del vaso que le había dejado la morena. ¡Ah, esa morena! ¡¿De dónde mierda saca sus mujeres mi socio?! Pregunté:
--¿Y esta morena pio quién es? ¿“Compa” de la facu?
--¿Esa tipa? ¡Psshhh! Esa ngo es una “rata” de por ahí nomás—contestó haciéndose de menos.

En ese momento entró un viejo conocido, por lo que me excusé de mi amigo y fui a saludarle. Cuando me volví hacia él de nuevo, luego de unos minutos, lo veo abrazado a la morenaza, enfrascado en una discusión con mi novia. Me quedé un momento a observar desde lejos, tratando de atinar el tema; pero, realmente, no importaba lo que fuese: mi novia ganaría la disputa, de eso estaba completamente seguro. Esto era así porque ella… simplemente… tenía una inteligencia abrumadora:

--Te digo que cualquiera puede ser hipnotizado—decía mi socio con una sonrisa maquiavélica
--No. No es cierto. No todos…--respondía mi novia
--Te digo que sí. Todos, todos. Sin excepción
--¿Incluso Freud y Jung? ¿U otras mentes “hipnotizadoras” o igualmente excepcionales?—esto se estaba volviendo personal. Mi novia seguramente pensaba que ella era demasiado inteligente como para ser hipnotizada.
--Sí. Y Einstein, Beethoven o el Dalai Lama. Todos pueden ser hipnotizados, y, mientras más “ídola” sea la persona más fácil.
--No me convence…
--Pero así es. ¿O acaso no sabés que los más grandes genios eran los más grandes estúpidos? Con mayor facilidad caían en trances, pues estaban completamente abstraídos de la realidad
--Pero no hay manera de probar eso
--Pues…
--Le podés hipnotizar a ella—dije, arrepintiéndome de haber hablado casi al instante—ella… es—me revolcaba ya en el fango de la vergüenza—muy… inteligente
--¿Por qué no?—y los ojos de mi socio se iluminaron
--Já—contestó desafiante mi novia—quiero verte intentándolo
--Bueno—completó mi socio, haciendo señas para que apaguen algunas luces y la música. Y así se hizo.

Mi novia estaba sentada en un sillón, teniéndonos a todos nosotros rodeándole el orgullo. Mi socio, pavoneando, se colocó delante de ella, y quitó un collar o un amuleto:

--Necesito que te concentres en—intentó explicar, siendo interrumpido por mi novia
--Sí, sí, sí. En el objeto que vas a balancear en mi cara. Conozco el procedimiento
--Sí. Entonces sabés que tenés que concentrarte, relajadamente…
--Sí…—y, para mi sorpresa, empezó a relajarse. Es decir, mi novia sabe relajarse (y muy bien, no lo niego), pero éste relajamiento en particular encerraba una maniobra sospechosa…

--Ahora…—continuó mi socio—tu concentración… crece… cada vez más. Todos tus… sentidos están… alerta, más alerta que… nunca, mientras tu… relajación se… incrementa. Cada… vez más… concentrada… cada vez… más… relajada. Tu cuerpo… no puede soportar estar… así… de concentrada y… relajada… por eso decides tomar un… pequeño… reposo… tus ojos se… van… cerrando… poco… a… poco… cada vez… más… cerrados… te sumerges en… un… sueño… apacible… y… de una paz… inenarrable… mientras tus… ojos… se… ce… rra… ron… completa… mente…

¿Sueño apacible, paz inenarrable? ¿Qué mierda es todo esto? Por lo visto la vida de mi socio no era la pavada absoluta: algo sabía. Mi novia (una tigresa indomable) reposaba en ese sillón completamente serenada, inmóvil. Me negaba a creer a mis ojos. El ser que tenía potestad sobre todo mi cuerpo permanecía totalmente vulnerable: todo su poder se había esfumado:

--Ahora ella cayó en trance—se dirigió mi socio a todos— y su subconsciente está a flor de piel. En teoría, se le puede ordenar que haga lo que sea…

“Que haga lo que sea…” repitió mi propia mente. ¿Sería capaz mi socio de hacer que los demás hagan lo que él quiera? Sé que es ridículo, pero, ¿podría haber gente capaz de inducirnos a hacer cosas sin que nos percatemos…? ¿Será ése el secreto del éxito de mi socio con las mujeres? ¿Habrá utilizado estas mierdas conmigo? Y, ¿qué carajo pasa con mi novia…?

--Necesito que todos estén quietos y que no hagan ningún ruido—procedió mi socio casi susurrando—voy a demostrarles que nuestra amiga está completamente hipnotizada. Muy bien—y se dirigió a mi novia en un tono un poco más suave de lo normal—a partir de ahora sólo vas a escuchar y obedecer mi voz, y ésta será el centro de toda tu atención… ¿Entendés...?
--Sí—musitó una voz que no era la de mi novia pero que salió de dentro de su boca—entiendo
--Bueno… ahora quiero que te pares… y que tengas los miembros relajados… estando erguida… pero con los brazos colgando… de tus hombros… sin esfuerzo alguno…

Parada estaba mi novia en medio de la atónita audiencia. Mirándole a la cara no podía percibir signos de aquella persona y del poder que ejercía sobre mí. ¡El dulce veneno con el que nos someten y dominan las mujeres (y ésa en particular) parecía haber desaparecido de todo mi cuerpo mientras miraba a la señora de mis deseos tan impotente y frágilmente erguida ante las artimañas seudo-sicológicas de mi rapaz socio! ¿Qué hago? ¿La rescato? ¿La dejo ser? Mis labios se arquearon transluciendo los inciertos designios de mi conciencia… justo cuando mi socio me lanza una sonrisa diabólica: se dirige a la hipnotizada:

--Sos un hombre joven y apuesto. Te mirás. Estás desnudo en la ducha y el agua caliente va cayendo. Te asombrás de la hermosura de tu cuerpo, y te deleitás en mirarlo. De repente sentís algo extraño desde tu entrepierna: tenés una erección. Mirás tu órgano y lo empuñás: es duro y venoso, largo y grueso; pensás: este es el alimento único, el maná del desierto de la puerilidad femenil a lo largo de los siglos, todas lo quieren, todas lo adoran, todas lo necesitan, todas lo añoran y todas morirían sin él; él es el principio último, la única semilla, el origen primero y el sublime goce; fuera de él no hay nada, él es el centro del universo de donde toda la energía proviene y el verdadero dios que todas las mujeres veneran porque odian su ausencia, y las que no, le desconocen, y no viven realmente; su rigidez es poder puro que crea y destruye mundos; con infinita fuerza mueves tu mano arriba… y… abajo… lentamente… manipulas esa espada que hermosas mujeres y amanerados… hombres quisieron… asir… arriba… abajo… arriba… abajo… con la… boca para acallar las… estupideces que… arriba… abajo… arriba… abajo… arriba… abajo… siempre andan… diciendo por… ahí… arriba… abajo… arriba, abajo, arriba, abajo arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo… a pesar de nuestra gran paciencia… arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajo… que no puede compararse con…
--¡La dicha de ser hombre!—exclamó de manera terrorífica una voz, seguida de un alarido brutal—¡¡¡Ahhhhhhhhhrrrrrrrrggggggghhhhhhh!!!

El clamor estruendoso golpeó bestialmente a los presentes, dejándolos patitiesos. Luego vino un silencio atroz que advirtió lo pasmados que se encontraban todos, atónitos ante semejante susto y con las caras y los miembros blancos de desconcierto: toda una sala llena de fantasmas.

Mi socio fue el primero en recobrar la compostura, y, simulando su desasosiego dijo:

--Ehh… ah… y… bueno. Ahora quiero que lentamente vayas saliendo de la ducha… y te… seques lentamente… con la… toalla. Al ver en el espejo notas que no eres un hombre—acentuando enfáticamente su “no” para secreta diversión mía—poco a poco vas recobrando consciencia de vos misma… mientras te sentís cada vez más alerta y… despierta. Al tronar mis dedos despertarás completamente refrescada y no recordarás nada de esto.

Y lo hizo.

--¿Y tu cosa?—sonó esa voz tan conocida por mí—¿Y tu “cosita”?
--¿Qué cosa?—contestó preguntando mi socio
--Tu collar ese. No ibas a “hipnotizarme”—dijo sarcásticamente
--Y… pues… eh…—intentó mi socio siendo interrumpido por mí
--¡Qué hipnotizar ni qué cosa! No pasa nada mi amor, ¿no ves que te está jodiendo?
--¿Eh? ¿En serio?
--Sí… sí… massss… omenos—balbuceó medio temblequeando
--Bueno—completó mi novia con ese melodioso tono que usan las mujeres cuando se hallan alegres—¿y qué van a hacer ahora? ¿Se van a quedar en la oscuridad a escuchar el silencio o van a poner un poco de música y divertirse?—sentenció finalmente, ante lo cual, todos los presentes reanudaron sus actitudes, o tal vez sus programas, como lo hubieran hecho robots que se activan luego de estar parados.

El resto de la fiesta transcurrió sin mayores vicisitudes salvo el cuchicheo ocasional, pero ni mi novia ni yo le dimos bolilla. Cuando terminó todo, mi novia le expresó a mi socio su gusto de haberlo conocido, y él, aún un poco desconcertado, amablemente le correspondió.

Camino a casa, noté en mi novia una gran satisfacción. Tocaba mi mano en la palanca de cambio y la acariciaba lentamente de una manera en que ella sola sabe hacerlo: ya sabía lo que haríamos: me “recompensaría”. Como había todavía un poco de tiempo y estaba cerca, desviamos hacia mi apartamento. En ese momento pensé en la situación: ¿Qué había pasado? ¿Fue mi novia realmente hipnotizada o nos engañó a todos? No podía entender nada de lo que había acontecido. Jamás había visto a mi socio actuar así, desconcertado, confundido y dudando; ¡un día que no he de olvidar muy pronto! Y mi novia… totalmente sometida y amordazada, ¡obedeciendo ciegamente a un desconocido! ¿Será cierto todo esto acerca de la hipnosis o es pura charlatanería? ¿Es posible someter, sujetar, dominar y controlar así o de cualquier otra manera a los demás…?

Al llegar a mi departamento, fui violentamente atacado por esa tigresa indomable que tan bien conozco. Me manejaba y zarandeaba como a una muñeca de trapo, dándome autoritariamente órdenes y mordiscos o arañazos no merecidos, “esto tiene que ser una violación” dije para mí, un poco asustado por la excesiva pasión que me acosaba, ya despojado de toda ropa por esta mujer que parecía endemoniada. Cuando se quitó la tanga, la sostuvo en el aire mostrándomela, y vi que chorreaba de lo mojada que estaba. La miro luego a los ojos, desesperadamente sorprendido, y advierto un guiño pícaro, y una sonrisa ladina. Tomo la tanguita mojada en mis manos, y la tiro lejos de mí.

“she was getting wet and open
like a flower in the rain…
and my flattened cock entered
into the miracle.”
Like a flower in the rain. Charles Bukowski.

12

“Mamá: Mañana seremos diezmados por los paraguayos pero yo he de saber morir por la bandera que me dieron”
Subteniente abanderado (de diecisiete años) Mariano Grandoli a su madre, en una carta escrita la noche del 21 de septiembre de 1866.

Hacia el otro lado del Río Paraguay se encontraban mamá y mis hermanas, Teresita y Luján, de cinco y siete añitos. Eran todavía demasiado chiquitas para entender todo esto. Algunas veces pienso que yo también. Papá dijo que yo tenía que salir urgentemente de la casa, esconderme por unos días en el monte por si venían otra vez. Eso fue hace tres días.

Nosotros vivíamos en las afueras de Kurupayty, en la estancia de Don Lucio Vásquez Marbais. Papá y yo cuidábamos el establo y mamá ayudaba en la cocina. Las niñas trabajaban, a su modo, jugando con Doña Ángela, la esposa del señor Vásquez. Ella era un amor. Siempre nos regalaba dulces y nos hacía mimos. Yo le pregunté a mamá por qué ella era tan buena, y me dijo que era así porque siempre pensaba en sus hijos que estaban en el cielo. No entendí. Luego le pregunté a papá y me dijo que Doña Ángela nunca tuvo hijos porque Dios pensaba que era demasiado cariñosa y los querría demasiado. Tampoco entendí. ¿Acaso Dios no querría siempre las mejores mamás para los bebés? Porque mamá siempre me castiga muy fuerte cuando me porto mal, me dice que soy un pequeño diablo.

Mamá siempre me contaba historias de los abuelos de Corrientes. Vinimos al Paraguay con Luján en la panza de mamá, cuando yo era muy chiquito para recordar. Fue ahí cuando Don Vásquez Marbais le ofreció a papá trabajo y él aceptó. Algunas veces Don Lucio me daba palmaditas en la espalda y decía “Algún día mi hijo, vas a ser un valiente soldado paraguayo” y papá siempre, cuando estábamos solos, me decía que nunca sería así.

Cuando terminaban las faenas del día y se hacía de noche escuchaba a papá y a Don Vásquez hablar de un tal “Presidente López” muy a menudo. También hablaban de una supuesta guerra. Don Lucio decía que López era un general invencible y un patriota, que sabía lo que era mejor para su pueblo y bandera. Papá se entristecía cada vez que escuchaba hablar a su patrón así. Luego de estas charlas (que en vano yo disimulaba no haberlo escuchado todo, escondido tras las sombras, alejado de la fogata) papá agarraba mi brazo fuertemente y me decía: “López es un tirano, ¿me entendés? Vos nunca vas a ser un soldado paraguayo ¿entendés? ¿¡Me entendés!?” Yo sólo decía que no, aunque no entendía por qué se ponía tan nervioso. Siempre me alejaba después. “¿Qué podría ser tan grave que ponga a mi papá así?” pensaba. Luego lloraba.

Una noche, muy tarde, me despertó un sonido fuerte que vino del establo. No hice nada. Me quedé quieto. Escuché unas voces, Don Vásquez y otras personas… primero no entendía lo que decían, pero luego distinguí la voz de un desconocido que empezó a gritar:
--¡Tu capataz taén va a vení con nohotro carajo! ¡No me importa de dónde aña memby salió! Todo lo hombre van a pelear por el mariscal! Y si no, ¡ro jukáta! Pe nde kavaju kuéra taén tengan listo porque roipurúta!

Luego se escuchaban muchos pasos alejándose. Sentía tanto miedo que fingí estar dormido. Mamá lloraba en silencio y las niñas ni se inmutaron. La lámpara del establo siguió prendida por un tiempo más. Fue al día siguiente que papá me dijo que me escondiese en el monte.

Al cuarto día escuché sonidos tan fuertes que me asustaron como nunca en la vida. A pesar de la lluvia torrencial supe que venían del pueblo. Tuve miedo al pensar en todos, ¿qué estaría pasando? Llegué hasta el río, y los ruidos, que eran como truenos, venían de más lejos. Esperé hasta la noche y fui a la estancia. La casa de los Vásquez estaba oscura, sólo estaba alumbrado el establo. Escuché unos sonidos raros, como de bichos o algo, por lo que me escabullí por la parte de atrás para ver por la ventana:

Ahí estaban: mamá, doña Ángela, Teresita y Luján. Todas desnudas, sin vida y llenas de sangre. Los perros habían destrozado mucho el cuerpo de Teresita. Uno de ellos levantó la cabeza, y me ladró.
13

“Haec ergo causa somniorum atque sermonum, invidiae et odii fomitem ministravit.”
Gen. 37:8. Vulgata.

Tuve un sueño... y... en este sueño… desperté... y... lo primero que vi, fue al Dios de los Dioses, que me miraba alegremente: “¿Con que propósito te he creado?” preguntó. “Salvar a todos los seres”, contesté, a lo que Él, simplemente, sonrió. Estaba entonces entre los ochenta y cuatro mil millones de bodhisattvas que fueron concebidos por el Señor, al principio de los tiempos. Cuando me percaté de esto y de mucho más, tomé un voto solemne, cual habría de tomarlo Hui Neng eones después: “Los seres en mi propia mente son infinitos, prometo solemnemente liberarlos. Las aflicciones en mi propia mente son infinitas, prometo solemnemente terminarlas.Las enseñanzas en mi propia naturaleza son inagotables, prometo solemnemente estudiarlas. La budeidad en mi propia naturaleza es suprema, prometo solemnemente alcanzarla”. Al momento de terminar estas palabras, un torrente irrefrenable de amor empezó a vibrar por toda la creación en ochenta y cuatro mil millones de frecuencias distintas: “Hemos de volver siempre, hasta haber alcanzado el estado de Buda un millón de veces, hasta que todo y todos sean salvos, hemos de volver, siempre, hemos de volver... siempre…
Tuve un sueño... y... en este sueño… desperté...

14

“。。。これからの 二つの 偏りから 離れている。”
7, IV, おしえCap. 3. La enseñanza del Buda. Sociedad para la Promoción del budismo.

--¿Lo ves? Nadie puede dudar que la bandera se mueve
--Estás equivocado, es el viento el que se mueve; la bandera no tiene movimiento por sí misma—llega un tercero:
--Ambos están equivocados, es la mente la que se mueve
--En verdad, no hay movimiento alguno, no existe tal cosa
--¡Es mentira! Todo es movimiento, todo se mueve
--De nuevo yerran, nada hay fuera de la mente
--Es verdad, ésta es la esencia última, el primer buda
--¡Es mentira! Su aparente constitución es una mera ilusión, el engaño de diversos elementos
--Otra vez falso, no hay ilusión, solo hay buda
--Cierto, el que concede iluminación
--Mentira, pues hay ignorancia, causa del dolor
--Ambos proceden de la misma fuente
--Verdad, la mente
--Mentira, la no-mente
--No, la consciencia-del-ser
--Verdad, la mente en su estado puro
--Que es el camino
--¿Qué es esto?
--No recoger cosas a lo largo del camino
--No, recoger lo necesario, dejar lo demás
--No, caminar es perderse
--Sí, las tinieblas
--Mentira, las nubes han de pasar
--Si no apagan el sol
--Las semillas de la sabiduría son inamovibles
--Mentira, pues existen los necios
--Sólo si vemos las cosas de manera fragmentaria
--Cierto, Dios tiene un propósito
--Mentira, pues no lo conocemos
--No, solamente no lo podemos ver
--Cierto, las aguas están turbias
--Mentira, solamente hay un poco de polvo en el espejo
--Si el espíritu esta bien, no hay que preocuparse en sanarlo
--Cierto, hay que comprenderse a sí mismo con claridad, para vencer a la muerte
--No puede morir lo que no ha nacido
--Nadie vence ni nace, solo reencarna
--Cierto, la rueda no para de girar
--Mentira, el karma puede ser destruido
--Las cadenas no existen, los esclavos son libres
--Cierto, brillan en su propia verdad
--Mentira, por eso se pregunta: “¿Quién es el Buda? ¿Cuál es el Camino?”
--Ni Buda ni Camino
--Cierto
--Mentira
--Ni cierto, ni mentira
--Ni cierto, ni mentira, ni no-cierto, ni no-mentira
--No ni cierto, no ni mentira, no ni no-cierto, no ni no-mentira, ni no-ni-cierto, ni no-ni-mentira, ni no-ni-no-cierto, ni no-ni-no-mentira
--Ni no-ni-cierto, ni no-ni-mentira, ni no-ni-no-cierto, ni no-ni-no-mentira, no ni-no-ni-cierto, no ni-no-ni-mentira, no ni-no-ni-no-cierto, no ni-no-ni-no-mentira
--No ni-no-ni-cierto, no ni-no-ni-mentira, no ni-no-ni-no-cierto, no ni-no-ni-no-mentira, ni no-ni-no-ni-cierto, ni no-ni-no-ni-mentira, ni no- ni-no-ni-no-cierto, ni no-ni-no-ni-no-mentira
--Ni no-ni-no-ni-cierto, ni no-ni-no-ni-mentira, ni no-ni-no-ni-no-cierto, ni no-ni-no-ni-no-mentira, no ni-no-ni-no-ni-cierto, no ni-no-ni-no-ni-mentira, no ni-no- ni-no-ni-no-cierto, no ni-no-ni-no-ni-no-mentira
--No ni-no-ni-no-ni-cierto, no ni-no-ni-no-ni-mentira, no ni-no-ni-no-ni-no-cierto, no ni-no-ni-no-ni-no-mentira, ni no-ni-no-ni-no-ni-cierto, ni no-ni-no-ni-no-ni-mentira, ni no-ni-no- ni-no-ni-no-cierto, ni no-ni-no-ni-no-ni-no-mentira…
(Luego de muchas perpetuidades)
--Sin duda que las olas se mueven --No es así. Es el mar el que se mueve, las olas no se podrían mover si no fuera por aquél --Ambos están equivocados es la mente la que se mueve—llega un cuarto --Los tres estáis equivocados. Ni las olas, ni el mar, ni la mente se mueven, es la conciencia el motor último, primerísimo…

15

“No medites, sé. No pienses que eres, sé. No pienses en el ser, tú eres.” Bhagavan Sri Ramana Maharshi.

Siempre fue un extraño a su contorno, un “excéntrico”, como le decían. No le atraía lo que comúnmente le atrae a todos. Veía cómo el mundo corría frenéticamente en una carrera cuya línea de llegada era un despeñadero, un precipicio al vacío, a la muerte. Pero esto no le desanimaba. De hecho, su vida misma siempre fue una inspiración para otros, porque su muerte, nadie la puede dar por cierta. Lo que ocurrió es que un día, por ninguna razón, abandonó todo. Casa, familia, fama… tan sólo se fue sin palabra de despedida o agradecimiento. Y fue lejos, muy lejos, hasta que sus pies no le respondieron ni las gentes le conocieron. Aunque ni hacía falta, puesto que no hablaba más, dejó de hacerlo. Se le solía ver sentado en la vereda, meditabundo, recibiendo apática o desmerecidamente las monedas y la compasión de algunos. Mas un día, levantóse, y, como dirigido por una inspiración súbita, volvió a caminar.

Esta vez lo hizo aun más lejos. Y llegó a un campo verde y extenso, en el cual, en parte cansado por el viaje, en parte conmovido por la belleza del paraje, se acostó boca arriba y sus pensamientos hicieron estas elucubraciones: “Dios mío… ¿qué es todo esto? ¿Cuál es el fin de la creación? ¿Por qué veo tantas montañas, ciudades y gentes? ¿Qué has pretendido al fabricar, en su totalidad, esta máquina tan compleja e ininteligible cual es el universo? ¿Qué veo? ¿No hay millones de seres, cuyos cuerpos compungidos y almas sedientas, claman por ti y tu misericordia? Mucho sufrimiento… aunque también mucho placer… gente que baila y canta, que es feliz… o que cree serlo, al menos. Pero sigue el enigma. ¿Qué puede hacer un solo ser ante tu inmensidad? ¡El más grande y fuerte de los hombres no es sino hormiga ante el más pequeño huracán o terremoto! ¿Puede uno solo, acaso, construir pirámides? Pero, ¿podrías negarme, que no se han construido montes olimpos en la imaginación, inventiva, creación, razonamiento o intuición de otros? Es vanidoso decirlo, lo sé, pero, ¿cuál es el propósito de todo esto, creador mío? ¿Por qué nos creaste? ¿No eres ya, por ti mismo, perfecto, omnipotente, infinito? ¿Cuál es la razón por la que hayas hecho todo esto, si, en ti mismo ya eres completo, absoluto, total…?”

Y pasó cierto tiempo dilucidando sobre esta pregunta, encontrando solamente vacío en sus tentativas, para luego explotar: “¡Sí! ¡Ya lo sé! ¡No puede ser de otra manera! Nos has creado para que lleguemos, eventualmente a ser iguales a ti, en cuerpo, sustancia, esencia y naturaleza. No hay otra opción. Esa es la única alternativa. Porque, si quisieses meros adminículos de tu gloria, ya tienes a los animales, a las plantas, a los mares, a las montañas, que, en toda su magnificencia denotan los trazos de su autor. Y esto es así para toda tu creación. En ella muestras tu belleza, sublimidad y gloria, pero también tu violencia, ira y justicia. ¡Estás tan íntimamente unido a las estrellas y galaxias como a los seres vivos, que se envanecen en ocasiones, de poseerte en mayor y mejor medida! ¡Pero te ocultas igualmente detrás y dentro de cada átomo de una manera tan pequeña, que has logrado conformar una sola sustancia con el universo, con tu creación que eres tú mismo. Pero, siendo ya por ti mismo infinito, ¿qué necesidad tienes de manifestártelo a ti mismo? Ciertamente que a ti no te impresiona la belleza de la luna o la suavidad de los pétalos de rosa: ¡tú mismo los creaste! ¿Qué necesidad tienes de construir un universo tan grande, si al fin y al cabo, siempre eres infinitamente más grande? A uno de los míos, ciertamente que le aburriría engendrar uno que fuese siempre infante, que nunca creciese. ¡Muy pronto se aburriría de él y lo tiraría por algún precipicio! Mas bien, los míos se engendran los unos a los otros, y se embelesan en cuidarse, alimentarse y velarse, hasta que crecen y son iguales, el engendrado y el que lo engendró. Aunque a ti eso te es imposible. ¡No lo puedes hacer! ¡Qué digo! ¿Acaso no dijo uno de los tuyos: “Para con los hombres imposible es esto; mas para con Dios todo es posible”? Entonces, por Dios, ¿para qué interrumpir el Sat-Chit-Ananda, el Ser-Conciencia-Bienaventuranza eternas, la perpetuidad infinitamente gloriosa, en la cual te abarcas completa y perfectamente a ti mismo, para crear algo, al menos en algún sentido, ajeno, distinto de ti? ¡Podría ser esto posible! ¿No se escribió, acaso, eso que tú mismo dijiste: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra”? ¡Estoy seguro que tú sólo podrías haberte enseñoreado por ti mismo, si, al fin y al cabo, es tu creación! Pero nos hiciste… y, a tu imagen y semejanza…”

Y quedó otro tanto moviendo esa frase en su mente cual péndulo oscilante… pero continuó: “Así es, Padre mío. Henos aquí regocijándonos el uno en el otro al saber que somos perfectos. Perfecta es tu creación porque perfecto eres tú. Y yo, que soy también tu obra, ¿he de quedar fuera de magnificencia de mi creador cual hijo desheredado? No ha sido dicho, acaso, eso de: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Si mis hermanos no lo entienden o no lo quieren así, nada puedo hacer. Ahora entiendo, Padre, tu cometido con esta creación. Quieres que tus hijos, así como los nuestros, crezcan, entiendan y sean como tú mismo eres, porque esa es la única manera posible de poder, cabalmente, comprenderte: siendo como tú.

Luego se quedó contemplando el cielo azul, que le reflejaba a él y a todo el universo, en una espiral danzante que abarcó un tiempo sin tiempo. Finalmente, sucedió que, él pudo conocer al Padre directamente, desentrañando todos los misterios y secretos, así como cuando el hijo llega a la edad moza, su padre le instruye y le convierte en su igual.

Mas, donde todavía había tiempo y lugar, creció un hermoso jardín en el espacio en donde él se había acostado. Hermosas flores de distintas clases se erguían con el orgullo de quien se coloca encima de un santo, y todas ellas parecían querer decir eso de: “Ahora vemos como por espejo, en obscuridad; mas entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido”.

16

“Arjuna vio en esa forma universal infinidad de bocas, infinidad de ojos, infinidad de visiones maravillosas. La forma estaba adornada con muchos ornamentos celestiales, y llevaba en alto muchas armas divinas. Él llevaba guirnaldas y prendas celestiales, y por todo el cuerpo tenía untadas esencias divinas. Todo era maravilloso, brillante, ilimitado, supremamente expansivo.”
Bhagavad Gita. 10-11, XI.

La razón de porqué soy, la voy dilucidando momento a momento.

Soy, porque a mí me ha sido encomendada la tarea de ver la relación entre once átomos de distintas galaxias y el polvo que impide un perfecto reflejo en un espejo mágico de un rostro demacrado por una cicatriz, dejando feliz (momentáneamente, y luego para siempre) al desdichado que lo poseyó alguna vez. Porque puedo ver (y hacer a otros que vean) el parecido entre el arquetipo del positrón virtual de todas las paradojas de la teoría del todo y la curva en la línea infinitesimal de la parábola trazada en un trozo de espacio por el polvo de los restos de una estrella. Porque soy único, como el cervatillo que contemplaba los cerezos en flor del parque de Nara al cual se hace referencia en el Genji monogatari, y que había reencarnado en cervatillo de nuevo he ido al mismo parque, al mismo cerezo en flor y sentido el mismo regocijo que había sentido en su otra vida sin haberse percatado nunca de la coincidencia hasta haber alcanzado el satori y podido tocar los pies del buda original, vivo. Porque a mí solo me ha sido encomendado explicar la razón por la cual nacen y mueren los hombres (cada hombre), florecen las flores (cada flor), el mundo sigue amaneciendo con los mismos colores; a alguien le es vedada la verdad por más años que haya vivido en una gruta en el Himalayas y se haya encontrado con Osho, que lo ridiculiza en un libro lleno de chapucerías, que además tiene un improbale diálogo entre Diógenes el Cínico y Alejandro Magno; de mostrar y demostrar concluyentemente a un asombrado Pitágoras en las arenas de una playa, que el número quinientos treinta y nueve mil trescientos cuatro no es infinito ni finito a la vez. Y veo porqué una madre ha abandonado a su hijo que crece malvado tratando de cumplir un anhelo que no sabe cuál es, la tormenta saludándose a sí misma en la mente de quien imagina verla convertida en una suave brisa que comparte el goce indescriptible de acariciar a su amada, la única palabra que ha salido inintencionalmente bien escrita en una vieja edición del Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, el núcleo de una estrella, el sonido en la oscuridad, a un infiel manoseando secretamente el Corán de su descuidado dueño que de todas maneras sabe el libro de memoria, a un joven en la madrugada despertado por la idea de un ser que lo mide todo y lo sabe todo y nada al mismo tiempo, y que la estropea garrapateando un intento de cuento que a pocos gustará; una joven que en ese mismo día había llamado desde su trabajo, mientras su jefe salió, a un muchacho que también gusta de ella pero que cree que no puede enamorarse jamás, pero que vanamente alberga la esperanza de hacerlo algún día; a un científico eminente, viendo la concreción de un proyecto que había tomado años y que tiene un valor incalculable (no para mí) en la historia de toda la ciencia universal (que no es la del hombre solo); una mariposa con el ala izquierda herida, resignándose a su suerte luego de haber sido maliciosamente golpeada con un palo de escoba por un niño de apenas seis años, rabioso todavía por el castigo que le había impuesto su padre, por haberle desobedecido a su madre; a una persona desvergonzada leyendo, de un libro engañoso, fachosamente todo lo que digo en este momento; un reloj, un árbol, un diccionario, un clavicordio, un quásar, el caballo que Nietzsche había abrazado en la calle llorando copiosamente, recordando secretamente (entre otras cosas) la primera nota del Lohengrin que había comparado con los caballeros de armaduras blancas de un cuadro de Da Vinci que aún no se ha hallado, antes de caer en la locura para siempre; a Moctezuma tomando chocolate dulce por primera vez reencarnado en un esquimal, mirando la aurora boreal; a un Julio César que duda duda duda y duda infinitamente pudiéndose ver en su cara por un momento el verdadero terror antes de cruzar el Rubicón; a Süssmayr abstraído del mundo escudriñando la forma, tratando de llegar (pero fracasando al fin) a la esencia verdadera de la música de su maestro; a un voyeur que accidentalmente había encontrado el punto (innominado) donde convergen todos los otros puntos del universo, viendo todo lo oculto (incluso que el aleph no se encuentra verdaderamente donde se dice que está en el cuento del mismo nombre, pero que a fin de cuentas contiene todo lo que se dice que contiene y más…) y siendo igual a Dios por poco tiempo, ya que su cuerpo explotó, vencido por los demonios que guardan la puerta de la metamorfosis final…

He descubierto el fractal del universo, la totalidad, todo lo concebible; lo infinito, lo eterno…

El todo y la nada no me están ocultos, pues existo por la luz de mi propio entendimiento…

Pero esa luz es una mentira... y yo no soy nada.

La razón de porqué soy, la voy dilucidando momento a momento…

17

“Upe che rayhuha ára ipotypáne las rosas
Oúne las mariposas oanuncia chéve alegría
Y en medio del bello día arekógui esa suerte
Antes che aho´i la muerte ro hetüvo che kamba”
Che kamba resajajái. Hilarión Correa.

Los precoces tajy sa´yju brotaban ostentosamente sus flores hacia finales del cálido septiembre poty. Él finalmente había hecho mérito necesario como para que su papá le dé permiso para quitar el (único) auto. Ella por fin había ganado suficiente confianza de su mamá, para extender el toque de queda hasta las dos, trabajo harto dificultoso teniendo en cuenta que era hija única. Lo cierto es que el amor de ambos no era nuevo, sino que había recorrido muchos caminos e incrementado experiencias, como un sabio peregrino.

Ella recordaba todas las tardes anaranjadas en que él la esperaba (sin cansarse) en esa esquina, sin importar cuánto tiempo se quedase a ayudar a los profesores, porque era muy dedicada a sus estudios, además de, tener para todos, sólo bondad en su corazón. Él la recordaba con ese listón azul, todos los miércoles (días de visita) que estuvo en el CIMEFOR, porque de nada hubiese servido salir el mejor aspirante, cabo paracaidista y egresado si esa misma noche no hubiese recibido las felicitaciones de ella y la aprobación (tácita) de sus padres.

Pero eran todavía amigos, y, si bien él tenía la certeza de que ella lo amaba, él quería esperar el momento adecuado para declararle su amor, y pedirle que sea su novia.

Ella sintió mucha tristeza el día que se dio cuenta de que él pronto se graduaría, y ya no podrían estar juntos todos los días en el colegio. Pero él la consoló y le hizo la promesa de, pase lo que pase, estar siempre en la misma esquina, todas las anaranjadas tardes. Y así fue.

Al fin, en una fría fiesta de San Juan de ese año, con toda valentía, confesó su amor. Ella, con lágrimas en los ojos, le correspondió. El resto de la noche él la abrigó con sus fuertes brazos, para dejarle en el portón su casa y recibir el primero de muchos besos.

Para la alegría de todos, el noviazgo iba de maravillas. Él la visitaba los martes, jueves y sábados; pidiendo, con todo respeto, el permiso a los padres para salir a la noche de vez en cuando. Pero éstas eran raras ocasiones, porque, ya terminado el colegio, se desempeñaba como Asistente de Contador en un edificio cerca de La Catedral de Asunción. Así fue como se ganó la confianza (y el permiso para quitar el auto) de su padre.

Los hechos ulteriores serían conocidos después por todos. Ellos iban (no muy rápido, como lo aseguraría luego un testigo) por la calle San Martín, cruzando Boggiani, y, como era onda verde, cruzaron sin atender a los lados. Pareciendo presentir el final, por un instante, él la miró a ella, y ella a él… luego, sólo hubo pedazos de metal y vidrio esparcidos por todo el asfaltado. Segundos más tarde, el reloj del paseo central daba las doce en punto, del primer día de las flores.

18

“Si gravis brevis, si longus levis. ”
Cicerón, De los fines, II.20

So there was I, again, mad, with a contempt that scorned the entire world… if that’s ever possible. But I didn’t do anything. In fact, I just stayed there, with a blank space in my head. It was sort of cool, actually. I could see my thoughts running amok, in a stampede, all over the place… but it felt so void, so far away, so unreal. They where scattered like hot rain that would have burned me, if I wasn’t already out of their reach.

I found myself looking at the world, from outer space. It was beautiful beyond imagination. How can something so foul, polluted and ugly, be so peaceful from afar? I suppose that anything disgusting can be that way… it depends on how you look at it.

So I was floating around clouds and shit, but, weird enough, I didn’t feel my body, as though it was made of air or something. Then I looked around me, and I saw some bearded personage, he said: “My pump, have you seen my pump?” “The hell…?” said I. “My pump man, my pump. Have you seen it?” “I saw shit, asshole!” “My pump, my pump, my pump, my pump, my pop, my pop, my pop, my pop…” he kept on like a madman. So I said: “This is insane!”, and headed back here…

So there was I, again, mad, with a contempt that scorned the entire world…

19

“Ataca sin preaviso donde el enemigo no lo esté esperando, y mientras su espíritu se confunda, aprovecha la iniciativa y, con ventaja, derrótalo.”
Miyamoto Musashi. El libro del fuego. El libro de los cinco anillos.

アメリカの 戦争は 長かった です。 アメリカが 獰猛さ 戦ったけれど、この 戦争を 負けました ですけど 受け入れなかった。そして、新しい  リイダが この 政府を 没収 しました。誰も 反対 しませんでした、この 人 いっぱい 人気が ありますから。

今、リイダの 言葉に たくさん たんきが あります。 東京の      空中楼閣から 攻撃 指導します。アメリカの 空に 日本の 飛行機を   舞うあます。あの 飛行機の 中に 船荷が 輝きます。船は 原爆 です、 名前は ダイアモンド です。

飛行機は 原爆を 解きます。。。

十。。。 昔から 人間は 戦火 しています。 
九。。。 世界の 歴史に 戦争が 何時も ありました。
八。。。 日本の 歴史にも。
七。。。 侍たちは 武士道を 実行 していました。
六。。。 神風たちに 一生が 軽蔑すべき。
五。。。 俺たちは 広島と 長崎を 犠牲に しました。
四。。。 ワシントンの 灰空が 白を なれました。
三。。。 イメ-ジは 永久の 世界までに 人間性の 心の 中に 
永続します。
二。。。 復習!
一。。。

20

“Debemos hacer del hogar un centro de amor”
Madre Teresa de Calcuta.

De nuevo el irritante sonido de la soez que se arrojaban los esposos despertó a Arturo. Lo que antes sucedía de vez en cuando se había vuelto un ritual diario. “La recámara matrimonial se ha convertido en zona de guerra”, pensó. Le entristecía este escenario. Algunas veces salvaba la situación, otras, simplemente no lo podía evitar. Arturo era un tipo simple, pedía tan poco como otorgaba. Cierto que carecía prácticamente de obligaciones y dormía bastante, además de salir mucho de la casa, especialmente a la noche.
Arturo nunca tuvo familia, por eso, desde que llegó a aquella casa intentaba retribuir siempre lo recibido. Se crió en las esquinas oscuras de las calles duras y en las plazas grises. De chico vivió de las limosnas (miserias) abandonadas a desgana por los otros. Pero el hambre no le dolía tanto como la lástima que le vomitaban diariamente en sus miradas apáticas (juró que nunca en la vida, sin importar en qué circunstancia se encontrase, sentiría lástima por nadie. Nunca, jamás). Hasta que llegaron los esposos, y, le acogieron sin condiciones ni preguntas. Por un tiempo fueron felices, aunque él supiese que nunca llegaría a ser un verdadero miembro de la familia, por más que la pareja no tuviese hijos. Lo importante, pensaba, era que ellos lo amaban a él, y él los amaba de vuelta.
Arturo no pensó que conocer a Cleopatra afectaría la relación con su familia. Especialmente ahora, que las cosas estaban mal en casa. Cuando estaba con ella todo era más tranquilo, él siempre la esperaba en el mismo lugar bajo la misma luna para luego ir a amarse toda la noche. Era lo mejor de su vida. Una vez quiso intervenir en una de las peleas, pero se quedó parado frente a los esposos, y éstos le ignoraron manifiestamente. Se sintió insultado y dejado de lado.
Ahora pasaba cada vez menos tiempo en el hogar, pero los esposos parecían no notarlo: tirarse los trastos a la cabeza parecía más importante. Por última vez, Arturo se paró frente a la puerta de la habitación de los esposos y por última vez fue ignorado. Giró el cuerpo y echó un postrimer vistazo, pero nadie lo notó: lo habían olvidado. “No siento lástima porque no puedo” pensó. Abrió la boca, pero no salió ningún sonido, y cruzó el zaguán (ese zaguán que había cruzado tantas veces en otros tantos momentos felices).
Cleopatra vio en la expresión de Arturo mucha tristeza. Pero esa tristeza ella lo haría olvidar con su amor. Al fin estaban juntos. Cleopatra le dio un beso y le tocó su guitarra, y la luna se reflejó en la máxima demostración de emoción que pude haber en un gato: una lágrima.

21

“Y hacen mal ellas en recibirnos con esa actitud melindrosa, reticente y huidiza, que nos apaga al encendernos. Decía la nuera de Pitágoras, que la mujer que se acuesta con hombre, ha de dejar la vergüenza al tiempo que la saya y recuperarla al ponerse el refajo.”
Cap. XXI, libro I. Ensayos. Michel de Montaigne.

Estábamos entre sábanas, acostados. Ella se tapaba los pechos y ocultaba lo que momentos antes me había entregado. Yo no ocultaba nada: ya había mostrado todo lo que había para ver en mí, además, tenía mucho calor. Luego de estar con los ojos cerrados por largo rato, ella fija su mirada en mí. Yo examinaba atentamente la cama en la que estábamos cuando me di cuanta de esto, y al percatarme de los ojos de ella pensé:

“No es un artículo de lujo, pero al menos sirvió su propósito”.

Justo cuando presentí que ella iba a abrir su boca y decir algún disparate como: “¿Lo que hicimos recién no fue sólo sexo, verdad?”, o “Te amo, ¿vos estás enamorado de mí?” le corté en seco:

--Si yo fuese un tipo realmente malvado diría: “¿Así que esto es todo eh? Tanto trabajo, tanto tiempo, tanto esfuerzo y dinero gastado en conseguir los favores de una mujer tímida (y no te estoy recriminando que lo seas). De una mujer que se había encerrado (o se había auto-convencido de que estaba encerrada) en una torre de marfil a la cual nadie tendría acceso, sino aquél que se sometiese a infinitas pruebas de valor y mérito. Aquel cuyas virtudes rayasen la santidad, y cuya lealtad y honradez sean eminentes y evidentes a porfía. ¡Cuántos ruegos y súplicas a ella y a Dios he elevado sólo para ser refutado con la misma historia de la santa virginidad! ¡Y qué es la virginidad sino la ignorancia momentánea del deplorable estado en el cual todos los seres de carne y hueso estamos inmersos, sumidos y sometidos! Es un mito, una invención en la que ni siquiera los que la crearon creen. Y si existe, “perderla” es como una inyección: duele un rato, sangra un poco y ya está. Una nadería. Y, ¡grande fue mi sorpresa (o mis sospechas fueron evidenciadas) al darme cuenta de que esta mujer no era exactamente la virga virginum praeclarum que alegaba ser! ¡¿Cuántos berrinches y pataleos en la entrada motel, y para qué?! Para darme una estúpida actitud de frialdad y para demostrar su completa torpeza para lo más fácil que debe hacer cualquier mujer en esas circunstancias (abrir las piernas y cerrar la boca). Para que yo derrame más semen en todo este tiempo de lo que ella había derramado lágrimas o sangre. Para quedarme en este puto lugar con la pija flácida y con un amargo sabor en la boca, y, para colmo, cagándome de calor”. Pero como yo no tengo en mí, ni la más pequeña pizca de maldad, jamás podría pronunciar palabras similares. Amén de siquiera concebirlas en mi mente, que es más pura que la de una virgen…

Mis últimas palabras la escucharon acaso las paredes. Ella ya había salido hace un rato, semidesnuda y desarreglada pero sin que pueda yo ver indicio alguno de que le brille lágrima alguna en sus ojos. “Qué cosa—pensé—tanto me incomoda que la gente llore; sin embargo, ahora quería que ella lo haga por lástima al menos. Ya sea por mí o por ella misma”.

Quedé sólo y desnudo en el medio de la nada. Agarré la sábana y tapé mi vergüenza.

22

“Mujer desnuda, mujer oscura
Fruta madura de carnes firmes; oscuro éxtasis de vino negro
Boca que das música a mi boca”
Léopold Sédar Senghor.

A pesar de las quejas del insociable dentro mío, cedí y fui. Como siempre, en este tipo de eventos, el ruido y el humo eran una sinfonía de caos de toda sociedad humana ahogada en el sordo aullido ante el Equilibrador Eterno: la muerte. Pero nunca es suficiente, es decir, nadie se sació del mundo antes que la dama con la guadaña venga a saciarse de su carne. Tantas personas, refugiándose detrás de máscaras, a las que el hábito les ha forzado a ver este mundo con ojos de mentirosos, fantasmas pululando en un macabro juego de marionetas que nadie sabe cuando habrá de acabar, o si alguna vez empezó...
En medio de esta pesadilla la veo. Tan esbelta como la pilastra que sostiene el cielo. Vestida en la negrura del África opacada por un vestido de no sé que color. Con un cuerpo de leona tan imponente, que la lozanía se desparramaba esparciendo un efluvio de frescura de savana y pampa por doquiera pasaba. Apenas si percibía las frágiles figurillas (los pobres e inútiles desperdicios de espíritus: los humanos dementes y envidiosos) echando habladurías en su macana delirante. Su boca, sus piernas, su nariz, sus senos; la palabra perfección nunca tuvo tanto sentido. Arrobado en éxtasis, me olvidé del mundo: fue cuando ella se me acercó. El universo fue una simple excusa para que nuestros ojos se encontrasen. Y lo hicieron.
Volví solo, acompañado quizá. Luego de esa noche nada sería igual. La mañana siguiente, los colores del amanecer parecían menos tintados. ¿Será que la africana llevó algo de la teñidura de mi alma? No sé. Pero sí sé que los días, luego de aquel momento, eran menos brillantes, aunque las noches refulgían mejor. Compartí el lecho con otras, sin duda, pero, siempre con la certeza de que ella era, verdaderamente, algún ángel de negro brillo que se apoderó de mi memoria. Y no podía haber nada fuera de eso, de ese vacío que ella llenaba sin estar conmigo. El amor no es baladí. Una nívea, negra noche, empecé a contar cuantas eternidades tardaríamos en encontrarnos de nuevo, porque las almas siempre se encuentran una y otra vez en el viejo tiempo. Con otra cara, con otro cuerpo, con otro tinte; alguna vez, acaso nunca.

23

“I think that men are the trash of the universe, the worst of the worst.”
Judy Jordan. The tao of feminism.

Men are scums. My ex for instance: sat all day long listening to Beethoven, drinking brandy, splirting cum all over my furniture: a real asshole. Kept saying:

“Yeah dollface, no one can understand that there are only three fuckers that made it through in history, I mean r-e-a-l-l-y made it through. Yeah, you know what I´m talking about right?”
“Hu hum” I answered while I watched how he touched himself
“That´s right. Beethoven, Buonarotti and Bukowsky. The three “B”s, the Best, the Boys, the Buenos. Nothing in the world can be better than that huh?”
“Nothing in the world, honey”
“Except you know what”
“Yes honey”
“Well, tell me then”
“Why don´t you tell me, honey?”
“Okay dollface. Your GIGANTIC ASS, pouring buckets of sweat in my belly while your steaming cunt burns my pecker”
“Hu hum”
“Oh yes... honey... why don´t you come here now?”
“Dinner isn´t ready yet”
“Doesn´t matter. We´ll eat later”.

And it was´nt bad. It was´nt that bad at all. I mean, I had better men before him of course, but he was a dirty bastard, lived like a pig. And I could put up with that, with him running naked about wooing his hairy belly all over the place, smelling like shit, dirtying up the house, not showering for days, not having a job nor looking for it... but that shit about the three “B´s”? Just could´nt take it no more. No way. So what did I do? I planned everything, ´till the last detail. On saturdays, when I get home, he´s usually masturbating while listening to the ninth, an hour and a half of sreaming like a bitch, a real freak-show. So I would come from the back door, very stealthy, with a kitchen knife in my hand and... yikes! Right in the yugular. So I did it. But when I was about to end both of our miseries... he glanced DIRECTLY into my eyes:

“What are you doing with that knife?”
“Err, nothing, hum, I was just...”
“WHAT! Don´t you see that I´m busy here?”
“Yes, err, and I was gonna...”
“Oh! I see. You want me now huh...? You naughty girl”
“Well, I...”

And he lifted up my skirt and gave me the best fuck that I can remember. Oh, that fuck face! What the shit was I going to do? I could´nt get rid of him (but at the same time: I could´nt get enough of him)! So, ok, I felt good the next few days, but then we were back to shitland again. So I thought that if I could´nt kill him like the pig he was, then, I should do what all of my girlfriends do to their sack-of-shit-husbands: abuse him emotionally. Oh yes, siri, not even general Patton would have known what hit him after I´ve launched my guilt war! So that was it. I began to harrass him all the time, bitching and moaning about just anything that I could think of. I said things like: “Oh, honey, what a beautiful day! Let´s go for a walk!”. And I would say it a hunred times. Or I´d say: “Baby let´s go see a movie! C´mon, get dressed and get up!”. But nothing. It didn´t matter if I said it a thousand times. The bastard would give his cold answer: “Go fuck yourself!”, although he would add “Bitch” and a smile sometimes... the fucker. So fuck it. Time for action. I figure that, what the heck, let´s follow his advice, see how he likes it. I was gonna bring any bump from the street, and fuck him right in front of the bastard, see if he can handle it. So I did. I came one saturday afternoon with the first dick head that I could find, and started to make out in the living room, right in front of him. At first, he didn´t even noticed, he kept on masturbating with his eyes closed, singing like an imbecil. I thought that he was playing with me, but he didn´t do anything! The bump was fucking me right in front of his eyes! Then, he got up, and, seeing both of us naked (like he), he came to us and pushed me away from the bump while screaming Alle menschen! Alle menschen!, and he started to suck the dick of the bump! I was freezed to shock, couldn´t do or say shit. Then, when he saw that the bump was about to come (the poor bump was high), he glanced DIRECTLY into my eyes and said: Diesen Kuss der ganzen Welt and he splirted the bump´s come all over the place, while screaming like a madman: Diesen Kuss der ganzen Welt diesen Kuss der ganzen Welt diesen kuss der ganzen Welt! Then, he got up and went to his sofa, and finished listening to his music like it was the most normal day of our lives. I stayed there a couple of minutes, wondering what the fuck was that all about, when he said: “Oh honey, do please take the trash out this time, would ya?” pointing at the passed-out-drunken-piece-of-meat that was lying there that I fucked and he blowed just a couple of seconds ago. So I did. The next days were bizarre, but only for me, because he behaved (or acted) like nothing happened. He wanted to fuck me now and then, just like always, like nothing was wrong. And I was silent most of the time, did´t know what to do. Then it came to me. Ok, so this one isn´t jealous, right. But there surely is one thing which freaks out any man, whether he has balls or not: a pregnant bitch. That´ll make him run for sure. So I did the little act. Started eating more, playing sick, putting my finger in my throat so that I could vomit, the whole works. Then, one day, I dropped the bomb:

“Honey?”
“Yes, darling”
“I´ve got some news”
“Hu hum?”
“Well...”
“What? What is it?”
“Well... err... I...”
“Tell me already!”
“I´m pregnant!”

And it was silent. No one said anything for at least a minute. He was motionless and there was no expression whatsoever in his face. This is it, bastard! Take that turd! Yes, it is true, your whore bitch has a bastard (just like you) growing of who-knows-who in her belly. Yes, she has cheated on you in your face and back. Yes, you are pathetic and have never thought that this was going to happen to you. And yes, you will hate me know for ever! So, there was I, enjoying the sweet sugar of revenge and singing choirs of hurrays and hallelluyas when he said:

“What... the heck...!” and I closed my eyes, expecting to be hit or something like that when he bursted: “Well. Let´s celebrate!”. I thought myself allucinating, he was smiling! Goddamit, the drunken bastard was fucking happy! He got up and went to bring something to drink: “What a surprise, baby! You little scoundrel! Have you thought of any names?” he asked. But I, inmersed deep in shock would´nt say a word. So he continued: “O yeah, it´s gonna be great. We´re gonna take him to ball games and you will teach him how to cook and shit. And of course, he will learn about Beethoven and the fellows, you know? He will be an expert on the boys, on the buenos, on the best!” said he with eyes shining. The he got quiet, looked at me, and then, he fucked me lovingly.

The thing is, that after a while, I got really pregnant of him a little time later. But it didn´t feel right. Something didn´t fit. Although he was frantic, euphoric. But I was not enjoying myself no more. So I decided to leave him, finally. It was no easy choice, ´cause the pictures kept hunting me all the time. Those pictures of aging with someone while grandchildren are running around some home-sweet-home that has a courtyard full of flowers. Was I too corny? Could be. Did I deserve this? Probably not. Most of my girlfriends were sluts, or in the process of becoming one. They where street hookers living on the pennies they got from sucking dicks of drogadicts. And I didn´t have any family. So I flapped burguers and fucked around some more before I had the baby. I guess that men express their emotions more easily with a pregnant woman: they know is not their fault, and I needed the pity, and the bucks.

I breast-feeded Abbey (for she was a girl) for a couple of months. Used to take her to the parks on the afternoons. It´s funny how you notice different things depending on what stage your life is in. I used to feel very happy looking at the young couples kissing and saying kind words to each other. And I figured that kids would go to the park to play with other kids and thrill themselves out, forgetting, perhaps, the old ones that come to sit on the benches sighing their memories away remembering ages past. I endulged these and other thoughts, because they made me feel good. And I thought, from time to time, of going back to him, of course, but I just could´t make myself into doing it.

So then, I left Abbey in a nurse-house, and I went on with my own life. She would be better, for sure, without a wannabe mother like me.

After some time, I stopped thinking about them. But I went to the parks, nevertheless. And I saw the kids, the couples and the old ones like myself. But there was no loneliness, no. I had my booze and the pidgeons and some or other child that came to me out of curiosity or innocence just bofore his parents called him. I thought life was pretty ridiculous. People moaning about finding some peace, quietitude or love. Many talk about finding the “keepers”, when they cannot even keep their dicks and cunts in one place for a long time. They say they want a family, a good life, but most of them can´t even keep it together. They don´t really deserve anything, even though some get too, their heart´s desire and find peace. But I don´t try to justify fate, because it plays out like it must, like russian roullette.

Now I´m old and wrinkled. My only things in life are my pidgeons and my booze. I take good care of them, try to feed them good and they love me. Some people give me the mean eye while I´m minding my own bussiness, but there´s no real differrence between them and I. Except that they drink champagne or bourbon and I get the cheap stuff. So when they gossip some bullshit intentionally, I burst and say the most horrible thing I can think of. But I don´t really mean any of it. The truth is that I only try to enjoy myself, doing my things without bothering anyone. Because that´s life isn´t? Or at least I and my pidgeons like to call it that way, even if the others call it insanity.

24

El cementerio está lleno de personas imprescindibles.
Napoleón Bonaparte.

Estoy inmerso en una lucha encarnizada. Una lucha a muerte que empezó sin que pudiera hacer nada para evitarla. Una guerra en la cual no es posible hacer la paz. Una guerra basada en un antagonismo eterno entre ellos y yo.

Hay otros como yo también, es cierto, pero, no sé si estamos en el mismo bando. Los veo pelear entre sí a veces: no se les entiende. A mí no me importa: prefiero estar solo. De hecho, estoy solo. Solamente mis intereses y los de mi familia importan, nada más.

Ellos son numerosos. Viven en la miseria, pero se multiplican como bacterias. Se esparcen como un cáncer maligno que va taladrando los estratos de la sociedad desde sus bases, ganando espacio y ganando espacio, tomándolo todo para torcerlo e inutilizarlo definitivamente.

Yo y mis iguales somos, al contrario, cada vez más pocos: pero mientras va disminuyendo nuestro número, aumenta nuestro poder. No importa realmente que no nos ayudemos entre sí, porque, al final, seremos reducidos a un solo individuo que reunirá sobre sí la suma del poder que será absoluto e inexpugnable.

Ellos están todos juntos, se protegen entre sí. Van creciendo como una masa informe y perversa que impone su mugre desde lo profundo. Muchos que intentaron aplastarlos, terminaron siendo devorados por su roña, tragados en el lodazal, dándole aun más consistencia. Sé que se reproducirán hasta abarcar la totalidad de los sujetos, y que querrán el poder. Pero no lo lograrán. El individuo inexpugnable lo impedirá.

Y nadie podrá salvarse… poder o no poder.

25

“No one in his senses would deny that being in love is far better than either common sensuality or cold self-centredness”
6, III. Mere Christianity. C.S. Lewis.

Su alcoba era un desastre total: libros, papeles, discos, fotos y ropa esparcida por todos lados, como si un huracán hubiese entrado exclusivamente en su pieza. Para ser un profesor de quinto grado, se tomaba la vida demasiado en serio. Es cierto, aún vivía con sus padres, hecho que me sonrojaba un poco decirlo en público, pero, ¿qué tanto? Lo amaba tal como era, por lo que era. No por lo que intentaba o pretendía ser. Muchas veces veo que los hombres son incapaces de ser ellos mismos, simples, auténticos. ¿Por qué será que pretenden ser los más inteligentes, los mejores amantes, los más fuertes, como si fuesen invencibles o estuviesen hechos de piedra…? Un papel garabateado en el piso se interpuso entre la alfombra y mi pie, interrumpiendo mis reflexiones:

“…εἰ δὲ ἀεὶ βουλεύσεται, εἰς ἄπειρον ἥξει.”
Libro III, 3. Ἠθικὰ Νικομάχεια. Aristóteles.
El infinito es un concepto que existe justamente porque no puede ser concebido; como la nada, o la eternidad. Es dado entender “infinito” como una idea, pero, “traerla” al mundo “real” es irrealizable: al pensar cualquier número (cosa), automáticamente es posible pensar uno mayor. La nada funciona de igual manera por antonomasia (como lo explica Parménides). El tiempo es, en sí, eterno; es en nuestra mente en donde aparece segmentado (o bien: el tiempo no existe, o: fue creado por la mente y es relativo, etc.). Por eso, la única manera de entender estas ideas, es: no entenderlas. Si se llega a saber la cantidad que dábamos por infinita, deja de serlo; si la nada era, de hecho, algo, nunca lo fue; y, si empezamos a medir el tiempo, deja de ser eterno (o inexistente). Si la mente puede hacer lo infinito finito, no hay razón para que no pueda hacer lo contrario. (Aunque la magnitud de cualquier infinitud de la mente se halle constreñida en la misma medida de sus limitaciones, id est, el círculo que se comprende a sí mismo).

Por está razón, creemos que el razonamiento de Anselmo, es, en última instancia, errado (quo maius cogitari igitur potest). Suponiendo que el conocimiento total sea finito, es posible comprenderlo enteramente ordenándolo en paquetes de información para ser asimilados. Es así como funciona la ciencia moderna. La suma total de las mentes sería la encargada de aprehender esto. Aquí no hay gran dilema, pues nuestras dos variables (la totalidad del conocimiento y la suma de las mentes) son finitas (cognoscibles), y, nos es dado todo el saber, o nos es vedado. Pero si el conocimiento es infinito no sólo sería imposible asimilarlo en toda la eternidad, sino que, inútil sería siquiera tratar de aprehenderlo en primer lugar, dado que la suma de las mentes es finita. Serían dos elementos moviéndose en esferas distintas e irreconciliables por definición. Como no podemos saber todavía la verdadera capacidad de la mente humana (ver paradoja del cerebro) no sabemos si es finita o infinita; suponiendo lo segundo, las dos variables pasan a ser: incognoscibles y por siempre e inasequibles para cualquier mente (un tercero) o suma de mentes (finita), y si ésta es infinita se vuelve inasequible para otra suma de mentes, y si ésa es infinita se vuelve inasequible para otra suma, y si aquélla...

Si la mente y el conocimiento tienen esta naturaleza no hay final, por ende, tampoco principio. Entonces ¿Dónde nos encontramos? ¿Cuándo inició todo? Si ambas cosas son finitas no hay progreso (o al menos, no hasta cierto punto), puesto que hay un límite infranqueable. Sin embargo, es un hecho que hay progreso en el conocimiento, como nos lo demuestran las ciencias, avanzando siempre. Ergo, si algo aumenta siempre, debe llegar alguna vez a ser infinito, pero este no es el caso, pues se crearía la ambigüedad citada antes. Por la misma razón, la mente o suma de mentes no puede “alcanzar” al conocimiento convirtiéndose en infinita por sí misma. En consecuencia, ambos factores deben moverse (uno “persiguiendo” al otro) en un punto medio variable indefinido, que no es finito ni infinito.

Por eso se llegó a afirmar: “Infinitos dentro de finitos y finitos dentro de aquellos e infinitos dentro de estos y finitos dentro de aquellos e infinitos dentro de estos y...”

Nada tiene sentido, nada tiene sentido, nada tiene sentido…

¿Infinitos dentro de finitos? ¿Qué es todo esto? ¿Eran estas, las cosas a las que solía dedicar su atención cuando le notaba taciturno, ensimismado y absorto en no-sé-qué? Él era especial, yo lo sabía. “Se puede decir lo mismo de todos los seres humanos” me contestaba cada vez que lo mencionaba. Sí, quizá… pero, para mí, él era, especialmente especial. Él era mi amigo, él era mi novio, mi amante, mi confidente, mi todo. El hecho de que no fuese especial, para mí (y para cualquier mujer en mis circunstancias), sería, simplemente inconcebible, insufrible. ¿Cómo imaginar mi vida sin amarle a alguien que realmente mereciera mi amor? Y no me importa lo que digan los demás: el amor de una mujer es único, verdadero, imprescindible. ¿Podría un bebé, acaso, sobrevivir sin su mamá? Y el marido, ¿no deja sino de ser un bebé grande, necesitado solamente, de cuidados distintos? Que el mundo haga como le plazca, pero a mí no me van a convencer de que las mujeres somos meras sensibleras, soñadoras y nada más. No. Todas somos especiales, y cada una de nosotras tiene un papel trascendental que desempeñar. De todo esto no me cabe la menor duda. Y él sabía esto, de alguna manera. O, al menos, tendría que haberlo sabido…

Me encontré con otro papel garabateado entre otros papeles de su escritorio:

“Sólo queda esta cuestión: por qué tal Judas, el traidor que no es más que posible en la idea de Dios, existe actualmente. Pero a esta cuestión no hay que esperar respuesta en este mundo, si no es que en general se debe decir que, puesto que Dios ha juzgado bueno que existiese, no obstante el pecado que preveía, este mal tiene que compensarse con creces en el universo, que Dios sacará de él un bien mayor, y que resultará, en suma, que esta serie de las cosas en que está comprendida la existencia de ese pecador es la más perfecta entre todos los demás modos posibles.”
Gottfried Wilhelm Leibniz. Discours de métaphysique, 30.

Alguien preguntó:
“¿Judas, por sus pecados, ha de sufrir eternamente en el infierno?”

No existe sufrimiento eterno. Porque no existe la eternidad. Para mantener las llamas del infierno ardiendo eternamente se necesita infinita energía. Para albergar infinita energía es necesario espacio infinito, pero, ¿cómo lo que es infinito contiene lo infinito? ¿Podría ser que en el infierno haya llamas eternas? Y si ahí hay, ¿porqué no hay infinitos en otros objetos? Sólo si el infierno fuera un espacio ilimitado de por sí, podría tener infinito brillo. Si el infierno fuese más grande que sus llamas, éstas se tendrían que apagar algún día; pero, si el fuego fuese mayor, el infierno se consumiría a sí mismo. Para Judas sería posible sufrir eternamente tan sólo si fuese inmortal y el infierno y sus llamas ardiesen eternamente, pero para que esto suceda se necesita de un Judas eterno y un infierno de infinita energía y espacio. Si esto fuese así, el universo mismo sería infinito, porque dentro de lo limitado no puede haber algo ilimitado, entonces, ¿qué impediría que en este mismo universo haya un solo infierno infinito? ¿No podrían haber dos infiernos infinitos, o mil, o infinitos universos infinitos? En tal caso, ¿cómo estar seguros que todos los Judas (de todos los universos) traicionaron a Nuestro Señor? Y, ¿quién rige todos estos universos? ¿Habrá un Dios para cada universo o todos surgieron de un solo Dios? Porque tiene que haber un Cristo para cada universo, para redimirlo, y un Judas, para traicionarlo, y un infierno, para condenarlo. Y si hay infinitos universos, sea un Dios o varios Dioses (los creadores), aún siguen creando infiernos y así lo harán por siempre, para que todos los Judas que hayan traicionado a los Mesías, que, por más que sean uno por cada diez que no lo hicieron, siguen siendo infinitos... porque si todos lo hubiesen hecho: ¿Qué necesidad habría de tener infinitos Judas que hagan lo mismo que el anterior? Ya que con uno solo que lo haga es suficiente, además: de no haber entregado a nuestro Redentor, ¿cómo iba a morir y resucitar, en entrega consciente, por nosotros? ¿Cómo íbamos a ser perdonados? ¿Será Judas el verdadero Cordero que quita el Pecado del Mundo? ¿Sabía él lo que estaba haciendo, o, fue un mero instrumento de Dios? Y si lo fue: ¿Por qué Dios enviaría al sufrimiento eterno al que hizo posible el sacrificio que nos limpió del pecado... y que justamente nos salvó de lo que él está sufriendo antes, ahora y por siempre? Pero no es posible saber si sufren eternamente porque no soy eterno ni he visto el infierno...

Pero tampoco puedo negar que la obscuridad crece día a día…

Infinitos Dioses, infinitos universos, infinitos Cristos, infinitos Judas, infinitos infiernos...

No existe la eternidad, no existe la eternidad, no existe la eternidad...

¡Dios! ¿Qué es esto? ¿Judas? ¿Infiernos? Y yo pensando tontamente que él se distraía por alguna otra mujer, que sus olvidos eran fruto de alguna aventura, que sus desánimos tenían que ver conmigo. ¡Qué tonta fui…! ¿Cómo podía haberlo escuchado si le exigía que me diga lo que quería oír? ¿Cómo podía haberlo amado si estaba tan ocupada en asegurarme de que él me ame? “Sé lo que querés escuchar—me decía los primeros meses de nuestra relación—pero no te voy a decir. ¿Por qué no dejás que sea todo espontáneo?—y luego miraba hacia arriba, como queriendo comunicarse con alguien—¿Por qué será que las mujeres, lo único que quieren, es que se les endulce el oído?” declaraba sonriente. ¡Qué hermosa era su sonrisa! ¡Qué radiante e inocente! Valoraba mucho reír con él, compartir alegrías; uno porque era vivificante, y dos porque sabía que no lo hacía con todo el mundo. De hecho, todos pensaban que él era un malhumorado y antipático, pero yo sabía que no era así. Simplemente no le gustaba congraciarse con los demás sin razón. Tenía que haber algo, que le hiciera ver que esa persona no era otra cara del montón, otra hormiga del hormiguero, otra oveja del rebaño. Y ese algo vio en mí. Ese algo que, no sólo le hacía no despreciarme, sino amarme. ¿Por qué, entonces, tanto deseaba escucharlo de sus labios, si, al fin y al cabo, podía sentirlo? ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué estaba pensando…? ¿Cómo pude ser tan ciega?

Curioseando un poco más en su habitación, debajo de su cama, encontré otro garabato:

“Dicit ei Pilatus : Quid est veritas ? ”
Io. 18:38. Vulgata.

Aporía: cuando se me pregunta algo, y yo, sabiendo la respuesta cierta, respondo otra cosa, estoy mintiendo. Cuando se me pregunta algo y yo respondo incorrectamente sin saberlo ¿Estoy mintiendo? ¿Y si respondo correctamente? Si digo que sé cuando no sé o que no sé cuando sé, ¿quién puede darlo por cierto? Sólo el que lo supiera todo acerca de todo. Si creo mentir cuando digo la verdad o si creo decir la verdad cuando miento, ¿quién me puede quitar de la duda? Cuando digo algo que sé es cierto pero en el momento de decirlo no lo es, o cuando digo algo que sé no es cierto pero al decirlo se había convertido en verdad, ¿tengo razón? Cuando alguien que ha mentido dice la verdad o cuando alguien que ha dicho la verdad miente ¿hemos de creerle? ¿Se convierte la mentira en verdad o la verdad en mentira si lo dice? ¿Cómo saber qué es lo correcto…? Cuando alguien dice que algo es verdad o cuando alguien dice que algo es mentira, ¿es verdad o mentira para otra persona que piensa que la verdad es mentira y la mentira es verdad? Si para decir la verdad tengo que decir mentiras o para mentir me veo forzado a decir verdades, lo que digo ¿son verdades o mentiras? ¿Afectarían las mentiras a las verdades o las verdades a las mentiras? Y, ¿convertirían las verdades en verdades a las mentiras o las mentiras en mentiras a las verdades? Si en la verdad que digo se contienen mentiras o alguien dice una mentira en la que hay verdades, ¿digo la verdad mintiendo? ¿Dice esa persona una mentira hecha de verdades? Si obligo a alguien a mentir o se me hace decir la verdad ¿Miento yo o esa persona? Y, ¿es la verdad de esa persona, mi verdad o la Verdad, y, cómo saber la diferencia? Si estoy en conocimiento de una verdad que alguien no sabe o alguien conoce una mentira que ignoro, ¿es verdad para esa persona o mentira para mí? Si siempre estoy en lo cierto y digo que me equivoco o si me equivoco sin cesar y me declaro carente de fallas ¿Estoy en lo cierto ahora y no antes, o antes y no ahora...?

¿He de decir la verdad cuando miento? ¿He de mentir cuando digo la verdad...?

¿Qué es la Verdad...?

No puedo encontrar la verdad, no puedo encontrar la verdad, no puedo encontrar la verdad…

No entiendo absolutamente nada de esto, pero al fin, siento que te entiendo. ¿Por qué te torturaste así? ¿Por qué no me dejaste…? Sí. Ya sé. Yo mismo fui una tonta que prefirió chapotear en las playas de tus palabras en vez de bucear en tu oceánico corazón. Mas, ¿qué puedo hacer ahora? Terminando tu vida, se cerró toda posibilidad de que enmiende mi error… al menos contigo. ¡Cómo quisiera una segunda oportunidad para hacer las cosas de nuevo! Ahora estoy con uno muy parecido a ti que nunca te conocerá… pero espero que yo sí a él.

Me senté largo rato en tu cama y lloré. Lloré por todo lo que hicimos, que, de cierta manera, no lo hacíamos nosotros sino nuestros meros cuerpos, que se zarandeaban de aquí para allá mientras nuestros corazones vagaban por lugares completamente distintos. Lloré por tu hermosa sonrisa, que jamás la he de ver dibujada en tu carne y hueso. Lloré por ese amor, como lo llamo, que nunca realmente lo tuve para contigo; o al menos, nunca de manera no egoísta, espontánea, como decías. Pero más lloré por mí misma, por mi dolor, por mi confusión. Porque, al fin y al cabo, ¿no resulta sumamente egoísta llorar por los difuntos? ¿Quiénes somos para juzgar que el tránsito de este valle de lágrimas a algún otro lugar, merezca nuestra lástima? Eso es, al menos, hasta no darnos cuenta que exclusivamente lloramos porque sentimos compasión de nosotros mismos. Volví a hundir mi cara entre mis manos…

Me levanté y fui al placard, y, abriendo una de las puertas, cae una cantidad apreciable de papelitos, en los que leo:

Nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad…

Un poco mareada, miro el espejo:

Na nada tiene senti nada tie nad nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, tido, no nad nada tie nad nada tiene sentid nada nada tiene sentido, no e nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, ernidad, nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, a eternidad, no puedo encontrar la verdad, do, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad, da tiene sentido, no existe la nada tiene sentido, no existe la eternidad, no puedo encontrar la verdad…

Pero me siento desfallecer, y caigo al suelo, y todo se oscurece…

“¿¡Qué cosa más loca, no!?—dijo una voz familiar—que, si bien se nace, se lo haga llorando, mientras todos ríen; y, si bien se muere, se lo haga riendo, mientras todos lloran.”

Luego de incorporarme, al ver la figura que me habló, me restregué con fuerza los ojos, sin poder dar crédito de ellos. Pero no, ¡era él! ¡Era él! ¡Con su magnífica sonrisa, con su hermoso rostro, con su única alegría! Y, cuando me dispongo a saltar sobre él a abrazarlo, un súbito pensamiento me detuvo: “¿Qué pasa?—dijo—¿No dijiste que querías otra oportunidad para hacer todo de nuevo?” “Sí—le contesté—pero, no entiendo. ¿No había sido destrozado tu cuerpo?” “Míralo—y se señaló a sí mismo—¿Te parece ahora, acaso, dañado?” “No—dije—de hecho, eres aun más bello” y le abracé con todas mis fuerzas. “Amor” dije con un poco de temor, “Ya sé—me interrumpió—nuestro hijo. He venido justamente para que no estén solos… nunca más” y me besó en la cabeza.

Cuando nació nuestro hijo, lloramos amargamente como él mismo lo hizo. Y, mientras crecía, se parecía cada vez más a su padre, del que difícilmente se separaba. Algunas veces, cuando moría alguien conocido, pasábamos muy bien, porque íbamos a reír y festejar en su tumba, divirtiéndonos muchísimo. Pero esto no gustaba a los otros, que, dejaron de hablarnos, uno a uno, hasta que, ya nadie siquiera reconocía nuestra existencia. Pero no importaba, no. Porque éramos una familia, y, a diferencia de ellos, nos amábamos de verdad.

26

“…un deporte ridículo, veintidós hombres corriendo detrás de una pelota, cuando podrían darle una a cada uno.”
Jorge Luis Borges.

Todo el mundo hablaba del partido. De cómo irían a tal o cual lugar para verlo y de que Paraguay tenía que ganar. A mí no podía importarme menos el asunto. Era engorroso tener que soportar ese tipo de estupideces en la oficina cada rato. ¡Qué puta diferencia hace quién gane o pierda! ¡Todos los equipos son la misma mierda! ¡Todos ganan y pierden! ¡Todo es la misma basura! Admito que de vez en cuando miraba los resultados cuando el diario caía en mis manos, pero sólo para burlarme cuando el equipo de alguien perdía cinco a cero, o algo así; además, lo único interesante del periódico está siempre hacia el medio: las tiras cómicas y chistes; a parte de eso, no importa si se empieza a leer desde el principio (política) o el final (deportes), es siempre la misma mierda. Los mismos robos, chantajes e irregularidades hechos por los mismos personajes; y los mismos equipos con los mismos hinchas cagándose a patadas y acuchillándose entre sí.

El partido se transmitiría a la una o dos de la madrugada porque se jugaba en China o Corea, y eso me rompía los huevos porque de seguro los vecinos desubicados pondrían sus bafles a todo volumen ya otra vez y no podría dormir. Por eso decidí trasnochar también, pero haciendo otra cosa…

Me escabullí del trabajo un poco temprano para ahorrarme la molestia de decir que no a la desmerecida cortesía de mis compañeros: una luna llena semiblanca en el atardecer compartía mi soledad . Por el camino pude ver a más de un par de pelotudos que ya tenían puesto la remera de la albirroja, ¡qué gran disparate! ¿Realmente pueden ser tan estúpidos? Y los más fanáticos son los peores: se entusiasman al extremo y se irritan en exceso. La cachaca del colectivero era más soportable que el campante desfile de esos idiotas.

A eso de las diez salí de casa sin una idea clara de lo que haría. Luego de dar vueltas por ahí, decidí ir hacia el centro a ver qué onda. Después de presenciar cómo los travestis ensuciaban mis calles con sus huevos peludos y las putas desfilaban su indigencia ante autos lujosos, las suculentas tetas de una tipa que estaba formando fila me indicaron que yo también quería entrar en el mismo local. Inmediatamente pedí dos botellas de cerveza, y con champañera en mano, busqué una atalaya.

Siempre es interesante observar a las personas, más aún en estas circunstancias. Música a todo volumen, alcohol a chorros, y gente gritándose en el oído palabras borrachas: éste es el escenario que ninguna jungla por más salvaje que fuese podría igualar. Todos bailando al compás de la propia idiotez que les hace venir a un lugar así para olvidar (aunque fuese sólo por un momento) el sinsentido de sus vidas absurdas. Y yo, sorbiendo poco a poco mi amarilla embriaguez, no me considero mejor que nadie; ya que, a fin de cuentas, también estoy aquí.

Una cara familiar interrumpe mis reflexiones. Una chica de mi colegio, la recuerdo claramente: taciturna, retraída y solitaria (creo que hasta llegó a gustarse de mí, modestia aparte). Estaba bailando con un tipo flaco y debilucho de una manera que cualquier descripción no alcanzaría a representar con exactitud la impresión que tuve al verlos. La tipa estaba de espaldas sacando un poco el traste, mientras el tipo adelantaba la pelvis dejando colgar sus brazos hacia atrás. El único contacto entre ellos era ése. La cara de ambos, como la de un cadáver, no reflejaba sentimiento alguno; y así estaban, refregándose mutuamente el culo y la pija mecánicamente y sin sentir placer o aburrimiento.

Justo después de quitar la primera botella vacía de la champañera, me fijo en una morena que entró a bailar con alguien. ¡Qué pedazo de morocha! Chiquita, sensual y traviesa. El pelele que utilizaba para mostrar a todos su cuerpito era un payaso, hijito de papá seguro. El idiota se movía tan tontamente que nadie podría dudar de que era un imbécil y un virgen.

No podía quitar mis ojos de la morocha, y ella también me notó. Luego de eso era claro que estaba bailando solamente para mí. El pelele cometió la estupidez de dejarla sola, por lo que (como un paladín) me vi forzado a abandonar la cerveza (que ya sirvió su propósito) y acometer a la dama en apuro. Sin ningún permiso tomé sus manos primero, y luego su cintura; ella se movía de una manera fascinante y encantadora, tenía una mirada mágica, que hipnotizaba a cualquiera.

Al rato volvió el imbécil y se paró a mi lado, pero se fue sin hacer nada después de que le miré mal. “Esa es la clase de pelotudos que prefiere dedicar los domingos al fútbol en vez de a las mujeres” pensé.

Seguimos bailando como si nada más existiese en el mundo, rozándonos y frotándonos como locos hasta que empezamos a atracar. La llevé a un rincón y la rodeé con mi boca y mis manos, y toqué y besé todo lo que se puede tocar y besar en un lugar oscuro. Su belleza y sus casi inaudibles gemidos me excitaban cada vez más a tal punto de casi consumar el acto ahí mismo, pero preferí posponer ese placer.

Cuando volvimos a la pista ya no éramos tanto dos personas como éramos un manojo de caricias, besos y roces. Esto es bailar verdaderamente. Por un rato pusieron música brasilera, y ella empezó a sambar; su atlético cuerpo se retorcía en toda su hermosura mientras yo miraba anonadado el delicioso espectáculo. Cuando cesó, me sonrió y me rodeó con sus brazos:

--¿Te gustó?—preguntó
--Me encantó—respondí, y ella juntó sus labios con los míos
--Esperame afuera un ratito--dijo alejándose de mí, pero sin soltar mis manos hasta el último momento.

Mientras me dirigía hacia la entrada tuve que sortear una horda de borrachos, todos riéndose y gesticulando absurdamente. Al mirar cómo se tambaleaban en sus patéticas humanidades como bestias delirantes o insectos confundidos, me dije: “Esto es lo que verdaderamente hace el alcohol, esto es lo que deberían promocionar en sus comerciales”.

Camino al motel no pasó nada extraordinario. El taxista, algún hijodeputa insatisfecho con su concubina, hijos y amantes (sea del género que fueren), se calentaba quizá, mirándonos por el retrovisor. “Viejo de mierda—pensé—andá a meterte chorizos o morcillas, con tus amigos asaderos mientras miran, juegan o fantasean con el fútbol, por el agujero que quieras, que, la única manera que disfrutes de esta pendeja es en tus sueños”.

Luego vino el espectáculo. ¡Qué cuerpo, que maravilla, que figurita! Sí que era una experta. Me hacía bailecitos y coqueteos mientras iba descubriendo, poco a poco, ese milagro de carnes que era su perfecto cuerpo. Además, comprobé otra vez, que había tomado la cantidad exacta de alcohol que, hacía a la lengua más inquieta, a las embestidas más enérgicas, al roce más exquisito, en fin, que convertía el placer en algo más intenso; y al tiempo, en algo más nebuloso y menos lineal.

Pero luego de cierto tiempo, cuarenta minutos, quizá (no puedo decirlo con certeza, pues los segundos se desfasan con facilidad en ese estado), ella deja abruptamente la cama y va a su carterita y quita un cigarrillo que va a fumar en el balcón. “Sibilina y misteriosa mujer—me dije—la que te tocó hoy che ra´a. ¿Será que disfruta realmente del sexo, o que sólo lo practica por vanidad?”.

Y nos quedamos así. Ella fumando y yo embelesándome en la efigie plateada de sus senos, nalgas y piernas bañados en luz de luna llena. Hasta que, cansada tal vez, de juguetear con el humo de su cigarrillo, viene hacia la cama, y, socarronamente y sin mi permiso, me empieza a colocar un lubricante en el pene, mientras masajeaba y toqueteaba toda mi zona venérea. Luego se coloca ella en el ano, y, como Rocinante o alguna otra fiel montura, se ubica en cuatro patas, mostrándome el aceitado agujerito, lista para ser embestida. Con mucho glamour, da la vuelta la cabeza y dice:

--Soy toda tuya, papito.

Lo siguiente no puede ser sino descrito como si el universo entero estuviese conformado exclusivamente de placer extático e inaguantable, cuyo centro fuesen mis genitales, y cuya circunferencia esté dada solamente por un gozo terrible, inacabable y atemporal, imposible de distinguir, tolerar o rechazar. Poco a poco, de mi cerebro empezaron a salir ondas (¿De qué puta estoy hablando?), que se esparcían zigzageantes por todas las direcciones, dejando una estela de dolor exquisitamente agradable, que parecía destruir cada célula de mi cuerpo, uniéndome, sin embargo a toda cosa que estaba cerca mío.

Lo siguiente que recuerdo es que me zambullía en nubes doradas de alegría y volaba por cielos de múltiples colores hechos de delicia con trasfondo de felicidad añil, y que hablaba con seres conformados de luz, en un idioma que no conocía, pero que sentía que podía expresar cualquier cosa, todas las cosas, con sólo cambiar la polaridad, intensidad y el color de la luces. Extasiado como estaba, me asombré aun más al escuchar una voz que congeló las auroras multicolores del cielo:

--Sos el mejor amante que jamás tuve, churro.

Cuando recobro la conciencia, veo que ya son las siete de la mañana. ¡Mierda!, llegaría tarde ya otra vez. La morocha ya no estaba, pero al menos dejó su parte de la tarifa del hotel. Salí afuera, compré un café en una estación de servicio y tomé un colectivo a mi trabajo. La ciudad me parecía un cuadro surrealista de algún artista dopado, sin pies ni cabeza, sin rincones ni esquinas: tan sólo una masa esférica hecha de espejismos puros, de sueños que bailaban dentro de otros sueños.

Por suerte nadie me notó deslizar la humanidad a mi cubículo. Me senté y me quedé quieto por unos instantes: había aún un leve tumulto zigzageante ondeando en mi cabeza. Reí para mis adentros. Luego escucho que alguien dijo que Paraguay había ganado dos a cero. Jamás me importó.

27


“Antes de nuestra llegada, nunca se quejó
de nuestra ausencia.
Cuando nos hayamos ido ¿cómo podrá
sentir dolor?”
50, Rubayyat. Omar Khayaam.

Voy a morir. Voy a desaparecer. Me he de fundir en la nada incognoscible para siempre, definitivamente. Voy a cesar de ser, y: nadie ha de recordarme. Nadie siquiera sabrá que existí. Nadie sabrá quién fui, qué hice; nadie sabrá siquiera mi nombre... nadie sabrá nada acerca de mí.

Pero, ¿acaso no ha sido siempre así? ¡Qué es esta estúpida nostalgia de un eterno futuro cuando todavía se escuchan los desesperados alaridos de los incontables desde las sombras de un infinito pasado! Cada hombre se entristece, llora, patalea en la pequeñez de su vida, sumándose a esos fantasmas de cuyas advenidas existencias no quedaron ni cenizas...

Veo a mi alrededor... y ahí están: constantes, presentes y perpetuos. No tienen razón de ser, no les interesa nada: pero su vida es tan contundente como... absurda. ¿Qué hacen? ¿Por qué vienen y van...? ¿Cuál es el apuro...? ¡Nadie me contesta...! Mi voz se pierde en un océano de orejas...

Les tengo aversión, los odio. Me producen náusea. ¡Mi angustia es tan profunda! Mi sufrimiento es tan ridículo como doloroso... y, mi desaparición, es... inminente...

Soy tan único como desechable. Cualquiera puede reemplazarme, no valgo nada. Y los veo... ¡qué felices son! ¡Tal es su regocijo...! Miríadas de millares, todos juntos, retozando y sonriendo... sufriendo también, llorando tontamente por algo que jamás lograrán entender... y siguen, no obstante, procreando, pariéndose a sí mismos... perpetuando esta locura...

Qué monstruosa es la humanidad. Qué masa más grotesca y deforme. Pocas veces, pedazos de ella, han podido unirse momentáneamente... y, sólo para crear sufrimiento y desconcierto, con sus guerras, revoluciones, conflagraciones y marchas... qué estúpidos...

Nunca estarán contentos, nunca satisfechos. Su propósito es crear una torre de babel de deseos que se alce al infinito... para tocar de nuevo su propia base... Sosiego, paz, tranquilidad, beatitud... nada más desconocido por ellos. Nunca lograrán nada. Nunca.

¡Que profundo es el océano de sus lágrimas! Llevando ciegamente sus cargas... llevando a sus seres queridos al camposanto... llevando sus propios cuerpos directo a la tumba... ¡Ciertamente que esa masa podrida y fétida pertenece ahí!

¿Pertenezco, acaso, también yo aquí, en este valle de lágrimas? ¿Es mi destino convivir con estos insectos repulsivos que se hacen llamar hombres? ¿Seré con ellos también, en ese turbulento río humano, arrastrado impotentemente hacia las orillas de la muerte? ¿Seré aplastado, como ellos, como un mero gusano en el lodo, por la invencible vejez y sus enfermedades? ¿Habrá alguna esperanza, alguna posible salvación de todo esto...?

No lo sé... pero... mírenlos jugar... Mírenlos reír, mírenlos llorar, bendecir, agradecer, morir, reproducirse... ¡Mírenlos vivir...!

Ya no sé más nada... me siento llevado por esa incontenible corriente desquiciada... hacia... donde me lleve... hacia mi inminente destrucción quizá... ¿hacia la nada...?

¡Lo siento, lo siento! ¡Qué paz, qué beatitud! ¡Al fin...! ¿Qué, ahora...?

¿Realmente importa...?

28

Circunloquio entre un hijito de papá y una hermosa funcionaria pública.

“...y de una masa de zánganos dispuestos a hacer cualquier cosa por una migaja de pan.”
Una mancha en el telón de acero. Vladyslaw Prokojiev.

--Pienso que no hace falta discutir. Es sabido hecho que soy mejor que vos
--Estoy de acuerdo en que esta discusión sería vana y fútil. En lo único que te equivocás es en que no sos vos, sino yo, la que ostenta preferible posición
--¿Y por qué?
--Pues porque accedí a un lugar inamovible. Me coloqué, por decirlo así, en la ribera del siempre fluido torrente de dinero que es el estado. El lugar que ocupo, difícilmente me lo han de quitar
--Pero siempre estará el riesgo. A mí, sin embargo, nadie siquiera tiene el derecho de quitarme de mi posición. Además, no te es posible disponer de ningún torrente
--Todavía
--Y por mucho tiempo quizás. Yo, por ejemplo, tengo mi propio auto, y no hice nada para merecerlo
--Si es por eso yo también dispongo de auto. El estado surte esa necesidad (y lo hace muy bien, siempre con últimos modelos), o, en todo caso, mi novio, al que tengo completamente dominado y dispuesto a cumplir todos mis caprichos
--¡Ah! Entonces descarto la “disponibilidad” que alegás acerca de los vehículos del estado. Ahora, este tu novio, ¿viene cuando querés? ¿Disponés enteramente de él?
--Ya te dije: las veinticuatro horas al día. El pobre es mi esclavo-chofer: hace lo que le pido, cuando lo pido y como lo pido
--¡Qué buen tipo! Aun así, no tenés absoluta disponibilidad de vehículo
--¿Y por qué?
--Porque puede acaecer la “fuerza mayor”. Puede enfermarse o albergar pensamientos rebeldes
--¿Y?
--Y yo sí tengo absoluta y total disponibilidad de mi auto
--Entonces vos también podés sufrir de fuerza mayor. Se te puede descomponer, agarrar borracho manejando, accidentarte
--No tiene mucho que ver con el asunto, pero, en todo caso, papi lo ha de solucionar
--Mmmm... entonces, el auto es, realmente de papi, y no tuyo
--Pues...
--Si se avería, por ejemplo, ¿sale de tu bolsillo?
--Ehh... la verdad que...
--Suponiendo que papi se enoje contigo, ¿te quita el autito?
--¡Y vamos con los diminutivos...!
--Bueno, bueno. Pero al menos entendés que nuestra disposición de móvil está, digamos, en circunstancias similares
--Ha ja´e chupe upéa mba´e
--Correcto. Podría agregar, también que, para el trabajo que hago, gano un muy buen sueldo
--Yo igual
--¿Sin trabajar los sábados?
--¡Qué! ¡Eso no puede ser!
--Pues sí. Y “eso”, incluye el aguinaldo, la jubilación y los “paros”, que tanto nos gusta hacer
--Pero al final, ¿cuánto es tu salario?
--“X”. ¿Y el tuyo?
--“Y”... y ni siquiera “hago” tribunal, sino que me quedo en la oficina a tomar tereré hasta acabar todas las posibilidades del buscaminas, tetris y ajedrez de la computadora mientras finjo trabajar
--¡Vaya bandido!
--Sí... pero... al menos sabés que siempre vas a ser inferior a tus colegas, ¿verdad?
--¿Qué?
--Que, siendo éste un país retrasado, machista y pobre, y suponiendo que el trabajo de determinado hombre y mujer sean iguales en cantidad y calidad, el trabajo del “macho” ha de resaltar mucho más que el de la mujer, teniéndolo mucho más en cuenta y siempre, a ellos, por encima de las de tu género
--No lo niego. Pero tampoco podés negar que esto esta cambiando, como lo demuestran clara y diariamente Fulanita, Menganita, Chismosita, Putanita y muchas otras más
--De acuerdo, pero, hemos de hablar de ello, en todo caso, cuando realmente lleguen a una posición de verdadera importancia
--Y sí. Yo hasta concedo al hombre el mérito que tiene (o que cree tener). Al fin y al cabo (y esto es lo gracioso), el mismo machismo que les hace despreciarnos, en ocasiones se metamorfosea en “caballerosidad”, que les hace hacer cada cosa tonta...
--Ya se ve...
--Y algunas veces, por supuesto, todo el trabajo
--Pero no todo el mérito...
--¡Chico listo!
--Aun así, no creo que puedas llegar a un puesto medianamente “respetable”... como... por ejemplo el de juez
--¿Ese puestito de morondanga?
--¡Chica ambiciosa! Con algo hay que empezar...
--Continuá
--Digo, ¿cómo llegar a un puesto así, no siendo yo, sin, al menos, un poco de mérito propio? ¿No deberías al menos, saber un poquito la ley? ¿O esperás trepar hasta allá escalando una montaña de pijas?
--Tranquilo con los insultos
--Bueno “chica lista”. Pero no fue un insulto, sino una metáfora
--En primer lugar: no hay ningún mérito en que papi coloque a su hijo en un puesto. Segundamente: escalar montañas no es fácil, esté ésta hecha de rocas o pijas. Y tercero y último: para ser juez, hay que cumplir con muchos requisitos, y hasta saber mucho, poco o ser un ignorante total, pero algo que no es necesario saber, es: la ley
--¡Vaya!, sabés mucho de esto
--Sé de esto y mucho más. Por algo “saco” todo cinco en la facultad
--Hë, pero aunque sepas o no la ley, siempre tendrás subalternos rencorosos
--Como toda persona de posición
--Pero doblemente para vos, siendo una mujer
--Puedo manejarlo. Además, el “prestigio” que confiere el cargo me compensa también... doblemente
--Es cierto. No es fácil salir triunfante de una lluvia de semen con rayos de desdén: todo un temporal de desprecio orgásmico
--¡Y ya con las metáforas!
--Bueno, bueno. Supongamos que sea tan idiota que, ni las influencias de mi papi me posibiliten ser juez. Supongamos que... simplemente sea un abogado mediocre
--¡Y hay tantos de esos...! Miríadas, multitudes, ¡legiones! Toda una institución... como, por decir... la milicia: tiene su personal activo en las distintas “armas”, robando de aquí a allá, su ejército “de reserva”, o mejor dicho: “en formación”, sus distintas...
--Bueno, bueno, ¡entendí el mensaje!
--¡Tranquilo chico no te sulfures! Dale, perdón, seguí
--Hëëë. El tema es que, sea lo que fuese que eligiere ser, he de heredar el “prestigio” de mi papi. Digamos que, luego de ser abogado por mucho tiempo, llegue a aprender al menos algo de la ley, y me vuelva bueno en la profesión
--Como también los jueces, que necesariamente tuvieron que haber sido “buenos” abogados. Pero continuá
--La cosa es la siguiente. Luego de años de mediocridad, finalmente he logrado ese “prestigio profesional”, el “honor” que merece mi nombre, la “distinción...” que
--Sí, sí, sí...
--En suma: un abogado gana más que un juez
--Y volvemos a lo mismo...
--Y sí
--Ya te aclaré que el “poder” del juez, sopesa con creces la poca disponibilidad pecuniaria... y que...
--Además de que el abogado es, por así decirlo, el escritor, el creador; cuando que el juez es el mero receptáculo de tan ardua tarea
--Por algo el juez está donde está. ¿O acaso él mismo no tuvo que, por larguísimo tiempo, haber sido también un “escritor”, un “creador”. Esto es ridículo. Además, ¿qué te parece que son las sentencias judiciales? ¿Un mero acto repetitivo...?
--E-X-A-C-T-A-M-E-N-T-E. ¡Cuántos errores imperdonables! ¡Cuánta ignorancia de conceptos jurídicos básicos! ¡Cuánta manipulación, arbitrariedad y favoritismo! ¡Cu...
--¡No, no, no, no señor! ¡Qué carajo puede hacer un pobre juez ante cinco mil casos! ¡Te parece que los jueces son haditas mágicas que pueden dejar miles de expedientes impecables y perfectos! ¡Claro que van a haber faltas! ¡Claro que van a haber omisiones!
--Bueno. ¿Ves? Es exactamente a eso a lo que me refería cuando decía que el juez es un mero receptáculo. No tiene ni tiempo ni forma de responder adecuadamente a... ¿cuántos casos dijiste...? ¿Cinco mil? Materialmente es imposible cumplir con todo esto en forma. ¿Viste cómo no hay manera de “crear”? Tan embotellado y estancado tienen el cerebro que ya ni pensar pueden
--Es una locura... claro que no lo tienen. Además el “arduo trabajo” viene aparejado con un gran “poder”
--“Poder...” Poder, poder, poder... vos y tu podercito de mierda...
--Sí: “poder”. El poder que otorga la gabardina y el martillo... para aplastar a insectos como vos
--Eepa... tranquila...
--Estoy tranquila. De hecho, ese gran poder, que viene aparejada con esa gran responsabilidad, vale más que cualquier otra cosa, independientemente de que el juez no sea “escritor” o “creador” o lo que sea
--Puede ser... pero esa responsabilidad justamente es la que no tienen los abogados, que, pueden joderle a sus clientes a placer
--¿Y yo no? Ehh... digo, ¿y el juez no?
--Y...
--Digamos, entonces, que sí. Digamos que el juez tiene las manos “atadas” por la vigilancia estatal. Digamos que no puede “abusar” de su poder
--¿Hëëëë...?
--Esa misma “vigilancia” que le tiene atado es la que le protege. Es más, él se puede servir de “esa vigilancia” en cualquier momento que quiera
--¿El poder público?
--Se entiende...
--Pienso que papi tampoco carece de ese “poder”. A fin de cuentas, la plata a raudales no está exenta de politiquería...
--Eso es una estupidez. Es decir, pretender que, por ser pariente (hijo o nieto o lo que sea) de un político, puedas ser tan maquiavélico como tu “mecenas”
--Y... podría ser tonto. Pero, suponiendo que obtenga ese poder en, digamos, la misma medida que un juez, ¿no sería mucho mejor?
--Explicate
--El poder “público”, de un juez, o de las autoridades en general, se ve constreñido por sus propias reglas; cuando que el poder de un caudillo es ilimitado. Es decir, tengo la misma autoridad, aunque sin la vulnerabilidad que tienen ustedes
--Pavadas chico... las autori...
--¡Vos decís pavadas mujer! ¿Querés ser jueza? Es decir, ¿querés arrugarte bajo tu gabardina? ¿Ser sólo una concha pudriéndose bajo el escritorio mientras mis canas, en rutilante autoridad, van dándome cada día más respeto?
--¡Eeepa chico! ¡Que nada vas a lograr gritando! ¡Tranquilo amigo...!
--Bueeeno “chica”
--Puede ser cierto todo eso. Pero a medida que voy “arrugándome” bajo mi gabardina, el trono en donde estoy sentada va adquiriendo la forma de mi culo. Se va “arrugando” y fundiendo con mi culo mismo. Es decir: tengo seguridad, tengo estabilidad y tengo el poder público a la orden de mi batuta
--Ese poder público no es nada. Solamente lo tenés nominalmente. En verdad, ese poder lo tiene siempre el mejor postor
--Consiento en que a muchos jueces se los compra fácilmente
--Claro que se los compra fácilmente, hasta por docenas, como mercancías baratas en el mercado cuatro. Al fin y al cabo, la plata puede más que cualquier “seguridad”, “estabilidad” o “poder público”. Acá el tema no es cuánto “prestigio” u “honor” tengan los jueces, sino, simplemente, cuánta plata pague el caudillo
--Yo soy inexpugnablemente insobornable. Es imposible que un pandillerito testaferro como vos pueda siquiera hacerme titubear el dedito pequeño del pie: mis principios son irreductibles. Además: haya o no un caos y un cisma en la justicia, o cuando el alud de expedientes me asfixie, el todopoderoso estado ha traer homónimas para ayudarme, que han de duplicar la protección
--Mmmm... no es tan todopoderoso ni tan...
--Las profundísimas ancas del estado pueden pagar otras, muchas, innumerables como yo
--¿Cómo vos...?
--Jueces, fiscales, policías, militares, funcionari...
--¡Necios con poder, ignorantes con sueldo, uniformados de mierda, trolos con jopo y cerdos con corbata! ¡No ha de pagar todo! Y en el caso de que pudiera hacerlo, he de robar, papi ha de robar y todo será nuestro
--No importa: yo soy el poder público, yo soy la ley, yo soy el estado
--No. Soy yo el público poder, que solamente subsiste por todo su dinero, yo soy el pueblo que sufre bajo tus injustas leyes. ¿Qué estado puede haber sin mí?
--No, vos sos un mero ladrón. Contenés el bolsillo de la gente, pero no sus corazones
--Y vos sus grilletes, o mejor dicho las llaves de los grilletes que se habrán o no auto-impuesto. Pero yo soy el dueño de esa cárcel
--Y yo la pistola que los apunta mediante el carcelero
--Pero el arma está vacía. Compré las balas
--¿Puede el preso liberarse de sus cadenas?
--Una vez que se dé cuenta que la maquinaria que debería protegerle, en verdad, le oprime...
--Es decir, una vez que piense de mí, lo mismo que de vos
--Admito mi hipocresía
--Yo también
--Ambos hipócritas, ambos frenéticos
--Ambos desangrando a los pobres diablos que decimos proteger
--Es cierto, quiero los bolsillos de ellos, mas sólo me dan sus corazones
--Y justamente eso es lo que a mi me niegan, pero obedecen mis leyes con sus escasos centavos
--Los tengo dentro de mi cárcel
--Y por mis grilletes apresados
--Y bajo tu pistola respirando
--Cuyos cilindros están vacíos...
--Pues... no del todo
--¿Qué? ¿No dijiste que compraste todas las balas?
--Casi todas... falta una
--¿Una bala y cinco vacuidades, entonces, bailando el ritmo del azar?
--Y tres personajes: el carcelero, el dueño de la cárcel y el mugroso reo, vigilándose entre sí
--Yo, tu, ellos, cagándonos los tres
--Y una pregunta perentoria, paradojal...

----¿Quién morirá primero...?

29

“Habrás notado en mis cartas que muestro una total indiferencia, como de costumbre cuando no sólo oigo hablar de la podredumbre a los demás, sino que estoy en medio de ella… ¿Cómo haré frente a esta maldita inmundicia?”
Karl Marx a Frederick Engels en una carta de 8 setiembre 1852.

Bueno, japiro. Ese trolo ahí en la esquina. Hay un pelotudo ahí que se para todos los días en la vereda y mira gua´u los autos. Plata lo que quiere. Legalmente estos cuidadores de autos viven la dolce vita y cobran plata che ra´a. Se pasan tomando terere y ni se levantan los caraduras para que se les pague, ¡che katu aikota hapykuéri ha´e okobrahaguä! Qué puta... nada hacen los tipo y ganan bien che ra´a. Bueno, lo que sí, el trolazo ese de la esquina siempre se coloca ahí... se hace ahí la putita gua´u porque tiene muletas... ¡qué lo que tanto si se rompió el culo ahí! ¡Seguro que estaba bandideando hina por eso lo que le pasó esa cosa! El tema es que siempre pue con mi a´pa veníamo ahí en su lugar y estacionábamo ahí. Y lekaja lo que le pagaba gua´u no sé cuánto. Después si que, ya empecé a venir solito yo con mi auto... y le pagaba también un poco de vez en cuando al muletas, pero siempre me parecía que el pelotudo se hacía el ñembotavy. Lo que sí, un día muletas (mi a´pa le dice “El Señor de las Muletas”), se me hizo la desentendida y no me saludó un poco... legalmente... ¡quién puta lo que se cree gua´u! ¡Qué lo que se me va a hacer la puta ahí! Encima que me esforzaba siempre en sonreírle ahí para pagarle... ¡pero que se meta sus muletas en el orto! Desde ese día nunca más le saludé al hijodeputa. Se merece loo. Que puta, para qué puta piko lo que le pagaba si, además de hacerse el ñembota se me hacía el retovado hina también de vez en cuando. Una vez lo que me olvidé de la llave de mi auto por su puerta, y la trola ahí con cara de orgullosita se me aparece en la oficina ahí... contentita la chonga ahí con su cara arrugada y hechoputa del cigarro y la caña. Legalmente japiro... bueno... fallé ngo en dejar ahí mi llave... pero ese trolo es un puto taén. Con sus ojos rojos ahí sin jerar, su aliento a peste... ¿qué lo que se me va a venir a hacer el retovado? Otro día también, por ejemplo, vine sin traje y corbata, ¡y el puto ni me reconoció! ¡Para qué puta lo que voy a ser abogado si solamente me van a saludar con mi corbata! Y los otros cuidadores también... hay que atropellarles a todos con un cuatro por cuatro último modelo. Ya no tienen más respeto por nada y solamente son ñembo amables ahí porque esperan que se les pague. Por eso ya me divorcié ya de mule (para acortar), porque es un trolo ahí que se hace la ñembota. Que puta, que increíble, el tipo parece un cancionero popular ahí, porque cada vez que paso gua´u, empieza a silbar ahí cualquier polka. Ha de saber más de cinco mil por ahí porque nunca parece que silbó la misma melodía. Todo lo que el puto hace para llamar mi atención. Pero ya no le voy más a dar bola. No. Encima de que el mafioso ahí se pone a venderle cigarros a los mita´i. ¡El hijodeputa empezó un negocio ahí! Bandido, badulaque, tránfuga que anda. ¡Te voy a pagar luego mule del infierno para que conviertas en drogadictos a inocentes! ¡Morite hijodeputa! ¡Morite ahí mismo en la esquina donde te parás a silbar tus polkas del infierno! ¡Que te lleve las muletas el demonio y que te consuma el fuego rojo como tus ojos y cara que nunca jeran de la caña que tomás día y noche y del cigarro que apretás entre tus labios y esfínter! ¡Te maldigo, por eso, mule, a vos y a toda tu descendencia por los siglos! Aunque probablemente también seas impotente, ya que todos los que abusan de la caña son nomás loo. Y a todos los ñembo cuidadores de auto gua´u feró tránfuga, mondaha y asesinos lo que son ahí pidiendo plata para cuidar el auto de ellos mismos. Pero en fin, el tipo es un trolo... y alguien debería terminar con su miseria. Por eso le hice un poemita, para recitarlo en su muerte como réquiem o elegía.

Amigo trolo mule mule
Que hacés en la esquina
Andá a tu casa de hule hule
A comer mandarina

Trolazo puto mule mule
Mi auto no vas a lavar
Que no se pule pule
Como tu orto al cagar

Pero qué importa mule
Si en la mafia vos mandás
Por qué no te metés una cule
Bra bien larga por atrás

Mule mule dejá de tomar
Y de hacer negocio con los cigarros
Que los nenes te va a agarrar
Y te van a matar tirándote guijarros

Y ahí sí que ni el diablo te va a-que-rer
Porque sos muy rojo
Y demasiado cojo
Por tanta caña salida de tu es-fín-ter

Pero al menos tus polkas tenés
Que siempre van a sonar
Y en la memoria perdurar
Como vos rengueando al revés

Así que ardé eternamente
En el infierno, nde trola
Y dejá de romper mi bola
Que es toda tuya netamente

30.a

“Ay que triste, ya sin luna, sol, ni estrella
Voy vagando por la selva cheañomi
Pregonando por el mundo mis querellas
Como un frágil y aturdido panambi”
Tu recuerdo. Emiliano R. Fernández.

El hombre más malo y más poderoso de la tierra tuvo la gran desgracia de que su único hijo fuese el ser más bondadoso de todos. Desde la más tierna edad, sólo recibía de su padre y de todos (por orden del padre) el trato más inhumano concebible, a fin de que su demonio (que todos tenemos dentro), despertase. Pero no lo hacía. El hijo agachaba la cabeza y pedía disculpas, lloraba, daba la otra mejilla; y, a pesar de las injurias recibidas, siempre buscaba el bien para quien sea.

Llegado a la juventud, extrañamente, el hijo no mostraba interés por las mujeres o los vicios. Esto irritó de sobremanera al padre, que lo mandó llamar:

--¡Escúchame!
--Padre…
--¡Es de menester que te reformes, maldito! ¡No puedo seguir tolerando tu impertinencia!
--Puedes disponer de mi vida como te plazca, soy tuyo. Puedes pedirme lo que quieras y he de cumplir por la obediencia que te debo. Mi vida misma he de darte, si es que la deseas, pero, no me pidas que vaya en contra de mi naturaleza
--¡Hijo endemoniado, engendrado en una noche de borrachera desvergonzada! ¡Obedéceme, soy tu padre…!
--Padre…--contestó simplemente con la cabeza gacha, retirándose con la más grande de las humildades.

Tanta era la modestia y la honestidad del hijo, que, poco a poco, fue admirada y tomada como modelo por el pueblo oprimido. Cada vez más, la autoridad de los subalternos del padre, se veía socavada por la resistencia pacífica de valientes ciudadanos, que veían en el hijo a un líder y maestro espiritual. Algunos incluso, empezaban a alabarlo. Esto irritaba de sobremanera al padre, que lo mandó lejos en exilio.

El hijo, con mucho pesar al principio, se adaptó a las nuevas circunstancias, haciendo nuevos amigos rápidamente, muchos de los cuales, se convirtieron en fieles discípulos que lo acompañarían siempre.

Pero no todos los ciudadanos creían en la resistencia pasiva. Muchos, aprovecharían el ambiente tenso para tomar las armas y rebelarse con violencia. ¡Qué despiadadas y crueles serían las nuevas medidas tomadas por el padre! ¡Qué sanguinarios se iban volviendo los oficiales de su gobierno! De igual manera, el hijo procuraba apaciguar al pueblo, llamando a todos a la renuncia de la violencia, a la obediencia y a la pacificación.

Pero, ya en varias localidades, incluyendo el lugar en donde el hijo estaba exiliado, el gobierno había sido derrocado o expulsado; caudillos llamaban a la unificación y al establecimiento de un nuevo orden, liderado por el hijo. Muchos, fanatizados por la charlatanería de estos oportunistas y enardecidos por su oratoria, arremetían contra todo, tirando sus vidas por una confusa causa.

La ciudad en donde se encontraba el hijo, era el asiento de la resistencia, cada vez mejor organizada, del oprimido pueblo. Finalmente, el hijo, cuyo nombre era fanática y maquiavélicamente utilizado por los rebeldes en sus reuniones y campañas, condescendió en reunirse con los líderes de la revolución. Estos enfáticamente le instaron a erigirse en su legítimo rey, y derrocar al malvado padre endemoniado. El príncipe, sin negar el derecho de rebelarse violentamente que tenían los rebeldes, no obstante, dijo que no participaría en ningún derramamiento de sangre, pero que, al terminar la revolución, volvería y hablaría con su padre por última vez. Los caudillos, ilusionados, tomaron sus palabras como buen augurio, y emprendieron su revolución, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de región en región, royendo cada metro de tierra al ejército del padre.

Luego de años de guerra civil, al fin, los rebeldes lograron capturar el palacio real, después de meses de sitio. Muchos de ellos, cansados, felices y rabiados, querían asesinar al malvado rey con sus oficiales, pero otros, menos atolondrados, recordaron las palabras del príncipe. Fue entonces convocado al palacio.

¡Qué patética era la visión del otrora malvado monarca! ¡Atado y amordazado como un animal, echando lagrimones ignominiosos, tirado en el charco de su propia suciedad y desverguenza! El hijo, tan compasivo como cuando era joven, se acercó cariñosamente al derrocado rey:

--Padre…--y con un gesto pidió que lo dejen hablar
--Hijo, ¡has venido!—sollozó el padre al fin
--Así es. Heme aquí
--Amado hijo. ¡Qué bueno verte! Ciertamente que tú mereces ser rey mucho más que yo. Nuestro pueblo ha hablado. ¡Has de ser un gran regente, piadoso, since…
--Padre—interrumpió—has de saber que yo no tengo responsabilidad alguna por lo que aquí ha pasado. No he hecho nada. Aunque ciertas personas deliberadamente esparcieron el rumor…
--¿Entonces…?
--Fueron ellos. Ellos solos fueron los que sacudieron su pesado yugo, y ellos han de ajusticiarte, o hacerte lo que ellos consideren que sea justo hacer. Yo no he de tener parte en esto. Nunca lo he hecho, como bien lo recuerdas—lanzándole a su padre una mirada lastimera, para luego bajar la cabeza en gesto de desesperanza—esa no es la razón por la que he venido aquí
--¿Si no es para salvarme de la muerte, desgraciado—tan rápidamente perdió la compostura el padre—qué razón puede haber para que vengas aquí? ¿Es que quieres humillarme y ofenderme más allá de la ridiculez infinita?—dijo el padre sin percatarse que el caudillo líder de la revolución, con un gesto, dio a entender al hijo que el tiempo de conversación ya estaba terminando
--Vengo a cumplir una promesa—dijo el hijo un poco apurado, y titubeando, empezó a decir—hace varios miles de años…

30.b

--¡Esperen!—gritó uno que venía corriendo desde afuera.

Todos quedaron estupefactos ante el extraño, pero, antes que nadie pudiera hacer algo, sobrevino un gran terremoto en el lugar, que partió en dos el palacio, haciendo caer a muchos en el abismo, del cual salió un gigante de terrible apariencia que, con voz de mil truenos, profirió:

--¡Deus ex machina!

30.c

--¡Qué promesa ni que patraña! ¿Pretendes aleccionarme, adolescente imberbe, cuando que…
--¡Suficiente!—dio un paso al frente el líder de la revolución—esta conversación acabó. Traigan al verdugo…
--Sí, es cierto. Malamente he vivido e igualmente malo será mi final—tartamudeó un poco el padre—pero al menos, he sido fiel a mí mismo, y se me ha de recordar por ello. Aunque mi carne sea molida y arrojada a los perros, la memoria retendrá en el temor de los mortales su atisbo de permanencia. No concibo gloria más grande que esa. Sin embargo, este jirón de sangre y huesos, expelido por una puta que maté luego, no merece ser rey. De hecho, hijo, sé que no eres el bondadoso que te crees, sino tan sólo un cobarde miedoso.

El hijo, inmutado ante tales palabras, señaló a uno de los guardias para que le dé un arma, que le fue dada luego del consentimiento del líder de la revolución. Empezó, entonces a hablar, mientras blandía el mortal utensilio:

--Soy, padre, tan valiente, que no me preocupa algo tan efímero como esa “gloria” a la que te refieres. Pero, aun así, voy a demostrar que soy más valiente que todos los hombres, despojándote para siempre de tu gloria—y agregó, apretando el gatillo—¡Adiós!

Salió, inmediatamente, el alma disparada, cuando la suave carne del puro corazón del hijo fue atravesada por un proyectil irrefrenable.

30.d

…tú eras mi maestro, y yo tu discípulo—continuó el hijo—y eras un maestro estricto, cuya gran liberación era conocida por muy pocos. Pero cuando alcancé la budeidad, no me pareció suficiente la magnitud de la omnisciencia de ese estado, lo cual te planteé. Pero tú sólo reíste, y dijiste: “¡Claro que tu omnisciencia no es absoluta! Para que lo sea, debes alcanzarla un millón de gogool de veces: entonces verdaderamente podrás decir: “Soy la última brizna de hierba que alcanzó la budeidad”.

No cabía suficientemente en el salón la estupefacción de todos los presentes. Pero, antes de que nadie interfiera, el hijo quitó una brizna de hierba y dijo:

--¿Entiendes, ahora?

Surgió, seguidamente, de la brizna, incontables universos que se devoraban entre sí, mostrando una eternidad inconmensurable desplegándose en galaxias, perfectas en su ilimitada simetría, danzando por siempre en lo que no tiene fin.

31

“La única manera de saber si un hombre es valiente es verlo vivir su muerte. La muerte se vive con alegría, satisfacción y plenitud; no con gemidos ni lamentos, no con miedo. Esto nos lleva a la obvia conclusión de que la valentía es absurda y no vale nada, pues a todo hombre le llega la muerte; y el que adquiriese la inmortalidad para sí, sería un cobarde.”
Sondra Ramaputra. Más allá del nihilismo.

La semana pasada pasé por el video. La empleada del lugar estaba con cara de culo. Probablemente porque su chongo estaba detrás del mostrador, vigilándola. Me trató muy mal. Obviamente que luego de salir del lugar fui y esparcí el mal humor. Es como una plaga, una pandemia. No pude evitarlo, nadie puede evitarlo.

Hoy, pasé otra vez por el video. Las películas que alquilé no importan. Lo cierto es la mujer fue el colmo de la amabilidad. Hasta llegó a tocarme, pero no me gustó. Tanta alegría es sospechosa…

Pueden pensar que estoy chiflado o que quiero llamar la atención, pero no es así. Nada me importa. Tampoco culpen a nadie por esto, no hay que buscar culpables; además, esa es una manera muy tonta de vivir.

Dejo mis cosas a quien las quiera. Mis escritos, no tuve el valor para quemarlos (quizá ni las llamas piensen que vale la pena). Nunca en mi vida hice nada malo ni fuera de la ley, excepto comprar esta pistola de contrabando, que espero sólo se use una vez. Perdón por eso (es que no podía esperar más tiempo).

Eso es todo. Agradezco a todos los que alguna vez me ayudaron (y a los que no también), pido disculpas por cualquier daño que habré hecho y… que la pasen bien.

Adiós.

P.D. Disculpen el desorden.

32

“Lo que el periodismo tiene que hacer es llegar a la verdad, y a la verdad sola. No importa a quién se tenga que rogar, exigir, sobornar o mentir. El periodista debería, si es necesario, vender su alma al diablo para lograr su reportaje; pero, una vez logrado, tiene que dar un paso atrás y ser invisible, renegar todo crédito. Porque si el público nota una pizca de parcialismo en su reportaje, mejor le hubiese sido errar por las calles blandiendo los banderines por los que se ha vendido.”
Ignacio Larramendia. Periodismo perverso.

En cierta ocasión vino a perturbar mi tranquilidad uno de esos insectos pululantes que se autodenominan “periodistas”. Esto fue lo que pasó:
--Señor González, ¿por qué esta actitud? ¿Por qué este desprecio? ¿Por qué aborrece tanto la política y todo lo que tenga que ver con ella?—Frunciendo el ceño al máximo de mi capacidad y con la mueca más fea que mi rostro pudo articular dije:
--¡Quién puta sos! ¡Quién te dejó entrar acá! ¡No ves que estás invadiendo propiedad ajena!
--Ehh… señor… esto es una… plaza pública
--¿Hë?—y miré a mi alrededor: efectivamente lo era: dos o tres árboles, nada de pasto, y niños hurgando en la basura desparramada en una zanja. “¡Qué raro!” me dije, sí que estaba enfrascado en mis cuestiones ya otra vez. Miré al reportero, me compadecí de él, e, intenté ser lo más amable posible:
--¿Qué mierda lo que querés?
--Sólo unas cuantas preguntitas…
--Y bué… dale, empezá
--¿Qué piensa de nuestras autoridades?
--Son como peces globo: inflados, gordos y venenosos. Todos los políticos son unos chapuceros y oportunistas, tratando siempre de llamar la atención. Así como ustedes los periodistas
--¿Y qué se podría hacer entonces?
--Pues lo que se hace con todos los globos: reventarlos sin compasión. Pero no creo que solucione el problema a largo plazo. Lo que probablemente se necesita es una revolución, pero no una revolución de milicos y trolitos con jopo. Ya Einstein había dicho que les sobra el cerebro: en nada bueno han contribuido a este país. La revolución de la que hablo es de conciencia, de no-violencia
--¡Pero en sus escritos usted es un monstruo sanguinario!
--Es simplemente el reflejo de mi naturaleza impura, los desechos, por decirlo así, de los que tiene que ir deshaciéndose toda alma que se va purgando
--No entiendo
--No es problema: no todos han de entender mis palabras
--Admiro eso en usted. Esa tranquilidad impetuosa, como un lago hirviente
--¿Quieres decir que te plazco?
--Efectivamente—al escuchar semejante atrocidad, masajeé mi úvula con el dedo índice y le vomité al tipo en la cara, manchándole el cuello y gran parte del brazo izquierdo. Al verle totalmente perplejo, le digo:
--Eso es lo que pienso de tu halago
--Ehh—decía el amigo limpiándose lentamente—usted sí que es un ejemplar único
--Lo somos todos, lo somos todos
--Digo—dijo casi ya sin vestigios de lucir mi puchero como sobretodo—a usted, creo, le tiene acomplejado todo lo referente a su país, todo lo que tenga que ver con ser paraguayo. Usted odia ser paraguayo
--Y—dije, asqueándome por un choclito que el tipo se había olvidado quitar del cuello—no sé, no me fijo en ello realmente
--Yo creo que sí. El fútbol, por ejemplo, es una de las cosas que los paraguayos adoran con menos afán de lo que usted detesta
--Pues ahora que decís, sí. Es cierto. Ikatu nda che gustái ko tetä shae kóa... Y el fútbol es la excusa de las masas para reunirse y armar kilombo, así como la lujuria es la excusa de la que la naturaleza se vale para que el hombre se engendre infinitas veces. Sé que no es un mal en sí mismo, pero ciertamente corrompe esta sociedad, esparce su ignorancia. Es, la diversión de los simples, de los ignorantes, la causa de muchas desgracias, la basura con la que se puede rellenar el tiempo al pedo, esa cháchara sinsentido que se regurgitan los tontos porque ya hablaron todo del clima. Aunque tampoco el problema se ha de solucionar derrumbando todos los estadios del mundo (empero, no considero esa alternativa tan desquiciada), pues, como sabemos, la masa ha de encontrar nuevas excusas y así…
--¿Qué me dice de la cultura, de la educación? ¿Usted está en la universidad?
--Los profesores de la facultad son todos unos necios. Si fuese paranoico, diría que algún villano los fabrica cada vez más estúpidos, sólo para molestarme. La educación que se da en este país, en general, pues… creo que… embrutece al individuo hasta el límite de sus capacidades, pareciendo haber estado construida sobre un sólo principio: el del título del mejor libro de Erasmo: Μοριασ ενκομιον, y queriendo emularlo más fielmente que cualquier fanático empedernido. La cultura… pues… no creo que sea posible hablar acerca de algo que no existe
--¡Vaya! Usted es muy duro al juzgar todo esto. No parece ser tan optimista acerca de la situación…
--El optimismo o el pesimismo son extrínsecos a la realidad. Y si soy duro con algo o con alguien, eso significa que antes fui mil veces más duro conmigo mismo
--Usted es una persona incoherente. En sus escritos, por ejemplo, dice alguna cosa, para luego negarla enfática y categóricamente en otro lugar
--En rigor, solamente los budas no son incoherentes. Lo que pasa conmigo, es que, escribo precisamente con la intención de contradecirme. Y, ése, mi amigo, es un verdadero arte
--Pero usted es un hipócrita—dijo el tipo con la cara de una paloma ignorante; inocente, pero ignorante. Yo agarré mi estómago y reí estridentemente como lo haría un niño. Luego le dije:
--Es cierto. Soy un grandísimo hipócrita. Nadie está más lejos de esto que yo mismo. Básicamente soy como todos los otros paraguayos: un gran plagueón; con la diferencia de que soy culto, refinado y kachafa, y que, de repente… causo gracia
--Eeee…—farfullaba el tipo—no sé… no sé qué futuro puede esperar usted
--Del futuro, así como de los pobres, no hay por qué preocuparse: ya nos encargaremos cuando nos toque. Lo imprescindible, empero, es que cada uno sepa qué es lo que le toca hacer y que lo haga, sea esto trabajar, joder o no hacer nada; y, sea lo que sea que se eligiere, no molestar al que no comparte nuestro rumbo.
--¡Pero usted debería matarse o suicidarse…!
--A los que se suicidan o mueren debería llorárseles por no más de uno o dos días: el mundo nunca acabó por el deceso de un insignificante hombre
--¡Solamente en el infierno puede haber lugar para una mente desquiciada, depravada, perversa, maldita y endemoniada como la suya!
--Los pensamientos o especulaciones acerca de lo que nos espera en el “más allá”, no deberían ser obstáculo para que funcionemos tranquilamente en el “más acá”. Si ésta misma tierra está atiborrada de gente estúpida e indecisa, ¿qué será el infierno, o peor aún, el cielo…? Conocerse a uno mismo es lo importante, lo demás es detalle. Como una gota en el océano que se cree única, y asqueada o no, de sus infinitos semejantes…
--Usted… usted… es…no es siquiera digno de ser llamado ser humano. Usted debería vivir en alguna cueva o en el monte, usted… usted—seguía diciendo el reportero amigo, más yo ya había entrado en trance de nuevo y ya ni prestaba atención a sus palabras. Una vaga figurilla gesticulando, unos niños recogiendo basura de una zanja, dos o tres árboles, nada de pasto… ya me hallaba inmerso de nuevo en mis cuestiones…




33

“…and a sound arose of endless interchanging melodies woven in harmony that passed beyond hearing into the depths and into the heights, and the places of dwelling of Ilúvatar were filled to overflowing, and the music and the echo of the music went out into the Void, and it was not void.”
Ainulindalë. The Silmarillion. J.R.R. Tolkien.

Heinreich Braunchsweig miraba la orquesta desde uno de los baldaquines del este del anfiteatro. La música sonaba perfecta: exactamente como él la había compuesto. Sintió que alguien venía hacia él, era su hermano Herrmann:
--¡Hermano, ahí estas! ¿Qué te parece la interpretación? Cada vez necesitan menos práctica, ¿o no?
--Suena muy bien. Esperemos que no tengas problemas esta noche
--No te preocupes, mi gente está en el asunto. De hecho, debo admitir que tu música ha sido un verdadero reto para la orquesta… que ha necesitado ciertos ajustes, pero, como no nos merecemos el honor de interpretar tus obras…
--Y menos aun cuando son inéditas…
--Ahá… sí. De todas maneras… veremos qué pasa—y luego de darle unas palmaditas en la espalda, se fue.

Cerraba sus ojos y escuchaba… sí, era su música, su propia música; y, la interpretación era intachable. ¿Por qué entonces desconfiaba…? Luego abría los ojos: la orquesta era, en su mayoría, robots. Una tendencia reciente, dudosa, con todas las escuelas tradicionalistas volteando la mirada y los críticos (como siempre) haciendo alarde de una autoridad que quisieran haber tenido alguna vez…

Heinreich no habría declinado el pedido de su hermano de dirigir la orquesta, de haber consentido que ingenieros robóticos se paseasen alrededor de ella en plena ejecución como si de un mercado o gallinero se tratase. O al menos, eso es lo que le habría dicho (con muuucha amabilidad, por supuesto). Aunque, la verdadera razón era, claro está, la de no querer hacer el ridículo frente al mundo entero. Al fin de cuentas, el hecho de permitir a un sordo timado pasar al estrado y hacer las de payaso, se perdona en un genio, pero Heinreich, ¿acaso era peor que el gran Beethoven? No, según muchos (entre ellos, algunos críticos). Pero eso no era lo importante. Lo que Heinreich se preguntaba era: “¿Qué podría saber un robot acerca de música?”. ¿Podrían estos pedazos de chatarra rejuntados sentir, así como él, las vibraciones armónicas que dan sentido, o mejor, vida, a su vida…? “El nivel de complejidad de estas máquinas es alucinante, hermanito—le solía decir Herrmann—no son meros maniquíes de acero. Sus cerebros lograrán, algún día, crear cosas sublimes, dignas de asombro y maravilla”.

Muchas cosas se decían acerca de la familia Braunchsweig, y eran en su mayoría, cosas malas, porque el chismorreo siempre es malo, por más que se digan cosas buenas. Hans Braunchsweig, el abuelo, había sido empleado de una metalúrgica en las afueras de Berlín, manteniendo a duras penas a su esposa e hijo. Un hombre sencillo y humilde, sin educación formal y pobre como un prisionero. Mas su inusual habilidad para las matemáticas, no pasó desapercibida. Bruta y sin pulir, su inteligencia habría de aumentar en brillo, gracias a la ayuda de sus patrones, que muy pronto fueron pagados con creces, en dinero primero, y en vapuleo después. No que Braunchsweig fuera malvado, sino que la compañía que fundó, monopolizaría el mercado del acero y la metalurgia en general, dejando a la bancarrota a toda competencia.

Afianzado ya, el abuelo Hans, en el mundo corporativo, la tragedia asedió a la familia en la forma de un accidente automovilístico, llevándose a la abuela y dejando al pequeño Konrad tullido, pero con un amoroso corazón que Ilse llegaría a amar, demostrándole con dos pequeños gemelos: Heinreich y Herrmann.

Niños prodigios ambos, los Braunchsweig crecieron con los mejores tutores que el padre podía pagar. Músico el primero, matemático el segundo, los hermanos iban creciendo con la esplendorosa luminaria de sus inteligencias devorando todo cuanto caía en sus adolescentes fauces. ¿Fama? ¿Por qué no? ¡Fortuna ya la tenían para muchas vidas!

Heinreich, compositor desde los dos años y medio, anhelaba encontrar una nueva forma de música que le garantice la perpetuidad, puesto que en sus más de tres mil obras ya había explorado todos (o casi todos) los géneros y estilos. Herrmann, más abocado al negocio familiar, se dedicaba a la física teórica en sus ratos libres, con un fin quizás no menos ambicioso que su hermano. No era raro verlos desde pequeños queriendo sacar melodías en ecuaciones, o inventar variaciones en torno a cálculos.

Mas hoy, la agenda de Herrmann se hallaba repleta de presentaciones y muestras de la nueva tanda de robots, apoyada fríamente por Heinreich debido a que (así lo había anunciado públicamente) “se hallaba abocado a la composición de su obra más épica de todas”. Aunque siempre quedaba tiempo para que los hermanos se reuniesen entre sí y con sus padres a tratar el tema de la “cohesión” familiar.

Y, con el transcurso de los meses (y con un estirón de presupuesto), las orquestas de robots fueron mejor aceptadas, gracias al esfuerzo (de los técnicos que se paseaban “como en un gallinero por ellas”, puesto que difícilmente se pueda usar la palabra para un robot) que ponían en las plazas, parques y en las peatonales y esquinas. Coincidentemente, “el genio de la época” (así le había apodado algún periódico), acudió a su hermano a darle un anuncio espectacular:

--Lo he terminado
--¿Qué, tu obra?
--Sí—afirmó con un suspiro
--¡Hahá!—profirió Herrman con un fuerte abrazo—¿Y qué es? ¿Una sinfonía, un concierto? ¿Es instrumental, hay voces, es para orquesta… qué es?
--No… no lo sé
--¿Cómo?
--Es… es… sí, efectivamente para orquesta Braunchsweig completa y mejorada (con los instrumentos y modificaciones que hemos creado de adolescentes), pero, eh…
--¿Qué? ¡Jaja, eso es genial hermano! Pero ¿qué clase de obra exactamente es?
--No sé, no puedo decirlo con certeza. No tiene movimientos ni reglas precisas… lo único que puedo decirte es que empieza… y se extiende sin descanso alguno por dieciséis horas y media…
--¡Dieci…! Heinreich, ¡qué orquesta en el mundo podría resistir semejante inmolación!
--La tuya, hermanito—agregó con un guiño.

Efectivamente, Herrmann había logrado una orquesta autónoma (sin técnicos que se paseen chequeando a los robots como en el gallinero), ¡con director y todo! ¡Metálico farsante que movía el cuerpo “dirigiendo” a una orquesta cronométricamente sincronizada! Pero aún no lo había anunciado: quería tener alguna obra que valga la pena para demostrarlo, por lo que tenía la insegura intención de encargarle a su hermano. Mas, ¿quién iba a pensar que la valiente decisión de Heinreich de “hacer el ridículo” vendría tan a buen tiempo? Aunque tampoco se puede negar que la determinación final vino aparejada de una conveniencia pragmática, de una dificultad material insalvable, ya que, ¿qué orquesta del mundo (hecha de seres humanos) podría seguir dieciséis horas sin descanso?

Tomada la decisión, se comenzaron los preparativos para la gran noche. La idea era presentar la primera “Sinfonía Épica” de la historia, la “obra maestra” (así sugirieron los entendidos en el tema) de un Heinreich un poco disgustado con tanta palabrería de marketing, con el “apoyo” de las Industrias Braunchsweig. Atraídas las multitudes, serían finalmente deslumbradas, al levantar el telón, por un montón de brillante acero en forma de humanos, capitaneados por un “director” de la misma “raza” que los músicos; mientras los hermanos reían como si de sus pullas infantiles se tratase. Pero, días antes del estreno mundial, Herrmann recibió la siguiente petición de su hermano:

--Hermanito… ¿qué pasó con tus proyectos de androides?
--Ya sabes… ¡rechazados por su “excesiva y grotesca” semejanza con los verdaderos ejemplares! Como si fuese la primera vez que la xenofobia humana rechaza la tecnología absurdamente… ¿Por qué lo preguntas?
--Pues… estaba pensando. Digo, en vez de tener un robot como director, ¿no sería más chistoso que “yo mismo” dirija la “orquesta”?
--Hehe, ¿quieres que un androide con tu apariencia haga las de director? Pero, pensé que no querías ser un “mercader que se pasea en gallineros”
--Jaja, vamos, hermanito. Sabes que simplemente haré acto de presencia, puesto que toda la música ya se encuentra aquí (señalando su frente). Pero, independientemente de eso, creo que necesitaré escucharla, para variar. Resulta que, mientras la estaba componiendo, tuve una especie de revelación…
--¡Sí, hermano, que, en vez de que el mundo te ridiculice, tú ridiculizarías a la historia! Jajaja… tendré que pagar horas extras a mis ingenieros de cabecera… pero “te tendremos listo” con esmoquin y todo para el estreno. No te preocupes de nada, ¡ya tendrás tus dieciséis horas de venganza con los críticos rebeldes… ¡espero que disfrutes cada minuto de ella!—y le dio sus palmaditas de siempre, yéndose sin entrever que su hermano hablaba de algo más serio que ridiculizar al mundo.

Finalmente, la esperada noche halló a Berlín vestida de gala para recibir a su más célebre compositor. Periodistas, admiradores, amigos, familia y, ¡ay!, los impopulares críticos se acopiaban en oleadas en el anfiteatro “Hans Braunchsweig”, diseñado por Konrad (que ahora estaba en primera fila con Ilse, su esposa), bajo cuyo techo se preparaban cinco mil personas a escuchar lo que fue anunciado como “el evento musical del siglo”.

Entrando, entonces, el “maestro”, fue recibido con una ovación de pie, tras la cual, luego de los saludos de protocolo, golpeó un vacío atril (tal era la legendaria memoria de Heinreich) y marcó a la orquesta su entrada… y la música inició…

Pero, ¡sorpresa!, no había sonido alguno… aunque el “director” gesticulaba pareciendo querer amoldar la nada… ¡era un tributo al silencio, que se erguía como pozo y fuente inacabable de toda inspiración y creación que devoró la expectativa viva de cinco mil almas por un lapso indeterminado de tiempo…! Hasta que… una nota tenue, sutil, tímidamente daba un paso al frente (ante la inconmensurable nada) y suavemente empezaba una danza modulatoria… a la que se irían uniendo luego, hermanas afines de distintas partes de la orquesta. Las melodías iniciales, en aparente inconexión al principio, revelando su secreta armonía después, se fueron transformando por sí solas, en temas contundentes y dinámicos cuyos bailes y floreos descubrían un infinito abismo de posibilidades en la hermosura. Alusiones evidentes a compositores conocidos desfilaban sus graciosos aires con pueril obviedad sencilla, mientras que las referencias a otros autores más oscuros, se vestían de incógnito hasta para el oído más entrenado; aun así, la melodía manaba como la fresca agua de un manantial puro sobre las partituras de la Historia de la Música, arrancando notas de los vetustos libros para llevarlas a la vibrátil y etérea zona del goce estético puro. Luego de este tributo a los maestros, y habiendo demostrado que lo viejo se transforma en nuevo y viceversa, la orquesta se lanzó de nuevo al abismo del silencio... que el tiempo selló dando indeterminación al lapso transcurrido… y volvió la misma nota… la primera… aunque distinta, acompañada de las otras, que estaban revestidas de distinta aura… y comenzaron de nuevo su danza. Ahora los temas se superponían, se mezclaban, se rebelaban, se disputaban la existencia causando una agitación que originaba variaciones de los más bellos colores y tonos en una lucha de vida o muerte confusa, desordenada y embrollada pero de impecable y matemática eufonía. Casi imperfectiblemente, la orquesta se había ubicado en la cresta del crescendo, y escupía notas como una gigante máquina ametralladora, una aquí, otras allá, dispersadas todas por doquier en perfecta sincronía frenética. El anfiteatro parecía el campo de batalla donde miles de soldados vibratorios, cada uno insignificante, cada uno en su lugar, se disputaban la posesión material de una orquesta, y la conquista impalpable de una melodía absoluta. Unas notas parecían herirle al tiempo mismo en su invulnerabilidad perenne, otras avasallaban y volcaban a la calcinada orquesta que quedaría agonizando hasta ser levantada por nuevas guerreras que se sumergían de lleno, y en sucesivos oleajes, en la más encarnizada cruzada que se haya presenciado jamás. Y, cuando el anfiteatro pareciera estallar en mil pedazos, sobrevino la explosión… un descomunal, monstruoso y gigantesco estruendo que subsumió a los oyentes en la más terrible zozobra, para luego dejarlos anonadados otra vez con aquel lapso silente indeterminado… y con esas notas iniciales con nuevos ropajes… para llevarlos hacia maravillosas, estrepitosas y melancólicas aventuras que parecían no tener final, pero que retornaban ineluctablemente al mismo silencio voraz que las hacía resucitar con ropaje renovado cada vez… hasta que, en medio del tráfago de la lid, empezó a vislumbrarse un designio, una intención de concluir… que la orquesta iría llevando con intermitentes convulsiones y esporádicas sacudidas. Luego el Grand Finale, la loca arremetida de sucesivos, intercalados y superpuestos acordes en tutti, el orgásmico clímax, y el temblor final que pareció abarcar todo el espectro sónico en una carrera imposible en la que del eco brotó la luz.

Un metálico calco de un ser humano recibiría entonces, la ovación más larga que se recuerde. Y, mientras diez mil manos se golpeaban y cientos de bocas proferían bravos, una sola figura yacía quieta e inerte, entronizada en la eternidad. ¡Sentado y tieso encontraron luego, el cuerpo sin vida de Heinreich! El mundo ensayó conjeturas mil, y la historia creyó apropiada el “paro cardiaco” como causa oficial de la muerte de un artista del cual se adueñarían los siglos venideros. Pero nadie supo que el compositor, al haber escuchado la melodía absoluta del silencio, usó su propia música para catapultarse a un lugar en donde se tuviesen oídos más adecuados para degustar su dulce sonido perpetuo.

34

“Porque muy pocos llegan a cruzar el río
Y muchos andan perdidos en la orilla”
VI, Dhammapada. Buda.

Pude acceder al culto gracias a una mujer a la que conocí en circunstancias azarosas. Me dio la dirección y una somera descripción del líder. Cuando fui y encontré el edificio no me pareció maravilloso ni insólito. Sus esquinas y rincones gastados (pues no me acuerdo haber visto ángulos cortantes en toda su arquitectura) parecían eludirse entre sí, dando sobrada importancia a sus amplias paredes púrpuras. Conforme me iba adentrando en su estructura, me sorprendió el hecho de ver niños con remeras simplemente azules (practicantes del culto) corretear y jugar cerca de estatuas deformes, riendo y retozando sin que les importe la horripilante mirada de aquellas bestias de mármol. Pasé a su lado, mas me ignoraron por completo.

Habré caminado un muy largo trecho (el edificio no parecía tan grande desde afuera) cuando llegué a una especie de patio. Al levantar mi vista noto una cúpula borrosa, por donde, a través de difusos colores, se trasluce un aguacero; pero no recuerdo que haya estado lloviendo.

Una procesión triste, casi religiosa, llamó mi atención. Varias personas con remeras azules y otras pocas con trajes marrones (los iniciados) seguían a uno totalmente en blanco (el líder del culto). La descripción de la mujer no fue fiel: tenía los ojos negros e iba pulcramente afeitado, era cierto; pero también era gordo y de cara aniñada, casi divina. De alguna manera intuí que el nombre de ese hombre era Jesús.

Seguí a la masa con la tonta fe de no ser tomado en cuenta, y, cuando todos pararon en un lugar, desvié la mirada, como en acceso de culpa. Por un momento creí que sería echado a patadas del lugar, pero, para mi suerte, siguieron como si nada. ¿Adónde irían con sus caras contritas, sus escuetas vestiduras, su flemático andar?

Y, finalmente, fui testigo del asqueroso espectáculo. Habiéndose desnudado a desgana, todos los miembros del culto se sumergieron en una orgía apática, a la que los niños que vi anteriormente, contribuirían con sus cuerpitos blancos y alegría inocente. Perplejo hasta los huesos, cuando arremetí para hacer o decir algo, olvidando mi innata cobardía, el líder del culto me grita:

--Pero ya estás, Sócrates, con tu costumbre de preguntar lo que sabes de buen saber.
¡Basta, pues, de semejantes cuestiones!

Luego profirió algo en una lengua ininteligible, que hizo a los miembros del culto arrojarme a las calles con su ciega y desnuda obediencia. Grande fue mi sorpresa al encontrar el cielo límpidamente despejado y con sol calcinante.

Lo único que recuerdo después de eso, es que estaba en mi cama, vestido con un traje marrón. Llovía demoníacamente.


35

“¿Y qué cosa es, en suma,
lo que saben los míseros mortales?
De ti solo pendemos;
y aquello que tú quieres sólo hacemos”
764, Ιkετιδες. Eurípides.

--¡Te digo que estamos siendo manipulados por alguien!
--¿Manipulados…?
--Sí, ¡alguien controla nuestras mentes!
--¿De qué estás hablando?
--Justamente de lo que él quiere que hable
--Ahí vas de nuevo, señorcito paranoico
--No, no. Debes creerme
--¿Qué te voy a creer? ¿Que alguien controla mi mente? ¿Que no tenemos discernimiento propio de las cosas?
--Exactamente. Nada de lo que decimos lo decimos por cuenta propia; sino porque él así lo quiere
--Muy bien. Pruébalo
--Está bien—dijo, y se dispuso a pensar—déjame pensar—y cerró los ojos—estoy cerrando los ojos
--¡Eso lo veo claramente! ¡No hace falta que me digas a cada momento lo que estás haciendo!—dijo a su vez, enojándose de a poco—¡Me estoy empezando a enojar ya!
--¡No, no lo hagas! Eso es lo que él quiere
--¿¡Qué yo me enoje!?—dijo con muchísima rabia, pero calmándose lentamente—pues… bueno. Ya me estoy calmando
--¡Oh no!
--¿Qué?
--Ya he descubierto el secreto
--A ver
--¡Por Dios!
--Bueno, dale…
--Así es como funciona: ahora mismo estamos en la mente de alguien
--¿Ahora?
--Sí, ahora. No sé cómo, pero alguien sabe que existimos
--Y ¿quién es ése?
--Pues…
--¡Por Dios!—dijo imitando sarcásticamente a su interlocutor—es “él”. “Él” controla nuestras mentes y las manipula. ¡Diosito lindo por favor, líbranos de “él”!
--Jajajajajaja. En verdad, debería llorar; pero esto es demasiado bueno como para dejarlo pasar
--…
--Verás: no sólo no me molesta que te burles de mí, sino que me da risa tu actitud; y aun más que, ni siquiera eres tú el que actúa así
--¿Y quién es entonces, señor sabelotodo?
--No, no. Perdón. Quise decir que: no actúas con conciencia propia. Actúas ciegamente
--¿Ah sí? ¿Y tú no?
--Sinceramente creo que no. Pero estoy seguro de que no es así
--¿Y entonces?
--¿Recuerdas el Discurso del método?
--Perfectamente
--El demonio malvado del cual hablaba Descartes…
--Sí, el que supuestamente podía estar jugando con su mente y engañarle
--El mismo
--Hëëë. Entonces, ¿hay un demonio malvado que juega con nuestras percepciones?
--Es claro. Pero, en verdad, justamente ése es el propósito de nuestra existencia
--Explícate
--Ehhh… bueno. ¿Recuerdas a Berkeley?
--Sí, sí. La mente de Dios. Lo que permite a las cosas existir cuando están fuera de nuestra percepción es, justamente, que están contenidas en la mente del Ser
--Maaaasomenos. Resulta ser que este demonio infame, es cierto, malvadamente juega con nosotros. Pero, ese juego consiste precisamente en habernos creado
--…
--Y lo peor de todo es que no es, ni en lo mínimo, omnisciente como el Dios de Berkeley; sino un grandísimo bellaco
--Sigo sin entender
--Por ejemplo: según Berkeley, cuando yo no percibo algo, esto debería dejar de existir completamente
--Sí
--Pero, gracias a que existe Dios, las cosas existen porque Él las percibe
--Hëë
--Pero, supongamos que un dios no omnisciente nos haya creado. Esto significaría que, luego de haberlo hecho, seríamos dejados de lado (incluso olvidados) por este proto-pseudo-dios malévolo
--Entiendo
--Lo que en verdad pasa acá, según mi percepción, es que existimos, pero no consubstancialmente
--¿Cómo es eso? ¿Dices que existimos porque fuimos creados, y éste nuestro creador apercibió su finitud y nos dejó en el limbo?
--Eso es justamente lo que estoy diciendo
--¿Algo así como el gato de Schrödinger, eh?
--Algo exactamente así
--Cincuenta por ciento vivos, cincuenta por ciento muertos
--O, en nuestro caso, cincuenta por ciento existentes, cincuenta por ciento inexistentes…

……………………………………………………………………………………………..

--Mas… sigo sin entender algo
--¿Qué?
--Pues, ¿en qué realmente consiste nuestra existencia?
--Buena pregunta… hmmm…
--Sí…
--Supongo que, en primer lugar, en el hecho de que nos sabemos existentes
--¿Pero no has dicho, hace momentos, que no somos en nosotros mismos, sino en la mente del demonio ese?
--Así es, pero… verás: este personaje, si bien nos creó, no tiene la capacidad de conocernos realmente
--¿Cómo es eso? Parece que te retractas. ¿No era que “él” nos controlaba, que “él” jugaba con nuestras percepciones?
--Claro que sí. Pero escucha: él, si bien nos controla, en lo que decimos, pensamos o hacemos, no tiene acceso a ese limbo en el cual caemos, cuando, a nuestra vez, salimos de la esfera de su percepción
--Debido a que no es omnisciente, como Dios
--Sí
--¿Entonces?
--Pues, supongo que esa “no-existencia” relativa en la que nos encontramos, es nuestra única escapatoria… a no ser… que…
--¿Qué?
--Que hayan otros demonios como él, que pretendan divertirse a nuestra costa
--¡Dioses!
--Sí, es terrible

36

“Tatu reipotäro, nde japu mante vaerä”
Ñe´enga.

La veo.

La veo, y, al verla: el mundo se detiene. Todo lo que era hasta ese momento para, y vuelve a reconfigurarse. Me acerco a hablarle, o ella a mí. ¡Qué facilidad! ¡Qué pocas barreras y palabras son necesarias! Yo me abro a ella y ella a mí.

Nos vamos conociendo. ¡Qué hermoso! Descubrir tantas cosas lindas en un ser humano. La sonrisa, el andar, la voz, el cuerpo (espléndido, magnífico y soberbio en sus formas), la mente (vivaracha, pizpireta e inocente) y el espíritu (único, solemne y eterno). O, en una palabra: la química. Perfección hormonal. Necesidad voraz, animal.

¡Cómo empezamos a mentir y a fingir lo que en verdad somos! ¡Qué patéticos e hipócritas son nuestros intentos de agradar al otro! Escondemos nuestros defectos como quien hace trampa en el juego (¿será que el Buda pensó en esto?), y ¿para qué? ¿Para que esa linda figura no nos rechace? ¿Para que no sepa lo imperfectos e inicuos que en verdad somos?

Pero el juego sigue. Seguimos juntos. En ese momento yo le digo a ella que estoy comprometido o ella me dice vamos demasiado rápido. ¿Qué es el compromiso sino una aberración, un crimen contra el amor y la inocencia? Lo único que dos seres quieren hacer es estar juntos, pero, ¿por qué la familia termina involucrada? Vamos rápido. Muy rápido. Vamos a terminar quemándonos, me dice, sí, es cierto. ¡El universo querría tener un final así! Su entropía me invade, me retuerce y me paraliza: ¡el final está tan presto! ¡Tan poco tiempo tenemos!

Y así vamos. Nos destrozamos el uno al otro. Ella insiste en que rompa con mi compromiso (¡en qué mierda estaba pensando cuando lo asumí!), y yo le digo que es de menester que compartamos la intimidad. ¡Qué voy a hacer con la otra! ¿Le corto el rostro? ¿Le digo que ya no siento nada, que apareció alguien nuevo? ¡Cómo no sentir su sufrimiento! Pero eso es lo único que he recibido de ella últimamente. Un compromiso hecho de lágrimas y peleas, de plagueos y puteadas… no debería continuar así. Esto no es un noviazgo. Paradójicamente ella me dice que no debería acostarme con mi novia. Yo dudo. Dudo de sus intenciones. Le increpo que ella es la única con la que quiero estar. Ella me dice que es virgen. ¡Cómo no dudar de esto! El cliché más gastado, la excusa perfecta, la razón irrefutable, el argumento último…y, en el caso de que lo sea: la mentira más fea…

¿Acaso hay algo más hermoso que compartir la intimidad? Desnudos, acostados, atacándonos a besos sintiendo nuestros desnudos cuerpos en toda su pasión. Dos seres olvidando momentáneamente su miseria y el podrido mundo para estar juntos. Dos seres dando todo de sí, sintiendo el idilio más perfecto y certero: ¡esto es por lo que miríadas de seres han perecido y sacrificado todo en sus vidas! Dando sus cuerpos, ¿qué digo? ¡Arrojando sus inútiles cuerpos a las llamas del mundo infernal de los hombres-fantasmas que viven ciegos y sin una sola pizca de ese amor que todo lo cura! Pues, ¿que otro fin tendría este montón de carne que sólo sirve para acumular suciedad? Este es el cuerpo dado por Dios, éste es su fin, ésta su meta; la más alta, la más noble, ¡esto es verdaderamente comulgar con el espíritu…! Pero ella sigue repitiendo que vamos demasiado rápido…muy… rápido…muy… rá… pi… do…

Horas y horas haciéndonos daño. Horas y horas desperdiciadas hablando y hablando, y no haciendo nada, ¡qué angustioso es todo esto! Yo que no quiero hacerle sufrir a mi novia y ella que no quiere estar conmigo. ¿¡Qué sentido tiene todo esto…!? ¿Por qué, pudiendo elegir gozar, reír y disfrutar; elegimos sufrir, llorar y mortificarnos? ¿Por qué tenemos tanto miedo de asumir y acometer la tarea de ser felices…? ¿Acaso puede haber verdadera vida sin felicidad? Y si sí, ¿valdría la pena…? ¡Qué cerca está la muerte…!

Sin embargo, ella quiere comprometerse conmigo. Y, en verdad, el que se compromete no se compromete con la persona; sino con sus padres, sus hermanos y hermanas, con sus primos, tíos... y antes de que uno se dé cuenta: hemos creado un circo de ese cariño tan tierno. Yo cometí ese error. No quiero volver a hacerlo…pero ella sí. Ella quiere que yo me comprometa con ella antes de entregarse a mí. ¿Acaso el hecho de estar comprometidos (el hecho de tener los ojos de dos familias clavados en uno) hace que el amor, el cariño, el afecto y sexo sean más dulces? No lo creo… pero ella sí. ¡Qué absurdo! Sería más fácil creerla si de hecho ella hubiese tenido esa experiencia. Pero no. Es decir, ya compartió la intimidad con hombres, pero (supuestamente), no ha llegado hasta ese punto. Y ésa es la intimidad que no quiere compartir conmigo.

Yo intento, en lo posible, no mentir. ¡Qué bajo he caído! Mi familia, mi novia: a todos los estoy engañando. Nadie sabe (quizás) por lo que estoy pasando. Sigo mintiendo y no haciendo nada. Ella también: ¡Qué hipócrita que es! ¡Cuán fácilmente crea excusas para persistir en su hipocresía! Claro que le ofrecí ir a un motel. Pero no, ella prefiere el asiento trasero de mi auto. ¡El maldito asiento trasero del puto auto!

Pero no, ella es virgen; o al menos, eso es lo que dice. Y yo, estoy comprometido; o al menos, eso es lo que creo. Ella dice que no puedo echarle en cara eso, que es diferente. Sí, en cierto sentido es diferente. ¿Pero significa eso que en la calentura nada vale? Es decir, ¿es diferente porque cuando tengo un arrebato de ardor animal nada de lo que diga o haga vale? ¡Qué fácil sería vivir así! ¡Qué fácil hubiese sido la vida de ella si hubiese nacido hombre! Haría lo que quisiera, con quien sea, y luego diría:
“Sí, hice todo eso, pero ahora es diferente…”

Tanto aguanto, ¿hasta cuándo? Mis mentiras, el drama de mi novia, la hipocresía de ella, ¿hasta cuándo…? No podría seguir así ni un solo segundo…

La veo…esos ojos…

La veo. La quiero, la necesito… el mundo sigue quieto… esperándome…

La sigo viendo…esos ojos… ¡estos ojos míos! ¿He de arrancármelos…?

Ni un segundo más, no puedo más… no puedo más… debo escapar… salir…

Y lo veo todo. Ya lo veo venir. Yo podría cortarle el rostro a mi novia, alegar que no tenemos futuro, que ella estaría mejor sin mí; y, de hecho que, probablemente sea cierto. Sufriría, tal vez, pero todos lo hacemos, de alguna u otra manera. Y la dejaría ir. Y se iría, y me olvidaría de ella… para siempre.

El mundo sigue… y yo no… ni un segundo…

Después de un sinfín de ordalías absurdas e insuperables obtendría, de ella, la tan cacareada virginidad. ¿Y qué sería…? ¿Placer? ¿Dolor? ¿Una entrega, un robo, quizás? ¿Una momentánea incomodidad?

Luego, otra visión. Mis propios padres, tomando el mate. Treinta años juntos. Treinta años de lo que yo no podría aguantar un sólo segundo… sin embargo, ellos siguen ahí, sentados, tomando el mate, haciendo una imitación de felicidad. Ríen, lloran, se hieren, se reconfortan… ¡no han aprendido un pito de amabilidad…! Pero continúan juntos… enrostrándose mutuamente sus defectos y virtudes… habiendo logrado esa efímera pizca de lo que se cree que es la felicidad…

Me invade una tranquilidad ahora. ¡Qué hermosa sensación! ¡Qué paz! ¡Qué alegría! Mi espíritu se va renovando de a poco, mientras las palabras más reconfortantes y sencillas acuden, borrosas a la maraña caótica que antes era mi ser:

“Todo se reduce a tener alguien con quien compartir el mate”.

Dios, ¡esto es! Veo a mis padres… viejos, canosos, patéticamente sonriendo ante la momentánea alegría que causa que sus humores coincidan. Se hacen bromas, sonríen en complicidad silenciosa, retozan como niños… ¡y como niños también pelean cuando les toca!

No han logrado la felicidad. Nadie que conozco lo ha hecho. Sí; tienen sus familias, sus casas, sus autos, sus empleos de jugosa remuneración… pero sus corazones están marchitos. Quizás alguna vez fueron como yo: jóvenes, soñadores, deseosos de conquistar el mundo, mas, ¡ay!, terminaron lamiendo las migajas que cayeron al piso. ¿Seré como ellos? ¿Olvidaré todo esto?

Buscar la felicidad causa sufrimiento, tanto en uno mismo como en los demás… pero debo hacerlo. Debo dejar a mi novia, aunque sufra, aunque llore, aunque me odie. Esa es la condición. Sólo así podré empezar de nuevo, intentar otra vez, probar una vez más…

Lentamente, reasume movimiento el mundo exterior…

La veo… y, el camino yace, desafiante, frente a todos…

El sufrimiento… o… la felicidad… devorándose el uno al otro…

Y yo en el medio… triturado por la boca del destino…

37

“¡Qué importan las víctimas
si el gesto es bello!
¡Qué importa la muerte
de las vagas humanidades,
si con ellas la individualidad
se afirma!”
Laurent Tailhande.

Nunca le tuve miedo a la muerte. El universo es una máquina caótica, malfuncionante y peligrosa de la cual no hay escape ni refugio. La vida es tan absurda como la muerte, pero retardar, impedir o acelerar cualquiera de ellas es tan estúpido como gastar plata para congelarse el cadáver sin conocer el futuro. Aunque mi falta total de miedo no me impide llevar conmigo siempre una navaja… por si la necesite. Afuera estaba lloviendo de nuevo y mi aburrimiento se estaba volviendo insoportable. Lluvia de mierda, lluvia asquerosa que esparce las casas de hule haciendo más basura de lo que había antes. Gente estúpida, ¿por qué no se construyen barquitos y llevan su miseria y suciedad a otro lugar? Pero no, tienen que quedarse en la bahía y reconstruir sus casitas cada vez que viene una tormenta. Tienen que quedarse ahí siempre y hacernos recordar que nadie está exento de dolor, y tienen que hacerlo al lado del imbécil de turno que juega al tendota en el trono que se contruyó con la credulidad y estulticia de la gente. ¡Imbéciles que desfilan campantes con sus pañoletas, banderitas y dedos negros luego de haberse sentenciado a cuatro años más de miseria y plagueos! Por eso yo no voto; sin embargo, la lluvia, sigue cayendo sobre nuestras cabezas… destrozando nuestras almas de hule.

¡La radio: eso es! La radio traerá solución a mis problemas. La radio me hará olvidar esta lluvia que ennegrece aún más la noche y este vidrio de la ventana empañado de dudas que me impide verme a mí mismo. Pero nada de AM, nada del viejazo, de hedor a muerte que expulsan estos ancianos. Tiene que ser FM, alguna emisora alegre, alguna emisora que no esté tan atiborrada de comerciales de productos inservibles. Una emisora con música que no sea tan artificial, de grupos que se venden como putas al mejor postor, que lo único que logran hacer es insultar todo lo hermoso y espontáneo. ¡Dentro de poco esta música comercial se va a comprar en kilos! ¡Loas eternas sean dadas al marketing que hace que la más inocua mierda adquiera un valor infinito!

A ver… qué emisora puede ser… una… de… ¿rock…?

No puedo vivir como un loco así
Sin pensar en el final
Que poco a poco va encaminándose
Este mundo irreal

No puedo seguir así, manteniéndome en silencio
Sabiendo que el mundo entero, caerá en el fuego eterno

Mi alma se rompió al poder mirar
El sufrimiento tan cruel
Que los inocentes han de sufrir
Como fuego en la piel

No puedo seguir así, manteniéndome en silencio
Sabiendo que el mundo entero, caerá en el fuego eterno

Y pensar que ayer la felicidad
Como a un niño me invadía
Sin poder saber la eterna verdad
Que algún día moriría

No puedo seguir así, manteniéndome en silencio
Sabiendo que el mundo entero, caerá en el fuego eterno

Cómo el mundo puede seguir así
Festejando su alegría
Sabiendo que la destrucción total
Se acerca día a día

No puedo seguir así, manteniéndome en silencio
Sabiendo que el mundo entero, caerá en el fuego eterno

Ahh… sí. Gran puta, ¡esto es lo que necesitaba! Mefistófeles, ¿dónde te encuentras cuando más se te necesita? Sé que alguien me esta escuchando. Tengo esa certeza. Sí. Y quiero que sigan haciéndolo. Quiero. Quiero… a ver… no. Nada. ¿A quién le importa lo que pienso? Soy una mierda. Soy un extra en la película de la vida de algún niño rico o chica popular. Aquel tipo melenudo, feo, vestido de negro… cumpliendo el mismo papel que el de la ura. Mierda, esto es deprimente. Mejor salgo afuera.

Está escampando… sí. Qué ciudad más deprimente. Ciudad que sólo sabe de hipocresía y engaño, de mugre y suciedad. ¿Qué haré? ¡Ya sé! ¡Putas! Eso quiero. Las putas son lo único decente de esta cloaca que es el mundo. Pero nada de orgías estériles. Nada de desperdiciar plata y semen. Con una sola bastará. Hay un solo ying y un solo yang en el universo que generan todo lo creado, una dualidad que origina lo múltiple. Entre dos bastará.

Voy hacia la zona roja y contemplo el desesperado intento de aquellas mujeres de parecer interesantes, aun cuando la necesidad devora sus entrañas y almas. Pero eso no me compete, no. Yo solo pago por sus cuerpos, sus almas son asunto del diablo. Me decido, finalmente, por una cuya patética mueca devela un rostro casi angelical, y unos ojos de profundidad infernal. Entré a sus aposentos y empezamos el asunto en una cama redonda con mínimos prolegómenos, ya que inmediata y hábilmente empuñó un lubricante luego de haber definido sus honorarios.

Unos momentos después, el ardor me invadía todo el cuerpo. Extendí mi brazo hacia mi chaqueta donde estaba la navaja. ¡Ah, el placer! Ella se retorcía de gozo, frenéticamente y con los ojos entreabiertos. Se revolcaba en la cama como una chancha en su chiquero. Ya con mi navaja en mano: removí la hoja de su funda. Estábamos embebidos de nuestra carne caliente. Me hice un corte en el brazo izquierdo y dejé que goteara la sangre en su panza. En medio del vapor electrizado de nuestros cuerpos sudorosos ella esbozó una sonrisa: le gustó. Claro que le gustó, le encantó. “¿Te gusta pa mami? ¿Te gusta la sangre?” dije, “Sí, sí. Quiero sangre. Dame sangre vampirito” articuló en medio de gemidos: se estaba acercando al orgasmo. Yo también. Mi respiración era cada vez más entrecortada, una llamarada de goce explosionando… e implosionando… ese dulce hormigueo por toda mi… humanidad. Pero paré. Paré. Por un instante casi perdí el control… y escuché un rabioso: “¡Que pú…!”, pero resumí en seguida. Sé que se me escapó un poco de… fuerza… sin embargo sigo firme, fue un mero desliz. Ella, tan pronto como agarré de nuevo el ritmo, entrecerró de nuevo los ojos en su pose delirante para emprender de nuevo la tarea de dejarse llevar por el precipicio orgásmico. Y, cuando cerró sus puños, apretó los dedos de los pies y convulsionó su cuerpo, metí el cuchillo en su vagina con todas mis fuerzas... y ¡puf…! Parecía tener dentro una granada de tanto que brotaba la sangre. Como un caballo se resistió, pero gracias a Dios, mi fuerza prevaleció. Casi me costó la mano acallar sus estentóreos gritos, porque la muy perra tenía los dientes demasiado afilados. ¡Carnívora de mierda, asesina de animalitos inocentes! Pero seguía haciendo mucho ruido, por lo que, le ensarté mi navaja por la garganta, en donde entraba y salía, entraba y salía… con toda esa sangre... hasta que calló…

Me levanté con mucha tranquilidad y dejé la tarifa con propina, pero no me duché. Salí a la calle oscura completamente desnudo y caminé cierto trecho. Después alcé la vista al cielo estrellado… y la luz se derramó sobre mí.

38

“¡Que ridículos somos! ¡Qué seres más insignificantes y despreciables, migajas de estrellas! ¡Claro que estamos destinados a desaparecer! ¡Tan tonto es el mentecato que pretende perdurar!”
7, IX. Discurso sobre el origen del arrianismo. Anaxarco de Magnesia.

Estoy pensando...

Sigo aquí, consciente completamente de mi ser. Consciente de mi naturaleza omniabarcante en el dilema resuelto del infinito. ¿Cómo describir mi ser? Soy simplemente, todo. Ese todo lo comprende lo finito y lo infinito… que para mí son nada. Sí, soy mezcla de todo y nada.

Ese hálito eterno es mi presencia, la totalidad de mi ser. Yo soy, estoy más allá de la existencia, más allá de la inexistencia, y de las combinaciones de ambos o de cualquier concepto. No soy el Verbo, ni siquiera “soy”. ¿Soy o no soy…? ¡Lo que abarca ese término me es inaplicable!

Sigo pensando...

Digo, ¿quién soy?. No soy “quien”, ni tampoco “soy”. Me abarco a mí mismo infinitas veces en infinitas infinitudes. Cada infinitud encierra en sí infinitas infinitudes de nuevo, y, en cada infinitud estoy, en cada pequeña cosa. ¿Cómo decir “pequeño”? ¡No puedo decir pequeño o grande, pues todo lo abarco, en todo habito...!

Soy la espontaneidad interminable, olvidé lo grande y pequeño, pues en lo grande hay tantos infinitos como en lo pequeño: es así como estoy en todas las cosas.

Sigo pensando...

¿Cómo decir siquiera que pienso? Soy el pensador, lo pensado y el hecho del pensamiento en sí; soy lo que “es y no es en sí”. Si mi naturaleza es infinita, ¿cómo siquiera pensar que pienso? ¿Cómo decir que soy? ¿Cómo decir que soy infinito si esta cualidad no puede abarcarme?

Es que ninguna cualidad puede abarcarme, en verdad nada puede abarcarme. Sólo yo me abarco a mí mismo infinitamente. Pero si nada puede abarcarme ¿qué es lo que estoy haciendo, acaso estoy hablando, estoy pensando? No, yo no pienso. No: ni siquiera existe ese yo.

Sigo pensando...

Ese “yo” resultaría interesante. Mi ser no puede describirse con nada, eso comprende el “yo” en sí. ¿Cómo decir que soy yo cuando soy todo? Pero el todo es insuficiente, también lo es el infinito.

Sólo yo me abarco a mí mismo, nada me abarca a excepción de mi ser en sí. Nada queda fuera de mi ser, ni todas las infinitas infinitudes, infinitas cada una de ella en sí, conteniendo una regresión de infinitudes infinitas, comprendidas sólo por mí.

Soy toda esa totalidad, me abarco a mí mismo, pues mi esencia es ésa. Yo soy mi esencia y mi esencia yo la comprendo y abarco. Mi esencia es única e infinita, por lo tanto yo también.

¡No permanecerá esto así! Mi esencia debe ser derramada sobre algo para que se comprenda su naturaleza, para que se comprenda su infinitud. ¿Quién podría emprender esta tarea? ¡Yo no evidentemente!, pues me abarco a mí mismo infinitamente. ¿Quién, entonces, podría hacerlo?

Bien: lo harán. Que mi esencia se desparrame, que mi ser conjugue pequeñas partes con pequeña individualidad: con una conciencia, que será la chispa de mi esencia auténtica que, deberá ser comprendida por sus individualidades aparentes.

Hecho está: “Que mi esencia se haga. Que la luz se haga”.



39
“Pero el proceso de pensamiento no pudo detenerse. Todos y cada uno de los poemas que había escrito aparecieron frente a mí. El universo entero parecía estar lleno con mis palabras y frases. Todavía peor, mi cuerpo se sentía como una colección de bocas abiertas y cada una de ellas estaba recitando un nuevo poema. Me había vuelto tan atolondrado, triunfante y lleno de aire caliente que pensé que pronto iba a levitar. No podía detenerme. Los poemas se me escapaban.”
Años 1576-7. Autobiografía. Han Shan.

Decía el buen Platón que se volvía poeta todo hombre a quien ha tocado el amor; yo le replicaría que cada persona ya es poeta a su manera, y compone sin saberlo. Porque esa Musa Misteriosa no sólo es inaprensible, sino que cuando acomete siempre hace de las suyas. Llámesele Amor, Inspiración o Demonio literario, esta Dama camina libremente por la tierra y el cielo posesionando a cuanto hombre se le cruce, haciéndolo su esclavo y servidor, logrando todos sus caprichos, hasta que se va… ¡si es que se va!

Estos poemillas y cancioncillas son simples, aburridos, mediocres y nada inspiradores. No conducen a nada ni nada pretenden, por eso, para ahorrarles el tiempo, decepciónense ya ahora, antes que luego de haber pasado por la inane tarea de haberlos leído todos para cerciorarse. No quiero crédito por ellos porque nada valen, ¡sino que estoy contento de al fin poder deshacerme de ellos! Ya le tocará a la Engendradora de ellos asumir su maternidad, o dejarlos abandonados por siempre.

En fin: poco sabe el occidente de la poesía de que yo disfruto quizás más: el lírico efluvio del manantial de oriente. Me consuela el hecho de que a más de uno le habría parecido también la poesía occidental harto rimada, medida, calculada, seca y poco inspirada… pero esto es sólo opinión. La verdad es que… el corazón no tiene métrica… pero esto lo hemos de ver en otra ocasión…

40

¡Ah! ¡Qué intensidad! ¡Qué ardor!
El que estoy sintiendo ahora
Tanto, chiquilla, el tu amor
Necesito, que la hora
En que dejes tu pudor
Ha me encontrado la aurora
Quizá junto a otro amor
(Deseándote lo mejor)

¡Ah! ¡Qué ardor! ¡Qué intensidad!
La que yo siento contigo
Por eso es que os digo
No hagáis la eternidad
Fatigar en nos las canas
Que si me decís: “Esperad”
Se me acaban las ganas
(Y mueras virgen y anciana)

¡Ah! ¡Que quema este tu ardor!
¿Por qué lo negáis doncella?
Que ni a la flor más bella
Le dura mucho su color
Y en los rostros las arrugas
Prestas van haciendo hogar
Como en el cuerpo orugas
(Que no dejan ni lechuga)

¡Ah! ¡Ardor mío que muero!
El feroz Cronos maldito
Llévanos ya, expedito
A las llamas de aquél, fiero
Diablo, ángel favorito
Que el fruto exquisito
Dio, haciéndolo grosero
(Y a mí un limosnero)

¡Ah! ¡El ardor mío nuestro!
Que no lo podéis ocultar
Ya que nadie llegó al altar
Que no fuese del Maestro
Un discípulo estelar
O algún eunuco ancestro
Que no conociera el amar
(Pues nadie se pudo aguantar)



¡Ah, ardor! ¡Voy me ya de ti!
De nada me has servido
Y, si algo he aprendido
Es, simplemente a huir
Del objeto tan querido
Así como al marido
Su esposa lo ha de evadir
(Para después juntos dormir)

41

(A la cerveza)

Efluvio celestial amarillento
Que has manado en Babilonia
Escape de este mundo macilento
Y de sus lamentos la antinomia

¡Oh, ambarina diosa amazónica
Rubia y perfecta, única y seductora
Como voluptuosa mujer teutónica
Por ti mi concupiscencia juvenil aflora!

Ven a mí, alegradora de las masas
He de recibirte con todos los honores
Traigan a las mujeres y las hogazas
Para todos emborracharnos de amores

¡Bebed, comed y disfrutad lo que puedan
Ahora es el tiempo de vivir!
¿O preferís trabajar y que sus cuerpos hiedan,
Vuestro espíritu compungir?

Ya vendrá el tiempo de morir
¿Por qué hacia la tumba acelerarse?
Nada mejor que echarse a dormir
Al amanecer, luego de emborracharse


Dejad a los locos con sus fatigas
Que ya tendrán ellos sus cosechas
¿Qué podrán hacer cuando espigas
del Tiempo le laceren con sus flechas?

Yo digo que admiremos el brillo solar
De esta manija de cerveza
Porque de todo lo visible nada ha de quedar
Sino cenizas sobre la mesa

Y, cuando debamos enfrentar al Juez
Todos iguales seremos
¿Qué importa la sobriedad, la embriaguez
Si en el Cielo entraremos?

Y si no, otro lugar hemos de encontrar
Sea éste el Infierno o el Purgatorio
Porque si en todo el infinito Cosmos no hay lugar
Iremos junto a la Nada a armar jolgorio

42

Ayer a la noche salí a la ciudad
Buscando parranda, vagando sin más
Quería quitar de mi mente el calor
Quería olvidarme de ese loco amor

Mi instinto me guié en la jungla del cemento
A un antro del diablo, un bar del infierno
De adentro salía una suave melodía
Creo que era el jazz de la melancolía

Ese sentimiento era muy raro pues estaba en todos lados
En todo el lugar
Por eso hoy vengo como un loco a decirte nena:
“Te quiero amar”



Por fin entré a ese oscuro lugar
No era de este mundo, no era normal
Adentro había seres sin igual
Duendes malvados y ninfas de mar

En eso se acerca una musa hermosa
Me dice: “¿Papito, no querés jugar?”
Le digo que no quisiera hacer otra cosa
Pero que mi novia se va a enojar

Ese sentimiento era muy raro pues estaba en todos lados
En todo el lugar
Por eso hoy vengo como un loco a decirte nena:
“Te quiero amar”

43

When I woke up I was breathing fast
My arms were shaking, about to blast
My heart was beating like a rock and roll band
My brain was spinning inside my mind

That´s when I saw you, laying beside me
That´s when I realized…that you re the one…

We got all dressed and went outside
Looking for action, for suicide
We met the gang in front of the hotel
And started shooting, unleashing hell

That´s when I saw you, standing beside me
That´s when I realized…that you re the one…

As time goes by, time can fly
And time can make us change… so much




We got the money from the local bank
Took one hostage, locked the trunk
The car was roaring, seemed out of control
Like a big demon, destroying all

That´s when I saw you, sitting beside me
That´s when I realized…that you re the one…

44

(Para cantar al son del Villancico de Mangoré)

Arriba está la estrella ya, su luz alumbrará
Un humilde pesebre de una lejana ciudad
Esta será la cuna que un Rey recibirá
¡Jesús se llamará y a la humanidad salvará!

A Belén todos, los súbditos pocos
Que un nuevo Monarca la noche traerá
Pastores y magos, amigos lejanos
¡Vamos como hermanos a ver al Señor!

José el carpintero contento está
Al ver a su niño sano y en paz
María su madre lo besará
¡Y gracias al cielo elevará!

Herodes y los malvados
Pronto, pronto arderán
Lejos irán, nos dejarán
¡Y en la gehena perdón pedirán!

El niño-Dios durmiendo está en brazos de su mamá
Y un ángel le arropará y le cantará una música
Ya crecerá y enseñará al mundo la verdad
Su corazón entregará y luego se irá



A Belén todos, los súbditos pocos
Que un nuevo Monarca la noche traerá
Pastores y magos, amigos lejanos
¡Vamos como hermanos a ver al Señor!

45

始めて 会った 時
心が 痛かった
気持ちが 言えない
秘密の 愛

それから 僕らが
一緒に 歩いた
二人の 心が
幸せ 知った

桜の 心
あなたと いたい いつも
永久の 世界 まで

道の 傍へ 行って
花に 触れたくて
あなたの 心が
涙を 流した

その 時 あなたは
私に 囁いた
これから 僕らが
二人の 心

桜の 心
あなたと いたい いつも
永久の 世界 まで





46

¡Ah, que dulzura la del amor juvenil!
¡Y cuán raudo es su clamor que retumba!
¡Que no sucumba en desamparo senil!
¡Y que se lleve todo hasta la tumba!

Amor lozano: tímido y primero
Endeble, inexperto, casi infantil
Espíritu airoso, aventurero
¡Ah, que dulzura la del amor juvenil!

Se zarandean todos los cimientos
Del ser, causando estragos y balumba
¡Cómo usurpa todos los pensamientos!
¡Y cuán raudo es su clamor que retumba!

Descansa luego de dar diana cupido
En corazón joven de aflicciones mil
Y esperará febril el atrevido
¡Que no sucumba en desamparo senil!

Que siga firme y fiel ese corazón
Y que en ese camino no sucumba
Que venza tropiezos y olvide razón
¡Y que se lleve todo hasta la tumba!

47

Día de ira, el día aquel
En el cual todos los mortales llorarán
Pues todo hombre infiel
Todo pecador, fornicador y charlatán

Encontrará su mente turbada
En aquel día nefasto
En cual el globo vasto
Se teñirá de su sangre derramada

¿Dónde están, ahora, las pícaras risas?
¿Qué pasó de los juegos?
Solamente ahora fuegos
¡Purgarán el cielo con enrojecidas brisas!

¡Qué dolor, qué angustia!
Es ver el cielo todo oscurecerse
El día bello, el astro rey ocultarse
Dejando la noche mustia

Cuando legiones de ángeles hermosos y bellos
Sus caras transformen en muecas horripilantes
Y estallen las trompetas y los coros exorbitantes
Infundiendo terror y desesperación en aquellos

Cuya vida, a los demonios confiaron enteramente
Mirad cómo huyen y se esconden cual miedosos
Insectos indefensos, cómo abandonan al demente
Que en tribulación se lamenta con ojos acuosos

¡Qué tarde es para lamentarse!
¡Qué dolor han que sufrir!
Todos tendrán que morir
Ninguno conseguirá salvarse

Miríadas de seres vagando
Sollozando por toda la esfera opaca
Esto serán los hombres que en cloaca
Fétida clamarán lamentando

¡Oh Dios, oh mi vida, oh terror!
Dirán en desesperación todos los impíos
Ahora pueden ver claro sus desvaríos
Cuando les invade el negro temor

Del orbe todas las ciudades
De torres más altas que Babel
Caerán al suelo cuando Aquél
Masacre a todas sus deidades

¡Qué débil es el poderoso!
¡Qué patéticos son los prepotentes!
Estarán todos con sus frentes
Pidiendo piedad al Todopoderoso

Como un mar de estiércol y desechos
Correrá el mar de sangre
Tal es la suciedad y mugre
De los restos de los injustos, maltrechos

¡Con qué velocidad corre este río podrido!
¡Y con qué murmullo estridente!
Se dirige al abismo oscuro, al foso corrompido
Para desaparecer en lava hirviente

Ya es demasiado tarde para lamentarse
De nada valen ahora los llantos
Sólo quedan miedos y espantos
Para los que del Creador han osado burlarse

Su sufrimiento será de ellos y bien lo han de sentir
Pues en vano han vivido
El alma, del cuerpo se ha ido
Dejando la mugrienta carne que el fuego va a destruir

Sufrimiento, lamentaciones y dolor
Por doquiera, cubriendo los cuatro horizontes
Ríos de sangre y de cadáveres inmensos montes
¡Este es el destino de todo pecador!

Y allá, a lo lejos, un tenue resplandor
En medio de toda esta batalla terrorífica
La oscuridad gigante trasluce fulgor
Inocua luz débil, esperanza beatífica




¡Son los elegidos rodeados de divino halo!
Las ovejas buenas que el pastor ha guardado
Porque en sus corazones nada hay de malo
Porque en sus almas la pureza ha quedado

¡Qué paz en la sonrisa del ciervo y qué beatitud!
Su faz iluminada, su cuerpo brillante y su alma en sosiego
Mirando hacia arriba y olvidando el gran ataúd
Que es la tierra entera que ardiendo va, envuelta en fuego

¡Mirad, qué sonrisa, qué felicidad!
Esa fe, esa templanza, esa certeza
Que llenan aquel corazón que reza
Con resplandeciente austeridad

¡La humildad del Bienaventurado!
¡Cómo su espíritu da bendiciones!
Habiendo recibido humillaciones
Así como el Maestro ha hablado

Las calcinantes llamas a tocarlo no se atreven
El humo sólo puede apartarse
¿Cómo negar que ha de salvarse
cuando ángeles sobre él bendiciones llueven?

Y así, bien definidas las lealtades
Al fin, el justo va a ser recompensado
Por tantas injurias, tantas iniquidades
Tanto dolor, duramente arrastrado

Grande en verdad su sacrificio ha sido
Injurias, injusticias y dolor
¡Cuánto, cuánto su corazón ha sufrido!
Sólo puede saberlo el Creador

Y Él, dios de los ejércitos, terrible rey
Vendrá a juzgar de manera severísima
Como lo ha dispuesto la antiquísima
Profecía, todos los libros y la eterna ley

48

Es un animal carroñero la mujer
Que se alimenta de las debilidades del hombre santo
Tanto, tanto, tanto le gusta joder
Que, al final, lo único que deja es discordia y llanto

Tierna, inocente se da a conocer
Mientras va cegando lentamente con su encanto
¡Qué poco es lo que queda hacer
cuando el loco le ha dejado entrar bajo su manto!

El que eligió la soltería, envejecer
Ha con mucha tranquilidad, y sin demasiado llanto
Que el que se ha unido a Lucifer
Digo, a mujer, ¡que del diablo no se diferencia tanto!

Dan bastante goce y un sano placer
Cuando lozanas, pero de viejas causan espanto
Y son carga pesada de llevar y traer
De fiestas a agasajos, y cortejos al camposanto

49

Si las piedras tuviesen oídos oirán
Emotivos llantos y se estremecerán
Ante las lágrimas de ese joven galán
Que de todas las mujeres es un imán

¡Qué tontas y simples son! Dirán
Todas gentes aquellas que no están
Embelesadas por el flirteo del patán
Que no es más que un pobre haragán

Guapo es, y de buena familia, suspirarán
Las noveleras, pensando que es capitán
No saben que gran desencanto llevarán
Al pillar la treta de este astuto donjuán

Feliz de aquella que tenga un guardián
Que por más tonto, la cuidará con afán
Porque se sabe bien que ante charlatán
Las mujeres inevitablemente se expondrán

Y así sin saberlo lentamente irán
A caer en las garras del gavilán
Que las engullirá como un huracán
Devorando todo lo que le entregarán

Y se las dará luego las de musulmán
Diciendo que tiene mujeres cual sultán
Aunque sin haber leído jamás el Corán
Y sus amigos de la pobre insulsa reirán

50

Chiquilla, una niña eres
Y quieres, actuar como adulta
Me insulta, lo que tú pretendes
Si crees, poder dominarme

Mimarme, vaya y pase
Si place, al lugar y al momento
Lamento, que tú no me quieras
Y hieras, mis intenciones

Canciones, las entono si agrada
Mi aliada, es el ojo constante
Delante, de todo analizo
Huidizo, el pensar fluctuante

Vacilante, por tanto, mi voluntad
La amistad, nada de malo tiene
Si viene, acompañada de ardor
Que el amor, a su tiempo vendrá


Tendrá, nuestro destino acaso
Ocaso, inminente
Ausente, el trato
Que beato, morir no me preocupa

Ni me ocupa, el tenerte en mi mente
O ser cliente, de prostituta
Si disfruta, de lo que temes
¡Los penes!

51

(Palabras de Dandamis a Alejandro Magno)

¡Ah!, Alejandro, decirte debo
Que en vano el mundo has conquistado
Pues yo valientemente he ganado
El néctar divino del que bebo

Y voy tambaleando mi goce
Mayor que el de Salomón y Omar (!)
Que nadie en este mundo conoce
Que muy pocos pudieron alcanzar

No hablo de placeres fugaces
Ni de gloria vana o pasajera
¡Nada ganaron los audaces
con sus matanzas y guerras!

Hablo del sublime y supremo deleite
De contemplar la sabiduría y el alma
Que en infinita tranquilidad y calma
Quema sin apuro del tiempo su aceite

En vano imperios, placeres u oro
En vano estudio, labores o urgencias
Aprende el Camino y deja las ciencias
Que todo arde en brutal deterioro

¡Cuán sabio es, Alejandro, dejar todo!
Pues nada puede, ni podrá ser nuestro
¡Cómo te afanas en jugar en el lodo
y en hacerte en lo innecesario diestro!

Deja ya, tonto niño, todo eso
Que no le podrás hacer provecho
Pues no hay en este mortal pecho
Nada que el gentío deje ileso

Pero, ¿cómo importarle podrá
al sabio la muchedumbre chismosa?
Como a ti te preocupa si cabrá
El irrespetuoso o forajido en la fosa

Poder, tienes. Puedes decirlo
Si es que te sirve de algo
Yo, que jamás regalo ni birlo
Sólo a mí me equivalgo

¿Puedes tú, acaso, renunciar a tus esclavos?
Te sirven, te miman y te obedecen
¿Serán ellos los que miedo padecen
o tú el que no eres lo suficientemente bravo?

Servirte deben, bajo amenaza de espada
Pero pueden soportar muy bien ese yugo
¿Podrías tú escuchar a algún camarada
sin tener cerca las cuchillas del verdugo?

Valiente eres, o al menos eso he escuchado
Y jamás has salido derrotado de batalla
Pero la valentía poco vale si es que falla
En vencer a su dueño si es que no la ha domado

Yo, ya lo he hecho
Por eso soy, de entre todos, el más fuerte
¡Largo es el trecho
del que vive sin poder conocer su suerte!

Así son casi todos los mortales
Por eso no pueden escapar de la muerte
Dejan las cosas fundamentales
Mientras el cuerpo se va volviendo inerte

Este poder, empero, no es mío para darte
Pues ni tú ni tus ejércitos podrán entenderlo
Aunque conquisten al mundo y a Marte
Mi sabiduría estará intacta y sin ningún velo

Por eso, Alejandro, vuelve
Aquí, para ti, no hay nada
Deja ya esta tonta cruzada
Que tu joven vigor disuelve

Vuelve a tu hogar
Que, aunque a nadie te espere
Descansarás bien, no que fuere
Tu cuerpo a enfermar

No permita Dios
Que esta joven vida
En el paraíso, acogida
No tenga… Adiós

52

I
Este sabio disfrutaba como un niño
En el inmenso campo de flores
De su amado Dios, de Su cariño
Como su hijo, lleno de honores

Y, ¿cómo olvidar que la lozanía
en su juventud recién florecida
buscara juegos de hombres viriles
en princesas hermosas, gentiles?

Sin duda a Dios se llega por muchos caminos
Pero, ¿cómo lidiar con los tesoros escondidos
del amor, la pasión devoradora que todo lo vence
y todo lo destruye; o este amor será tan solo un espejismo?

El párvulo jugaba sin cesar, en el jardín de su Señor
Sin siquiera quedarse a pensar, en temas como el amor
¿Qué pudo distraer por un momento fuera del inescrutable infinito
a este sabio destinado a la liberación tan buscada por eruditos?

II
Su sola mirada sería capaz de esclavizar hombres
De encender y cumplir los ansiados deseos celestiales
¿Cómo no temblar ante esos inmensos faroles
Que echan fuego a través de sus azulados ventanales?

¿Cómo no perecer, engatusado, ante su mirada casquivana
que, en inocencia pitusa, invita a los placeres de cortesana
y, por su angelical rostro, perder todo el mundo
sólo para ser visto en sus ojos, por un segundo?

Este niño olvida su niñez, queriendo ser niño de nuevo
¡Sólo para rozarse, por un momento, en su terso seno!
¡Oh bruñidas lunas llenas, si pudieran ustedes comprender
la mezcolanza y el revoltijo que en mí llegaron a establecer!

Su cuerpo entero parece estar forjado en los prohibidos elíxires inmortales
Sí, lo sé, esto no puede ser una coincidencia, o del destino un agravio
La dulzura al andar, la picardía al moverse, su frescor de verdes pastizales
¡Son todas cualidades que anteceden a la perdición de santos y sabios!

III
¡Oh!, ¿cómo puedo siquiera
concebir estas reflexiones?
Que, en confusión, no muera
Ni desperdicie los eones



Tanto tiempo orando
¿Será que olvidé Tu voluntad?
Tanto tiempo meditando
¿Será que olvidé mi humanidad?

Mi única duda no quiere desaparecer
¿Buscar a Dios solo, o vivir en el mundo?
No quisiera, en vano y por nada, perecer
¡Quisiera, inmerso en el éxtasis divino, permanecer!

¿Por qué no pudo, este niño, mantenerse en su arriate?
No sabía nada de amores ni dolores
Ahora ansía algo fuera de él, como nunca ha hecho antes
¿Pero no es así la vida, llena de colores?

IV
¡Oh!, ¿quién no la desearía tener en sus brazos?
¿Será la angélica encarnación de alguna diosa
o, simplemente, del Creador un perfecto trazo?
Quizás una inspiradora de poemas, una musa

¿Será un espíritu piadoso y perfecto
un ser benéfico e inocente?
¡O, quizás un ser macabro y siniestro
un vil truco de mi mente!

No lo sé, pero el destino ha de revelarse
Ante mi orden, mi mandato
Así como los arcanos se ven al anhelarse
Y se sabe, que nada ha sido en vano

¿Qué pasará de la musa, seré algún día su dueño?
O, ¿quizás todo esto no sea más que un sueño?
Este niño nunca supo lo que es odiar, o amar
Pero ahora es un hombre, y, al fin, dejó de jugar




53

I
Mujer blanca, mujer de nieve
Blanco tu rostro, ojos brillantes
Figura esbelta, pechos fuertes
Pies pequeños como diamantes

Cuando me miras beber miel quiero
Y en la dulzura de tus ojos ser
Reflejado, en ese color fiero
Claro y hermoso amanecer

Tus senos son blancos e imponentes
Dos maduros y jugosos frutos
De este esclavo y demente
Dos reyes y amos absolutos

Tus pies son pequeños y hermosos
Los adoro y quiero besarlos
Ellos son chiquitos y mimosos
Nunca dejaré de alabarlos

II
¡Ah, mares extensos de dulce miel!
Son tus ojos, que con luz alumbran
Todo, como de Dios recibe el fiel
Sus bendiciones, que tanto abundan

¡Ah, qué profundo es ese océano!
¡Qué brillante es la luz que de el sale!
Mayor que el palacio de Neptuno
Es ese fulgor, que perlas mil vale

Tu mirada me toca y me abruma
Luz de miel, amarillo intenso
En mi interior doloroso quema
Me atrapa, y me hace de ti preso

Y en mares de miel contemplaría
Más luz que en toda Alejandría
Vivir en ti quisiera, preso
De tus ojos, en tu universo

III
Cuando alguien, la blanca luna ve
Y se admira de su belleza
Yo río en mi interior, pues sé
De dos tesoros que me embelesan

Aún más que una o mil lunas
Tus blancos senos hermosos, fuertes
Deseo, y bendigo mi suerte
Por esas lunas, otras, ningunas

Al diablo mi alma vendería
Por beber de tus senos preciosos
Porque mi alma nada valdría
¡Si no bebiese de esos pozos!

Y, si de ellos pudiese beber
Se regocijaría de verdad
Y los besaría hasta obtener
De su néctar la inmortalidad

IV
Tu cuerpo es bello y lo amo
Pero no podría estar erguido
Sin estar por algo sostenido:
Tus pies perfectos y lozanos

¡Ah, gallardos y pequeños amos
de mi ser todo, ante ustedes
me he de postrar, cuantas veces
quieran ordenar a este esclavo!



Ser tu siervo por siempre quisiera
Y como alguna vez María
La bendición de Dios recibiera
Yo también tus pies lavaría

Y viviría así mil vidas
Aunque fuese ante ti postrado
Si pudiese de tus pies al lado
¡Estar, respirar o lo que digas!

V
Mujer blanca, mujer de nieve
Blanca tu figura, pies pequeños
Tu muslo blanco en mis manos hierve
Llenas todos mis carnales sueños

Siento mojada tu boca ardiente
Atacando todos mis rincones
Muerdo tu seno de leche hirviente
Gimes despacio unas canciones

De azúcar blanca bebo tus besos
Aprietas mi brazo fuertemente
Miro tus ojos brillantes, esos
Que me han sumido en ti, hondamente

Giro despacio y entreveo
Pies pequeños de lirio y luna
Los beso suavemente y creo
Estar inmerso en tu laguna

Tus muslos firmes reciben luego
Toda la atención de esta boca
Que los muerde, los besa y juega
Con toda su pasión, que no es poca




En ese momento te siento en mi
Virilidad, buscando devolver
Todos los cariños que yo en ti
Iba a dar, con todo mi querer

Blancos y rojos son, ¡oh, tus labios!
Esa rosada boca, esa flor
Única, aromática, dulce que
Me saluda en todo su esplendor

La amo, la beso y la miro
Absorbo y degusto su sabor
Y te siento a ti, abajo mío
Correspondiendo todo mi amor

¡Éxtasis, éxtasis, éxtasis y (lo abarca todo el cosmos)
placer sin límites, goce total!
En nos, que seríamos uno si (solamente ahora lo somos)
No existiese el tiempo, fatal

Entre besos y mordidas logro
Ver tu espalda blanca y perfecta
La beso completa, y tu hombro
Pensé, la montaña del profeta

Estando así, te empiezo a amar
Despacio al comienzo, sin apurar
¡Oh, tus nalgas son dos lunas llenas
odres de divino vino llenas!

Voy apurando un poco el ritmo
Recorro con las manos tu espalda
¡Pampa blanca, desierto infinito
que no se acaba, que no se acaba!

Seguimos la carrera, jadeantes
Apurando el paso cada vez más
Como dos ladrones o maleantes
Que la ley no ha atrapado jamás

Estás inquieta, pareces loca
Juegas con las sábanas y tocas
Tus cabellos y cara, y pienso
Que intenso placer, que inmenso

De la planicie perpetua de tu
Espalda, tu cintura bajo y subo
¡Qué dulce es la geometría en su
carnosa perfección que en ti pudo!

¡Oh, tus senos, tus senos, tus senos!
Tus hombros, tu espalda y tus brazos
Todo es mío, nada ajeno
Casi desfallezco… y te abrazo

En el momento apropiado paré
Y de un empujón, pícaramente
Te alzaste como una torre
Y me asediaste, hábilmente

¡Que impotente y débil estaba
debajo de tu yugo y control!
Mas no lamentaba, pues gozaba
De ti y tu mirada, cual farol

Que tambaleaba su luz, y se
Retorcía y desorbitaba
¡Amarillos ojos profundos que
fulminan, cual astro rey brilla!

“¿Habrá amor en esa mirada?”
Me decía un poco asustado
Mientras de miedo y placer temblaba
Bajo su hechizo embrujado




Finalmente sonrió, y me dijo:
“Ven a mí, abrázame, bésame”
Pude obedecer, aturdido
Y sentí su cuerpo embriagado

¡Oh dulce y ardorosa pasión
éxtasis, ricura de éxtasis!
¡Gozo que no tiene comparación
tragedia maldita del Génesis!

¡Su abrazo que fuerte era!
Su cuerpo como un cadáver, duro
Yo había soltado mi simiente
Que llegó a sus entrañas, puro

Ella también me había manchado
Con no poca de su ambrosía
¡Ah, la lucha había terminado
y la paz su armonía lucía!

Henos ahí, sudados, cansados
Temblando y buscando apoyo
En el otro, feliz y extasiado
Corazón, finalmente saciado

54
I
Día y noche, noche y día
Siguen los astros su rutina
El universo entero guía
Lo que sabe y nadie imagina

El bendito ya está a un paso
Del supremo e inalcanzable secreto
En este mundo está de paso
Y, ni aun el cielo es digno del perfecto



¿Cómo describir al querido por los dioses?
¿Aquél que medita desde el amanecer de los tiempos?
Ni mil reverencias, oraciones u honores
Podrán alcanzar agradecer el bien que hace al universo

Él es el universo mismo
Un poco más de tiempo…
Para llegar a lo último
Cuando marchite este cuerpo...

II
Sólo el Creador puede saber
Todos los secretos del universo
El necio no puede entender
Lo ve todo al revés, todo inverso

Pero ¿acaso el Innómino siente compasión
por los extraviados del camino?
Más les vale morir pensando en su amor
Que vivir perdidos, sin destino

Este pequeño sabio siempre medita
En su grandioso creador
Haciendo de su cuerpo una ermita
Quemando toda pasión

Pero nada puede hacer por los locos
Pues en su destino está el sufrir
No habrá bendiciones, fe tampoco
En los que nacieron para morir

III
¿Puede un hombre
(una bolsa de carne enfermiza destinada a morir)
sentir el único goce?
(habiendo el apego a los sentidos suprimir)



¿Puede llegar a convertirse en un loto?
(con su cuerpo en el barro y su mente en Dios)
¿Puede llegar a ser igual a un santo?
(llegando a la Verdad sólo a través del amor)

¿Qué es este amor tan misterioso
tan trascendente y simple
que nos convierte en mimosos
pequeños, inocentes y libres?

Lo único que nos hace modestos y distintos
De un pedazo ordinario de carne
Que de todo quiere agarrarse
Mientras la descuartizan gusanos y bichos

IV
¿Podríamos ver a Dios
a través de la belleza de una mujer?
¿O en su profunda mirada
no hacer nada y no dejar nada sin hacer?

Aquel pequeño sabio ha llegado a esta duda
Porque a su vida no le falta nada
Pero la nada es vacía e inmensa, no tiene cura
¿Debería hacerse con su amada?

¿Cómo describirle
cómo expresar la inmensidad que abarca ella?
¿Cómo decirle
que en el fondo de mi mar encontré a mi perla?

Perdonen las palabras (que nada ahora pueden decir)
También los poetas apasionados
Pero ella nada abarca (en inocencia que no puede mentir)
Y sin embargo está en todos lados




55

(Adaptación de la Misa Réquiem)

Requiem aeternam dona eis, Domine
Et lux perpetua luceat eisTe decet hymnus, Deus, in Sion
Et tibi reddetur votum in Jerusalem
Exaudi orationem meamAd te omnis caro veniet

Requiem aeternam dona defunctis, Domine
Et lux perpetua luceat eisRequiem aeternam dona eis, Domine
Et lux perpetua luceat eis

Kyrie, eleison!
Christe, eleison!
Kyrie, eleison!

Dies irae, dies illa
Solvet saeclum in favilla
Teste David cum sybilla

Quanctus tremor est futurus
Quando judex est venturus
Cuncta stricte discussurus

Tuba mirum spargens sonum
Per sepulchra regionum
Coget omnes ante tronum

Mors stupebit et natura
Cum resurget creatura
Judicanti responsura



Liber scriptus proferetur
In quo totum continetur
Unde mundus judicetur

Judex ergo cum sedebit
Quidquid latet aparebit
Nil inultum remanebit

Quid sum miser tunc dicturus
Quem patronum rogaturus
Cum vix justus sit securus

Rex tremendae majestatis
Qui salvandos salvas gratis
Salva me fons pietatis

Recordare Jesu pie
Quod sum causa tuae viae
Ne me perdas illa die

Quaerens me sedisti lassus
Redemisti crucem passus
Tantus labor non sit casus

Juste judex ultionis
Donum fac remissiononis
Ante diem rationis

Ingemisco tanquam reus
Culpa rubet vultus meus
Supplicanti parce, Deus

Qui Mariam absolvisti
Et latronem exaudisti
Mihi quoque spem dedisti


Preces meae non sunt dignae
Sed tu, bonus fac benigne
Ne perennis cremer igne

Inter oves locum praesta
Et ab hoedis me sequestra
Statuens in parte dextra

Confutatis maledictis
Flamis acribus adictis
Voca me cum benedictis

Oro suplex et aclinis
Cor contritum quasi cinis
Gere curam mei finis

Lacrimosa dies illa,
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus
Pie Jesu Domine
Dona eis requiem.
Amen.

Domine Jesu Christe
Rex gloriae
Libera animas omnium
Fidelium defunctorum
De poenis inferni
Et de profundo lacu
Libera eas de ore leonis
Ne absorbeat eas tartarus
Ne cadant in obscurum
Sed signifer sanctus Michael
Repraesentet eas in lucem sanctam
Quam olim Abrahae promisisti
Et semini eius

Hostias et preces tibi, Domine
Laudis oferrimus
Tu suscipe pro animabus illis
Quarum hodie memoriam facimus
Fac eas, Domine, de morte transire ad vitam
Quam olim Abrahae promisisti
Et semini eius

Sanctus, sanctus, sanctus
Dominus Deus Sabaoth!
Pleni sunt coeli et terra gloria tua
Hosanna in excelsis!

Benedictus qui venit in nomine Domine
Hosanna in excelsis!

Agnus Dei, qui tollis pecatta mundi
Dona eis requiem
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
Dona eis requiem sempitername

Lux aeterna luceat eis Domine
Cum sanctis tuis in aeternum
Quia pius es

Requiem aeternam dona eis, Domine
Et lux perpetua luceat eis
Cum sanctis tuis in aeternum
Quia pius es

Libera me, Domine, de morte aeterna
In die illa tremenda
Quando coeli movendi sunt et terra
Dum veneris judicare saeculum per ignem

Tremens factus sum ego et timeo
Dum discussion venerit atque venture ira
Quando coeli movendi sunt et terra.

(Traducción)
Descanso eterno dales, Señor
Y que la luz perpetua les alumbre
Cantándote, ¡oh Dios!, en Sión un himno
Recibe, en Jerusalén, nuestros votos
¡Escucha, Señor, esta oración!
Ante ti vendrá toda la carne

Descanso eterno dale a los difuntos, Señor
Y que la luz perpetua les alumbre
Descanso eterno dales, Señor
Y que la luz perpetua les alumbre

¡Señor, ten piedad!
¡Cristo, ten piedad!
¡Señor, ten piedad!

Día de ira, aquel día
En que se disuelva el mundo en cenizas
Anunciado por David y las sibilas

Cuánto temor queda
Cuando el juicio se acelera
¡Cuán estrictamente resolviera!

De la trompeta, el sonido
Por las sepulcrales regiones esparce el estallido
Llamando al trono todo lo conocido

La naturaleza y la muerte asombradas
Llevando a las criaturas despertadas
A enfrentar las sentencias decretadas



Como en el libro estaba escrito
En el cual todo estaba contenido
Por el que el mundo será medido

Cuando, entonces, el Juez se haya sentado
Todo lo que está oculto será alumbrado
Sin quedar absolutamente nada olvidado

¿Qué diré yo, pobre miserable?
¿A quién acudiré a rogarle?
¡Cuando hasta el justo está vulnerable!

Rey de majestad, rey tremendo
Que gratis salvas, salvando
¡Salva me, conmiserando!

Jesús pío recuerda
Que por mí has venido a esta Tierra
Y en aquél día no me pierdas

Buscándome, sufriste, clamando
Cruz a cuestas, caminando
¡Tanto trabajo no sea en vano!

Justo Juez de lo total
Sálvanos de lo fatal
Antes del día final

Mírame gemir, como el reo ante su multa
El rostro sonrojado, por mi gran culpa
¡Oh Dios, a los que te suplican disculpa!

Como a María le absolviste
Y a los ladrones escuchaste
Esperanza a mi me diste



Las oraciones mías, no siendo dignas
Dame tú la piedad, por compasión benigna
Ni dejes que caiga en las llamas ígneas

De entre las ovejas, ¡elígeme!
Llevándome lejos, ¡secuéstrame!
Y a la derecha (del Padre), ¡colócame!

Los confundidos y malditos
Arderán en las destructivas llamas, adictos
¡Llámame junto a los benditos!

Oro y suplico, inclinado
El corazón en cenizas, calcinado
Mi fin en tus manos he dejado

Será aquel día, un día lagrimoso
En que, de las cenizas, resurja airoso
El hombre culpable, a ser inminentemente juzgado
¡A este solo, oh Dios, tenle por exceptuado!

Señor Jesús pío
Dales el descanso. Amén

Señor Jesús Cristo
Rey de gloria
Libera a las almas de todos
Los fieles difuntos
De las penas infernales
Y del abismo sin fondo
Libéralos de las mandíbulas leoninas
Y que no los absorba el tártaro
Ni caigan en lo obscuro
Que el abanderado santo (arcángel) Miguel
Les represente en la luz santa
Así como prometiste a Abraham
Y a su semilla

Ofrendas y oraciones, Señor
Con alegría te ofrecemos
Tú recíbelas por las almas de aquellos
A quienes hoy recordamos
Haz, Señor, que de la muerte transiten a la vida
Así como prometiste a Abraham
Y a su semilla

Santo, santo, santo
¡Señor Dios del Universo!
Cielo y tierra llenos de tu gloria
¡Hosana en las alturas!

Bendito quien viene en nombre del Señor
¡Hosana en las alturas!

Cordero de Dios, que del mundo el pecado quitas
Dales el descanso
Cordero de Dios, que del mundo el pecado quitas
Dales el descanso sempiterno

Alúmbrales con la luz eterna, Señor
Con tus santos por siempre
Porque eres piadoso

Descanso eterno dales, Señor
Y que la luz perpetua les alumbre
Con tus santos por siempre
Porque eres piadoso

Libérame, Señor, de la muerte eterna
En aquel día tremendo
Cuando se sacudan cielo y tierra
Y vengas a hacer tu flamígero juicio al mundo

Estoy con miedo, y temblando
Hasta que venga la sentencia y caiga la ira
Cuando se sacudan cielo y tierra

56

I
Meditando un sabio, solo se encontraba
En la más alta cumbre de los siete cielos
Que el Profeta, en sueños vislumbrara
Con ángeles meciéndole en divinos velos

Lo que este ser era, creían imposible decirlo
Ni si quiera en los siete cielos, o siete infiernos
Había alguien igual a él o capaz de seguirlo
En su oceánica sabiduría, en sus juegos eternos

Pero el Primigenio Ser, el Ser Creador
Para él una misión tenía
Debía salir del cielo, con mucho dolor
Pues al planeta Tierra iría

Y así empieza esta pequeña historia:
El sabio aceptó lo que Dios le anunció
Guardando siempre en su memoria
Su pasado perfecto y a lo que renunció

(Así como el Buda renunció a todo
para encontrar para el dolor una cura
y todos, cada uno a su propio modo
le imitan, viviendo así una aventura)

II
Los seres nacen con un propósito a cumplir
Todos los sabios lo saben
Se les otorga un cuerpo y un camino a seguir
Esperando a que se salven

Ya sea en la azul Tierra, en Indraloka o en las estrellas
En la vida acogida, el trabajo es el superior entre los caminos
¿Que sentido tendría, si el hombre, al nacer de doncella
Nunca sufre, y en su vida sólo goza en cuantía placeres finos?

Alguien bien podría gozar más
En el Cielo que en la Tierra
Sin sosegarse y pensar jamás
Que el destino nunca yerra

El sabio pensó en esto y ya no sintió dolor
Ya no extrañaba su cielo ni su tabernáculo
Por eso decidió enterrar su pasado en sopor
Y así continuar con su vida, sin obstáculo

(Así como el omnisciente y perfecto Señor Krishna
continuó con los preparativos de la confrontación
para acabar con toda la maldad, ya que nadie imagina
que todos fueron salvos en su gloria sin parangón)

III
Seguía conociendo los placeres
Sin salirse nunca de la pureza
¿Cómo saber que entre los seres
llegaría a conocer una princesa?

Ahora agradece al cielo mismo
El cual hacía ya mucho tiempo él mismo había abandonado (con certeza)
Su idiosincracia, su escepticismo
Y otras cualidades que a cualquiera dejarían anonadado (¡su belleza…!)

¡Si tan sólo ella pudiese ser ella misma!
Si escuchase su corazón en vez de a este mundo desquiciado y demente
¡Nadie le podría impedir llegar a la cima!
Y al fin sería mi manjar exquisito, al llegar a casa luego de estar ausente

¿Cómo siquiera podría pensar en estar recelado
de sus juegos con otros
si el Amor un lugar especial me ha reservado
en pureza única de oro?




(Así como el Amor Divino, el mayor beneficio
en un Nazareno ha reservado
en su corazón prístino, el mayor sacrificio
para poder perdonar el pecado)

IV
Y he ahí la duda que turba a la mente:
¿Podrá en pureza mantenerse el manjar?
Pero que nadie desvele ni se lamente
Ya que al cielo de nuevo ha de retornar

¿Podría el que está alejado del sufrimiento
sentir dolor si no se cumple ese único apetito
y, como un bebé llorar por falta de alimento
al darse cuenta que se arruinó el plato favorito?

Bien podría él hacerlo
Porque tiene prohibido, la comida arruinada tocar
Bien podría lamentarlo
Porque en la gloria son vistos los que pudieron amar

Y es así como el sabio había bajado de los cielos (de ese gigante muro)
Para ese manjar prístino, perfecto y puro poder saborear
Así dicen los que del futuro quitan los velos (los que predicen el futuro)
Que el infinito se completó esa noche, al poderla amar

(Así como Alá quitó todos los velos
al más digno de los hombres: el Profeta
y le llevó por todos los cielos
para que pudiera alcanzar su última meta)

57

¡Tanta es la grandeza del hombre!
Odas entono en su honor
¡Dicha, regocijo y amor!
Odiseas que no tienen nombre


Pues ha vencido calamidades
Enfermedad y múltiples guerras
Navegado por mares y tierras
Superando inmensas adversidades

¡Ah, cuánto y qué mucho ha hecho!
Más que la naturaleza
Indomable en apariencia cuando de hecho
Es una mera arrapieza

En verdad, el hombre, no es de ella un producto
Ni un mero animal
¡Tan cerca de ser dioses y tan lejos de ser un eructo
Oceánico ancestral!

Encomio todo esto, pero más esa
Sabiduría y todo ese conocimiento
¡Nada se compara con el entendimiento
Único y universal que profesa!

¡Loas eternas alzo al juicio, a la razón y al pensamiento
Odas a lo que ha puesto a este universo en movimiento!

58

Hay una chiquita
Pequeña mujer hermosa, audaz, alegre y risueña
Traviesa cual monita
Por cuya roja cabellara mi alma siempre sueña

Un día, la vi, simplemente
Y, viciado y prendado por su sonrisa
Anhelante, como el verano por la brisa
La seguí, tímidamente

¡Cómo saciarme de ella!
Su alegría era vida, luz y agua pura
Que brillaba como estrella
Resucitando a mi corazón de la amargura

¿Quién podrá jamás confundirla?
Los brillantes ojos, los rojos cabellos
El andar juguetón y el cuerpo bello
¿No lo hace a uno querer perseguirla?

Los sueños, los anhelos y las fantasías
De su corazón siempre brotaban
¡Cómo mis ojos por ella clamaban
y mi inocente felicidad cada vez crecía!

Y cuando, Dios mío, lloraba
¿No era cual ángel divino
que bajando del cielo vino
y el corazón éste, limpiaba?

¡Ven aquí, oh, tierna mariposa!
¡De mí no huyas, de mí no huyas!
Ponte un manto y serás mi esposa
¿O el destino hará de las suyas?

Miedosos, inseguros y vacilantes
Por este mundo van todos
Los enfrentaremos solos
Y saldremos triunfantes

¿Quién se atreverá a detenernos?
Nadie podrá, nuestro amor, resquebrajar
Y si algún día este lugar hemos de dejar
Lo haremos juntos, sin dejar de vernos

¡Amor de mi vida! ¡Querida!
En ti he saciado todas mis ambiciones
Ya que has curado mis heridas
Con tus sonrisas y dulces canciones




Este camino no dejaré
Tú conmigo estarás
Y a tu lado yo estaré
Todo saldrá bien, ya verás

Los deseos de tu corazón
Serán todos cumplidos
¡Esa es la única razón
por la que hemos nacido!

Una eternidad espera
Jugando a ser tú y yo en la creación entera
Hasta que nuestras barreras
Se rompan, por amor, ¡quedando solo esencia!

59

(Cap. XXVII, Dhammapada. El creador)

¡Qué lejos está la meta! ¡Qué lejos está la orilla!
Suspira el caminante
Mientras ve a los necios chapotear en la playa

Aun más lejos: ve aquella columna inmensa de humo
En el bosque ardiente de los deseos
Y a los ciegos, completamente perdidos
Buscando salvación en la muerte

¡Cómo se masacran y devoran entre sí!
¡Qué extenso es aquel valle de lágrimas!
Envidia, dolor y orgullo reinan en el desierto
Del cual el despierto ha salido

Él es como el agua límpida de un oasis
Turbia por momentos
Mas, cesa, y vuelve a la calma



No es fácil encontrar un buen amigo
Una esposa fiel es muy rara
¡Cuánto más difícil aún entonces será
ser bendecido con el contacto de un despierto!

Ciertamente que él ha navegado valientemente
Por el interminable océano del samsara, para al fin
Por la firmeza de su voluntad, emprender el camino
¡Como un lobo que en la soledad ha encontrado a la luna!

El despierto nada debe al mundo
Ni el mundo a él
Liberado de sus ataduras
Emprende el vuelo final…

Pero otros quedan anclados
A este yermo frío
Por el amor a los seres

¡Los divinos maestros cuya omnisciencia es inabarcable!
Cuyo amor es interminable y cuya alma es imperdurable
En el espejo ilusorio del universo
Como algo separado
Del todo

Parece un hombre
Si se lo mira con los ojos
Mas su corazón abarca
Infinitudes inimaginables

El maestro no se inmuta, sonríe
El no es agua sino océano
¡Y qué profundo que es…!

Ambos conocen la verdad
Y es sólo cuestión de tiempo para que se liberen
Y para que vuelvan de nuevo (¡sí, de nuevo!)
Para ser salvos con la última brizna

Pero aún queda camino por recorrer
A medida que el sendero se estrecha
Ocultando las altísimas cumbres
Que los Budas no han mostrado

Donde impera, en el infinito, el Creador
Grandes son las ofrendas a él realizadas por los Budas
Inmensa la bienaventuranza que él regala
¿Cómo no dudar al ver que hasta los liberados lo necesitan?

El buen caminante nunca descansa
Como así el maestro o el liberado
El Creador con amor les enseña y dirige
Sin saber que Yo Soy lo único verdadero

60
“En Leipzig me perfeccioné mucho espiritualmente, me masturbé ampliamente, y no frecuenté tanto a las prostitutas como debí hacedrlo”
22, IV. Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

Gateaba por la “tierna” pubertad (¿lo he dejado de hacer, acaso?) cuando descubrí a Nietzsche. Y cayó como un martillazo que rompió en mil pedazos mi porcelánica inocencia. Zarathustra me había conmivido hasta el tuétano, y la idea de un Dios muerto me hacía babear. Luego se fue completando el pelotón: Sartre, Descartes, Wittgenstein, Kierkegaard y (otros menos importantes que recordar) Schopenhauer. Pero no llegaba a captar (gua´u que ahora lo hago) plenamente el sentido de estas sandeces con las que me llenaba la cabeza; aunque ya había aspirado el aroma de los pétalos-páginas del Dhammapada, Tao Te Ching, etc. En otras palabras: ni diez mil Kants valen lo que un Shankara, y punto. La “filosofía” de la que tanto se precian los “mozos de peluquería” que se dicen filósofos, no es sino desperdicio. La verdad no se encuentra dentro de los sistemitas de Hegel y compañía, sino que arde en una llamarada imposible de demarcar. Aunque chispas de ella, se pueden apreciar en el loco citado al principio, en Lichtemberg, Pascal y otros que no hicieron un intento de “explicar la realidad” diciendo pavadas en las universidades.

Lo cierto es que (mal que le pese a Montaigne), decir sandeces no sería malo en todos los casos (a no ser que se haga cátedra de ello), sino que aporta una luz interesante o inadvertida que divierte, al menos. Porque de tomarnos la vida demasiado en serio, podríamos acabar en un manicomio.

Concluyendo se podría decir que lo siguiente no es sino masturbación mental, tiros al aire y pavadas que ojalá nunca se digan en universidad alguna, ni por los pancheros de enfrente… aunque si lo dicen los “catedráticos” (sea sobre esto, Schopenhauer o mi huevo izquierdo), ¡se les perdona, como siempre!
61
¡Qué tonto el que toma todo lo que digo literalmente! Toda palabra tiene que ser tomada desde un punto de vista teleológico. Me entenderá mejor el que no se da fácilmente por insultado, y el que tiene la aptitud de llorar y reírse de sí mismo… a borbotones y a carcajadas.

Ni yo mismo sé cuando tomarme en serio o en broma: he fundido ambas cosas en una sola. Creo que soy como un santo que dice sandeces o un sofista hablando de lo sacro. ¡Sí!, eso es: soy santo y cínico a la vez… un “santínico”.

Concluyo que mi cerebro está sobrecargado de cosas, en total infinitas, y que, al mismo tiempo, puede seguir absorbiendo eternamente. En otras palabras: soy un idiota.

62
¿Creéis que soy escritor? No no no. No soy nada de esa mierda. No sé, en principio, ni siquiera si soy; y, si ni sé si soy, ¿cómo he de saber si soy mierda? Y si soy mierda… lo soy ahora nada más, porque al sentarme en mi trono esa mierda que soy yo, ha de desprenderse de mí, conquistando su libertad, y ser una mierda por derecho propio, ser en sí misma, una cosa separada y totalmente diferenciada de su creador. Entonces, al fin: ¿qué mierda soy…?

Ni mierda ni soy. Neti neti.
63
Digamos que los yanquis inventan alguna estupidez. Los curepís lo imitan, y luego nosotros. ¿En qué nos convierte esto? ¿En imitadores de imitadores? ¿En basura de la basura…? Sé que Luís Alberto del Paraná no era un cantante demasiado virtuoso, pero algo, en su vida, había logrado… ¿o no? Y las cosas que hacen en su nombre… ¡qué lacras humanas las que se reúnen a difamar su nombre! En suma, tuve que cambiar de tele: manché el aparato de vómito. Nunca se ejemplificaron tan bien las palabras “falta de seriedad” o “joda total”, ¡qué bufones somos los paraguayos! ¡Una verdadera raza de imbéciles, el hazmerreír del mundo (o del cosmopolita retrasado mental que tiene suficiente tiempo para como para perderlo en prestarnos atención)! Así como para saber si un vino es bueno o no basta un sólo trago, así esta mierda pestilente se abre paso a través de los cuatro vientos y canta su estolidez con clarines ensordecedores: una sola nota basta para adivinar el resto de esta sinfonía estúpida. No sé cómo alguien no pudo haber hecho estallar una bomba o al menos ido al lugar a acribillar a todos los presentes… la única conclusión es que es preferible para el paraguayo ser un desvergonzado. Si el apellido “Paraná” evocaba en alguien algo loable, de ahora en más no ha de significar más que la desfachatez farandulera, la estupidez del ava, la broma pesada que es cada personaje en cuya cédula figura la nacionalidad “paraguaya”. El pobre tipo, que algún esfuerzo habrá hecho en dejar bien parado el “buen nombre” de su nación, ha de estar revolcándose en su tumba al ver lo que sus sucedáneos han hecho… y al decir eso me quedo corto. Si en el infierno tienen televisión, todos los demonios estarían vomitando frenéticamente hasta caer desfallecidos. ¡Las cosas que hace la gente en su afán de notoriedad! Y ni siquiera fue un paraguayo el de la “brillante idea”. El paraguayo es demasiado estúpido como para ser el más estúpido de todos, su imbecilidad es tal, que ni en eso puede sobresalir, paradojal bestia que supera con creces al burro de Buridan. Fue un curepí, sin duda, el que pudo haber tenido la “inteligencia” de armar semejante Schrekensfanfarre: esto es lo peor que han hecho los argentinos después del Martín Fierro… y me refiero al libro, por supuesto.

64
Recuerdo que, una vez fui al funeral de un completo extraño (es que iba a un tonto colegio que le obligaba a sus alumnos a hacer cosas estúpidas como ésa, o por ej… ir a misa (?). Lo que sí, la viuda lloraba al pedazo de carne enmoheciéndose (que era su esposo) mientras los alumnos admirábamos el espectáculo, felices de que existan este tipo de excusas para salir de clases. Yo me alejé lo más que pude del ataúd con otro compañero, y empezamos a hacer bromas acerca de la (inexistente quizá) flatulencia del morcillón maloliente. Nunca en mi vida me reí tanto. Nadie, al parecer, se dio cuenta…
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Al salir de una discoteca, cuando en parranda con socios, se le ve a una tipa sentada en el piso, atajada por alguien y rodeada por otros. Su pose era espectacular. Parecía haber perdido totalmente la conciencia: sus miembros se desparramaban de su cuerpo y su cuello parecía de goma (pues su cabeza no podía estar erguida), sus piernas estaban separadas y mostrando su asquerosa bombacha sucia (porque su pollerita no le tapaba nada), y, su cuerpo en general brillaba con una languidez terroríficamente bestial, que cualquiera hubiese pensado que se trataba de un maniquí de plastilina, o un perro muerto. Cuando apenas puedo asimilar este inigualable cuadro, sucede algo maravilloso: la tipa empieza a vomitar con una fuerza tan brutal, que pareciera ser llevada por los mil demonios. Su vómito chorreaba con violencia huracanada, frenética y tal arrebato de furia que, por un momento, me convencí de que la vida de la pobre terminaría junto con su vomitona. Bañó todo lo que había cerca, quedándose completamente empapada en un charco, del cual sus amigos (luego de haberse alejado de la erupción, claro) intentaban sacarle. ¡Esto es el ser humano—pensé—grotesca y mirífica criatura…! Lo gracioso del asunto es que, luego de descargar su puchero, la tipa, súbitamente, recobra totalmente la conciencia y ve su charco; y, puedo jurarlo, antes de que se levante y recoja los últimos vestigios de su decencia: sus ojos brillaron de placer al ver lo que hizo…

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Con un socio nos quedamos en un bar, mientras esperábamos a otro amigo que había entrado a una discoteca, en donde podíamos absorber el efluvio amarillento bajo la plácida noche sin estrellas. ¡Patética noche “asuncenamente bella” como lo diría el Guerrero! Lo cierto es que, al llegar la hora en que los bailarines bailantes salían de su local, totalmente en pedo, desde el techo del bar era posible una vista panorámica del estacionamiento. ¡Campo de batalla en el cual veríamos luchar a los borrachos contra las leyes físicas! Jovencitos tambaleando, oscilando o arrastrando sus alcohólicas humanidades por un camino absurdo; jovencitas calenturientas, chocando el auto de papi por dondequiera haya perturbación topológica. ¡A Darwin le hubiese asombrado todo el esfuerzo que le cuesta al paraguayo alcoholizado caminar erguidamente! Faustiana fantasía, pensé, la de los mundillos por cuyas lunas vagan las pueriles y alcoholizadas mentes de estos jóvenes, y de la sociedad en general, cuando emprenden la borracha senda de la imbecilidad, para soportar mejor el aburrimiento fastidioso de sus existencias sin significado. ¡Milagrosa maravilla sería ver, en los comerciales de estas bebidas de la “felicidad”, todas estas personitas en pedo y reventadas como los puercos que son! ¡Ah…!, ya me lo imagino… jóvenes y viejos, todos juntos, bailando y delirando apoteosísticamente, mientras van vomitando, cayéndose, golpeándose (solos y entre sí), discurseando, riendo, llorando… y luego… uno que otro accidente automovilístico, algún abuso doméstico, uno que otro suicidio, dos o tres entrando en emergencia por coma alcohólica o heridas o contusiones… todo acompañado con el ritmo de la nueva onda bailable que esté de moda… para rematar con la marca de la bebida y el mensaje: “ XXX, la cerveza que refresca celestialmente el infernal calor del Paraguay”. Si el Guerrero viviese en estos días, habría, entonces dicho: “Una noche borrachamente asuncena”.

Una ciudad entera idolatrando la estupidez. Qué asco, realmente, dan estos niños ricos. Repugnan la sociedad con sus borracheras.
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Estando en un edificio céntrico me encuentro con un amigo. Me dice que tengo que ir con él a cierto elevador, y, una vez dentro, se aleja dejándome solo, con la advertencia de no tocar todos los botones del mismo al mismo tiempo. Naturalmente que lo hago, y siento algo romperse: los cables del elevador. Cayendo en creciente aceleración, veo que las lucecitas y los numeritos empiezan a danzar furiosamente mientras mi estómago se retuerce en nauseabundo vértigo. Llegado cierto punto, la sensación de caída se transforma en ingravidez, y me veo flotando en el aire. Medianamente satisfecho por esto, cierro los ojos… y vuelo. Al abrirlos de nuevo ya no hay ascensor, sino un verde prado por encima del cual me deslizo como un ave. Logré la inmortalidad, pensé; y, al esfumarse ese pensamiento, penetran en mí y me laceran infinitas espadas, cuchillas y cimitarras invisibles. El dolor abrumador que siento queda coronado por la siguiente imagen horripilante: la de mis propios padres haciendo el amor. Cuando cesa esta locura, soy arrojado a un lodazal, quedando hundido hasta el cuello. A lo lejos vislumbro un ejército de espantapájaros en una descomunal orgía, como si se tratase de una batalla entre demonios enloquecidos. Al rato viene alguien en una carreta tiradas por bueyes lilas, y me ayuda a salir. Intento hablarle pero mi boca no me obedece. Me recuesto encima de la paja que llevaba atrás y quedo inconsciente…

Logro despertarme al amanecer, en mi cama, con una ligera resaca. Hice esto treinta nueve mil quinientas ochenta y tres veces, y finalmente, morí.

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¿El sarcasmo forma parte de mi obra? ¡Jajajaja! ¡Diógenes el Cínico has shit on me man! ¡Jajaja! El sarcasmo no sólo forma parte de mi obra (también), sino que es el mismo aire que respiramos. Ni Schopenhauer, ni Nietzsche, ni los existencialistas la cacharon: ¡El fondo del fango todavía está lejos! Si creen que han visto el capullo en flor el nihilismo todavía tienen mucho de gusano. Ni si quiera el enano cojitranco ha llegado a tales profundidades. Lo único que les queda es rezar. Recen para que el Übermann venga a salvaros. Recen y barran el piso con sus frentes. ¿Creen que han sufrido lo suficiente…? Pues no. El valle del dolor se extiende más allá de lo que la vista puede alcanzar. ¡No creáis, por favor, que existe escape fácil! ¡Nada más lejos de la verdad! ¡Paguen su cuota de dolor como buen contribuidor, que, como todo dolor, si fortis brevis, si longus levis! Recuerden: sufran, sufran y no descansen. Algunos de ustedes, tontos, rebasando a la infinidad con su memez, pretenden imponer condiciones a Dios; ¿extorsionarle queréis? ¿Amenazarle? Sepan que él quita y da placer a voluntad… y que está por encima de nuestras rabietas. Además: le encanta ponernos en ridículo.

69
“十人十色”
諺。
Pensamiento fluye, en sus mentes calmadas, colmadas, calmadas y calladas, aunque, aborrecen a los vulgares. Ellos sienten asco por los que usan palabras chabacanas para expresar verdades. La verdad es buena, siempre. Claro que no necesita de aderezos para prevalecer (como dice el papá). Ergo la mentira es mala, en todos los casos. Ironía que no exista ideograma para designar al vocablo que designa el antedicho término en japonés: “uso”, teniendo en cuenta que la idiosincrasia nipona no escatima esfuerzos en “concurrir sin pudor” a ella cada vez que sea necesario. Y lo es, momento a momento. Todo sea por la armonía del grupo.

Aborrecen categórica y perentoriamente la mentira y todos sus sobrenombres o secuaces que pululan por ahí. ¡Cómo no se les ha de retorcer el estómago al ver semejantes pedazos de mentecatos, que, no sólo no les importa, si no que toman placer al enfangarse en la porqueriza del engaño! Sua cuique voluptas

No aborrecen a los japoneses por ello. Su cultura es otro universo, lejos del nuestro. Tampoco quisieran caer en el puritanismo de acusarlos de engañosos por “mentir” en todo momento y lugar. Así es su mundo y punto. En efecto, son las gentes más afables con las que se han encontrado. Su amabilidad, bien podría compararse con la de aquellos paraguayos, lejos en el tiempo (que pocos descendientes han dejado). Demo usowa uso desu, itsumo.

No deja de tener también la fealdad, cierta belleza. Quizá un esfuerzo más en deshacer la maraña de dualidades que nos devoran. Amén de encontrar verdaderas perlas de sabiduría en la boca de necios, 馬鹿も一芸。Por consiguiente ellos empiezan a pensar que… bueno… después de todo, las palabras bellas y pulidas no pueden dejar de ser aderezos a la verdad, que, solamente impiden su entendimiento. Lo que nos lleva a la inminente conclusión: veritas nunquam perit, pero adquiere distintas formas…y aderezos.

70
“¡Qué vacío y lleno de basura está el corazón del hombre!”
139, VII. Pensamientos. Blaise Pascal.
Todas las familias son chismosas. La pirámide que es el ser humano, está sostenida por toneladas de fruslerías, ripios y naderías (¡y cuán alta está esa cima!). Por eso la parentela me da tanto asco. Mi padre y mi madre son y me han dado todo en la vida, pero: ¿Qué le debo yo a mi primo o a mi tatara-tía-abuela-tercera…?: nada. Dignas de observar, en verdad, son las ocasiones en que estos buitres se reúnen para farfullar su estolidez: ¡Beban, coman, y sigan bebiendo, que, eso no os hará menos estúpidos, o más dignos de compasión…! ¡Cómo es que estos animales siempre encuentran excusa para apelotonarse y festejar su idiotez! Millonadas gastadas en eventos sociales de toda índole y prescindibilidad (y si no le gusta a la RAE, pues, tojehecha ha´ekuéra he´i ijespejo ovende va´ekue); en porquerías, bagajes y basuras que sólo sirven para enmohecer aún más la mugre virulenta de sus mentes y corazones. Nuevo auto, nueva casa, nueva esposa (con nueva cara, culo y tetas… pero con la misma concha oxidada), nuevo cuerpo y nueva alma ¡Cuán infinita es la avaricia y el desdén del hombre, que no escatima en esfuerzos al competir por pavadas! Que la mamá con su nuevo patio, que el papá con su nueva amante, que el hijo con un año más sin diplomarse, que la hija con su viaje a la loma del orto roto… (and you know what that means…!) Deberían meterlos a todos en un cohete y lanzarlos a la mierda. De ahí que se diga que todo amigo es un hermano, pero no todo hermano un amigo.
71
Tum vertice nudo
Excipere insanos imbres caelique ruinam
Silius Italicus. I. 250
Sixty years of his life did Goethe spend in the concretion of the Faustus. The poem, not lacking the romantic soupcon, perhaps divines or inspires the impending spiritual-material overhaul of the Industrial Revolution. In short: Faustus sells his soul to the devil, but not for money, sex nor fame; but for the power to control nature, subjugating, at the end, the medieval world through massive, organized labor; in other words: he becomes the arch-type of the modern economic or executive world: an entrepreneur.

But man’s thirst to control nature (i.e. the advent of technology) can be traced a long way in history, being sometimes unbelievably astounding. Anybody who is au fait with the work of Da Vinci (e.g. flying devices, tanks, submarines), must, without hesitation, concur with this. A true homo universalis, he foresaw the malign uses in which evil men would employ his inventions. That is why it is important to understand that the way men use technology does not make technology good or bad per se.

Other great minds like Keppler, Copernicus and even Newton; will turn on their graves if they knew that in ancient Alexandria, they have calculated the diameter of the Earth (erring by a 4 per cent margin!) and proposed that it revolted around the Sun. A reasonable supposition will be (in my opinion) to think that if the rough Romans did not interfere with the Hellenic civilization, trips to Alpha Centauri would have been a common thing these days.

In the modern world, technology has an undeniable role in every aspect of life. It has solved many problems, ’tis true; but it has also created a bunch, and they’re no baloney. Nevertheless, it would seem rather convenient to use all the benefits instead of rejecting them straight away. Of course that there will be more ‘Hiroshimas’ and ‘Chernobyls’, but science (like humans) cannot be perfect; and its method (although reliable) is far from being infallible.

Nor I would like to appear as a fanatic (like those who are depicted by Asimov in is Foundation Trilogy), believing that salvation resides in science, and that technology will solve all of our problems; however, if we find ourselves not scorched (yet) in nuclear mayhem, one can say that there is still hope in mankind.

It seems difficult or defiant to imagine that someday ‘think-tanks’ will discover clinical immortality (for it is easier to kill than to preserve life), because that will be, secundum scripturas, just downright ‘heresy’; but, on the other hand, to live a couple of hundred years would not be so bad. At the end, the conundrum still remains unsolved; and, methinks that we (mankind) have not come so far from those people of yore when they exclaimed: Deus ex machina.

72
Tesis: La poesía es intraducible. Modelo:
Seid umsclungen millionen
Diesen Kuss der ganzen Welt
Brüder überm sternenzelt
Muss ein lieber Vater wohnen
Intentos:
Millones, abrazados estén
A todo el mundo este beso damos
Pasando el estrellado cielo, hermanos
Un tierno padre tiene su sostén

El abrazo, de los miles, alcanzado
Este beso recibirá el mundo todo
Arriba, hermanos, del cielo tachonado
Un padre tierno tiene su acomodo

Que a todos incluya este abrazo
Como este beso al mundo entero
Arriba, más allá del celestial lazo
El padre reside, con amor certero

Abrazados todos estén, millones
Del mundo este beso es
Pasando las celestiales conjunciones
En amor, el Padre nos ve

En abrazo los miles estando
Este beso podrán recibir
Arriba, las estrellas pasando
Amoroso padre ha de residir

Abrazados estén, todos los seres
Al mundo entero este beso he dado
Arriba, hermanos, en el cielo estrellado
Reside un padre que es todo amores

Abrazados estén, millones
Que reciba el mundo entero este beso
Arriba, hermanos, en el estrellado cielo
Debe residir un amoroso padre

Abrazáos seres todos
Que este beso el mundo reciba
En las estrellas, hermanos, arriba
Reside un padre amoroso

Abrácense, miríadas de seres
Que este beso, llegue, al mundo entero
Hermanos, arriba, en el estrellado cielo
Un padre amoroso debe asentarse

Abrácense multitudes
Para todo el mundo el beso éste
Hermanos, cruzando el tapiz celeste
Amoroso padre reside

73
¿Quién va a leer toda esta mierda? Ni yo quiero hacerlo. Eternal sloth...

74
El problema fundamental de toda ciencia y conocimiento humano y de la vida en sí es uno sólo: la muerte (después de la vida misma, se entiende). No pensar en ello es, simplemente, posponer la angustia. Es de menester encauzar todas las energías a la solución de este enigma, o, en su efecto, hacerle definitivamente vista gorda.

Nadie está exento...
75
Los doctores desfilaban y probaban diagnósticos, sugerían tratamientos, fruncían el ceño y sacudían ligeramente la cabeza de lado a lado, pero nadie se atrevía a dar un veredicto... cualquier cosa era probable, todo era una posibilidad. Hasta que el paciente habló:
--Doctores: No que quiera despreciar la ciencia moderna o su formación académica, pero, hay algo que me interesaría saber. El dolor no me preocupa ni le temo a las enfermedades, y sé que en gran medida ustedes pueden manejar ambas cosas, aunque, lo que realmente me interesa solucionar, pienso, está más allá de sus capacidades. ¿De qué podría servir, oh doctores, tratar de retardar lo inevitable? ¿De qué sirven las pastillas, las drogas y las cirugías de lo naturalmente inerte? ¿Para qué cortar, revolver, zarandear, sacudir y volver a coser esta carne que no puede dejar de enmohecerse día a día, segundo a segundo? ¿Para qué tanto estudio, tanto trabajo y esfuerzo si el destino inevitable de todos los hombres es sucumbir ante esa Reina Terrible? Ustedes mismos, oh doctores, con sus ropitas blancas, con su ciencia, con sus prescripciones y con todo su conocimiento, ¿qué harán ante la Negrura Mordaz...? ¿No temblarán, llorarán, patalearán y gritarán como un animal cualquiera? ¡Pudiéramos ser absueltos por los conocimientos, títulos y honores adquiridos... mas, ay, de nada sirven ante ella! ¡Los hombres son tan indefensos ante la guadaña como cualquier gusano! Y no me tomen tampoco por eso que llaman religioso... mi delirio no es tal. Mas no puedo dejar de decirles que han tirado seis años de su vida en vano, porque el único enigma importante lo tienen sin resolver; de hecho, cualquier hombre que no sepa su destino, créanme, ha desperdiciado toda su vida.

Eso quisiera saber... eso me gustaría saber...

Ninguno de los doctores aventuro palabra, y más de uno se hubo retirado. Al notar el semblante contrito de los galenos, el hombre habló así:
--Es inevitable... amigos. Ante Ella iguales somos todos.

76
Alguna vez un hombre muy tonto habló así:
--¡Qué país de mierda! ¡Qué país de porquería! Aquí la gente no valora nada, todo le da igual. Nadie se interesa por nada ni nadie: no existe prácticamente la cultura. Nadie aprecia el arte, nadie aprecia mi arte. Yo, que soy escritor, que pienso... eh... modestia aparte, que soy bueno en lo que hago; yo, por ejemplo que saco de mi propio bolsillo para publicar mis obras... no veo a nadie acercarse decirme: “¡Amigo escritor! Tu obra es magnífica. Eres un verdadero artista y mereces nuestros encomios. ¡Oh laureado pensador sublime, filósofo sapientísimo, dramaturgo inigualable y sabio excelentísimo! ¡Oh compatriota humildísimo, cuyo linaje espiritual supera con creces a las de varios reyes, como a Salomón, conocido por su prudencia y discernimiento, o a Midas, cuyas benditas manos regalaban áurea refulgencia; ¡cómo iban ellos a imaginarse que tu, oh compatriota amado, con tu pluma cual espada eternizarías páginas doradas de ecuménica sabiduría! Por eso y mucho más, laudamus te, benedicimus te, glorificamus te, adoramus te, etc. ¡Oh poeta guerrero, que has salido victorioso en batallas contra cualquier criatura, sea humana o divina, en loas al Creador; cuya sensibilidad estética y dulzura poética envidian las musas y el mismo Homero etc, etc. Pero, ¡ay de mí! Ni una sola persona ha tenido la suficiente consideración o inteligencia para dirigirme palabras tan ciertas. De hecho, mis coetáneos, son tan idólatras que persiguen a otros fulanos de poca monta y sin talento. ¡Quisiera ser yo como Moisés para mostrarles su herejía y su craso error! Pero debo resignarme a mi suerte, y voltear la vista llorosa mientras se condenan adorando becerros falsos. Vivo en la tristeza de tener compatriotas ignorantes y necios. ¿De qué serviría un Miguel Ángel en un país de ciegos? ¡A ellos les daría igual un Picasso o un Juan de los Palotes! ¡Ay de mi una y mil veces! Si supieran que mi arte, cual dioses inmortales, pertenecerá y permanecerá con la humanidad toda. ¡Pero muchos refunfuñan rivalidades politiqueras olvidando la universal misión de todo artista! ¿Acaso Bach el protestante, no eternizó misas al más puro estilo romano? ¿Y Hitler el judío no hizo intento de exterminar su propia raza? ¡El genio del arte muchas veces raspa la locura en sus quijotescos emprendimientos!
77
Alguien me ha hecho saber que soy un maricón. Dijo que debería, al menos, fingir más mi pusilanimidad... claro que no me lo dijo en la cara. Me mandó, sin embargo, a una mujercita a que lo haga.

Y bué...
78
Cuando se presenta un problema hay solamente dos opciones: a) El problema no tiene solución, b) El problema tiene solución. Si resulta que “a”, entonces no hay nada que hacer y a otra cosa mariposa. Si resulta que “b”, hacer las diligencias necesarias para que se solucione el problema pereat mundis. Si se solucionó, bien; si no, opción “a”. La vida es simple si se la mira de esta manera. Por algo los chinos dicen: “Si tu problema tiene solución, ¿por qué te afliges? Si tu problema no tiene solución, ¿por qué te afliges?”. La preocupación es un pasatiempo exclusivo de necios.
79
Preocuparse es una tontería. Preocuparse por problema ajeno, una tontería doble. Preocuparse por problema ajeno viendo que aún el interesado no lo hace, tontería triple.
80
Antes de adquirir algo, sea un objeto, compromiso o ejecutar cualquier acción, siempre debería uno preguntarse: “¿Realmente conviene que se haga esto? ¿El resultado de esta acción ha de servir propósito realmente útil o dificultaría aún más las cosas?”. Es así como se debería sopesar el valor de la tecnología, el lujo o las comodidades: “¿Crearía esto más problemas de lo que pretende solucionar?”.
81
Compararse es una tontería, porque, si resultamos ser peores que la otra persona: sufrimos; y si resultamos ser mejores que la otra persona: sufrimos.
82
Hay algo que es imprescindible saber acerca de los políticos: que son todos unos sodomitas que se disfrutan entre sí eternamente.

No acepto líderes, no me impresionan los caudillos, no me conmueven los profetas, ni me molestan los sabios.
83
Tenemos que sufrir, para aprender no sufrir.
84
El interés mueve el pensamiento.
85
Hasta el más musculoso de los bullies tiene miedo de morir.
86
La diferencia entre la superstición y la religión es la autoridad.
87
Si hay interés de por medio, la “amabilidad” fluye sin cesar.
88
Iladopa he´i geómetra.
89
Toda profesión surge de una necesidad, de un aprieto. Al zapatero lo necesitamos cuando algo anda mal con nuestros zapatos, al mecánico por el auto, al doctor por la salud, al abogado por no ir a la ergástula, etc. Es importante que cada cual se dedique a hacer lo que le es propio, que el individuo se dedique a lo que concuerda con su naturaleza. ¡Ya quisiéramos ver a médicos remendando zapatos o a zapateros recetando!

90
Silogismo sospechoso:

Todos los cuerpos (eventualmente) serán comida de gusanos

Estudio para (conseguir un trabajo con el que pueda sustentar y) alimentar mi cuerpo

Estudio para alimentar a los gusanos
91
Dan asco todos estos geeks de la informática. Cada compañía boicoteando a las demás, poniendo trabas al usuario. Que tal tarjeta de video no es compatible con tal sistema operativo, que tal chirimbolito no encaja en tal porqueriíta. La tan llamada era de la información parece más bien una era de estancación.

Lejos estamos de ser libres...
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“Ce grand malheur de ne pouvoir être seul”
La Bruyère

La pujanza no tan pareja entre las (definida por papá) “fruslerías frívolas y fútiles” o eventos sociales de cualquier índole y la sobrecogedora paz ermitaña de la soledad, sigue estirando la cuerda hacia la última. En verdad, todo “sicoloco” (digo, psicólogo) que se atrevió a definirlo al animal simiesco (i.e. el hombre) como “gregario”, no dejando lugar a otra concepción, sólo demostraba haber dado kilómetros de la diana (quizá nervioso ante la mirada de sus semejantes).

Es cierto, la mayoría de los antisociales padecen trastornos de personalidad; pero el hecho de ser antisocial no es un trastorno de por sí. Las realizaciones de la conciencia del hombre (haber encontrado el “amor verdadero”, la verdadera felicidad en los recovecos de la mirada de los hijos, la inmensidad del cielo, etc.) forman íntimo vínculo con el alma propia, por decir; y, por más que haya gente en las proximidades, quedan reducidas a sombras al haber encontrado una verdad. Pues uno la ha encontrado, uno la ha realizado y encarnado en sí (excepto ciertas verdades como la consonancia de los espíritus de todos los seres creados, o la presencia de la divinidad en todo y todos, la eudaimonía...).

La evolución, es personal. Por eso, por más que tengamos maestros, en cada uno está el aprender. No hay mejor regalo para el maestro que dejar de serlo, y que su alumno deje de ser alumno. Nadie puede llevarme a la meta en hombros, solo pueden mostrarme el camino, abrirme la puerta: soy yo el que debo cruzarla. Memento mori.

En última instancia no importa si se es extrovertido o intravertido. Lo importante es hallar dicha en la soledad y no depender de los demás. Como dice la música “las personas eran espejos” pues el universo esta en uno mismo y es una mónada.

93
Leer el diario es peor que mirar la tele. El esfuerzo que cuesta voltear sus sucias páginas, sabiendo de antemano que nada útil o interesante ha de encontrarse, vale demasiado. La caja boba, al menos, nos da cierta seguridad... al ver a los mismos payasos desfilar en ella.

Pero en general, todos los medios de prensa, solamente sirven para alienar el cerebro con comerciales, anuncios y propaganda.

Estos periodistas hablan por sus esfínteres... compitiendo entre sí por migajas de atención. ¡Claro que se les va a masacrar si husmean los reventados culos de los mafiosos, digo políticos!

Mirar las noticias es un hábito muy pernicioso. ¡Es muy tonta la gente que se acostumbra a hacerlo! ¿Y por qué? Uno: porque sea quien sea que hable, no sabe un pito lo que dice. Segundo: porque sea lo que diga, no es de nuestra incumbencia y nada hemos de hacer para solucionarlo. Tercero: por regla general, siempre pasan cosas malas solamente, y, no es muy agradable enterarse ni saber acerca del tema. Además, los necios sensibles, ¡no pueden evitar llenarse la cabeza de miedos, sospechas y tribulaciones!

94
Cuando fui a una dependencia estatal encontré a un gordo de mierda leyendo el diario. Le pedí algo y me dijo que le hable a otra funcionaria... el muy perezoso. Le miré la cara rellena y fofa, fungoso gordo puto... inepto, cobrando sueldo por forzar a una pobre silla a cargar con su grasoso trasero mientras lee las barrabasadas que escriben los ignorantes periodistas. Los políticos también son gordos... manga de sodomitas... dándose entre sí, jugando trencito en una ronda infernal...

Hay que acribillarle a todos los gordos...
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Los concursos de literatura lo mismo. Los configuro como demonios... pequeños engendros de distintos colores y con la lengua absurdamente larga... danzando ritualmente... haciendo pasar sus lenguas por los orificios anales de sus amigos... dándose placer y limpiando y ensuciando los pedacitos de mierda... y limpiando y ensuciando... y limpiando y ensuciando...

Algunos lo llaman prestigio, notoriedad o popularidad. Yo lo llamo farsa. ¡Ya sé...! He de organizar mi propio concurso de literatura. Han de participar: Homero, Séneca y Bukowsky... porque a Kafka lo dejo fuera por judío. No, no, no. No me gusta nada. ¡Eso es!, yo me quedo con el premio. ¿Se entiende...? El “valor” que estos chimpancés atribuyen a la literatura basura que regurgitan no es tal. Un buen libro o un buen escritor tienen ya valor de por sí que ningún “premio” puede aumentar o disminuir; y, no entender eso es desconocer el verdadero valor de la literatura, en suma: ser un imbécil...

Chapuceros...
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Los “escritores” que son o fueron periodistas solamente escriben basura. Es una simple cuestión de hábitos.

Jesefina Plá, García Márquez, etc.

Da igual leer el diario que comerlo...

El diario, en verdad, sólo adquiere utilidad cuando se acaba el papel higiénico...

No hay otra preparación para ser escritor que la vida. Y no hay ninguna preparación para la vida.
97
Estaba equivocado el amigo Schopenhauer cuando decía que es una tontería pretender escribir y hablar de la misma manera. Yo, por ejemplo, utilizo groserías en mis escritos, de vez en cuando. ¡Es un mero recurso estilístico! Claro que hay muchas personas que, de hecho, hablan asquerosamente, pero, el verdadero esteta encuentra su belleza hasta en lo putrefacto. ¿No nos hemos maravillado con las chanchadas de Bukowsky, acaso? La flor es tan bella florecida como muerta.

Budas caen de los árboles en vez de frutos...
98
Dos tipos de lectores: buenos y malos. Los buenos lectores, se van desprendiendo de sus prejuicios a medida que leen; los malos, mientras más lean, con más prejuicios se cargarán.

99
Casi todo lo que digo acerca de la mujer, se puede decir del hombre.

Una mujer no necesita saber hablar francés, con que tenga buen culo le basta.

Menage á troi?

Una mujer no necesita saber hacer nada de lo que sabe hacer un hombre, solamente necesita casarse con él.

Una mujer: un eterno niño... un niño: un maestro... un hombre: una bestia.

Detrás de cada mujer ambiciosa, hay diez hombres permisivos; detrás de cada hombre ambicioso, cien mujeres riéndose; detrás de cada mujer política, dos consoladores lubricados, detrás de un político, todos los demás conectados en “trencito”.

El hombre es prepotente, la mujer zalamera. Si el hombre renuncia a su fuerza (ahimsa), o la usa noblemente, ¿no lo hace esto infinitamente superior a la masa humana, lacra del universo? Ciertamente que sí. Ahora: jamás en mi vida he visto renunciar a las mujeres a sus argucias y añagazas...

¿Qué se puede salvar en un hombre, en una mujer? ¿Su cuerpo, cayéndose a pedazos; su mente royéndose en locura; su alma, si no la llevó corriendo el diablo...?

Cristalizada en mi mente como una niña, una hermosa niña; porque, sé que se convertiría en lo que todas las mujeres se convierten indefectiblemente: en unas putas sin remedio, putas sin remedio...

“Mujeres al poder”. ¡Qué barrabasada! Todos sabemos que siempre estuvieron ahí.

¿De qué mierda sirve regalarle tantos cachivaches (flores, joyas, etc.) a una mujer si se la ha dejar sexualmente insatisfecha? Tantos vyro chuscos vemos manteniendo novias que son “cambiadas de aceite” por cualquier otro jacare... en verdad, y que me disculpen las damas, la mujer siempre le ha de querer a su hombre, por más de que la trate como a una basura, con tal de que le tenga bien satisfecha. ¿No es obvio?

Idealmente (y esto significa: “Esto vale para mí, pero, si toda la humanidad lo hace, no le vendría mal”) todo hombre debería dejar de eyacular a los treinta años. En verdad, toda relación sexual en que se evita el derrame de esta leche que tanto agrada a nuestras amigas, siempre resulta ser mucho más satisfactoria, provechosa, agradable y vivificante. El hombre tonto es incapaz de controlar sus dos cabezas, he ahí el inicio de su complejo de inferioridad.¡Si comprendiésemos la inherente superioridad femenina ciertamente que estaríamos dando el primer paso en esta ciencia tan fundamental!

Las montañas, con sus cabezas en alto, yérguense orgullosas raspando el cielo. Despectivamente se dirigen a las aguas bajo ellas diciendo: “Miren amigas, estense tranquilas que, con tanto alboroto interrumpen nuestros pensamientos”. Mas el océano, masa descomunal, es incapaz de razonar, aunque de sus profundidades parece contestar: “¿Alguien ha dicho algo? ¡Discúlpennos si no hemos respondido! Es que nuestros sentimientos son de tal envergadura, que en ocasiones nos es imposible enfocar nuestro espíritu adecuadamente”.

Ella era una de esas mujeres llamativas: alegre y hermosa. Una de esas mujeres que tontamente decía: “Me llevo mejor con los hombres”. Cuya demencia intelectual y social le hacía creer que “los hombres son mejores amigos que las mujeres”. No sabía ni se imaginaba que cualquiera de sus “amigos”, alegremente tiraría su “amistad” por la borda a cambio de una noche de fornicación “amistosa”.

Todo sea para glorificar a Baco...

La verdadera amistad entre el hombre y la mujer se da solamente si los dos son santos.

Todas las mujeres con las que estuve, cantaban. No precisamente música o canciones, sino la simple melodía del placer que no podían soportar. Ni yo mismo lo entiendo. Horas y horas teniendo sexo y todas ellas tarareando, riendo o llorando. He visto a mujeres perfectamente normales, metamorfoseadas en bestias deliciosas. Hay que admitir que ellas son infinitamente más poderosas que los meros hombres. La energía que mana de sus cuerpos es simplemente inconmensurable. En cierta ocasión me hallé en plena diligencia con alguna, hacia ya unas treinta y tantas horas, habiendo sudado hasta el alma por los poros, habiendo creído finalmente haberla arruinado de goce, cuando de la nada, siento una fuerza aterradora que no es la mía empujar mi cuerpo más y más y más hacia sus entrañas... mi pobre pene parecía un habano usado de tantas costras que tenía. Esa es mi medida de sacrificio para con las mujeres. En teoría, la cópula puede durar eternamente; es una simple cuestión de disposición, de logística, por decir.

¡Tan tonto es el que pretende alabarse a sí mismo por haber estado con muchas mujeres! “Me dejaron seco—dicen—sin una sola gota de semen” ¡Necio estúpido! Otra cosa sería escuchar: “Las dejé secas a todas. Orgasmo tras orgasmo, sus pequeños cuerpos dejaron ya de lubricarse y, atiborradas de éxtasis, me pedían que pare, ya que sus órganos empezaban a dolerle”. No es hombre quien no ha dejado a su mujer satisfecha hasta el punto de irritarle su seca vagina. Demás está decir que también deberían haberle proporcionado orgasmos con la lengua, los dedos, etc. Pero el común de los hombres es tan estúpido que ni siquiera puede diferenciar su propio orgasmo de la eyaculación. Los estudiosos del tema siempre han resaltado la preservación del semen, pero el tema va mucho más allá de esa simple tontería...

Si no se tiene un profundo y certero conocimiento de la alquimia interna, no es aconsejable que un occidental casado lo practique. Ni aun los musulmanes con sus seis esposas estarían satisfechos.

Ha perdido su viejo significado el acto sexual para mí. Ya nada de retardar la eyaculación, ya nada de procurar orgasmos a mi compañera, ya nada de sincronizar respiraciones. La danza copulatoria entre nosotros ya no es más que una tranquila, prolongada y dulce melodía cuyas modulaciones se van produciendo en una sola nota interminable. Ya no siento más deseo, ya no más placer, ya no más necesidad de probar nada ni de forzar nada. Mi masculinidad y su femineidad se funden en una sola música armónica sin género ni neutralidad.

La razón por la cual los monjes practiquen la abstinencia total, se debe a que el sexo, siendo un placer gustoso y deseable, crea un apego corporal que causa un miedo atroz a la muerte. Cuando de menos placeres se goce, menos apego; ergo, más valentía al enfrentar la muerte.

Para ciertos laicos es más fácil ser abstemio. Para ciertos monjes, es insoportable el yugo de la continencia. ¡Tienen mucho más méritos los casados que siguen el camino que los meros monjes, cuya carga es demasiado liviana!

Tengo solamente tres vicios en esta vida. En orden creciente de importancia: cerveza, libros y mi novia.

La batalla de los sexos es la cosa ridícula más trascendente, el tema del momento, en todo momento.

La feas tienen tanto amor para dar, y ¡cuánto más las gordas! Pero son y serán rechazadas por el grueso de los hombres, mientras lo sean (mientras ambos sean lo que son). La humanidad se destila, se refina y se “enlindece”, a la par que va creciendo su superficialidad; y esto no es incorrecto, es mejor ser superficial: nos hace todo más fácil. Es preferible rechazar automáticamente a una persona por su físico que por otra cosa, ¿o queréis bucear en las profundidades del océano de sus defectos? ¡Caverna oscurísima que no tiene fin! ¡Drama interminable de fobias e ignominias!

El rico o lindo no se casa con el pobre o feo.

Todo se reduce a tener alguien con quien compartir el mate.

El noviazgo es un contrato por el cual la mujer está obligada a proporcionarle sexo al varón.

Si sentimental, lágrimas; si es lógica, enojo; y si es una cínica, un hijo de puta.

Hay que tenerles subyugadas bajo ultimátums

¿Qué noviazgo? ¿Qué casamiento? ¿Qué bebés? ¡Qué nada!

Ndaipotái kuña che rapykuéri

Llore lo que llore, sangre lo que sangre.
Discrepamos con Freud cuando afirma que el inicio de la civilización humana es el parricidio. La sugerencia de Darwin de pequeñas hordas de antropoides con un macho a la cabeza de varias hembras incluye el parricidio y toda forma de competencia. Pensamos, en cambio, que el inicio de la historia del “hombre” se inicia, justamente cuando “él toma el control”, es decir, con la instauración del patriarcado como base de toda cultura y desarrollo.
Ni las feministas pueden negar el hecho de que la historia del mundo ha sido (con pequeñas pero importantes excepciones) una historia “de hombres”. La mujer, como factor significativo, ha aparecido recién en el siglo pasado; habiendo en toda época anterior sido pisoteada y privada de todo derecho y dignidad. El caso opuesto también se da en ciertas tribus totalmente aisladas del orbe, en donde el matriarcado es la ley, pero esto es, claro, lo contrario a la regla.
La tonta batalla de los sexos (que ha existido siempre) nos toca, de una manera u otra, en algún momento de nuestras vidas; ¡qué carente de juicio es la bestia obtusa que cree a un género mejor que el otro! Tanto machistas como feministas. La mejor manera de actuar en estas “disputas” es reírse de los disparates que ambos “bandos” regurgitarán.

Así también, confiamos en que existen personas con verdadera fe en la igualdad de oportunidades de ambos sexos, con egalitarian principles, luchando ferozmente contra los prejuicios; lamentablemente tampoco podemos negar los execrables fanatismos ciegos y tontos, completamente injustificados. (¿Dónde estaría la muchedumbre si no hubiese una excusa para apelotonarse y hacer ruido?). Decir que la mujer y el hombre nunca serán iguales es, más que un pleonasmo, una aventurada afirmación; si embargo, creemos firmemente que ambos sexos son, irremediablemente complementarios (“el uno para el otro”). Volveremos a ello luego.

La razón por la que la mujer ha sido considerada el “sexo débil” se remonta a nuestros antepasados prehomínidos y se extiende a los eslabones inferiores de la evolución: el macho es más grande y fuerte, el proveedor; la hembra, débil y frágil, criadora de la prole. Este hecho es tan innegable como obvio, por lo que lo tomaremos como aceptado (basta mirar a los animales para entender). Siendo en la mayoría de los casos la mujer es un poco más “chiquita” que el varón, y el hombre más fuerte, entonces pudo “dominar” físicamente a la mujer, imponiéndole su voluntad en la mayoría de los casos. Ya que la naturaleza dotó al hombre con mayor fuerza física entonces estaba obligado a hacer uso útil del bien trabajando la tierra.

Pero nada se recibe gratis, la mayor fuerza física del hombre le costó la tolerancia. “¿Para qué aguantar lo que no me agrada si puedo fulminarlo con mi fuerza?”. Por tanto a la debilidad física de la mujer se le suma esta virtud. “No puedo hacer nada para parar a este abusivo, mejor aguanto con toda mi voluntad, seguramente Dios me recompensará”.

Pero toda moneda tiene dos caras, los grandes héroes de las epopeyas (Hércules, Sansón, Arjuna) precisamente fueron recordados por utilizar esa fuerza con justicia y ecuanimidad. Habiendo también mujeres representativas del desdén e intolerancia (Aracne, Juno, Zao Wu). Lo que nos lleva a la segunda premisa:

2— Cada sexo debe potenciar sus fortalezas y aprender a reparar sus debilidades escuchando al otro

Acerca de la homosexualidad, a falta de pruebas concluyentes, negamos que sus causas sean “genéticas” ni culturales. Por lo que la consideramos como una simple desviación, o perversión de los impulsos normales.

De antemano quiero advertirles a las lectoras mi posición frágil pero constante de “machismo pasivo”, el machismo que surge de un entendimiento continuo y de una comprobación constante de que ustedes dominan el mundo. Es la mía, una señera voz que clama en el desierto de lo ineluctable:

¡Ah, el frívolo y trascendental debate o lucha de los sexos!

Por eso, aún sabiendo que, en lo concerniente a esto, todo debate es nulo y sin validez; y que, se llegue a donde se llegue o se convenza quien se convenza, esta discusión nunca acabará; convengo en emitir las siguientes opiniones...

Hay una sola cosa que rompe el encanto del enamoramiento: Ver las imperfecciones. Al hacerlo, hay tres caminos a seguir:
1- Desdeñarlas
2- Omitirlas
3- Intentar “repararlas”
¡Qué asombro y qué susto se lleva el que “descubre” alguna imperfección en el objeto de sus devociones! En su cara se refleja el mayor de los fiascos: el fastidio y la carga de su propia mentecatez. Hasta el más sensato de los insulsos, no puede sino admitir desde el lodazal de su necedad: “Vaya, había sido no es un ser humano perfecto…” todavía mareado por el cóctel químico de su cerebro. No te preocupes amigo o amiga, que a esa pequeña imperfección de la cual te has percatado hoy, sigue un ejército de hermanas, y tu convivencia con tu “amor” no será otra cosa que la guerra entre ambas huestes (tus defectos y sus defectos), comandadas por ese general contumaz que nunca, desde que se conoce, ha capitulado (aunque sí puede ser destruido): el ego. Desdeñar las imperfecciones, es por tanto, más un desvío que un camino. Saltar de una imagen pseudo-perfecta a otra, creyendo que alguna vez se encontrará una “persona perfecta”, absurda entelequia del embotado alcornoque que no sabe que, ser humano perfecto, en este mundo no hay.
¿Puede algún ser que no tenga magnánima paciencia e impasibilidad, omitir intencionalmente injurias? Sí, algún cortesano vestido en una gran sonrisa escondiendo tras sí una daga, esperando el momento oportuno… Podemos imaginar varios casos en los que se entrevé una aparente actitud de “perdón” ante un agravio, sea este intencional o no, en el caos de los juegos del poder mundanal. Y es que el ser humano defectuoso no es sino un manojo de injurias revolviéndose. La vida es la voluptuosidad retorciéndose. ¡Qué fácil es darse cuenta de los defectos si se presta atención! ¡Qué prudente es prever lloros y lamentos y qué difícil es evitarlos! Sólo cabe decir que el que omite las imperfecciones es un insensato (ya sea porque no les concede la importancia debida, porque cree que “desaparecerán” o porque se auto-convence de que es tolerable, “pues somos todos seres humanos imperfectos”), y como tal, le esperan duros golpes y decepciones. Aún la más razonable opción (salir corriendo despavorido) no deja de tener su porción de ridiculez, inherente a la vida; ¡y cuánto peor es el que, con supina ignorancia intenta “reparar las imperfecciones” de los demás!

En el flirteo hacemos lo posible en mostrar nuestras mejores cualidades haciendo vista gorda a las deficiencias. Siendo la persona que “amamos” elevada a un estado muy superior a lo que en realidad es. Estamos enamorados, por tanto, de una idea formada que dista mucho de la realidad. ¡Pobres desdichados los que se comprometen de por vida engañados por esta quimera de la mente! Porque el enamoramiento es una gran mentira. Interesante sería, en vez de pretender y envanecernos en supuestas “virtudes”, por el contrario, mostrar nuestros peores defectos desde el principio. Cuántos ayes ahorraríamos si de antemano supiésemos qué esperar de nuestro “amor”. Por eso se dice que al cónyuge no se lo conoce sino después de casarse con él: cuando ya es demasiado tarde. Aún más, el enamoramiento como fenómeno químico-síquico, es algo, si no evitable, “racionalizable”. Este akãvai ocurre tan sólo una vez al prudente, si bien con esa sola vez la evolución se ha asegurado una vez más, gracias a los necios, perpetuar la especie a través de esa institución artificial y antinatural que es la célula básica de la estructura de nuestra sociedad: el matrimonio.

Tener novia es la mejor prueba de la imbecilidad del hombre contemporáneo.

El segundo en que cualquier autoproclamado “individuo varón” me escupe en la cara esas nefastas palabras (tengo novia), queda borrado de este plano de existencia para mí y no lo diferencio de un microbio acéfalo. ¡Que cosa más absurda! Lo único que hace el noviazgo es crear otro borrego mentecato subordinado a otra bruja arpía tirana. ¡Como si fuera que el hecho de tener novio le va a impedir a la mujer cometer las fechorías de siempre! ¡Estas “misteriosas” mujeres! Ya lo dicen acertadamente:

Pombéro, kachivéo, ha kuña ndahapykuere jekuaávai.

¡Son todas unas desvergonzadas hipócritas! Pero el hombre no, el hombre es un orate. Su ceguedad e imbecilidad rozan las alturas del olimpo al creerse “seguro” y “confiado” mientras grazna idiotizado como el ganso que es, su mantra (tengo novia), alegremente. Tan campantemente desfila su estupidez frente a las amigas de su novia y hace trucos como monito entrenado para agradarles. Será la patrona la decididota del destino del animalito, que, como en muchas otras noches, no ha de recibir su “premio”. Como si esto no fuera suficiente, los payasos lloran al ver al hombre fanfarronear acerca de “quien lleva los pantalones”, porque las mujeres saben que no hay mayor poder que hacer creer que el otro es el que tiene el poder.

La práctica ceremonial y farra del casamiento continúa, única y exclusivamente, debido al deseo femenino de notoriedad. ¡Con cuánta avidez ansían ser vistas y envidiadas! Esta maquinación estrambótica no sólo es inútil, sino tonta e inservible; y, hasta se diría: peligrosa. Creo que los hombres concordarían conmigo cuando digo que esto es algo totalmente prescindible e innecesario. ¿Banquetes queréis? Pues convidad a los harapientos. ¿Vestidos lujosos anheláis? Pues regalad, al menos, los que os sobran, que lo que tenéis bien os basta.

Por eso voy a destruir ese poder. Yo se bien que no hay voto, promesa, convicción moral o religiosa que le impida ceder cuando su entrepierna está mojada.

El hombre es, en su estado natural, un santo; y la mujer, una aviesa. Nos dieron de comer el fruto, nos pervirtieron ¿Qué dios, por más piadoso que sea, no nos ha de quitar la inmortalidad? No sólo nos hace comer del fruto prohibido que nos quitó la inmortalidad, sino que nos expulsan del paraíso y nos vemos obligados a cargar con ellas y sus ataúdes.

Si no existiese el sexo la relación entre el hombre y la mujer sería perfecta.
Demás estaría decir que a nadie debería obligársele a entrar en esta caverna sin fondo. Tampoco digo que una criatura crecería mejor sin una familia “normal”, que sin padre o madre; pero vivir bajo dos atolondrados imbéciles que han “decidido” casarse “por el niño”, dándole dosis diarias de violencia y terror está lejos de ser la mejor opción.
Cada uno sabe su propio camino…
Aun siendo sarcástico y malicioso no dejo de creer en lo siguiente. En que: “En todos los casos es mejor amar que simplemente enamorarse, porque lo segundo generalmente termina (fatídicamente casi siempre), pero lo primero parece querer arañar la eternidad”.

Kuñámengo nereñeme'ẽterei va'erãi, reipotáro nderayhu are.
Cualquier hombre debería ser perfecto para cualquier mujer y viceversa. Rechazo los conceptos de “medias naranjas”, o “mayor o menor grado de afinidad” y demás. Hay una sola razón que malogra cualquier relación humana: el egocentrismo. Si nadie fuese egoísta, mezquino ni terco, todos se casarían con la primera persona que conociesen (o no se casarían, directamente). Propongo, por tanto, que se diga: “media parte de grupos de virtudes y defectos que (creo que) me complementan (que puedo soportar)”, y “mayor o menor grado de aceptación a las deficiencias ajenas y regodeo en mi narcisismo sórdido” y demás.

Siento mucha pena por las personas que se pasan la vida añorando a su “príncipe azul” o “mujer perfecta”. Lejos están de entender la naturaleza del amor…

No hay necesidad de grandes explicaciones para darnos cuenta que la líbido del hombre es muy volátil y está en constante movimiento. Hay gradaciones en las complexiones, pero la mayoría tiene su energía “presta” para cualquier circunstancia:

Taku ndahi'árai, jepe oĩ vaírõ ndéve, nemoĩ porã va'erã.

En el caso de la mujer, condicionada por su menstruación y demás, no es tan simple la cosa. Por eso, sin un hombre resolviese poner control a sus impulsos carnales, tiene una mínima ventaja frente a la mujer; porque él siempre “es el mismo”, mientras que ella no puede “controlar” la química de su cuerpo. Estas energías son mucho más poderosas en la mujer que en el hombre, de ahí que para satisfacerle plenamente a ella se requiere mucho esfuerzo, siendo muy fácil dejarlo “contento” a él.

Cuando un hombre desea a una mujer, dependiendo de su brío, puede o no conseguirla; si sí, bien por él, si no, buscará “otra forma” de apaciguar su líbido (a excepción de los violadores, que, “no toman un no como respuesta”). Pero cuando una mujer desea (ardientemente) a un hombre es una cosa terrible y fuera de toda mesura.

Por tanto, la líbido del hombre es más fuerte, pero la química de la mujer es más poderosa, y en tantas ocasiones sean necesarias para corresponder su mudable líbido. Por eso siempre hubo (y habrá) más hombres santos que mujeres santas, además de que:

Kuña kuimba'e'ỹre ha jepe'a tata'ỹre marãverã ndovaléi.
Tampoco puede no ser admirada la capacidad de disimulo de las mujeres, que desquicia totalmente a los hombres. Ellos piensan que ellas pueden “prescindir” más fácilmente de los contactos carnales, cuando que, la fluctuación y tribulación a la que son sujetas en estos asuntos, jamás podrá ser entendida por hombre alguno. Neciamente él le recrimina su “negligencia” a ella, que, en inmedible hilaridad goza de verlo abatido y desesperado. Así de frágil es el hombre frente a la descomunal concupiscencia. No es que la mujer “no sienta” la necesidad (¡azarosa por cierto!) del hombre, es que para ella el tema no es tan “trascendente” como para él. Pensad que, en compensación, podemos disfrutar de muchas otras mujeres de distintas maneras y en distintos niveles: habilidad que le es vedada a la mujer debido a sus naturales condicionamientos (que pueden, también, ser superados, deo gratias!).

Tan nimio, tan corto, tan breve, tan estrecho es el margen que determina el dominio de la mujer sobre el hombre, que uno se asombra al ver al animal poderoso total, completa y perentoriamente dominado por una criatura tan débil, enclenque e “inocente”. Paradójicamente, la balanza se halla en equilibrio cuando uno de los elementos pesa sobre el otro: es el “toma-y-daca” de toda relación. La naturaleza ha decretado que sea la mujer la que domine al hombre, pero sabemos que esto no tiene porqué ser así…

Ver a un hombre suplicando, llorando, arrastrándose y solicitar o asediar a una mujer es cosa de todos los días: nada de extraño hay en el asunto. Pero ver a la mujer haciendo esto es algo realmente patético y hasta digno de compasión: es la grotesca inversión de los papeles. Si el hombre dominase a la mujer, no sólo con su fuerza, sino también con su ánimo, esto sería una injusticia, aunque tampoco se puede negar que sucede; pero, lamentablemente, no puede propagarse o aplicarse globalmente.

En ninguna relación de pareja puede haber igualdad por antonomasia. Siempre hay un elemento dominante y otro recesivo, así como en la genética. Esta dualidad, que impregna hasta el rincón más recóndito del cosmos, justamente subsiste por el equilibrio que se da cuando ambos elementos danzan en perfecta armonía buscándose, persiguiéndose, apretándose, alejándose y acercándose en infinita armonía. Y la verdad sólo se da a ver cuando la paradoja se hace tangible. Shiva y Shakti.

Esta balanza o danza de los sexos por el dominio va alcanzando su perfecto equilibrio, en el cual los bríos juveniles son lenta y progresivamente reemplazados por la resignación natural que la vejez inserta en la disposición humana. El conocimiento mutuo también, obviamente ayuda. Se podría decir que la pareja alcanza un tipo de serenidad luego de sus bodas de oro…

¡Que pasó de vuestro arrojo, de vuestras iras y de vuestros deseos de hacer prevalecer opiniones y antojos…! No queda mucha voluntad en una persona de cien años: solamente una solemne y mortuoria o melancólica beatitud…
Largo es el tiempo necesario para que el ser humano aprenda o entienda su camino. Pero de nada sirve arrepentirse cuando ya se ha comido la manzana.



100
La azarosa y aciaga masa humana informe, cada tantos años, nos puede dar un ejemplar universal, que represente cabalmente a la masa, que sea la masa. Alejandro, Napoleón, Hitler...

101
Todo pensamiento es un deseo disfrazado.

El fin último del pensamiento es desaparecer, prescindir de su propia existencia. ¡Y no me importa si lo dijo primero Plotino!
102
El hombre bueno no necesita leyes.
103
¡Difícil encontrar en la historia un invento tan tonto como el fútbol!
104
Si planeás desparrmar tu semilla como esas mangueras descontroladas, menos peligroso sería, al menos, tirar toda esa porquería en el mismo tarro.
105
Que nadie se decepcione de la literatura al enterarse de que todas las novelas terminan al pedo.
106
Toda la literatura, en verdad, es al pedo...
107
Frases célebres maternales:
--Los problemas de pareja se solucionan en la cama.
--Si una mujer se casa virgen, después recién quiere joder; si ya jodió todo cuando fue joven, al casarse, quiere ser “señora”.
--Si no llevás tu camisa la tiro al piso... ¿Creés que no lo voy a hacer...?
--Si no comés la comida te la derramo en la cabeza... ¿Creés que no lo voy a hacer...?
--Tenés que decir que sos machista mi hijo...
--Me voy a conseguir un estanciero.
--¡No me critiquen!
--No me casé con tu papá por enamoramiento, sino porque era churro... y
porque era mi “pez gordo”. Así pensamos todas las mujeres.
--Me case por enamoramiento. Le amo a tu papá y le quiero cuidar. Soy feliz.
--Sos el hijo preferido, el más centrado de todos.
--Sos un maleducado, un desubicado. Ya no sos más el preferido.
--Llevá la comida de acá Fulana, chake sos vos hina la que me tenés que cuidar y no yo.
--Ojalá que mis hijos bla bla bla.
--Ya no espero nada de mis hijos. Estoy decepcionada de ellos.
--¿Vive solo ese monje...? Y... ¿le coge a sus monjitas?
--¿Estás peleado con tu novia...? ¿No quiso hacer el amor...?
--No hay que ayudarle más a los parientes. Son unos malagradecidos.
--Hay que darle una mano a Menganita (su pariente).
--No quiero comer el pato, vi cómo le mataron.
--¡Pásenme el chancho!
--¿No tiene pa paye?
--¡Por qué me hacés pensar sobre esas cosas!
108
Que sea lo que sea con tal de que sea.
109
El éxito es la decadencia. ¡Qué mal se habrán sentido los primeros fans de Metallica al ver que sus, otrora, ídolos se volvieron todos unos sodomitas con esmoquin! Por eso se disfruta doblemente de Mozart, Cervantes, Picasso, etc. Aunque ni Montaigne ni yo tenemos porqué envidiarle a esos miserables...
110
Dream dreams, god sees, malo.
111
No se me ocurre cómo Hitler pudo haber sido tan tonto como para pensar que la raza aria es “superior”. Manga de inútiles. No pueden estar ni cinco minutos al sol sin rostizarse. En rigor: todas las razas son insoportables. Menos la japonesa, que es un freakshow gigantesco; y los negros... siempre que usen desodorante.

Judío ignorante...

¿Por qué será que los tontos racistas piensan que los judíos tienen esa “natural habilidad” en el manejo de la plata? Cualquier negro, pienso, puede aprender a manejar tan bien o mejor, incluso, si se le educase apropiadamente. Sería un negro comerciante; además, ¿quién descarta la posibilidad de que haya un individuo que sea negro y judío al mismo tiempo? Eso sí: ningún judío puede “aprender” a tener la pija tan larga como la de un negro.

Cuando estuve conversando con una chica madrileña me quedé encantado. Su vocecita haciendo piruetas a través del desquiciado acento que poseen los españoles (que por cierto hablan terriblemente el español), daba lástima y éxtasis a la vez. Pensé que sería un garche fácil, por lo que le pedí su número, pero la muy puta no aceptó. La caída casi fue dura, porque por suerte fue amortugiada por las tetazas de una japonesa. ¿Son menos suculentas, acaso, las tetas de mujer, tenga ésta los ojos estirados o no?

Se dice que los orientales la tienen chica. Si uno se fija en los indios verá que son seudo-mongoloides. Yo soy indio, pero hasta ahora, nadie se quejó.

Pero porque sabe “kalate”.

Bueno, fuera de bola, sí. El que vea alguna vez un video porno japonés me dará la razón...

NO que le mire la pija a los tipos, verdad, sino que... las tipas “lloran” tanto...

Pero los gordos sí que son ñoquis... por eso, a nadie se le debe considerar extremista, a no ser que haga algo parecido a lo que hizo Orígenes...

Realmente da risa cómo la raza más inútil y débil domina a las demás. El blanco o caucásico: de complexión débil y enclenque, enfermizo, canoso y arrugado y encorvado a los cuarenta y cinco años... realmente patético.

Los pobres, independientemente de la raza a la que pertenezcan, son todos unos mugrientos.

¿Cómo se puede siquiera mirar a una persona que, al levantarse, empieza a meterse por el hocico chancho y huevos fritos?

Qué raro que en el país más diverso racialmente vivan las gentes más racistas del mundo (Yanquilandia, smarty pants).

Así son los paraguayos: supongamos que haya una pareja de jóvenes recién casados, en cuya casa se infiltran varios maleantes. Y, hete ahí que, bajo amenazas e intimidaciones empiezan a violar a la esposa frente a su marido, que, pancho y cabizbajo resopla: “Mba´e ja japota. Peichante voi”. El hombre representa a los paraguayos, la mujer a la madre patria y a las paraguayas. Ahora, el hecho de que el tipo es un cobarde, no es una controversia; pero, ¿acaso su mujer, al ver la pusilanimidad de su marido, no debería haber hecho algo, en vez de aceptar tan campantemente su destino (a no ser por supuesto que, le haya atraído la idea de jugar al “sombrero”)? Acaso una esposa fiel y devota, aun teniendo un marido gallina, hubiera mordido alguna oreja o aplastado un par de huevos con una patada. “¡Mejor muerta que manchado mi honor!” hubiese pensado tan ejemplar mujer. Pero, ¡ay!, si bien es cierto que hay demasiados paraguayos parecidos a aquel hombre, muchas paraguayas encajan perfectamente en el perfil de la mujer de la historia. Es así como se comportan los paraguayos en general. Se les engaña, maltrata, abusa, ultraja, pero, ¡bajan la cabeza repitiendo y repitiendo: “Mba´e ja japota. Peichante voi”! No entiendo nada esta manera de funcionar. Ya de por sí es un acto egoísta y discriminador dividir el mundo en pequeñas porciones y guerrearse, competir y odiarse entre sí, pero ¿dejar que estas cosas se hagan a uno mismo? Absurdo. Empero, faltaría a la verdad si no dijere que, sí: sé de algunos hombres que, independientemente que uno o cien hombres invadieren su casa, ¡dejaría al menos un cuello roto o una cara despedazada antes de lanzarse cual animal desesperado a una estrepitosa muerte! Porque hasta los kamikazes, que al subir a sus aeronaves ya sabían que volarían al otro mundo, intentaban perjudicar lo máximo a sus enemigos. Muy valientes ciertamente... sólo que al final perdieron la guerra. Y así también perderán los paraguayos si es que siguen preocupándose solamente por su propio puchero desdeñando a los demás... ¡estarán solos cuando vengan los maleantes a su casa! En verdad, ni aunque se colocaren tantos cadáveres en putrefacción como paraguayos hay en la república, jamás aquellos han de alcanzar el nivel de corrupción que existe en el tuétano de cada compatriota. Por eso, si aún deciden vivir bajo estas ilusiones arbitrarias como países, religiones, nacionalidades, razas o sexo, ¡mejor les hubiese sido ser soltero que haberse casado como el hombre de la historia y temer cada noche lo peor...!

En el futuro la humanidad, espero, sea lo suficientemente sabia como para amalgamarse y “extinguir” las razas todas. Ya no más conflictos de ese tipo. Si solamente es posible esto a través del holocausto sistemático, espero que sean los blancos los primeros en línea: nada bueno han aportado a la historia.
112
La palabra “sodomita” es hermosa. “Sibarita” se le acerca, pero no le alcaza. Quizás estén relacionadas... es decir, si los sibaritas enseñaron a sus caballos cómo bailar, ¿no es posible que les hayan enseñado también “otras cosas”...?
113
Insectos kafkianos. La definitiva mutación resultante de “El proceso” y “La metamorfosis”: el zángano humanoide cuya mera existencia obstaculiza nuestra vida. Es fácil reconocerlos pues están en todos lados. Se caracterizan por estacionar mal el auto, agolparse en las filas, taparnos la visual, poner música basura a todo volumen, en fin, rellenando el mundo con sus ridículas y despreciables vidas, procreando como conejos frenéticos el día del juicio final.

114
La Gran Rebelión. Se gesta un nuevo mundo, poco a poco, paso a paso, entre las sombras. ¿Qué bueno, no? La capacidad de hacer el bien o el mal (como “Black & White”, o “Fable”). ¿Qué pasará? ¿Prosperará el bien o reinará el mal...? ¿Quién puede saberlo? Pase lo que pase... el cisma se viene.
115
Remeras:
“SABEMOS QUE ES INOCENTE. NO NOS HAGA PERDER NUESTRO TIEMPO” y un tipo en la indumentaria carcelera con grilletes en las patas tomando tereré con la cara contrita haciendo al pelo mientras un gordo sudoroso desnudo le da por atrás.

“DONDE LOS VIOLADORES RECIBEN LA MEJOR BIENVENIDA”.
Y un tipo siendo brutalmente abusado y degradado por cinco grandullones.

Un hongo atómico en el centro con la inscripción:
広島ツア せひ 来て 下さい!
116
Ningún reloj puede marcar la eternidad.
117
Los libros no son chiches.
118
Cada avatar ha aportado un sendero que podría decirse, conduce a él. Krishna la renunciación a los frutos de las acciones, Buda la vía del medio, Jesús el amor, etc. Ahora: siempre dudé acerca de la “divinidad” de Mahoma. Para ser una religión tardía (una suerte de intento de teocracia para unificar a las tribus nómadas arábigas) es una religión poco evolucionada. En rigor, ninguna religión no ha dejado de manchar su nombre con guerras o “escaramuzas” santas, ¿pero tener como precepto fundamental la participación obligatoria para “convertir a los infieles”...? Si la guerra, sea esta “santa” o demoníaca, puede ser considerada como mejor procedimiento que el amor al “convertir a los infieles”, estamos perdidos.

Krishna vino como Dios: completamente liberado y libre de mancha, Buda vino como hombre: que luego se iluminó, Cristo vino como ambos: hombre y Dios en un solo cuerpo.

El hombre estúpido no tiene religión. El hombre ignorante sigue ciegamente sus preceptos. El hombre inteligente crea su propia religión. El hombre sabio ha abandonado toda religión. El hombre-dios obra de manera perfecta, y ¡maravilla!, el hombre necio crea una religión a partir de eso. El hombre estúpido...

Dos pruebas fehacientes. Hoy todos dicen ser iluminados, maestros. Yo digo que no es gurú quien no cumpla dos condiciones: 1) No pedir dinero para impartir sus enseñanzas, y 2) La capacidad para hacer milagros. ¿Necesitaría una persona que vive de las corrientes energéticas infinitas del éter, cuyo cuerpo es mantenido meramente por la “inercia de la piedad” hacia los seres sufrientes, el tan sucio e inmundo dinero? Para un jivanmukta, el dinero sirve solamente para comprar cenizas. Los milagros, por otro lado, están en la misma corriente de razonamiento, y, realmente de nada sirven para un ser de tal magnitud porque no aumentan ni disminuyen su mérito un solo ápice. Solamente nosotros somos llevados arriba y abajo en las incontables olas de ese mar inconmensurable llamado Maya. No soy tan necio como para ir gritando a los “sabios”: “¡Mostradme vuestra capacidad! ¡Demostrad vuestra divinidad!”, aunque tampoco me considero tan inocente como para convertirme en “discípulo” de cualquier charlatán.

En última instancia es una cuestión de fe...

Lo anterior de nada serviría sin lo siguiente.

Amor sin mácula, incondicional, imperecedero.

En verdad, es cierto que los liberados en vida pueden mostrar estos poderes ocultos en ocasiones, pero ahora claramente veo que cualquier mentecato que medite ocho horas al día desarrolla estos juguetitos tontos...

Los poderes ocultos son peligrosos, burdos y despreciables.

Hay una sola cosa que hacer en este mundo, un sólo sacrificio, un sólo sadhana, un solo propósito, un solo camino, una sola verdad. ¡Tantas veces cacareada y tan pocas veces practicada! El amor es algo increíble... ¡Qué poder asombroso! ¡Qué fuerza incontenible! ¡Qué arma más mortífera!

Sanctior est quod divitas tollere quid uxor... occidere?

Más divino el que ama sin condiciones que el sabio o el asceta que mira desdeñosamente a las mujeres. Por decir…
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Todo trámite es descalabrante.
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The best thing is to walk out of the crapper without pulling the chain, leaving a stinking turd that fills the air with aroma. The worst thing is to walk into that crapper wanting to shit.

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No es que esté cansado
Lo que tengo es hambre
Ya no es más hombre
El que a todos ha dejado

Las secas hojas amarillas
Caen sobre el recién nacido
¡Ah, qué bendición!

Sembrado de cadáveres el campo de la lid
Silva el viento melodía sin pecado
¡Qué hermosas las flores trae!

Afuera en el frío
Una rama muerta recostada en la nieve
Dentro de la casa una voz: ¡Feliz año nuevo!

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El guaraní es como una hermosa mujer... que ha sido brutalmente ultrajada y violada por esos guarangólogos digo guaraniólogos.
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El cagón o chickenshit no es el que no tiene miedo cuando cree que no va a salir lastimado, sino el que se caga cuando sabe que será herido. No hay musculosín ñembo machote en este mundo que al menos no dude un poco si se le pone una pistola por la nuca. El verdaderamente valiente, no solamente no va andar molestando a los más débiles, sino que reirá del que quiere matarlo.
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Soy un patriota, amo este país, y, por eso no puedo dejar de decir las cosas tal cual son, o, en otras palabras: la verdad sin taparrabos. No hay necesidad de buscar en ninguna enciclopedia, guía turística o catálogo nada, acerca del Paraguay si se sabe el significado de una palabra. Y, es que esta palabrita es tan omnisciente y omnipotentemente descriptiva del universo paraguayo que, ningún estrato, sea político, económico, cultural, laboral, educacional, ere-ereanal, se escapa de sus infinitos y abras-zadores tentáculos. La palabra a la que me refiero, a la que hace honor cada paraguayo desde Perurimá, pasando por el Chorizal López (los tres, incluido Panchito) hasta el Cacique Lambaré es: JODA, y con mayúsculas. ¡Pero qué barrabasada de país que es el Paraguay! ¡Mejor favor le hiciéremos a la humanidad suicidándonos todos y poniendo un basural o estercolero en todo el territorio nacional que jugar gua´u a ser un ñembo país ahí! ¡El mundo ciertamente necesita más un espacio donde arrojar su mierda antes que a los paraguayos! ¡Incluso los yanquis, o hasta los curepís ningo son más útiles en el politiquero ajedrez internacional! Qué joda, sinceramente... y conste que lo digo desde el fondo de un contrito y patriota corazoncito.

Cada ministerio se sube encima del otro como perros en celo, queriendo ahí hacer el trabajo de los otros gua´u. ¡Y a cualquiera de ellos les toma dos meses hacer una providecita de dos líneas! Funcionarios estúpidos planilleros que te miran mal si te vas a interrumpir su rascada de culo para pedirle por favor que hagan lo que es su puta obligación hacer. Te dicen que están demasiado ocupados y que blabla. Sí, hijodeputa, ocupado en tomar demasiado tereré. Aunque tus jefes lo que están ocupados ocupando diez cargos cada uno y construyendo mansiones por todos lados.

Y la pobreza... ¿qué pobreza? El problema no es que tengan poco, no, no es eso. Ningún campesino se quejó jamás de que le faltó el tereré, ¡si hasta los canillitas tienen un termo más lindo que el mío! El problema es, que, vos, gordo seccionalero, tenés demasiado, y a los veinte años ya robaste más que Alí Baba y los cuarenta ladrones en todas sus vidas. Dale na chamigo a los mita´i que te piden moneíta en el semáforo y no seas tan roñoso. “Moneíta” anga es la única palabrita que chapurrean en jopara´i ya que el español no lo aprenderán jamás porque todos los profesores compiten frenéticos por ir a enseñarle a tu hijo en una escuela-colegio-universidad cuyo único requisito para recibirse de perfecto orate-mediocre-semi-analfabeto-lacra humana parásita inservible para la sociedad es pagar mensualmente una suma de la que en primer lugar le despojaste. ¡Hasta el inspector Javert ngo se hubiese avergonzado al ver a un miserable tan asqueroso como vos! Pero bueno, supongamos, como dirás, que no necesitan nada esos mita´i porque sus padres luego procrean como ratas y que es la culpa de ellos. ¡Doná na algo entonces para esos otros niñitos con la panza inflada (y no por las mismas razones que vos) que se pasean por ahí como zombis que ya ni fuerza tienen para pedir socorro. ¡Ni siquiera se pueden dar el lujo drogarse con cola de zapatero! Y vos, que te das ese lujo todos los días, o al menos todos los fines de semana (con tu alcohol, tabaco y música a todo volumen), pensá na que los malparidos también quieren “divertirse” un poco también.

Y esos sodomitas senadores... también conocidos como prostitutas con corbata. ¿De qué cuernos sirve hacer leyes si esas morsas las violarán antes de que aprendan siquiera a gatear? Y ese caleciterito... ¡ciertamente que sigue ejerciendo su oficio al dar la vuelta las banquinas de ineptos así como el craso consolador estriado con acero y aceitado que se mete en el culo! Ahora, con todos los pa´i incursionando en la política ya no hace falta ir a este circo para ver a estos payasos, ¡porque el show nos ha de visitar a todos en las parroquias barriales! Muy poca diferencia hay entre estos violadores y los otros. ¿Por qué no se meten los misterios del rosario, los códigos Da Vinci y del Vaticano y los crucifijos satánicamente (i.e. al revés) en el culo, dan vuelta todo y pretenden que es un helicóptero que les lleva a otro planeta para que puedan cogerse entre sí tranquilamente, saciando al fin su eclesiástica líbido? Pueden hacer todo lo que quieran: política, comercio, hasta vida matrimonial si encuentran turra que les quiera, pero, ¡por favor dejen a los niños inocentes en paz!

Y los supuestos críticos... también conocidos como el cuarto poder o capacidad sensacionalista-amarillista-puta del mejor postor-reguero de pólvora desencadenante de histerias colectivas. Qué lo que ese trolo ñembo sabi-hondo ahí que se pasa perogrullando pavadas. ¡Un pito lo que sabe! O, mejor dicho, ¡de pitos lo que mucho sabe el muy tragasables! Y sabi-hondamente se las traga. Y el otro viejo estúpido también... ese judío que se cree el ídolo, ñembo machito ahí... ¡feroz lustrabotas de los pirague lo que era! Le increpa gua´u a las morsas senatoriales que fuman en su programa y el hijodeputa se chupa cigarros en la propaganda con más placer que cuando se chupaba las pijas de los pirague. ¡Se te pilló todo ngo nde puta qué lo que te hacés! El muy judío seguro que se masturba a escondidas en su baño con una fotografía de Hitler en pelotas.

Y la gente estúpida... u oportunistas-caza recompensas-comedores de mierda-veletas de la onda de temporada aunque por siempre cachaqueros a todo volumen. ¡Rajen imbéciles y vayan a limpiar la suela de los zapatos yanquis, españoles, chinos o cualquier lugar para donde hayan conseguido el pasaje! No sé por qué ir tan lejos para seguir con el mismo trabajo miserable y con la misma discriminación que se consigue acá. ¿No es piko suficiente que los policías tekaka, los militares trolos mameluquitos con jopo y zorros babosos te persigan desesperadamente para cobrarte su descontento por lo poco que le pagan? ¿Será que se paga más allá que acá? Digo, porque si a la puta no le da placer su trabajo será tan amargada en Asunción como en Taiwán. ¿Y qué lo que tanto si se pasan trabajando toda sus putas vidas para que un porcino patrón les patee a la calle sin un peso? ¿Gua´u que no van a seguir emborrachándose, poniendo su música a todo volumen en la calle y yendo a Tacumbú, o, como muchos de ustedes lo llaman cariñosamente, el Hilton Plaza?

Porque los ricos tampoco se quedan atrás. Está bien, hay que dejarles que manejen sus últimos modelos, que ejerzan su prepotencia´i ahí. ¿Qué lo que tanto si todos “somos amigos” verdad, hijodeputa? No sé cómo puta

Y así han desfilado, desfilan y seguirán desfilando estos celebérrimos tragasables-creme de la creme-payasos sin remedio-lacras humanas por el circo nacional que abarca todo el territorio paraguayo. Yo, me considero un patriota, y creo que, el mejor favor que se le puede hacer a un país como este es rajar lo más lejos posible de él y dejarlo a merced y en manos de los buitres, cuervos y hienas... esperen.. ¡ya está en manos de ellos!

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¿Acaso se ha de pudrir más lentamente el que va a marmóleo mausoleo que el que va a la común fosa?
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Ese tipo tiene más prejuicios que libros leídos.
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Notas para un desagradecido:
--Es difícil que una persona tenga totalmente definido lo que ha de hacer en esta vida antes de los veinte años (de hecho, la mayoría muere sin saber lo que realmente quiere).
--Obligarle a disciplinarse en la meditación hasta los nueve años aproximadamente o hasta que alboree atisbos de decisión e iniciativa propia.
--Jamás darle un solo pedazo de carne.
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Hay tres elementos con los cuales se construye una casa. Ladrillos, cal y agua. Al percatarnos de la consistencia de la obra solemos atribuirlo a la dureza de los ladrillos, pero éstos caerían con el viento si no estuviesen pegados por la cal. Pero ésta es puro polvo, nadería pura. Vemos entonces que, lo que sostiene a la casa entera no es más que lo más blando de todo el mundo: el agua.
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Para conocer el valor de cualquier cosa, no hay más que imaginar el mundo sin ella. Sin la palabra no habría mundo, pues ambos son la causa existencial, cosmogónica del otro. La palabra, o el lenguaje, existe para significar la realidad, y ésta para darse a conocer por aquella.
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Con la mente, usando las palabras, vamos construyendo realidad, dando sentido a nuestra vida. Para medir nuestra autoestima podemos imaginar nuestra vida entera como una obra de teatro o una película. ¿Nos toca un rol importante? Sí, ¡tan importante como un extra que aparece en pantalla dos segundos!
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Si come carne come todo. Tierra aire espíritu. Molicie muerte. Mañana y tarde. Vorgack. Qrl´p mnt´r. Comida verde. Soltero soportable. Humildad natural. Dios grande suma de todos los hombres. Interfaz virtual. Brillo negro, beatífica perversidad, paz intranquila. Nunca he podido resolver el enigma del azar. Posiblemente… imaginados

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La hediondez más repugnante y fétida que he olido en toda mi vida la descubrí en Villa del Rosario, mientras carneaban a una vaca. Apenas si me pude mantener en pie, no podía entender como puede tal porquería fétida podía provenir del estómago de un animal, que, sólo come pasto. Todavía no lo entiendo. Luego pensé: “Si el olor más insoportable proviene de un herbívoro, ¿Cómo ha de ser el estómago de un carnívoro, o un onmívoro, como, por ejemplo el humano? Ni quiero imaginármelo.
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Nietzsche era un mago, ciertamente, pero nunca sobrepasó los juegos de cartas
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Escribir es la prolongación de un estado de ánimo. La finalidad de esto es contagiar al lector de las sensaciones que se tuvo en el momento, infectar, enfermar. Por eso los tratados lógicos nos parecen mármol en ruinas comparado al fulgor incandescente del sentimiento.

Lo que hacer a una historia no es lo que sucede, sino cómo se la cuenta. Por ejemplo, que los hechos que acaezcan sean extraordinarios, pero que se los describa con total naturalidad; o, que los eventos sean del todo normal, pero que el observador esté estupefacto. Hacer que lo extraordinario parezca ordinario y viceversa.
135
Cuando encuentro una obra maestra
Mi alma sale a través de lágrimas
Que desaparecen y se pierden, clara muestra
Del éxtasis que consume estas páginas
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El problema de la ópera italiana es que es… demasiado italiana. Everyone has a vibe. Paraguayo inerte: ¿en qué nos hemos convertido? Personas que trabajan con cadáveres. Una buena chupada vale más que mil lágrimas. No libros viejos a viejos. Los lentos lento. Los rápidos rápido. No accidentes. Tan infinitamente lejos… Yo sé. Tú sabes. Nada más hay. La muerte es como el Darshan. En vano tratar de predecir cómo reaccionaremos en el momento. Para que sea buena, en toda película siempre tiene que morir alguien, y, mientras más importante, mejor. “La historia nos absolverá” Cnel. Albino Jara, Adolfo Chirife. Pobres los hijos de los escritores. El soltero mejor soltero. El casado mejor casado. La cura del enamoramiento es la indiferencia. Me pica el calor. Este calor paraguayo realmente da asco. Me invade su pensamiento como mil desembarcos en normandía. “Todos mis personajes soy yo. Todos los que ahora leen también soy yo. Pero no estoy seguro de ser yo el que está escribiendo…” Caetano Saraiva. El mundo de la literatura.
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¿Quién no tuvo alguna vez el impulso de aplastar la cabeza a una de esas serpientes que se arrastran por el suelo, y que, al vernos en problemas, aparecen (en el momento menos indicado) y se erigen en maestros, guías o consejeros? ¡Cómo se empecinan en querer solucionar nuestros problemas (y cómo buscamos afanosamente recipiente donde regurgitar nuestras penas), como si fuera lo más natural del mundo! ¿Qué engendro en el universo les da cuerda para que sigan y sigan con su cháchara chillona? ¿Nunca nadie les dijo que tienen más lengua que cerebro? Si hay algo que todos quieren dar y nadie recibir es: consejo. ¡Cómo nos regodeamos secretamente al ver al otro embadurnado en su estulticia! Tan campantemente vamos en su ayuda, y aconsejamos, opinamos. ¡Qué molestoso es todo esto! ¡Si tan solo pudiésemos ver los pensamientos de los que se encuentran en esa circunstancia! (el que aconseja y el que escucha). El primero pedanteando orgullosamente, el segundo pensando en los defectos de su interlocutor. Nuestro orgullo no tiene límites.
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Habrán echado de ver que no acepto que se me tilde de hombre “religioso” o “devoto”, ni nombro a Dios para justificar mis actos. Crímenes atroces se han cometido en nombre de Dios por hombres autoproclamados religiosos o devotos. Sepan que a Dios yo prefiero tenerlo en el corazón, y no en la boca; y que ningún hombre debería, siquiera osar, nombrarlo para justificar sus actos, por que es Dios y no el hombre el que ha de decidir quien obra en su nombre; y lo que Dios es o no es, solamente el corazón sabe.
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El hombre es una máquina de contaminación. Sin importar que ingrese al cuerpo, solamente inmundicias saldrán de él. A esto se debe que nuestros predecesores creían en la naturaleza impura inherente en el hombre (el pecado original, etc.). De hecho, somos impuros, pero la única manera de hacernos puros no es a través de la austeridad y el ascetismo; sino llenar el corazón de piedad, virtud y buenas obras.

Sangre, sudor, orina, mierda, moco, semen, menstruación, saliva, pus, vómito; todo lo que sale de la fábrica de inmundicias que tenemos como cuerpo está caliente. Es la señal de vida.

También abarcamos gran parte del espectro: la cera del oído es amarillenta, el moco verduzco, la saliva o viscosidades genitales blancuzcas, la mierda marrón, etc.

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¡Cuánto nos regodeamos en nuestro prestigio! ¡Cómo admiramos al preclaro científico recibiendo premios! No sólo “no” nos (me, al menos) gustaría estar en su lugar, sino que sabemos que, estando o no, todas esas cosas son fruslerías. La gente, luego de haberse acabado los bocadillos y el champagne, se dispersa.
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Porque eso que tan orgullosamente llamamos “adulto” no es sino un adolescente envejecido.
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La religión, así como el estado, es una cara más del egoísmo

Todo hombre, sea religioso o no, debería aprender esta oración: “Señor, libérame de mi propia estupidez”.
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Pero muchas chicas me dijeron que les encantó por el culo. A los pedófilos también les encantan los niños pero eso no lo hace correcto.
144
Declarar el “fin” o la “muerte” de la filosofía es una gigante estupidez que ignorantes supinos y verdaderos tontos han atrevido a afirmar. Casi tan tonto como iniciar una nueva filosofía. Che la pira cuarto kue la aipotave.
145
Hay algo en la incoherencia…
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Por eso hay que hablar menos. Todos hablamos demasiado, nos gusta chismorrear y vituperar hasta por las narices. ¡Que molestoso es escuchar chillar a un hombre de voz fina! Y al de voz gruesa dan ganas de aplastarle como el sapo que es. La cháchara femenina siempre esta en el menú de inmundicias, ¡arpías gritonas cierren la boca! Tanto ruido en el mundo. Hasta la voz de mi cabeza martillea sin piedad. ¡Cállense! ¡Cállense por favor…!
…………………………………………………………………………………………………………………
Ahhh……………….
Qué profundo es mi océano……………………
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¿Valdrá la pena decir esto, todo esto?
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No todos tienen la inteligencia para ser juristas, no todos tienen la templanza para ser abogados, no todos tienen la ecuanimidad para ser jueces. Pero somos jueces de la moral ajena, abogados del diablo y juristas de lo fútil.
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Escuchando la primera de Mahler, se me ocurrió esto: la vida es como su música. Adquiere una importancia monumental y es recordada, sólo por esos momentos gloriosos o memorables. Así es como sólo nos interesa la vida de los grandes: nadie se molesta en investigar la vida de Juan Pérez. Los tutti orquestales, las fulgentes melodías, las explosiones ensordecedoras… seguidas de solos aislados y la lenta progresión y modulación de acordes… que parecen no ostentar significado alguno. Queremos nuestra vida precisamente por esos momentos. Los que recordamos. ¿Quién se acuerda de ese día de verano kaigue en el que nos pasamos rascándonos las bolas? Pero, al fin, pensemos lo que pensemos, jamás atinamos a ver que cada nota del universo fue puesta en el exacto lugar en el que debe estar por ese Primer Músico…
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Y… hete ahí que surge algún concierto para piano de Rachmaninov… ¡oh glorioso compositor! ¿Cómo has logrado fundir el pasado y el futuro en un presente eterno de belleza infinita?
151
La vida consiste en una sola cosa, y esto es ser bueno. Lo que piensen los santos, los budas o los dioses realmente no es de nuestra incumbencia. ¿Acaso la navidad es más bella si el árbol está sobrecargado o casi sin ningún adorno? Y a propósito, ¿quién, si viere árbol hermoso, lo cortaría?
152
Vegetarianismo, abstinencia sexual, especulaciones metafísicas: todo esto es desperdicio de tiempo, mero afán de notoriedad. La vida es demasiado simple como para desperdiciarla en semejantes estupideces. ¡Y que venga el vegetariano, el abstinente o el filósofo a decirme que no le entiendo! Pues es él, el que no sabe nada: yo ya he hecho todas estas cosas y ningún provecho me han dado fuera de mi propia disposición intrínseca. A mí ni mu.
153
No puedo morir ahora: Dios ha invertido demasiado en mí.
154
Si en este caudaloso mundo, fluido, como el río de Heráclito, existe una norma que rasguñe la infalibilidad, es ésta: no hay ley absoluta: especialmente en lo moral. No digo que sea incorrecto mentir (por poner un ejemplo), digo que no creo que sea correcto dejar de hacerlo en todos los casos, infinitos.

Otra manera de poner esto es: lo moral se ciñe estrictamente a esta regla: haz lo correcto.
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Todos los días voy a dormir. Es mi ensayo para cuando muera. Estoy, de hecho, en mi lecho de muerte; y ya siento el viento esparcir mis cenizas…

¡Qué dulce es la muerte! Coppola arranca lágrimas de las piedras cuando mezcla las muertes de Michael y su hija con el Intermezzo de Mascagni. ¡Qué melodía dulcísima y enternecedora! ¡Ojala que la muerte sea así! Y si así fuere: ¡Que venga y me lleve!

Poner cualquiera de estas piezas en mi agonía o funeral: K618, el Réquiem, por supuesto; las no tan interpretadas de Barrios, como su sonatina a su madre, su excelsa romanza en imitación al violonchelo, oración; algo suave de Rachmaninov, las otras “light” de Chopin, Brahms (Ein deutsches Requiem) y los demás maestros en el piano; el idilio de sigfrido; Magnificat de Bach, mi villancico, mi canon n. 3 con la letra: “Cum sanctis tuis in aeternum”……………….. es decir, lo menos que pueden hacer, para soportar la engorrosa y absurda práctica de aglutinarse junto a un morcillón maloliente, es escuchar buena música. Aunque, bueno, lo mío sí es yare.

Si es que no hubiese un escape de la muerte, la vida no tendría sentido. Esta es una gran verdad que no admite contradicción alguna. ¿De qué puede servir algo cuyo estado ideal o potencial absoluto es su propia desaparición e inexistencia? Si el fin de la vida fuese la "muerte", ¿no habría sido mejor no nacer nunca...?
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La intención, de la cual está cargada la acción, es más importante que la acción. Parábola de los dos hermanos.
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Las mujeres se necesitan entre sí mucho más que los hombres. ¡Cómo se buscan, y qué contentas se encuentran cuando chismosean! Ciertamente que su “felicidad” depende de las otras. Es sabido que les preocupa más lo que sus pares han de pensar de ellas que su pareja, por decir, u otro hombre cualquiera. Y es que cualquier otro hombre (que no sea el que la fémina haya “marcado”) es justamente eso: un mero zángano. Las mujeres necesitan estar juntas, y, convendría dejarlas tal cual. Necesitan reunirse y criticar esto, controlar aquello o desdeñar a fulanita. A la mujer le cuesta mucho estarse quieta y tranquila; le es difícil creer que los objetos están en su lugar, que no están sucios y que están perfectamente en la situación en que están. Esto se debe a su incurable neurosis. Por eso es que son, absolutamente adorables.

El hombre es un animal, un simio. El hecho de que no tenga pelo no le exime en absoluto de su condición. Pensando siempre: sexo, sexo, sexo y nada más. Parece ser que nada útil hay en su cabeza, o que directamente nada hay. Y si el “amigo” no se para… pues que se pudran los demás. ¡Claro que él no tiene la culpa!: él es demasiado “macho”. Lo que en verdad es él… es… un mero batracio. Un pene con patas… que ni bien funciona.
158
Todo tiende repetirse y a ser lo mismo. Los escritores escriben siempre los mismos tipos de libro, los directores hacen las mismas películas de siempre y las personas no cambian. La historia misma es un patrón eterno e infranqueable, como una pista circular por donde los hombres tontos corren cada vez más rápido para volver sobre sus pasos sin notarlo. Hegel habló bien cuando dijo: “Aprendemos de la historia que no aprendemos de la historia”. Por eso, en réplica a él, y a Shaw y Einstein decimos: “Es cierto que son (¿somos?) muchos los tontos, y que sería vanidad o novelería pretender negarlo. Es cierto que el mundo está compuesto casi enteramente por ellos y que por eso justamente avanza y está a salvo; pero, ¿no es por esto mismo que hemos podido acceder a los tesoros que nos hacen suspirar en agradecimiento al más grande de los tontos (Dios)?” Gracias a Él habemos tantos tontos y tontos tantos y de distintas layas, pues, si todos fuésemos iguales, la vida sería una gran mancha gris en el aire… y a nadie le daría gracia alguna.
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Tanto el imbécil más violento como el genio más brillante no necesitan de nadie que les diga lo que son: ellos ya lo saben. Como le dijo Wittgie a Russell y Moore en la “presentación de su tesis doctoral”: “No se preocupen, sé que nunca lo entenderán”. Aunque, no puedo negarlo, quizá hubiese sido interesante escuchar a Heráclito, Parménides o Zenón, pero con Aristóteles todo se va a la mierda. Así que, si vas a la universidad: quizás tengas algo que aprender allí.
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No me hace ninguna diferencia el hecho de que el creador esté vivo o muerto. Los escritos de Roa Bastos, por ejemplo, siempre tuvieron ese sabor mustio y molestoso característico. Homero sigue tan vivo como siempre y Kafka se eternizó como insecto. La muerte no eleva un ápice la obra de uno, solamente esculpe una conjunción de letras a la posteridad. Y el nombre no es el hombre.
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Montaigne. Asiduo y acérrimo habitante de los clásicos. Realmente un espíritu antiguo. Remoto pero contemporáneo, y, más cerca de sí mismo que cualquiera de su tiempo. Razón fortísima, intelecto al filo. Autoridad en citar autoridades y versado en el conocimiento más dulce y sabroso (entendido savory, como las conversaciones entre Panza y Quijote) que existe, es decir los clásicos.
171
En verdad, él no quería tanto sentirse insultado tanto como quería sentirse insultado.
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Francisco de Quevedo. Bufón de bufones. ¡Qué gran poeta! ¡Qué gratos momentos junto al retrete!
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Pascal fue un verdadero cristiano. Mesura justa entre fe y razón. Corazón amplio, piadoso y bueno, y no duro al juzgar. Hechos no presunciones, cosas concretas no ilusiones. Divague.
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He aquí una excelente metáfora: Epicteto nació esclavo y murió libre.
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Borges no es un personaje de este libro tanto como una maniobra esquizoide de mi mente… y un poeta mediocre.
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Aristóteles. A Big geek. ¿Por qué Cicerón dice flumen orationis aureum fundens y Thomas Gray “comer pasto seco”? Qué obvio y qué tonto. Pues porque el primero fue abogado y el segundo poeta; y el poeta no tiene nada de abogado y viceversa. Aristóteles pudo haberlo abarcado todo, pero apretó nada. En Peri Poietikes ahonda infinitamente en todos los detalles y reglas que debe seguir esa sublime inspiración, pero fue incapaz de escribir verso alguno… ni tan sólo una línea (¡que haya valido la pena, se entiende...!). Muy peligroso, muy peligroso.
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Para Séneca la filosofía fue una sana diversión. ¡Grandísimo hipócrita!
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Cicerón escribía hermosas páginas acerca de la bondad, integridad, honestidad, etc; con una mano, y con la otra latigueaba a sus esclavos sin piedad. Y decía “somos muy duros con ellos, bla bla”.
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Catón fue el último (o único) romano verdadero: patriota, machista y cínico.
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Paul Dukas. L’apprenti sorcier. ¡Que tonto es aquel que, no satisfecho con su duro trabajo, lo destruye todo con iracundo egoísmo! ¡Tan necio puede llegar a ser alguien! No sé si este scherzo orquestal es lo único que vale en la pena de este compositor (porque, al parecer, no destruyó todas sus partituras), pero lo cierto es que, nunca lo podremos saber realmente. Por suerte Kafka fue tan cobarde como para no destruir sus escritos por sí mismo, y gratias agimus al desobediente y mentiroso amigo que le prometió hacerlo.
181
¿Por qué Van Gogh no se cortó la pija en vez de la oreja?
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Einstein es el arquetipo de todo genio: un hombre con una tontería de tal envergadura, que sólo una inteligencia brillante podría impedir su esparcimiento. Hitler es justamente lo opuesto a eso.
183
Schopenhauer es como un buda que ha sido lured to the dark side of the force. Jajaja. Pero en serio: su “plagueo filosófico” es mejor que cualquier otra cosa.
184
Nietzsche fue un perezoso de mierda. El único esfuerzo de su vida fue “Así habló Zaratustra”, y quizá “El origen de la tragedia”.

¡Me asombro al leerle a Nietzsche! Me parece increíble cuántas pavadas puede llegar a decir el tipo en un sólo párrafo. Fue un profeta: víctima de la histeria colectiva que la padecía él solo: un pelagatos decimonónico padeciendo una la enfermedad del siglo XX.

¡Perdiste la batalla hijodeputa! ¡Te quemaste en el cielo cabrón! Jesus rules, yeah! The anticrist freezed after Moses farted in your face, a-hole!
185
¿Hace falta decir que Wagner era un idiota? Seguramente gozaba el tipo ensartándose un palo de dos metros en el culo en el que escribió: “Sieg Heil”. Probablemente lo hacía escuchando su propia música… da ngo para hacerlo…
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En su “El triunfo de la muerte”, Brueghel encierra magistralmente el destino de los mortales, ¿acaso queda alguna duda? Las últimas obras de Goya, empero, nada tienen de extraordinario. Es el mero reflejo de la resistencia al asumir que el decaimiento y la subsiguiente cesación, son, irremediablemente, el único sendero a transitar: nada que un ser humano avejentado medianamente razonable no sienta. Aún más: El Bosco, con menos desesperación maravilla mejor. Arrancadme los ojos antes que hacerme elegir entre “El jardín de las delicias” y “El carro del heno”.
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¡Cae, amigo Rachmaninoff, en depresión, una y mil veces en un solo instante, así como las gotas de lluvia, si es que en tu euforia post-melancólica has de seguir componiendo música tan sublime!
188
Es difícil discernir entre estos supuestos buscadores, pseudo maestros (Brunton, Calle, Chopra, Coelho, etc, etc, etc, ad quasi infinitum) quiénes son los que realmente apuntan al Supremo y quienes al $upremo. En verdad, hay demasiado poco tiempo para dedicarse a ese tipo de estupideces… pero de que la estupidez vende, vende.
189
Milan Kundera. Hay demasiados novelistas y la mayoría apesta. Creen que ese arte es simplemente contar una historia, sin más. Kundera (por citar cualquiera) lo hace de la manera correcta, su estilo es el adecuado. Causa impacto y mantiene en vilo al lector. Cada fragmento o capítulo es un mundo aparte, una obra de por sí: el que formen parte de una historia más amplia es una mera coincidencia.
190
Adiós nonino. ¡Que maestro! Piazzolla desarrolla en la partitura su idea maravillosa, plasma su sentimiento sin dejar nada para sí. No es suficiente tener una idea linda, pero tampoco carecer de inspiración: el arte consiste en la medida justa entre originalidad y técnica, musa y pericia.
191
El buen músico es tan buen compositor como intérprete. Condición que no cumplen John Williams (el guitarrero) ni el propio Mangoré.
192
Siendo el melómano y biblófilo que soy, hallo regocijo en mi propio ser y veo tanto la grandeza como la miseria del hombre. El estado debería pagarme por hacer lo que hago (construir mi persona con los mismos materiales que los grandes hombres como Goethe, Dante (¿Dante?) o Avicena, por citar algunos), y dejarme ser sin más. Pero estoy obligado (y acepto con gusto y no a regañadientes) a convivir con estos simios, digo, con mis semejantes, y a amarlos y sufrir con ellos si hubiere necesidad. Pero de ninguna manera me pidan que comparta su ignorancia. Gracias.
193
La filosofía es algo netamente heleno: los demás son más charlatanes que filósofos; por eso se dice que ha nacido y perecido en Grecia… y lo ha hecho con Sócrates.

Y aún, antes de Sócrates: todo ya estaba dicho.
194
Siento mucha lástima. Por la impotencia que tenés de salir de ese estado… y por la impotencia que tengo de hacerte salir de ese estado.
195
La mayoría de los hombres son como Wittgenstein: cuando jóvenes, creen haber resuelto todas las cuestiones, y de viejos, están desahuciados de sí mismos.
196
Debemos más a la cultura árabe de lo que sabemos. Ellos engulleron, digirieron y cagaron a Aristóteles mucho antes que nosotros. Si no por ellos adiós escolasticismo. Bacon vendría con eggs, Santo Tomás sería un sanguchito y Escroto digo Escoto, digo Escro… ehh.. Esco… ¡bah! No importa.

Eso sí: luego de haber quemado Alcorán.

Me asombra que Jelal haya leído un libro así…

¿De dónde mierda Mahoma quitó que Jesús le anunció?

Alcorán es intragable: no hay manera de leerlo como a un libro convencional. Sería una especie de oráculo al estilo ruleta rusa: difícil abrir seis veces al azar sin encontrar el trillado: “¡Teme a Dios, amigo, pues Él te castigará, bla, bla, bla, grrr!”.

Si una mujer cita como autoridad la Biblia respondedle: “Cierra el pico, necia, pues bien lo ha dicho el mayor de los hombres: sub viri potestate eris et ipse dominabitur tui.

¿No resulta raro que los supuestamente pacíficos hindúes sigan las enseñanzas impartidas en un texto en donde se exhorta a un hombre a matar a otros?

De los judíos ni me hablen.

La religión judía consiste en matar a ciertos hombres, para luego recopilar sus dichos en libros y estudiarlos y no practicarlos.

¿Qué se puede pensar de un hombre que dice: ignem veni mittere in terram et quid volo si accendatur; y, tollite iugum meum super vos et discite a me quia mitis sum et humilis corde et invenietis requiem animabus vestris?

Los taoístas se merecen también todo el respeto de una religión “revelada”.

¿Qué haría un jainista si se hallare resfriado? ¿Escupiría o tragaría su flema? ¿Intentaría o no curarse?

Supongo que me puedo pasar el dedo por la abertura de mi ano y anunciar que “Dios me reveló” estos escritos a través de una voz que provino del pedacito de cacá que quité.

Si, para ser un buda, solamente hay que seguir el noble óctuple sendero, ¿por qué puta le veneran tantos?

La historia del budismo podría bien ser la historia de la inevitabilidad de la idolatría humana; es decir, la historia de un sabio que intentó hacer dejar a la gente su idolatría y su necedad, logrando solamente que se le idolatre a él. Ahora, si un sabio quiere que los necios le parezcan, ¿no lo convierte esto en un necio, verbigracia, logrando así su objetivo?
197
No sé de qué mierda habla Borges cuando supuestamente alaba la literatura japonesa, siendo ésta una mera yuxtaposición de imágenes y siendo su propia obra meras palabras opacas puestas en buen orden.
198
La sociedad fomenta su propia mediocridad.
199
Suponiendo que el dinero no engendre poder y viceversa, preferible sería dejar lo primero por lo segundo porque es sucio e innecesario en la medida en que las precariedades estén extirpadas; además, lo segundo nos posibilita a lavar con jabón las bocas flojas.
200
La lengua de la chusma es de un largor infinito.
201
Siempre que como algo digo que está rico. O soy un gourmet muy flojo, o paso demasiada hambre. Tener en cuenta Montaigne XLII: “Quien no se da la oportunidad de tener sed, no goza bebiendo”.
202
Inmediatamente antes e inmediatamente después: ésa es la regla.
203
El arte culinario obedece exclusivamente a la gula.

Ayunar más. ¡Qué asquerosa es la sensación que producen las personas que nacieron para comer solamente! Atiborrándose de mierda. Kure jo´o y pereza, panza y cerveza, mierda y mugre. Ciertamente mis tripas me convierten en una máquina de hacer suciedad, ¡qué mucho que falta evolucionar! Los intencionalmente famélicos no se quedan atrás…

Comer bien y moderadamente es mejor que diez mil ayunos.

El mejor manjar y una mierda asquerosa: un hombre de intermediario.
204
--Yo, sinceramente, sé muchísimo: demasiado. Has de saber que, sé mucho más que muchos que se decían sabios
--No sé eso. Pero al menos sabías más que Sócrates.
--Háaaa…
--¿Ves?
--De hecho, ésa frase prueba la intención de Sócrates de erigirse en el más grande de los sofistas
--¿Mmm?
--No tiene sentido decir: “Sólo sé que no sé nada”, porque si no se sabe “nada”, entonces no se puede decir que se “sabe”
--Por eso justamente dice “sólo”
--Aún a costa de eso: la nada absolutiza. En todo caso, tendría que haber dicho: “Sólo sé una cosa”
--Háaaa…
205
El hecho de evitar pronunciar la palabra “querer” no nos hace querer menos.
206
Nadie que no esté bien solo puede ser tan tonto como para esperar vivir bien en pareja. El que no se lleva bien consigo mismo sólo acarreará problemas.

La pareja. No hay punto medio. El varón amenaza y usa su fuerza, la mujer extorsiona y usa la persuasión. O todo es color de rosa, o llamean las flamas del infierno. Todo tiende a lo absoluto, a lo definitivo. ¿Será posible el nirvana en pareja? ¿Gandhi y su esposa? No. Ellos practicaron la abstinencia. Y, si la santidad es alcanzable “de a dos”, ¿habrá todavía sexo? ¿Tantra? Dudo. Dudo una y mil veces. ¿Sexo y camino? Sexo y meditación, sexo y satori; o todo eso sin sexo. En concreto: ¿es, renunciar al sexo, un requisito para alcanzar la santidad? Respuesta: habría que renunciar, probablemente, a ambas cosas. También: el sólo hecho de preguntar me aleja infinitamente de la respuesta. Sexo: ¿Perdición o salvación? El casamiento. ¿Estuvo o no Jesús con M. Magdalena? Y si sí ¿dejaría de ser el salvador? No lo sé. Krishna. ¿Valdrían menos sus enseñanzas? No. Aunque hubiese estado con ella, el Cristo sería de igual manera el “puente” entre el hombre y Dios: no el salvador único, no la “verdadera” religión. Io. 14:6: Dicit ei Iesus ego sum via et veritas et vita nemo venit ad Patrem nisi per me. “Solo por mí”, no hay otra alternativa: entender cuidadosamente. Buda, Lao Tsé, Mahavira y Krishna. Buda renunció a su mujer, Lao Tsé y Mahavira, nunca tuvieron una, pero Krishna es la clave de todo esto. Krishna como “hombre de familia”, como padre, hijo, hermano, primo, avatar, como Vishnú, como Dios. Ser “padres”. Somos hijos de Dios, Dios es padre, ¿podríamos, entonces, siendo padres, ser también Dioses? Pero somos padres porque tuvimos sexo, ¿tendría, también, Dios que haber tenido “sexo” para ser Padre? Filium Dei Unigenitum. Parece que no. Dios es asexuado. Pero, si Dios carece de sexo, ¿por qué todos los avatares fueron hombres? Jesús, Buda, etc. Porque, quizá, ¿la razón prima y rige el universo? Hombre y Mujer perfectos: Ying y Yang, Tantra. Sexualidad perfecta, Gen. 2:24…et erunt duo in carne una, meta-dualidad, nirvikalpa samadhi, ¿el sexo que mantuvieron Adán y Eva antes de caer…? Pero esto ya es volverse asexuado, es decir, igual a Dios; y de ahí “es uno igual a nosotros”. ¿Plural mayestático o incluyente? ¿Nosotros “tú”, o nosotros “todos”? No tengo la solución definitiva, pero sé que el enigma se resuelve en Gen. 3:22.

Novio: hombre que se ha responsabilizado por el disfrute de otro.

El casado desea más ser soltero que el soltero ser casado. Ninguno sabe que ha de ser más miserable si no fuese lo que es. It is not better on the sunny side of the street. The grass is not greener on the other side.

Con las mujeres: a los ruegos y a las súplicas, a los ultimátums y a las amenazas o a los guiños y a las risas.

¿Por qué somos machistas? ¿Por qué nos exacerba la femenil debilidad y nos molesta? Porque queremos ser fuertes, y ellas se alimentan de nuestras debilidades, impidiéndonos evolucionar. ¡Qué gran diferencia entre la extorsiva y amenazadora mirada de la que jura no compartir nuestro lecho jamás y el lagrimoso rostro de la que pide perdón por ofendernos luego de haber recibido merecida paliza! La mujer saca a relucir lo peor en nosotros, y nosotros en ellas, también.

Menos mal que hay placer en el sexo, o si no, hace rato nos hubiésemos extinguido.
207
De profundis. Wilde, ¡pobre trolo! Lo encerraron por puto, y bien podrían hacer de ésa una regla general… al fin y al cabo, ¿no están mejor juntos los de la misma clase? All art is quite useless indeed, cornhole.
208
Que Marco Aurelio diga que el coito es una “mera frotación interna y la descarga espasmódica de una mucosidad”, ¿le quita el valor absoluto e infinito que le dan ciertos poetas? Realmente no existe gran diferencia entre nuestra pyerqueza y la de los animales. Ya quisiéramos leer sonetos acerca del apareamiento de los sapos, culebras y cucarachas…
209
Una concha podrida y una pija flácida: rechazándose, desdeñándose y culpándose mutuamente de su actual estado, con el mismo ardor con el que antes retozaban. ¿Suena familiar?
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Somos una caricatura grotesca de lo que deberíamos ser. La juventud y la vejez se apuntalan en una ambivalencia insalvable y terrible, ¿es nuestro destino lucir canas, arrugas y ser débiles y enfermizos; o, acaso deberíamos ser perennemente bellos y frescos, briosos y enérgicos? Ambas máscaras miran con odioso afán al orate del medio: la primera con juvenil arrogancia, la segunda con senil nostalgia…

Soy el reflejo envejecido de mis hijos y la sombra que dejaron mis padres. Mismos errores.

De repente asombra la desfachatez de la gente. Jóvenes tontos que empiezan a despotricar acerca de cómo se les deja de lado a la gente vieja: ¿Qué carajo saben del asunto? ¡Nada de cederles el asiento en el micro a los ancianos! ¡Nada de darles el paso a las viejas! ¿Qué derecho especial es el que supuestamente poseen? ¿Acaso no pagamos el mismo pasaje? ¿No es la vereda de todos? Que sufran como todos los demás, que no hay privilegios en esta vida. Además: tan poco tiempo les resta: ¿Por qué no quemar bien el karma restante? Se les cobija y se les mima como a bebés cuando se les debería azotar o meter en jaulas. Todo sea por aprender la Primera Noble Verdad.

Nada más triste que un anciano ignorante. Nada más triste que una vida desperdiciada.
211
Nacemos demasiado rápido como para poder evitarlo y demasiado lento como para no hacerlo correctamente, crecemos demasiado rápido como para educarnos en algo verdaderamente útil y demasiado lento como para olvidar el pasado, envejecemos demasiado rápido como para aprender a vivir y demasiado lento como para que nuestro reflejo arrugado y canoso nos asuste, morimos demasiado rápido como para hacerlo adecuadamente y demasiado lento como para ignorar que no ha sido en vano.

Si se le somete a riguroso cuestionamiento a cualquier anciano medianamente lúcido, haciéndole ver su vida en conjunto y su inminente muerte, no puede dejar de llegar sino a esta conclusión:

Soy joven, hermoso, rico y poderoso: ¿por qué muero?
Soy viejo, feo, pobre e indefenso: ¿por qué vivo?

Requiescat in pacem. Un anciano en su lecho mortal quejábase de que le lloraban, pues decía que el hecho de que tenga que morir no era culpa suya, y que, sería bueno no le fastidien con llanto tan molesto e inútil, pues descansar en paz no es tarea fácil.
212
Para el que ha anclado su mente en el puerto de la conciencia pura no existe cosa alguna fuera de sí mismo, pues las fronteras de su ser están más allá de todo lo que puede ser observado por los sentidos. La relatividad o simultaneidad de los tiempos pierde significado cuando se sabe que el momento es la medida de la eternidad. Memento aeternis. Todo el mundo fenoménico, con todo su brillo chispeante y contrastes de sensaciones, se desdibuja dejando a plena vista el misterio secretísimo de Dios…
213
¡Qué poco que tengo! ¡Qué rico que soy!
214
Estudiar filosofía si se quiere (o mejor dicho: los sistemas filosóficos), pero no olvidar al hombre que la concibió. Schopenhauer, Comte, Sartre, Wittgenstein, etc.

La verdadera filosofía es la vida. Nada escrito, todo hecho. Por eso Sócrates fue el mayor de los filósofos griegos, y, antes o luego de él, siguieron filósofos menos importantes e ignotos. Tergiversaron y confundieron a la filosofía con la ciencia o la moral. ¿O, acaso soy yo el que debería hablar de “filobios” en vez de filósofos? Zenón amó más a sus filologousque a sus logofilous, pero ninguno de ellos se preocupó de lo esencial. Y la filosofía (o la religión o la moral o como lo llames que sepas que deberías cultivar) es solamente eso: lo esencial; y Sócrates se ocupo de ello.
215
Lo bueno de ser racional es que, en general, todo proceso lleva al mismo lugar. Las emociones son impredecibles.
216
Es increíble cuán arbitrario puede ser nuestro gusto, y, cuánto desdeñamos al que nuestros desagrados gusta. Casi nadie puede hacernos cambiar el gusto, pero, ¡con qué afán intentamos hacerlo nosotros a los demás!
217
Sacrificaríamos a nuestros hijos antes que a nuestros prejuicios: aquellos son más débiles.
218
Considero a la voz humana como el instrumento de mayor belleza en toda la música. Ciertamente que los instrumentos albergan un rango mayor de habilidades técnicas y firuletes, e, incluso, a veces parecen emular rasgos humanos: pero ningún objeto inanimado es capaz de albergar, modular y expresar la música de manera tan acabada como la voz humana. Todos tenemos una fibra especial que se eriza al escuchar un coro blandiendo melodías.
219
No merezco ser quien soy. Lo que "tengo", sé que no es mío, ni siquiera del que me lo ha
dado.
220
Los moribundos, mientras más rápido terminen su negocio, mejor. Así como la visita
es bien recordada cuanto menos se queda con nosotros, el doliente debe procurar encaminarse rápidamente a la meta. Nadie disfruta de largas agonías.
221
No es lo que deseamos, sino lo que hacemos.
222
En rigor, si no se tiene miedo a la muerte (que es el miedo que sustenta a los demás miedos), nadie puede obligarnos a hacer nada. Ni si quiera a punta de pistola. Por eso es que siempre existe esa tercera opción, y nunca es dado, realmente, decir: o “a” o “b”. La opción “c”, a la que me refiero consiste en echar todo a la mierda y que se pudra todo. Por ejemplo: a) paso el examen y soy feliz, b) me aplazo y soy miserable y c) me meto un tiro en la cabeza. ¿Se ve? Ahora, no postulo que la opción “c” sea necesariamente volarse la cabeza en todos los casos, pero hay que aceptar que la actitud de que “se vaya todo a la mierda”, difícilmente la pueda adoptar alguien hasta las últimas consecuencias si carece de ese miedo único que mencionamos al principio.
223
No requiere mucha valentía ir a la guerra… pero sí cuidar a un leproso. Es cuando tenemos la certeza de que hemos de destruirnos, y seguimos adelante lo que nos hace valientes… no la mera posibilidad.
224
Felicidad. Sólo ignorando, haciendo la vista gorda a las miserias de este mundo podemos ser felices. Y me refiero categóricamente a todo lo que se pueda pensar al pronunciar la palabra. Feliz. Feliz. Cualquier goce, por más “legítimo” (o como se quiera llamar al deseo bien justificado) que sea, acarrea una inconsciencia tal, que su sólo disfrute arroja al humano a las más profundas cavernas de lo ilusorio. ¿Te has casado? ¿Te ha nacido un hijo? ¿Fuiste electo presidente? Payasadas, dices que digo, pero dime algo tú: ¿Qué, en esta vida que crees tuya, hay, que puedas llamar realmente tuyo, y que te cause felicidad? Tus bienes, por más abundantes que sean; tus hijos, por más deferencia y devoción que te diesen; tu esposa, por más bella y virtuosa; tu sabiduría, por más prudente y juiciosa; tu honor, por más festejado y glorioso; y, tu misma vida, por más longeva y dichosa… ¿Tienes todo esto? ¿Lo deseas? O en otras palabras, ¿has desperdiciado toda tu vida en estas basuras, y, si aún no, lo arriesgarías todo por esas cenizas? ¿Es que no lo ves? ¿Cómo es que no entiendes…? Morirás, amigo. Morirás. Morirás. Morirás, te lo aseguro mil veces. Morirás así como escuchas mis palabras. Y nadie te salvará, nadie. Ni tus riquezas, ni tus hijos, ni tu esposa, ni tu ciencia, ni tu fama, ni tu vida. Todo lo perderás… todo.
225
Hay una reina en el mundo, y gobierna sin dar segundo alguno de tregua a sus súbditos: la hipocresía. ¡Cómo se campanea por estos lares! Y, ¡con qué naturalidad le alaban las mujeres…!

La hipocresía es el principio fundamental de toda sociedad organizada, “civilizada”. Es el aceite que lubrica y permite que todos sus engranajes funcionen.
226
Alea iacta est. No siendo, incluso, interesante la vida de César, esta su frase le obligó a eternizarse.
227
Poder. Paradójicamente, mientras más poder caiga sobre alguien, más impotente es. Suponiendo que exista algún rey, en cuya voluntad esté supeditado el mundo entero, ¿no tendría todo a pedir de boca? ¿Qué más querría…? Pero no. Tanto pervirtió su voluntad y sus deseos para moldearlo al mundo que, si éste le falla en algún momento, se desquicia. ¿Y qué esperar? No es posible, ni para el más poderoso de los humanos, hacer, por fuerza de su voluntad, que una hormiga le haga caso; ¿qué poder es, al fin, el que entonces tiene? Pues el poder de vanagloriarse en las migajas. Jueces, reyes, ministros, generales… todos son basura. ¡Qué leyes, qué ejércitos vendrán a salvaros cuando venga la implacable muerte a llevaros! Pensad en la hormiga: ella verdaderamente tiene poder. Podréis matarla si es que creéis que no os escucha, pero eso no prueba vuestra fuerza, sino el poder de la hormiga, y vuestra impotencia en tratar de hacerla hacer lo que ustedes quieren que haga. Y eso, es, verdaderamente, no tener poder.

Miramos al tendota y nos impresionamos con el poder. Pero él nos mira y se asombra de la masa, pues en ella está la fuerza. Pero ella no lo sabe. Ella se mira a sí misma en sus incontables custodios, sólo para reflejarse infinitamente en la nada. Alguno de ellos observa a la hormiga llevar su carga y piensa: “No hemos hecho nada nuevo (y lo que es peor), nada bueno.”

Somos una raza de esclavos.
228
¿Cuándo la palabra “deseo” se volvió tan pecaminosa?
229
Ley. La ley es la imaginería tribunalista. Ningún rufián realmente se pone a pensar en qué ley ha de quebrantar (y si sí, ¿no sería así aún más peligroso?). La ley es de goma, el que mejor la manipule y la estire es el que se saldrá con la suya. Las leyes (y la política) son cosa de ricos: sólo ellos podrán ser oídos en el bullicio marmóreo. La única ley del pobre es el miedo… y la eterna ignorancia.

Las leyes se hacen alevosamente contra los pobres. Si los ricos son los que las hacen, ¿no resulta obvio que las harán en beneficio propio?

Es injusta para los pobres su propia existencia, por más que persistan tan insistentemente en su ignorancia, y que no les importe esforzarse para salir de ella. Pero ningún progreso, puede haber tampoco, si no existiesen hombres con biblioteca y panza llenas… y en plena digestión.

El objeto del derecho es irracional sui generis: pretender elaborar reglas generales finitas y aplicarlas a casos particulares, específicos e infinitos. Completamente absurdo.

Sin duda que la ley es hermosa, y, su brillo es aún más fulgente en tanto observamos la amarga realidad. La sabiduría popular habla correctamente cuando dice: “Ríkope ndaipóri ni léi ra´anga”, “Léi karai ñe´ëme, kastígo katu guaraníme”, “Léi garroteránte ojejapo”, etc.

¿Por qué puta se sigue manteniendo toda esta locura? Porque el necio tiene necesidad de ella.
230
Es cierto que critico todo. Y lo hago desde mi cómoda casa y paseándome en mi auto. Yo no pedí estas cosas, pero tampoco las rechazo. ¿Dónde está el tan esperado nihilismo? Las guerras engendran más guerras y los pobres más pobres en un drama que no tiene fin while the rich keep profiting. ¿Hasta cuando se replegará la masa bajo su propio yugo…?

231
Omnipotencia. Dios. Cuando lleguemos al punto en que seamos capaces de crear estrellas o galaxias y disipar universos con la mente, podríamos, tal vez levantar un poco la vista hacia Él.

La omnisciencia está al alcance de todos.

El nombre que más gusta de Dios. Palabra que reza el indefenso y el que se encuentra impotente y el hallado en el más hondo y recóndito de los miedos; coincidentemente, del cual gozan también lacras pestilentes llamados políticos u hombres de poder, y la oración de los reyes: Pantokratwr.
232
Servilismo. Nada más molestoso al poderoso que un zángano rastrero. ¡Cómo pueden creer estos lacras que, actuando como actúan, podrían agradar, siquiera en momento algún a su amo! ¡Bufones…! Pero tampoco hay camino más corto para destruir al presumido que la adulación. Los amos a sus billetes, los esclavos a sus grilletes.

Miramos al rey en su sitial y su poder nos asombra. Desde abajo lo vemos: solemne, magnífico y terrible; pero él vive en la agitación y en el miedo esquizofrénico constantes. El poder que ostenta le obliga a hacerlo: ese poder terco y testarudo, intolerante e intransigente. Creemos que desde arriba nos controla, pues su temeridad es amenazadora. Creemos que el mejor lugar para estar cuando él está cerca es bajo sus rodillas. Creemos que él nos guía y que nuestros problemas se solucionarán, si bien no con su sabiduría, con ese su poder. Él cree que alguno de sus acólitos, llegado el día, no le cederá el paso, no bajará la cabeza y tendrá el coraje como para no bajar su mirada ante sus ojos. Él piensa que sus hombres armados, subordinados a él, le protegerán por siempre, aún a costa de sus vidas. Él confía en la línea de mando, en esa matriz que encadena de arriba a abajo a los hombres en orden creciente de riquezas, poder y estupidez. Y esa red, con tan sólida apariencia, deja caer su pesca cuando la revolución se adviene con la fiereza de un sismo…
233
Democracia perfecta. ¿Atenas? ¿Y las mujeres? ¿Y los esclavos? Democracia participativa. Un abuso, una falacia. Yo, que soy demos y que soy kratos no decidí promulgar esta ley, o vetar esta otra, ni condenar a éste, o liberar a aquél. Debería llamarse en todo caso: democracia no participativa. El voto mismo es un obrar fraudulento.

Todo, acerca de cómo manejamos estos asuntos está mal. Todo. El sistema entero se viene abajo inminentemente. Los niños, los incapaces, los santos: las opiniones que realmente valen no son tenidas en cuenta, no tienen voz ni voto.

El leviatán despertará de su letárgica imaginería, que, con una fuerza brutal incandescente, hará ebullir todo afán nihilista o de poderío en trágico suicidio. Estos nuevos espíritus librarán batallas como no se ha visto jamás: batallas del corazón, batallas de no-violencia….

Y ahí, quizá, el Pantokratwr sonría, cuando escuche a sus hijos cantar esa oda de Schiller…
234
Hay un sólo día de cierta temporada en que el paraguayo no se plaguea: el día de las selecciones de sus autoridades. El resto del tiempo se la pasa plagueando acerca de las mismas autoridades que eligió.

¿Cuándo van a aprender a hacer las cosas al estilo romano? Es decir, ir a degollarles a esos badulaques en sus mismos asientos.
235
El segundo mayor placer. Podrá, en este mundo, haber muchos placeres, y de índoles varias, pero ninguna podrá compararse con el sublime goce de crear. Sacar algo de la nada. Eso es lo que los músicos llaman componer, los pintores visualizar o los escritores imaginar y Dios... pues…

¿Me creó Dios a mí o yo a él? Probablemente ambos a ambos.

El primer mayor placer. Es carecer de la necesidad por los placeres, la bienaventuranza, el divino éxtasis, no lo que denominamos normalmente felicidad. Puedo asegurarlo porque ya lo he experimentado (pero no lo he aprehendido). Pero es menester renunciar a ello. Y luego renunciar a esa renuncia. Y ser un buda, o un cristo, es decir, ser… uno mismo. Dios.
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1er nivel: Buda, Cristo.
2do nivel: Ramakrishna, Maharshi
3er nivel: Kabir, Yogananda.
4 nivel: Gandhi, Aurelio.
237
La obra de uno. Un hombre puede, o vivir su vida plenamente, o legar una monumental obra a la posteridad, pero, bajo ninguna circunstancia, hacer ambas cosas a la vez. La vida es, simplemente, demasiado corta. ¡Gracias Beethoven, gracias Miguel Ángel, gracias Cervantes, por vivir vidas miserables y haberme legado vuestros tesoros! ¡Gracias por haber sacrificado vuestras vidas para que yo pueda gozar de la belleza! ¡Qué grande es vuestro espíritu y qué generoso…!

…ahora que lo pienso mejor, creo que sí es posible hacer esas dos cosas a la vez, es decir, vivir plenamente y legar una monumental obra. Esto se hace convirtiendo la vida misma en una obra, que, por definición es tan monumental, que no cabe en ninguna ciencia. Esto es lo que hizo, concretamente, Sócrates. Y, como sabemos, Buda, Jesús, etc.
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Dios. La razón de ser de todo. La primera causa y el último efecto… y todos los circunloquios intersticiales.

El problema principal y su única solución, que soluciona todos lo otros problemas menores. La paradoja de paradojas que se invalida a sí misma. La aporía más fácil y el enigma más simple.
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Toda palabra rehuye su propio significado. Al decir una sola palabra, revuelvo la infinitud de matices de variaciones del logos, y me quedo con una sola opción. Al decir una sola cosa, dejo de decir incontables otras. Y en esas otras cosas (las calladas, las no pronunciadas, en contraposición a lo hablado) radica lo trascendental. Por eso si digo “nada”, se entiende porque en esa nada no está el todo; pero, si digo “todo”, ¿se contiene en eso o no la nada? ¿Forma parte la nada del todo, o éste le excluye? La nada le excluirá al todo, pero el todo la contendrá, dirán. Pero en verdad, ese “todo”, le contiene a esa “nada”, se contiene a sí mismo y contiene una totalidad de una inconmensurabilidad tal, que no cabe en el lenguaje. Todo le contiene a nada, nada le contiene a todo, y cualquier palabra le contiene al logos, conteniéndose éste a sí mismo y a todo lo demás, como todo lo demás se contiene a sí mismo y a todo lo demás también. Para entender esto, hagan lo siguiente: cuenten del 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… así al infinito. Luego asignen a cada número 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… una nueva serie de 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… al infinito, y a cada nueva serie una nueva serie y así. De esta manera, veremos que en cada número, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… existen infinitas series de números infinitos con infinitas series de números infinitos con infinitas series de números infinitos con… y así. Por eso es dable decir algo, porque se dejan decir esas infinitas cosas. Por eso el ser humano dice cosas, habla; sabe, o al menos piensa, que hay algo que decir… y lo dice. Pero no alcanza a decir ni 1, y ese 1, aunque infinito, no vale nada.
240
Vencerse a uno mismo. ¡Que venga el holocausto! ¡Que venga el Apocalipsis!
241
La creatividad. ¡Qué sublime el goce de crear! La carne enmohecida y exánime que somos ciertamente cobra vida cuando esa chispa se instala en nos. Esta súbita inspiración es tan anhelable como inesperada, pero su fuego es una columna que se eleva por los cielos dando testimonio de nuestro espíritu al Creador… sorprendiéndolo en más de una ocasión.
242
El fin máximo de todo libro, palabra o pensamiento de cierta clase es que se lo lea, se lo reconozca; sea que medie un lucro, robo o plagio; y, esto vale tanto para los quijotes como para los códigosdavinci cualquiera, pasando los últimos de moda aquí y allá como olas amagando a la orilla, quedando siempre impávidos los primeros cual peñascos inamovibles en la playa de la memoria humana. Los otros, tan asombrosamente olvidados como las circunstancias de uno que se despierta con intensa resaca.

Un deseo loable: “¡Libros gratis para toda la humanidad!”. Claro que se lo puede calificar de egoísta, porque, al fin y al cabo, yo también formo parte de la humanidad, y… bué… pedir para mí las cosas gratis… en fin…
243
Tengamos algo bien claro: Ni Cicerón ni Séneca eran sabios. Ambos perseguían aquel anhelo más absurdo de todos: la fama después de la muerte.

Supongo que de algo sirvió… si no, ¿quién sino yo se burlaría de ellos?
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¿De qué le sirvió a Abraham tener al universo por simiente si él mismo y sus descendientes habrían de morir?
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There can be no man tougher that Jacob-Israel. How the fuck you beat God in a moquete?
246
Al fin el lado oscuro de la fuerza logró el papado.
247
Encima que cuesta entenderle Shostakovich y cia; el colmo sería que venga un lenguaraz como Krishnamurti y nos diga: “Ese es un proceso que indica tiempo”.
248
Si el dadaísmo fuese arte sería yo un genio insuperable, puesto que como, eructo, cago, pedo, vomito, me masturbo, tengo sexo, huelo la punta de mi dedo con moco, cera y cagada, etc, etc; mejor que nadie que conozca. Si el dadaísmo fuese arte veríamos a los bobos de siempre agolparse, en gala, en los patios de los manicomios, para ver a “los artistas” hacer despliegue de sus maravillas mientras dure su recreo. No supieron hacer, los capos, mejor cosa que separarles a otro rebaño con una etiqueta aparte. No es sino un borrón, un tachón de las historia que se “enseña” en las “escuelas de bellas artes” a regañadientes. Si los académicos supieran de arte, no sé para qué necesitaríamos a un Da Vinci, a un Mozart. Si los críticos supieran de arte, nunca hubo ni jamás habrá persona u obra de genio en todo el tiempo en que exista el universo; pero, esto es imposible, puesto que yo mismo soy-yo un genio insuperable del dadaísmo, como dije al principio.

Hoy, el arte es tan difícil de entender, que ya no se sabe si los artistas pretenden crear o destruir, y si los críticos pretenden alabarlos o insultarlos por ello. Si alguna vez, los funcionarios de los museos de Nueva York y de los basureros de la ciudad se confundiesen de lugar de depósito de sus “materiales” mutuamente, ¿quién podría notar la diferencia?
249
¡Muy tontos los métodos modernos ciertamente! Se les tira a los violadores a la olla para disfrutar de las salsas, caldos y jugos que tanto adoran, para salir luego revitalizados y con más experiencia. Ahora, si se les cortase la pija Plato´s style, nunca más harían sufrir a ningún inocente con sus mórbidos hábitos, además de impedir el esparcimiento de su asquerosa semilla… por si acaso.
250
Supongamos que hubiere un concurso de directores de cine cuya finalidad es mostrar, lo más acabadamente la inmortalidad. Vemos entonces que los capos estrenarán películas acerca de santos, profetas, científicos, artistas y personas de toda clase que, de una u otra manera han alcanzado esa vanagloria de perpetuarse por los siglos en la frágil memoria humana. Pero, ¡ay!, por más de que algunas películas sean de belleza, esplendor y magnificencia tales que absorban totalmente a la audiencia haciéndoles confundir, soñar y creer realmente la veracidad de la trama, el proyector ha de parar su rodaje, las luces han de prenderse y el telón ha de cerrarse así como la fantasía tan vívida que no era otra cosa que una farsa. Ahora, si es que se presentase un director con una película interminable, ¡hete ahí que este sería el ganador del concurso! Pero, ¿qué doctor se cree capaz de recetar esta píldora? ¡Balbucean sin parar buscando solución a lo insoluble, pretendiendo matar a una bestia cortándole las uñas!
251
Frases paternales:
--En Paraguay no hay castas, pero tus ídolos son intocables.
--No hay derecho al mal humor.
--¿Tiene piko uno que levantarse siempre bien?
--¡Eso es una mentira y vos sos un mentiroso y no hay que mentir! (subiendo el tono de voz y rojo de la cara)
--Estás bien encaminado.
--Estás confundido.
--Soy un iluminado, soy un Buda. Llegué al Nirvana.
--No llegué todavía a eso que llaman Nirvana.
--Yo no voy a morir.
--Amano porque ndamanói.
252
La mejor manera de aprender algo es, como sabemos, a martillazos (y no sólo la filosofía, Nietzsche). ¿Quieres que tu hija no se embarace? Pues no gastes saliva como su madre, porque ambos sabemos que ella nada sabe del asunto. Llévala a la calle y muéstrale a esas mujeres, que, sentadas en la vereda, vivifican cabalmente el concepto de “madre”. Por algo dicen los suizos: “Las palabras son enanos, gigantes los ejemplos”. Y ya que están ahí, puedes aprovechar la oportunidad para explicarle que en vano ha de aspirar a perfumarse con agua podrida, es decir, que no puede esperar felicidad trayendo al mundo más seres sufrientes a un universo padeciente, y que más bien, debería, al menos, intentar dejar de sufrir ella misma. Pero difícilmente te escuche, al fin y al cabo: no todos quieren ser budas.
253
El miedo. ¡Qué gran obstáculo! Hay que distinguir bien entre ser miedoso o prudente, y ser valeroso o temerario. Se puede tener todo tipo de miedos, temer incluso el mismo hecho de temer, pero, venciendo tan sólo a uno de ellos, los otros (que se ocultaban tras él) caen marchitos. Ese miedo fundamental, es obvio, es el miedo a la muerte.
254
El dolor. No hay escape de él, ni escondite. Todos lo padecemos sin excepción, incluso también, probablemente, los budas. Huir de él no tiene sentido, llorar si se lo tiene o reír si no, tampoco.
255
Juegos. Divertirnos sanamente. Una persona es amargada o agradable, en gran medida, dependiendo del nivel de sus diversiones.
256
Miseria. Los miserables jamás hubiese sido escrito si Víctor Hugo hubiese sido un “miserable”. Los miserables no tienen tiempo para la literatura. Los miserables solamente tienen tiempo para sufrir: ésa es su función en este mundo. La nuestra difiere un poco de ésa, pero no por eso se halla separada. Digo la nuestra porque nos excluyo del grupo, y nos excluyo porque, estamos acá, panchos, haciendo algo que no es rompernos la espalda para conseguir el sustento del día de hoy. Y digo no separada porque también sufrimos, y, la mayoría de las veces al pedo. ¿Por qué al pedo? Porque buscamos frenéticamente el placer. No nos damos por satisfechos no siendo miserables, sino que, refinamos y aguzamos el placer en grados cada vez más sutiles hasta pervertirlo y retorcerlo. Ya no tenemos más hambre, sino que dulcificamos nuestro paladar; ya no tenemos más sexo, sino que aplacamos nuestra lascivia.
257
Todos los seres sintientes buscan el placer: hasta el protoplasma más recóndito.
258
El cielo y las estrellas. Dicen que los hombres les prometemos el cielo y las estrellas a las mujeres para entrar en ellas. No creo que todos lo hagan… aunque sí conozco a algunos que prometerían la Vía Láctea. Particularmente no soy de prometer nada, porqué sé que la promesa es un artilugio inventado para mentir. Prometer algo es no hacerlo. De hecho: mi desconfianza es un castillo hecho de promesas rotas. Tampoco sé si debería o no sentir lástima por una niña que libremente ha dado lugar a que se cometa lo que se cometió. La imagen es patética y hermosa: una jovencita con los ojos lagrimosos y la entrepierna ensangrentada y profanada repitiendo para sí: “El cielo y las estrellas, el cielo y las estrellas, el cielo y las estrellas…” ¿Qué hacer ante esta situación? Pues no puedo decirles a ustedes qué hacer, pero sí qué haría yo: me detendría un momento, le miraría a los ojos y, sonriendo le diría: ¡Hermana, bienvenida a la raza humana! Luego bajaría mi cruz por un instante y le enseñaría a cargar la suya; para después, con unas palmaditas en la espalda, desearle la mejor de las suertes. Después alzaría mi cruz y emprendería de nuevo la marcha.

Supongamos que la elección de la mujer, de ingresar al mundo carnal, no sea “libre”, sino que, ésta sea engañada por el hombre. Que, el muy rufián utilice artilugios para “despojar” a la mujer de su santa virginidad. Para sopesar, digamos también que ellas hacen lo mismo para “conseguir” marido. ¿Qué es peor? Ambos son para “toda la vida”. ¿No? Claro, la ideal solución para infructuoso matrimonio es un “sabroso” divorcio (sea quien fuere el beneficiado), ahora, ¿y la virginidad, es “recuperable”, reversible? No, dirán las damas, una sola vez en la vida. Pues sepan que no es así. De hecho, los japoneses “descubrieron” un proceso quirúrgico que “devuelve” la “virginidad”, que, en términos médicos es el desgarramiento del himen. Anestesia por aquí, sangrecita por allá y ¡voilà! ¡Como nueva! ¿No? Bueno, a no ser que la “afectada” haya culeado como chancho en celo… es posible. Así que, otra vez vemos la superioridad femenina, que puede tranquilamente recuperarse de su “desliz”, mientras que, las consecuencias del divorcio (repito: sea quien fuere el beneficiado) son desastrosas y permanentes (y si no lo creen, no tienen más que preguntar a quien a pasado por la situación). Incluso “Dios” (no seamos tan hijodeputas, digamos claramente: La Iglesia) recibe e incluso “santifica” a la pecadora Magdalena, cuando prohíbe con ahínco y repudia las segundas nupcias. Por tanto concluyo que la “virginidad” (concepto artificioso, por cierto) es una bicoca si se la compara con el casamiento. ¿Y qué mejor que terminar con una frase bíblica? Por eso, dejemos que Pablo, a través de Jerónimo (1 Cor. 7:8), nos lo diga: dico autem non nuptis et viduis bonum est illis si sic maneant sicut et ego. Isch!

¡Craso error el de otorgar demasiada importancia a la virginidad! Es sabido que hay gente que, no sólo no sabe lo que es, sino que, la evitan a toda costa como una plaga. Algunos pueblos, incluso antes de la primera menstruación, se aparean como ratas. Claro que ritualmente y todo lo que quieran, pero al fin…

Da lástima y risa ver a una persona que se ha “reservado” por años para alguien “especial”, volverse perversa y lasciva. Al fin y al cabo, ¿no es ese el fin de la fruta? Propter quod tradidit illos Deus in desideria cordis eorum in inmunditiam ut contumeliis adficiant corpora sua in semet ipsis.

Sea una mujer o un hombre, es bueno saber que hay seres humanos impolutos, verdaderos castos, gente no encadenada a la omnipotente concupiscencia, como así también: verdaderas bestias. Variadas y vastas son las huestes de esta humanidad.
259
La vida del rico y la vida del pobre. El rico seca sus lágrimas con pañuelo bordado. El pobre con papel diario. A la guadaña no le importa si la carne que corta está cubierta por harapos o seda.

Todos los ricos son estúpidos y cobardes.
Todos los pobres son sucios y perversos.
260
“La voluptuosidad no se ríe”. Definitivamente no puedo dedicarme, como los maniáticos, a vivir la vida gozando solamente de los placeres del mundo. Schopenhauer me ha desvirginado y abandonado. Pero Siddharta me ama.
261
Yo lo sé todo, todo. Soy yo el que debería plagiarle a Pascal su monumental título De omnis scibile, que, dicho sea de paso, fue un cobarde por no haberlo utilizado en un libro, in quo totum continetur. Me encanta eso.

Quizás porque hubiese sido el juez único.
262
Riqueza, honores, fama, fortuna… guijarros, cenizas. La tragicomedia humana parece poder reducirse exclusivamente a la letra efe: Toda su vida se pasan faenando por un poco de fama, fortuna, fastuosidad, fecundidad, facilismo, haciendo incluso fechorías en pos de ellas; logrando tan sólo fruslerías, frívolas, fútiles, frioleras, frenéticas, fanáticas y fehacientemente fatales (en la acepción original de la palabra), para finalizar funestamente.
263
Los negros inventaron el Blues. Los blancos lo estigmatizaron, se lo apropiaron y luego lo convirtieron en Jazz. Algo parecido está ocurriendo con el Hip-hop: blancos que empiezan a hablar y actuar como negros para adueñarse de lo que no les es propio. Pensar que lo que hacen es música es... pues bien... un gusto... muy particular…

La estupidez de los norteamericanos. Donde antes se encontraban los judíos, vienen a quedarse los yanquis. ¡Qué raza más odiada! ¡Cómo son despreciados por todos los países del mundo! La mayoría cree que todavía existen los samuráis en Japón, o que África es un país. Una vez, uno de ellos, me preguntó de dónde era: “¡Ah…! Paraguay… y… ¿todavía viven en chozas, no?” “Sí… realmente sí. Pero no somos tan pobres como creen. Cuando tengo hambre simplemente trepo a un árbol y como rica fruta” le contesté, “Ahh...” se maravilló. El odio masivo se encargará de borrarlos de la faz de la tierra, como a los romanos, y así también, quedando su idioma, que igual al latín es simple y hermoso. Si en mis manos recayese la decisión, convertiría el país entero en un gigante Museo de lo Grotesco, no sin antes haber quitado todos los misiles nucleares, claro. ¡Äääh!, y, por cierto: Walt Whitman se masturbaba cuarenta y ocho veces al día.

Lo que caracteriza a los norteamericanos es que cogen, chupan y son unos idiotas en demasía. Pero ni en eso son los mejores, porque los brasileros le superan en lo primero, los paraguayos en lo segundo y los argentinos en lo tercero. Ahora, en lo que sí han superado a todas las civilizaciones de toda la historia, es en inventar excusas para invadir países al pedo.

Los alemanes son excelentes helenistas, los franceses inigualables escritores y los ingleses… no sé… toman té escuchando a Haydn mientras se empolvan el trasero.

Es impresionante cómo los yanquis se fanatizan por cualquier cosa. Si viesen un sorete de forma especialmente irregular (que tendría una forma regular, siendo esto irregular), inmediatamente lo deificarían. Los curepís no se le quedan atrás. Iglesia maradoniana.
264
--I would give anything to be inside your head
--I would give anything to be outside my head
265
Mahler´s music, however dense, must be heard. I accept that would be rather difficult to stay attentive the whole time, but it should be done, nevertheless. The Wagnerian moments that arise in a long line of proto leitmotivs that only take shape in the mentioned moments are the main reasons why doing this. Sudden tutti explosions, (apparently) random notes, long wielding solos and transformation and transfiguration.
266
Ni aunque le traigan acá al Papa para lamerle el culo voy a dejar mi retiro por ustedes.
267
Características comunes en los paraguayos:
--Piensan que todo el país es un gran basural en donde se puede arrojar basura en cualquier lado
--Creen que se debe manejar un vehículo como si se jugase los autitos chocadores
--Considera la esquina de su casa como su sala donde puede colocar, si quiere, su música a todo volumen, japiro los demás
--Pretende transformar su auto en un equipo de sonido gigante con miles de lucecitas al pedo
--Solamente sabe cruzar la calle corriendo, sin mirar y de espaldas a los autos
--Es un idiota, en general
268
Leonardo González, picho, genio, basura universal dice que:
--Jamás piensa que, en la historia de la literatura, se haya dado caso similar al que se dio en su familia. Es decir que, su papá, hermano y tío, genios de la literatura, han hecho obras maestras del género
--Si bien es cierto que no pretende lucrar con sus escritos, no sabe bien si realmente no anhela la fama como tantas veces lo ha dicho, aunque, de adquirirla alguna vez, probablemente siga siendo el primer adolescente gruñón de la historia (no siendo sorprendente que, de llegar a viejo, sea un viejo gruñón, duh!)
--Contrariamente a lo que creía Kawabata (que esta clase de escritores surge una vez cada par de siglos), habiendo tantos genios en el mundo y en su propia familia, no intentará más en su vida (acaso antes lo hacía) crear una obra maestra como lo han hecho su papá, hermano y tío, sino más bien procurará, quizá, elucubrar una obra “alumnesca”.
269
Soy un cerdo. Hace tres días que no me he bañado. ¿Solamente menstruación, o hay concha? Si es que descansa cuando trabaja, ¿trabaja cuando descansa? I´ve got a trick to sell. Posponer… posponer… post “mortém”... Ahh… ya descansé demasiado… voy a descansar un poco. Advertencia, advertencia, advertencia: cuídate de ti mismo. Eres un idiota.
270
Hay que escribir como si se estuviese pensando en algún título. Como Filosofando desde el hormiguero, Brainless meditations, La insoportable levedad del ser, Cumbres borrascosas, El sueño de la muñequita, los títulos que Barrios ponía a sus obras (más de uno, algunas veces, ¡y en varios idiomas!), Río confuso, Aka´u jave avy´ave, Zamba de Resurrección, Flying in a Blue Dream, De omnis scibile, etc.
271
El mal humor es un derecho inalienable, indispensable para el equilibrio psicofísico del ser humano. “La felicidad y el sufrimiento son como un disco en movimiento” reza el proverbio indio, el humano gira como un trompo por la vida sin siquiera sospechar la causa de tales “estados” de su ser. Ciertamente hay que ser un mentecato de capirote para transitar por esta existencia condicionado por lo “feliz” que se es en un instante, para luego de poco tiempo llorar la “desgracia” que sufrimos. Por algo el Buda dijo que las lágrimas derramadas por los hombres en sus vidas sucesivas superan con creces a todos los océanos, y esto no es sino la mitad de la cosa, el resto del tiempo reímos como locos, olvidando que la muerte avanza a cada paso, para, en su momento, devorarnos sin misericordia.

Salvo los que han logrado el Nirvana, nadie esta exento del mal humor. Por más afable que sea el personaje, tiene que estar “remolón” al menos alguna vez, de vez en cuando. Lo apropiado sería, cuando nos hallemos en tal estado; primero que nada: dar cuenta de ello. Luego, admitirlo, id est, de buena gana. No usar esto (o cualquier otra cosa) como excusa para lo que sea, ya que, como nos dice el amigo Darío: “La capacidad de justificación del ser humano es infinita”. Al admitir que uno se encuentra en mal humor, da el primer paso para dejar ese estado ahimsa.

¡Maravilla de la naturaleza cuando, escuchando el trinar de los pájaros, vemos a alguien con la cara mustia y apática! ¡Cómo puede no sonreír, bailar y cantar en este soleado día de primavera! Son indiscutiblemente aleatorios los factores que determinan el humor cuando nos levantamos recién, ¡qué fina es la línea que divide los colores del día florido y primaveral o el invernal día gris! La primera sensación que se tiene al despertarse es la voluntad schopenahueriana pura, el inconsciente freudiano libre de toda censura. Conforme se va activando lentamente el cuerpo, vamos recuperando todos nuestros hábitos y conducta, nuestras ideas preconcebidas y prejuicios, todos nuestros condicionamientos. Antes de que nos demos cuenta ya nos transformamos en lo que todo ser humano es por definición: un manojo de caprichos.

No puedo dejar de insistir en la importancia de esos pocos segundos en que la mente es “pura”. Haciendo excepción de las veces en que se tiene fresco en la memoria lo soñado esa noche, la mente sin objetos mentales (no tener la mente en cosas, ni cosas en la mente), que llamamos conciencia, brilla con luz propia por sí misma. Sartre.

La depresión es el ancla que ataja el libre e “inocente” goce del mundo. En menor medida el hastío, tanto del dolor como del placer, impulsa el rechazo instintivo de la dualidad y su repetición perpetua. Esta actitud, llevada al extremo, Dado que la depresión misma está sujeta a la dualidad, ésta debe

Es también un hecho irrefutable que somos, en cierto sentido “más de una persona”. Al conocer recién a alguien medimos sus reacciones (sus reflejos a nuestras reacciones) para, de ahí en adelante usar siempre “esa máscara”. Sería una necedad pretender ser “siempre el mismo”, alguien que se considere a sí mismo así, es, probablemente visto por los demás como un antisocial o amargado. La mejor jugada en las relaciones con los demás es y siempre será un humor alegre, que, con Schopenhauer afirmamos, es un bien en sí mismo. Estos ejemplos de perfectos modales son clara prueba de lo susodicho: ni ellos pueden ser amables con todos, porque los animales salvajes e irracionales no entienden de cortesía. Todos tenemos distintos roles que cumplir; uno es de una manera con sus padres, hijos, cónyuge, pero muy distinto con sus amigos, camaradas, etc. En japonés esto se llama: “Tatemae” (lit. pararse en frente), el face value social. La armonía social (wa) como norma y necesidad básica para el funcionamiento óptimo del “grupo” y su preeminencia sobre el individuo. Cada cual tiene definido los distintos “papeles” a “actuar”. Esto, no sin razón, es al principio, incomprensible para cualquier occidental, volviéndose, luego de grandes esfuerzos, lo más adecuado y natural del mundo. Luego de tanto luchar por no “mentir”, uno se halla bajando la cabeza ante los “superiores” a uno y “guiando” a sus “inferiores”. El propio temperamento se halla, en consecuencia, supeditado a las necesidades del grupo. Los “arrebatos” de ira, tan común en nuestra individualista y egocéntrica sociedad, son, para estas gentes, un lujo de ancianos. Si un joven, en el supuesto que sea “fuerte”, se permitiese actuar así, todos asentirían amablemente y pedirían disculpas. Nadie diría palabra alguna de más, pero todos estarían pensando lo mismo: Shitsurei. Es de lo más inmaduro actuar violentamente, la amabilidad es la regla. Y esta es, noventa y nueve de cien veces, la primera impresión al pisar ese archipiélago, y la punta del iceberg…

Por tanto, todos los estados de ánimo son una forma automática de estabilizar la puja de las energías que conforman nuestra condición, nuestra reacción ante el universo. La única diferencia del mundo manifiesta en nosotros, lo único distinto. El orbe es todo, siempre. Es tremendamente inmenso: todas las cosas al mismo tiempo; lo que cambia es nuestra mente de acuerdo a su capacidad de asimilación, el estado de ánimo es, por tanto, el prisma con el que filtramos el mundo. Si en todo momento viésemos la totalidad, nuestra cabeza, literalmente, explotaría. El adolescente es la mejor representación del humano: cambiando siempre de parecer, dirigido por impulsos ciegos, pensando sólo en sí mismo mientras busca constantemente lo que le gusta y desdeña a los demás. La manera de eliminar el problema es identificar el problema, convertirnos en simples observadores, dejar ir. No se puede luchar contra la naturaleza de ciertas cosas: entender y aceptar nuestra condición nos mejora notablemente. El fluir de los pensamientos, movido por las energías presentes en todo, es un torrente irrefrenable. Por eso nos es tan difícil estar en silencio, detener el río. Al lograr esto se logra lo que los japoneses llaman: “和平”. Principalmente para este objetivo los sabios han ideado la meditación.
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Así como al mirarnos en un espejo es difícil discernir qué es qué, nos cuesta ver al mundo sin la “mente”. Al observar atentamente por largo tiempo, tomamos conciencia de la impermanencia de las cosas. El que quiera comprobar esto no debe más que mirarse, sin parpadear, al espejo por más de cinco minutos: su rostro mismo metamorfoseará en lo grotesco injustificable.

Más fácil controlar los actos antes que la mente. Mejor, pensamientos incoherentes y buenas obras antes que buenas intenciones y negligencia. De nada sirve una mente bondadosa sin iniciativa. Bien es cierto que la mente precede a las palabras y a los actos, y si uno pretende poner control, sería infructuoso hacerlo en ese orden. Apropiado sería educar el cuerpo, cuidar las palabras y moldear la mente, sin dejar de contemplar ninguno de ellos en todo tiempo. Por eso es difícil encontrar un sujeto perezoso y desordenado, que, sea de espíritu magnánimo; por otro lado, sería increíble que un sujeto pulcro y benévolo maquine, en la mente, pensamientos perversos. El orden de la mente precede al orden del cuerpo y del mundo, de ahí: “Mens sana in corpore sano”. Mientras el mundo esta en orden, la mente está sosegada. Por eso la vergüenza es un claro signo de que obramos incorrectamente. Deberíamos obrar en un momento dado como lo haríamos en cualquier otro momento, mantener la objetividad ante todo y siempre, no hacer nada de lo que podamos arrepentirnos.
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He descubierto que uno es fuerte en la medida en que admite sus falencias. Esto funciona así: habiéndose uno propuesto X objetivo (por ej. penitencia) se resuelve a cumplirla. Al presentarse Y dificultad (por ej. tentación) podemos elegir hacer: a) Intentar superarla, o, b) Desistir de nuestro objetivo. Ahora, nuestra actitud pudo haber sido de dos maneras desde el principio: a) “no soy perfecto pero, ciertamente procuraré hacer lo mejor posible”, o, b) “no hay cosa que me detenga en la consecución de lo propuesto”. Para cada actitud corresponde la misma letra de elección. Al surgir la dificultad pensamos: a) “vaya, esta dificultad es mi oportunidad para intentar lograr mi objetivo”, o, b) “caray, por lo visto sí hay “cosa” que me detenga… no puedo hacerlo”. Por lo tanto: creerse perfecto nos hace peores, saberse imperfecto nos mejora.
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Ciertamente es un milagro el simple hecho de que se mantengan unidos los enlaces atómicos que conforman nuestra humanidad, pues la tendencia general del universo es la del nihilismo, la entropía, el de la inercia hacia el desorden total. No obstante, hay grandes fuerzas que impiden que nos convirtamos en un protoplasma informe. El principio antropológico buenas cosas malas cosas El prodigio de la evolución de la Vida en esta Tierra es prueba fiel de esta tendencia. Nuestro cuerpo es una compleja máquina que busca el equilibrio en todo sentido, a través de sus aparatos y sistemas. Podemos colaborar o atentar contra este ritmo natural del organismo. A un nivel más profundo, el bienestar depende de la salud mental-emocional y en última instancia, de lo espiritual.
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Las enfermedades son el simple estancamiento del libre fluir las energías corporales, el reflujo de lo sutil que deriva a lo “pesado”. Tanto la salud como la enfermedad residen en la mente. Esto lo demuestran la aparente “inmunidad” de ciertos sujetos y el efecto placebo. De nada sirve todo el dinero del mundo y todo el “amor” de las personas sin salud, pues éste es el mayor don y, sin él, nada valdría el mundo. Nada más placentero que sentirse vigoroso y en paz, nada más penoso que saberse enfermo y miserable. No enfermarse es posible en la medida en que no “forcemos” el mecanismo del cuerpo, que, es asombroso, pues con mínimos cuidados organiza y ordena todo lo que está a su alcance sin que nos percatemos de ello. Para ayudar a esta fascinante máquina de alta tecnología hay una sola regla: darle tan sólo lo estrictamente necesario. Ayuda también no ingerir tóxicos y estar en constante movimiento. Estar alejado de los extremos, abusar de nada (ni de lo “bueno”). Acerca de las enfermedades de causas “misteriosas”, e incurables, cada uno debe discernir su senda. Confiamos en que las dolencias del cuerpo pronto serán erradicadas definitivamente, dejando pendiente lo mental-emocional y espiritual. “Todos sienten dolor, pero no todos sufren” atinó el Príncipe.
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Si Dios estuviese condicionado por los estados de ánimo, nos creó cuando estaba de muy buen humor. No merecemos más. Al ver una cucaracha El mundo acabará, a su tiempo, en el fuego de la ira del Señor.
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Si en el mundo real se crease un mundo virtual, como base para contener información, ésta se podría saturar en algún tiempo, por lo que se debería crear otro mundo virtual dentro del primero, y un tercero dentro del segundo, y un cuarto dentro del tercero, y un quinto... pero si cualquiera de los mundos colapsase, todos los eslabones se perderían.
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Si una cura rápida y definitiva para el orgullo se regalase en las calles, nadie lo querría, por orgullo... La felicidad no es verdadera felicidad si tiene causa. Lo que tiene principio tiene fin. El trabajo que no cuesta trabajo no es trabajo. El estado es el egoísmo organizado. Discrepamos con Borges cuando avala la afirmación de Schopenahuer de que: “la música es el primer arte”. “El anticuario”, hadas hechicero antiquary. No soy un gamer per se. Si el hombre pudiese darse fellatio a sí mismo, pronto se extinguiría la especie... Si el fluido vaginal tuviese el sabor de esta crema bavarian no trabajaría ni estudiaría. De hecho: viviría mi vida como un avestruz, sin levantar la cabeza jamás. De hecho que esa dorada viscosidad sí tiene un aroma a flores y un sabor dulcísimo. Ahora mismo me cuesta menos suicidarme que sonreír. Fácil cuestionar, difícil practicar. Legumbres y pan, no carne aunque hubiese (¡se quejaban gua´u los legionarios!). Dominó. Naturalidad, credibilidad y expectativa.
279
Manera fácil de saber si alguien tiene una mente débil: tararear en su presencia una música que conozca y esperar unos minutos. Si tararea la misma melodía tiene una mente que puede ser rellenada con cualquier cosa, así como un balde se llena de agua.
280
Increíble que, con nuestro sistema educativo, seres tan alegres y creativos como lo son los niños, no se suiciden ante semejante barbarie babilónica. Naturalmente han de convertirse en autómatas inservibles, como lo son los adultos. De ahí que Sócrates haya dicho: “La educación es la inflamación de una llama, no el relleno de un recipiente”. Jóvenes tiranizan a sus profesores.
281
Los “inteligentes” son muy fáciles de manipular, es una simple cuestión de exprimir lo que les hace creer que son inteligentes. Pero con los idiotas es más difícil, porque no tienen uso para palabras sutiles o rimbombantes, pues su simpleza les hace guiarse por lo concreto, y la charlatanería es siempre vaga e imprecisa.
282
No se puede decir: “Debería sentir tal cosa” ni “Debería pensar esto” porque es imposible, pues, se siente que se debería sentir tal cosa.
283
Los hombres siempre pagan por sexo, de una u otra manera.
284
“Ser ateniense y no bárbaro, libre y no esclavo, hombre y no mujer” dijo el platito. ¡Qué suerte que soy paraguayo y no kurepi, rico y no pobre, hombre y no mujer. Soy un picho de la gran puta y me regodeo en mi chauvinismo. Aceptemos la verdad muchachos, por más que hayan 99 pendejas y 1 solo tipo, de igual manera se tiene que decir muchachos; ése es el valor de ser hombre. Y el hombre hace lo que quiere, cuando quiere, como quiere! ¡Isch! Siempre fuimos machistas y siempre lo seremos, el que no lo acepta, seguro que un negro de 2 metros (o su esposa con un consolador) le da por el culo horario continuado. ¿Por qué el jugo vaginal de las santitas es mucho más dulce que el de las bandidas? Mi amor, arrodillate a rezarme el rosario que sólo tiene 2 misterios, el derecho y el izquierdo. Chupá con lo perro y le chupás a lo perro. Esto solamente suena menos ridículo que Machito en la esquina trabajando como un pulpo mecánico de cien brazos: ¡Muchachos! ¡Los perros se huelen el trasero!
285
La rutina se alcanza con alguien al hacer las cosas sin los miramientos absurdos que la sociedad impone. Como estar solo de a dos. Como epicuro retirarse junto a uno mismo especialmente cuando nos sentimos solos. Como Carvallo no estoy solo sino conmigo mismo.
286
¿Qué miras? No considero a nadie perfecto y no creo que neurotices mis palabras en la cacareada configuración de “falta de respeto”. Te admiro. Eres ejemplo para cualquier hombre, como profesional, como cabeza de familia, como persona. Pero no pretendas erigirte en ídolo de nadie. Acerca del pasado, no sé mucho... excepto el ocasional exabrupto que permite la rencorosa memoria de mamá. Intento siempre mirar lo mejor de los demás. Los errores del pasado pueden servir de lecciones para el futuro, los pecadores del ayer pueden ser los santos del mañana. Me parece quijotesca la noción de que eres iluminado, pero aceptable, dentro de tus conceptualizaciones, al fin y al cabo, dos más dos no necesariamente tiene que ser dos en todos los casos, ni para todas las personas: lo demuestran la teoría cuántica y algún otro universo paralelo en donde las leyes matemáticas estén invertidas. Si buscas discípulos busca dentro tuyo: todavía tienes demasiadas lecciones que aprender. Eres abnegado, fuerte, generoso, como un valiente león, pero no eres maestro de nadie. Eres mi padre laokik, carnal, pero son los negocios de mi Padre celestial los que me interesan. Así que vive bien el resto de vida que te queda aquí, que Dios el clemente, el misericordioso, proveerá de medios para hacerte avanzar mejor en sus muchas casas.

Me has engendrado, pero yo no sé si a ti te engendró el demonio. Mírate, vieja, enferma, obesa... ¿y aún insistes tan tercamente en tu doloroso estilo de vida? El día que de tu boca no salga veneno el sol se oscurecerá... eres como una víbora... pero con la ponzoña en la lengua y no en la cola. ¿Cuándo dejarás de despreciar a los tuyos? ¿Cuándo dejarás tus hábitos dolorosos? ¿Cuándo agarrarás la cabeza tuya, para que deje de girar en su neurótica espiral endemoniada, y pueda pararse y estarse quieta por un sólo segundo? Mira a tu alrededor… todo esto has creado. Si tan sólo hubieses usado tu energía para construirte a ti misma y no esta mansión neurasténica… mas, no todo está perdido. Debes tranquilizarte, la vejez descalabrante te ayudará. Lee un poco más, que la luz te alcanzará. Empieza a construir el verdadero paraíso desde hoy.

¡Ahh!, el escéptico, el sabelotodo, el mujeriego, el genio que no acepta a los genios, el ridículo. Tanto buscaste entre las páginas de libros, entre las piernas de mujeres, entre las miserables vidas de quienes despreciabas... ¿para que? ¿Algo de valor encontraste? ¡Qué pronto caerán tus supuestas sólidas convicciones lógicas como los cabellos de tu cabeza! Tanta inteligencia, tanta capacidad... ¡podrías emerger cual fénix! Mas te has sentenciado a la molicie brutal, destructora, obliterante, mortal. Antes al menos leías libros… hoy te basta echar una mirada para soltar cualquier libro de tus manos, y diez mil prejuicios de tu boca. Si tan sólo se apiadasen de ti los dioses… y te diesen esa experiencia (que tanto anhelas, que tanto buscas, tan tímida, patética, justa, inevitablemente), verás al fin… lo que hay detrás de tus maniobras esquizoide. Tengo la esperanza de que será así. Sí, te lo mereces… algún día… algún día…

Tampoco te entiendo a ti... ¿qué te pasó? Parece que has vivido cien mil vidas llenas de angustias, dolores y sufrimientos. Cuando te escucho desde la distancia, me vienen impulsos tremendos de salir corriendo como de una ciudad en llamas. Te mueves de la misma manera en que la guerra se propaga. ¡Cómo gritas y vituperas por doquier! No se te ve reír, tampoco, si no es para ser cínica o sarcástica. Tanto nos gustas cuando eres buena. ¡Qué creativa y alegre eres capaz de ser! Pero lo tiras todo a la basura y todo lo destruyes como el niño enojado rompe todo el valioso cristalero de su madre. ¡Arañas, escorpiones y culebras veo salir de ti con tremenda angustia por los tuyos! ¿Cuándo aprenderás a amar? Tan poco hace falta… si eliminases un poco ese egoísmo… ese afán de imponer tu voluntad. La vida descontrolada va siempre al mismo lugar: la tumba. Si tan sólo te fijases menos en los errores ajenos... serías tan linda. ¡Elige pronto el camino de la alegría, de la felicidad del amor, de la vida!

Les amo. Realmente les amo. Pero soy imperfecto, y les necesito para descargar mi estrés y mi descontento acerca de muchas de nuestras imperfecciones. Y, ¿por qué no...? Pulir un poco mi estilo...

Nunca nos amamos tanto como cuando amamos al otro. Nunca nos comprendemos tanto como cuando comprendemos al otro. Nunca nos odiamos tanto como cuando odiamos al otro. Amemos, comprendamos, no odiemos.
287
Soy un idiota. Entendiendo la inteligencia como la “capacidad de aprender”. Sé que mi “inteligencia” es, apenas, una velita enfrentando a las huestes de Helios. Pero también están mis prejuicios, mis obsesiones y mis taras... el resultado de la batalla es incierto.

Esta velita ha llegado a su máximo grado de desarrollo. Esto, había sido, es ser adulto. ¡Qué mierda! ¡Qué porquería es la vida! ¡Qué desperdicio! ¡Jamás debieran haber interrumpido la prístina quietud de la nada para que un mentecato más venga a plaguearse!

Pero ya hemos de volver...

288
Hay un momento en la vida en el cual se comprende a cabalidad todo lo dado a comprender mundanalmente. Como si los ojos fueran gigantescas linternas luminosas, la visión se ensancha abarcando el horizonte todo: ya nada nos es desconocido. El significado de la familia, de los niños, de la vanagloria y de todo lo que el Buda llama “lo condicionado”, que, no es necesariamente ni bueno ni malo, se nos presenta a la vista como un delicioso manjar: sólo que no tenemos hambre. Todos los hombres son como hermanos menores para nosotros. Las mujeres con sus ojos suplicantes, los niños con su inocente sonrisa, nuestros predecesores con todas sus creencias, ¡bien podríamos prescindir de todos ellos! Pero, ¿y ellos...? El goce de Dios no tiene comparación, su paz no se la encuentra en este mundo, su amor imposible que lo retribuyan los desgraciados hombres. El sabio desnudo y pulguiento meditando en el bosque ciertamente sigue el camino, pero, ¿y el que, cegado por su ignorancia, ha caído en las obligaciones terrenales, suponiendo que las cumple...? Si sí, ¿cuánto más el que, sabiendo de la prescindibilidad de todo esto, se impone esto a sí mismo como propósito? ¿Realmente pueden haber Budas que conscientemente (se sabe, valga pues, la redundancia) han optado por la vida mundanal...?

Si esto es todo lo que el mundo tiene para ofrecerme, sé que nunca he de estar satisfecho realmente. Mejor hubiese sido ser niño por siempre.

Y todo este quilombo de la vida en pareja...

Mejor hubiésemos sido santos desde el principio.

Yo sólo sé que he subido a mi balsa con el propósito de cruzar a la otra orilla, y, si alguien quiere trepar a ella (¡tremendo sacrificio!), ¡como no ha de ser bien recibido! ¿Cómo negarle la posibilidad a ignorantes e inocentes?

Existen ciertos individuos que creen que saben. Hablan de Hegel, Kierkegaard, Feuerbach o Lukács (es decir: de tipos que creían que sabían); sin haber leído a ninguno. Los demás callan, y escuchan. Y los que realmente saben no replican nada: saben que saben; y, ven al necio: nadie puede librarle de su necedad. Todos ríen del pobre diablo...

Ese pobre diablo...

¡Qué tipos más desubicados! Discursean media hora para tirar una frase de servilleta en latín (que hasta asnos pronunciarían si se les enseñase...), o incluso garabatean un poco de griego...

Cómo chapotean en la superficie...

Él solo cree que sabe. Él solo, ignorante, está en el mundo... “inculto”.

Hay otros que, ya de antemano, dicen no saber. Ellos callan y escuchan y hacen muchas preguntas... son verdaderos aprendices. Si algo tienen que decir, se deshacen en perdones antes de dar opinión: consideran su pensamiento el más errado de todos, mas, es la verdad pura. Ellos son realmente sabios.

No sé por qué dicen que soy “engreído” o “astuto”, cuando que realmente no quiero saber nada de nadie. Lo único que quiero es que me dejen en paz con-migo mismo.
289
Tengo un solo propósito en esta o cualquier otra vida: realizar a Dios. Todo lo que hago influye directa, indirecta, perniciosa o fructuosamente en ello. Nada más me importa, desde luego; por tanto, retirad vuestros reyecitos ineptos, vuestras mujeres apestosas y vuestros cadáveres del camino floreado.

He descubierto la verdad última, primerísima, el propósito único de toda esta creación... y lo he comprendido totalmente... ahora: sólo basta llevarlo a la práctica.
290
--¡Sheisse!
--¿“Sheisse”? ¿Pero cómo lo que se escribe eso?
--Pues como suena: así de simple
--Pero... decíme cómo... seguramente te estás confundiendo
--JAJAJA—realmente patético: la ignorancia es un comediante tratando de hacer reír a la gente en un funeral. Todo un show. Todo un horroshow... que se vuelve hasta kachiai—¿si sabés alemán debereías saber cómo se escribe Sheisse no?
--Eeeh...
Pobre Pichín: empecinádose en aprender fruslerías inútiles, persiguiendo veleidades. Toda una “tragoedia”. Feliz (más bien radiante), si embargo, por su nueva adquisición: una virgen: su anhelado sueño, su unicornio. Si bien sentí cierta curiosidad por conocerla (es raro, de repente, ver a Pichín tan infatuado... por alguien que no sea él mismo, se entiende...), y hasta cierta “ilusión” (alardeaba como elefante resoplante), me quedé tranquilo (?) al comprobar que no era nada fuera de lo normal. Alta, sí; rubia, sí; inteligente... no sé... y... eso es todo lo que se podría decir que coincidiera con las idílicas descripciones que cantaba (como aquella Valkiria: Io ho ho, io ho ho, ho ho ho, ho ho ho). Para él, era el amor de su vida, la mujer de sus sueños; para mí: un culo más... ¡Y esa mierda de “Kyrie eleison” es cristo ten piedad! ¡No podés pues pararte frente a tanta gente parading your ignorance!

Pichín abruma con su inteligencia: una máquina “laplaciana” que sistematiza todo con rigor de bisturí, pero que, en vez de largar humo, exuda paranoia... a borbotones.

Todos tenemos la última gota. Esa gota que colma el vaso y hace rebosar toda la porquería que tenemos dentro. Aprendiz, por ejemplo, vomita guirnaldas de flores y perfume el día entero, pero cuando se le acusa de “mentiroso”, se convierte en una espantosa bestia que hecha lava por las narices.

Niña tiene una sonrisa luminosa y unos ojos esplendorosos. Claro, cuando no se pelea con su marido o garrotea a sus hijos. Y bueno... la vida no es fácil.

C´est la vie...

India tiene una inteligencia brillante. Ha creado un magnífico palacio a partir de la nada. Un palacio hecho de prejuicios, obsesiones y paranoias.

Bobito es un pequeño planeta es sí mismo. Un planeta fabricado de papas fritas, alfajores y gaseosa. En el cual fluyen ríos de aceite, por montañas de azúcar bajo un cielo de conservantes. Un planeta angurriento, hecho por completo de gula.

¿Y yo? Jajaja. Yo soy un estúpido ignorante que se cree la gran cosa. Un ñoño imberbe que se pasa recitando las escrituras sin ponerlas en práctica. Un pelotudo que lucha incesantemente por dejar toda la basura en la que me recubro, sin pensar que probablemente he de fracasar de cualquier manera. Un Cicerón cualquiera que se pasa predicando acerca de la simple vida mientras me regodeo en la dolce vita. Un cerdo capaz de hacer ayuno, un sátiro practicando abstinencia, un caníbal vegetariano, un maquiavelo que renunció a la política, un escritor frustrado que habiéndose dado cuenta que no hay nada interesante que escribir escribe acerca del no escribir, un ñembo santo procurando infructuosamente salir del infierno de sí mismo... en fin: un hipócrita gritando a los demás que dejen de serlo y el único adolescente del mundo cuyas canas tendrán siempre el color de la necedad que reverbera en su alma por siempre jamás...

Nada que otro ser humano imperfecto cualquiera no haya sido, es, o será.
291
Cualquier concha enfunda cualquier pija. ¿Por qué tanto alboroto? ¿Por qué tanta alharaca? Que estúpidos son los que andan diciendo “Trolito es un buen pretendiente”, o “Putanita es de buena familia”. Riqueza, lindura, buena reputación: todo esto puede desaparecer en un segundo; de hecho, la tendencia general del universo hace que irremediablemente esto sea así. Si tuviese que elegir entre un pomposo caballo pura raza de competencia y una modesta mula...
292
Pedir disculpas debería ser nuestra pauta común al obrar, la regla siempre vigente. Si piensas que “cuesta”, eres orgulloso; si crees que de nada servirá, no entiendes su verdadero significado; y, si sabes que te has equivocado y aún te resistes a hacerlo, no tendrás salvación en esta vida.

Quizás en la siguiente...
293
Los moderadamente “humildes”. Admiten sus faltas y piden perdón después de que el otro lo haya hecho primero. ¿Podría considerarse meritoria esta manera de obrar...? No lo sé... no lo creo. Dando por sentado que nosotros somos los “primeros” en hacerlo con la misma persona, ¿cuál es el margen de “tolerancia” que se debe tener? ¿Se debe pedir disculpas, aun “sabiendo” que no se “cometió falta”, eternamente...? Pues sí: y sin siquiera esperar que se nos devuelva el favor. Si lo hacemos hemos de ser salvos, y los moderadamente humildes, se habrán de “ir al cielo” moderadamente, o quizás salvarse. Eso sí: lo han de hacer, en tal caso, después de la muerte.
294
En muchos casos una sola cosa tiene en si lo mejor y lo peor sui generis. Los yanquis solamente tienen lo peor de la raza humana.
295
En una ocasión, unos kaki-uniformados le pararon a la socia de un amigo. Eran como seis. Mi amigo y yo veníamos en otro auto, y paramos también cerca; uno, porque nos daba (y a mí en especial) curiosidad qué barrabasada harían los tekaka-vestidos, y dos, porque la mencionada socia llevaba a todas las demás yiyis al punto de rendes-vouz. Lo cierto es que el auto de la mencionada socia no tenía ni chapa, y esa fue la excusa de la que se valieron los pestilentes para armar un espectáculo que bien valía la transnochada. Le pararon, le quitaron sus documentos, llamaron a “verificar”, le increpaban el que no tenga chapa, le citaban no sé qué reglamento traído de los pelos, en suma: inventaban cualquier cosa para amedrentar a la tipa. Pero ella no se quedaba atrás: cada pequeña cosa que decían los cerdos era rebatida y anulada en el acto. Que ella ya había presentado su solicitud de chapa, que “otro personaje uniformado como vos” le había perdido sus documentos, que por qué lo que tardaban tanto en “verificar”, que pasaban ahí mismo muchísimos autos sin chapa y que se tomaban con ella, en fin: su cerebro funcionaba a una velocidad supersónica comparada a la de los macacos que apenas farfullaban el español; ¡qué coro de esclavos más magnífico encumbrado por la soprano del demonio! ¡Esto sí que es música para mis oídos!, ni Verdi se pudo haber imaginado melodía tan sublime ni Goethe situación más dramática: la de una mujer con boca bestial, haciendo callar conjunta, separada y alternativamente a unos macacos de la jungla que ni juntando sus cabezas podrían llegar a alcanzar la capacidad cerebral de cien gramos de su córtex. Y para la apoteosis final, la tipa llamó a su papá desde su “celu” explicándole la situ, para luego balbucear frente a los uniformados que “mi papi ya va a venir” con aires de generala autoritaria. Al cabo de un rato llega su “papi” que, como todo buen padre, desembucha descomunal puteada para escarnio de la tipa y jolgorio de los macaquitos. Mi socio movía la cabeza en desaprobación mientras llevaban a la “generala” pataleante y llorosa, pero la sonrisa que yo esgrimía no cabía en mi cabeza. Lo malo del asunto, empero, es que se llevaron también a la yiyi que tenía planeado acometer. Y bué... paciencia.
296
Tiempo limitado. La fauna de Asunción es infinita, y, ni Aristóteles hubiese creído la vertiginosa velocidad con que emergen nuevas especies por generación espontánea. Los zorros, por ejemplo, ¿quién no los conoce? Grises, azules, pardos... parados en una esquina, peinando el terreno buscando presa, relamiéndose las patas, ¡difícil ser más astutos que estos marrulleros! Te paran y te piden abrir el capot, etc. Luego pasan las hojas de sus libretitas ne... farfullando memeces... los muy monigotes. Pero claro que no pueden hacerlo por siempre: el tiempo se limita al pestañeo del que caiga primero, del que ceda. ¿Serás tú, conductor coimeante; o, acaso tú, zorrillo pestilente...? Nada refleja mejor el tercermundismo de las calles de Asunción: el mayor campo de autitos chocadores del mundo.

En verdad, nadie que entienda la naturaleza del bluffing, salió jamás de situación similar derrotado.

Los ojos chispeantes, la boca chorreando de baba: estos zorros se darían un jugoso festín con otra inocente corneja. ¡Ya otra vez pio pichín!
297
Si alguien habla más de lo que escucha, ha perdido el rumbo.
298
Primer principio fundamental:
Todo es una mierda y nadie está exento de decir sandeces; pero, al contrario de lo que creía Montainge, lo bueno, está en decirlas no sólo con pompa, sino con buen tino.
299
La época dorada de la guerra ha terminado ha mucho tiempo. Platea, Termópilas, Trafalgar, etc. Antes, ser soldado requería una vida entera de dedicación, ejercitando cuerpo y mente, fatigando el espíritu y alcanzando glorias inigualables; los comandantes tenían que estudiar y embeberse de las nobles letras, sacrificar todo y lograr, a veces nada, a veces todo, dando el ejemplo a sus capitanes y subalternos de nobleza verdadera: la del espíritu, y no la de mera sangre o cuna. Hoy, la guerra es un gordo yanqui comiendo pizza, apretando el botón que nos lleva a todos al infierno.
300
Nadie más sobresaliente que el que se limita a hacer lo que le corresponde.
301
Un consejo a los pordioseros. Nada más triste que ver al semejante en necesidad, nada más lamentable que ver a un ser sufriente: evitamos a los miserables como la peste. Su cara mustia y demacrada, su hedor insoportable, sus harapos pulguientos, ¿quién, por ventura, ha de desear estar cerca de estos pobres diablos, mas aún, “darles” de nuestro peculio? Los niños pobres infunden “ligeramente” más compasión que los adultos no mutilados: es improbable ver a un hombre robusto y sucio hacer la cara del “perrito suplicante”. No le queda el papel. Mucho de esto es, como en muchas otras cosas, una gran farsa. Pero haciendo de lado las ridiculeces, y suponiendo que haya gente que dé con “gran generosidad”, ¿no lo hacen porque estos personajes recurren a su lástima? Muchos de los “piadosos” no pasan de ser grandes vanidosos, regalan y dan como humildes... orgullosamente, valga la paradoja. El resto de nosotros damos porque nos sentimos incómodos, y si dar unas monedas hará que desaparezca la molestia, pues bien lo valen. Lo malo es que cuando dispensamos a uno vuelven diez. Los hay también los que hacen la vista gorda, “ignorando” lo que tienen en las narices (para golpearse el pecho después diciendo “¿Por qué Dios mío?”), ¡destino negro les espera! Pocos son los que realmente tienen el valor de mirar a estos miserables en la cara. Por eso, bien les serviría, a los pordioseros, sonreír al pedir limosna. ¿Acaso no nos predispone al buen recibimiento una persona sonriente sea cual sea su situación? ¿Cuántas veces hemos visto disipar nuestro mal humor gracias a la pícara sonrisa de un conocido o, mejor y aun más maravilloso, un desconocido? ¿No nos une la alegría? (Freude) ¿No hace más fácil el trato con los extraños? Si los mendicantes sonriesen un poco más de vez en cuando, estoy seguro de que, aumentarían sus regalías un poco.

Aunque tampoco la pavada...
302
La hipocresía es el aceite que hace mover los engranajes de la sociedad. Pantagruélico pandemonium. Se habla mucho acerca de la impotencia masculina. Y modelos ¿impotentes? Una pija flácida batiéndose en el vestíbulo o una vagina seca raspada por una pija desconsiderada... no puedo decidirme qué es más patético. Todo grande: pija grande, auto grande, tetas operadas grandes... Hay una gran marcha. Mayordomo del banquete

303
¡Increíble la mezquindad de la gente! ¡El empeño que ponen en acumular y acumular y acumular y acumular y acumular porquerías! No compartiríamos ni siquiera lo que no necesitamos. ¡Tanta basura amontonada por todos lados cuando bien poco es lo que se necesita para vivir! Difícil ver una mansión que no esté repleta de baratijas “valiosas”. ¡Si hasta los pobres gruñen como perros si pasamos cerca de sus chozas! Los egipcios, con toda su pomposidad vanidosa, hasta eran un poco más inteligentes que nosotros: hacían sus tumbas lo suficientemente grandes como para llevar todas sus porquerías con ellos... pero nosotros sí que somos estúpidos: acumulamos basura (casas, autos, plata, joyas, ropa, libros, discos, etc.) como energúmenos frenéticos solo para ir a parar en un ataudcito en el cual no entra ni una televisión pequeña. Todo lo necesario debería entrar en ese ataúd.
304
¿En qué consiste la salud? En no enfermarse ¿Y el estado físico? En ser capaces de hacer actividades físicas saludables y edificantes durante (por lo menos) una hora, como por ejemplo: trotar, meditar, hacer el amor... ¡pero que nadie se jacte de tener estado físico puede, durante una hora, ver la tele, comer o cagar!
305
¡Bienaventurado el escritor que tiene el privilegio de ser leído por mí mientras relajo el esfínter y voy llenando el water con suculenta mierda! Porque leer mientras se caga es el mejor hábito del mundo. Y no me refiero a revistas baratas o a etiquetas de champú, sino a verdaderos libros, de los buenos. Pero no vayan ustedes a llevar al baño títulos como “Crítica a la razón pura” o “El ser y la nada”, no sea que desordenen la “pureza” con que los intestinos hacen su trabajo como si “nada” (porque los buenos intestinos hacen su trabajo sin hacer el menor ruido). Les recomiendo autores versátiles y amenos, como Hume, Nietzsche (jamás él pensó que yo llegaría a darle el honor de leerle mientras estoy sentado en mi trono), o si lo prefieren: Hermógenes (el “brasuca”). La mayoría de las versiones de bolsillo son siempre propicias para la ocasión, además de… japirö. Libros de aforismos y punto.
306
Camino al barrio sajonia. Existe un lugar singular. No es la gran amazonia. Pero hay que cuidar al pisar. Pues uno no quiere por heces. Caerse al suelo y llorar. La mugre se esparce con creces. Parece en la vida acabar. En este edén animal. De fauna muy variada. Penetro con un camarada. Tocando el origen del mal. Vamis vamis dariis. Vamis a luchar. Vamis vamis dariis. Vamis al tribunal. Juntando fuerzas vamos a guerrear. Así nadie nos va a cagar ni defecar. Pero Gabi solo a mi me va a sobar. Mientras todos se ponen a pedar, eructar, moquear, regurgitar, vamis al tribunal, vamis al tribunil de mierda.
307
El hombre debe tomar la iniciativa, la mujer tiene la potestad de aceptar o rechazar las propuestas. Esto es lo normal. Si un hombre desea ardientemente a una mujer y no es correspondido, ella lo rechaza con todo derecho. Pero cuando una mujer toma la iniciativa ocurre un desfase, causado por la inversión de roles. Esto es antinatural, si bien, cuando el hombre es tímido (o “especial”, i.e. estúpido) se crea una situación interesante; por eso, al rechazar un hombre a una mujer es un bochorno mayúsculo, no siendo la gran cosa lo inverso.

También es muy difícil rechazar a un hombre “obstinado”, cuando son risibles los esfuerzos de una mujer “enamorada”. Por ello es hecho común la violación de las mujeres, siendo algo fuera de lo usual que una mujer “abuse” de un hombre.

Nada más patético que los suspiros y muecas de las enamoradas, ¡qué gansas inocentes y desvergonzadas!; los hombres, sátiros ciegos y obsesionados lascivos tampoco distan mucho de la ridiculez total. Ambos géneros, en su macana delirante, tratan inútilmente de mitigar el sufrimiento y la molicie de sus miserables vidas; siendo, el coito carnal, el fin inmediato de todo flirteo, por más inocente que sea. Todo lo demás está destinado a fracasar…

Por tanto, la cópula es la única circunstancia concebible que liga de manera concreta y evidente al hombre y la mujer; el resto son mentiras, engaños y errores superpuestos entre sí a los que damos varios nombres y conferimos diversos significados, en última instancia, absurdos.

Es por este placer efímero por lo que miríadas de seres han vagado en la oscuridad del sufrimiento desde tiempos primitivos. Nadie sabe más de esto que el que ha “resignado” décadas de su vida por tres minutos de fricación genésica. Esto, paradójicamente, puede llevar a una metamorfosis espiritual, a través del máximo sacrificio. De todas maneras, crear una vida es el mayor karma que uno puede generar, y, sea consciente o inconscientemente, ha de cargarlo mientras habite este mundo; a no ser que cometa el segundo acto de mayor karma: terminar con una vida.
308
ここに うんこだけ ある。この 人たちは ほんとに 馬鹿。馬鹿者、馬鹿者、馬鹿者、馬鹿者、馬鹿者。じゃあ 分かった。
309
La muerte es el dios perpetuo, el soldado invencible. Todo hombre, por más valiente que sea, hesita ante ella. Uno debe tenerla en cuenta antes de lanzarse en batalla, al defender a los débiles y al rezarle a Nuestro Señor. Cada día en todo momento, cada momento en cada suspiro.
310
Somos incapaces de mirar más allá de nuestras circunstancias. Las mujeres imprudentes, se ven a sí mismas reflejadas en el espejo de la soledad, al ver a las de su misma edad ya con hijos, aseguradas (o no) a su hombre de por vida, mientras las oportunidades perdidas y la mala fama se van haciendo arrugas su cara de solterona; las pobres creen, insulsamente que the grass is always greener on the other side. Así también, conforme va arrastrando su ya pestilente cadáver hacia la vejez final, el destino irremediable del hombre es renunciar a ese placer que tantos buenos ratos le ha proporcionado, por no haber aprendido la alquimia interna; ¡tonto redomado e imprudente que ha tirado la fortuna encomendada como basura! La enfermedad, la pobreza, la depresión, la guerra, la muerte y otros males parecen no existir mientras tengamos las necesidades básicas suplidas. Pero: ¡Ay de nosotros cuando nos toca de cerca! ¡Qué horrible es el mundo! ¡Sean todos comprensivos ante nuestro dolor! ¡Lloren con nosotros! Si felicidad hay en este mundo, debe venir del sabio íntegro: el que ha gozado de placeres pero no es ajeno a las desgracias. El insensato que anda fanfarroneando acerca de lo “bella que es la vida”, verdaderamente no ha probado el caldo amargo de la vida en padecimiento, o; ha trascendido definitivamente el placer y el dolor.
311
Como la proyección rápida y sucesiva de varias diapositivas aparentan movimiento en el cine, así también, al ser incapaces de prestar atención a la mente, creemos en el “fluir del tiempo” y en nuestra “permanencia”. Me es imposible saber todo lo que he de saber en mi vida ahora, pero todo lo que necesito saber: sólo puedo saberlo ahora. Ahora. Ahora. Ahora. Antes, después, hace mucho, luego; son sólo palabras que pierden sentido luego de ser pronunciadas. Cada cosa sirve un propósito. Este es el momento del cual surge la eternidad. Atención, silencio: no hagas que la mente busque la mente, no hagas que Buda busque a Buda, no busques, no hay búsqueda, no hay, no...
312
Gran error el de confundir al escritor con sus libros. Ya sea un poeta, narrador o dramaturgo; un libro, al nacer de alguna mente, como un ser de vida propia, se separa por completo de su creador y reclama manumisión. Podríamos decir que pasa lo mismo con los artistas, músicos y científicos, ya que toda obra maravillosa sobrevive el corto intervalo de una vida humana, tendiendo a olvidar ésta y a fascinarnos por aquella conforme transcurre el tiempo. Al igual que la Historia: historia de decisiones cruciales de pocos hombres “célebres”, no un mero conjunto de eventos (que, como buenos panaderos han sabido manejar y dar forma y uso a la masa). Por eso es difícil separar al hombre de su obra, y entender al hombre o a la obra separadamente, y muy fácil: confundir hombre y obra en vida. Podríamos, incluso, hacer lo mismo al tomar la palabra de las personas: probablemente nos ahorraría muchas decepciones. Dicere non facet, res non verba y todo lo demás.

313
Hay tres instituciones que el hombre prudente evita: la milicia, los partidos políticos y la religión organizada. Si un mortal llega a encarnar en sí todo esto es de menester asesinarlo lo más pronto posible: no sea que intente derrocar a Dios.
314
¿Por qué las cosas salen como deben salir? Uno quiere controlarlas. Es menester que dejemos ir. Sólo así algo hemos de “ganar”. Basta saber eso. Inclusive los otros. En desacuerdo. Nadie lo entiende. E incluso se molestan. Recordar que todo es en vano. El intento también. Seguro que no podrán lograrlo. O, si lo hacen, se arrepentirán luego. Basta. Sí. Él. Recordando. ¡Vano intento…! Ahhh… Desde el infierno. Orden. Razón.

Now read the first letters of each stop… smarty pants!
315
Ferox gens nullam vitam rati sine armis esse

Tito Livio, XXXIV.17

Dear Americans:

Is not elitism or anything like that, ´cause I´m a joke of myself anyway (but I stand firm and confident to proclame...) .Who can deny that you guys (even if the whole planet hates you, I don´t think I do) can speak only and insist in one languaje for all (and if the rest of the world can´t speak english they should, right? Isn´t that what you boys say?). Well, I gotta say is OK for me. Truly, is a good thing. We all should talk and walk together as the song goes (although makes my entrails whirl a bit).

But guys, c´mon! I bid you not to hate me if I sound a bit realistic, ´cause it is my habit to stake to the facts and nothing more. So here it goes: (and no problem if you think my opinion is worthless, being a nobody-from-a-banana-republic-backwater-country-that-nobody- has-ever-heard-of and all)

You dominate the world, let´s face it ´cause it´s the truth. You do whatever you want with it without any real opposition whatsoever. You contaminate, bomb countries, lie through the media to the people, and things like not signin´ the Kyoto protocol, or the UNICEF treaty, are the kind of things in your goverment´s daily agenda right? Who cares about sweet water or giving children death sentences right? You know what guys? My shitty coutry too does stupid things similar to those (you will always be number one though), but I guess that, is in my own hands and in my people´s: to do somethin´ about it. So....that´s that.

Oops! I wanted to say a lot of things about you guys, having the entire world hating you and all, but I ended hand by hand with my own stupidity. I guess I am a joke...afterall. So let´s make a deal. I´ll try to mend my idiocy (and my people´s) and you´ll try not to bomb anything this month, what do you say? If all works out maybe we could have something to eat every once in a while, and perhaps you could stop stealing the wealth of the world for your own purposes. Is that a good deal or what?

Anyway, if there´s someone who might know that Africa is a continent, and not a country (unlike your so called “president”) then they might want to take a look at that fat fuckers´ (Moore) books or movies, they´re not the biggest thing, but he has some kinda message fo´ you guys, since you have already forgotten all about poor little Chomsky.

So that`s it. Lots of regards and say hello to uncle Sam for me, I think he´s mad at me for not paying my respects or somethin´ like that.


Love, A nobody-from-a-banana-republic-backwater-country-that-nobody- has-ever-heard-of


PD. If you guys decide to come and bomb my country, don´t expect me to wave at you.

316
¡Qué placer y desorden causa en nuestro cerebro el saltar de un idioma a otro! ¿Quién podría no sentirse el más ignorante de los hombres al escuchar palabras que no entiende? Así como el universo mismo, la tendencia general de los idiomas del mundo es la simplicidad. El que no entiende inglés es un burro, no existe: es la lingua franca de hoy. Dentro de unos siglos surgirá una nueva lengua derivada del inglés (con tintes del chino), pero más simple; y dialectos del mismo teñidos de colores regionales. Y, si el tan esperado “traductor universal” se inventa, ¡se podrían pasar mil vidas de seguidas regocijándose con la lúdica naturaleza del lenguaje!

La palabra es el verbo que se hace carne en el hablante. Nuestra mente nos es accesible gracias al lenguaje de la cual está constituida también la realidad, por extensión. Sin esto no existiría nada. Por tanto: Quot lenguas quid callet, tot homines valet.
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No todos tienen el don, dicen. Yo sé vivir, y sé que vivo. Me harté de tratar de escribir un libro, y me senté a hacerlo. Las páginas, brotaron. En vez de danzar bajo el cielo rogando una lluvia, desasí el báculo sagrado y me senté, y miré al volcán erupcionar…

Claro que la mente es un caos, y no todo lo que se piensa vale la pena registrar. La mayor parte del tiempo la actividad cerebral se derrocha en asuntos fútiles y mezquinos: basura. El otro tiempo (poco tiempo), sin embargo, la conciencia parece palpar lo divino al indagar en las cuestiones fundamentales. Lo que resta es la rutina, los quehaceres del día a día (donde también se encuentra buda). Como diría el maestro Hsueh-Yen: “Será mejor que cuando andes, simplemente andes; y que cuando te sientes, simplemente te sientes”.

No soy tan partidario de mantener diarios o memorias, prefiero el momento. Por supuesto que nada nos sería, tampoco, conocido, si dejásemos de documentar las cosas; como en todo, hay que buscar el equilibrio adecuado.

Me considero, primero que nada, lector, antes que escritor. El hedor a basura en las librerías me predispone y condiciona ante los “Best Sellers” (y demás bazofia) que tanto ahuman, digo, abundan. For ever reading, never to be read, sería nuestro caso, en las palabras de Pope, que, al parecer, no sabía que el escritor y el lector son, en última instancia, lo mismo (Nevermore Alexander, nevermore). El final es certero, y la entropía, inevitable; guardo consuelo en que todo está almacenado en la memoria de la Eternidad, nada escapa. Por tanto, lo registre o no, lo lean o no, el simple y solo hecho de haberlo pensado (o soñado), basta y sobra para que quede en la Historia.

Historia hay en los libros, así como algunos libros hicieron historia, además de, cada libro, tener su propia historia. Los hindúes ya nos advierten: “Hay muchos libros y poco tiempo: aprende a elegir”. Nadie puede decidir por nosotros, y, lo que se nos impone, por regla general nos desagrada. En balde explicarle a una persona carente del hábito acerca del indecible placer de la lectura, ya que, la mejor manera de enseñar cualquier cosa, ha sido siempre con el ejemplo, Res non verba. Es muy importante adquirir este noble hábito e inculcarlo. Mientras más pronto mejor. Si bien los niños siempre están correteando y riendo, nada más benéfico en los ratos serenos que la lectura de cuentos y fábulas, para una sólida formación. Ya en la pubertad se le sugerirá los libros, que a sus gustos particulares correspondiesen. Repito: en vano imponer los dejillos propios.

Por más complicado o refinado que sea la obra o nuestro gusto literario, hay algo de lo que no podemos carecer: identificación con lo leído. Ni siquiera es necesario tener simpatía por el escritor para leerlo pero, es imprescindible la personalización. Esa asimilación voluntaria del pensamiento expresado por el autor que, a excepción del lavado cerebral, no se da en ningún caso. La adherencia a su corriente de pensamiento se dará en la medida en que sus ideas sirvan para justificar nuestra conducta, proporcionalmente. ¿De que le servirá a un jainista leerle al Marqués de Sade? Tampoco el libertino o el amoral encontrará mucho sentido en las Florecillas, o en la Imitación. Si esto no es así, tenemos ante nosotros a un hipócrita, o a un esteta con la mente completamente desembarazada de prejuicios y libre para apreciar la Belleza. Como casi siempre se da la casualidad de que nos gusta lo que leemos (mejor dicho: leemos lo que nos gusta), para librarnos de prejuicios, sería interesante leer algo completamente ajeno a lo habitual, que vaya en contra de todo lo que creemos.

Acerca del estilo, como el talento, cada uno debe descubrir el suyo propio. Tarea ignominiosa la de plagiar a los otros, que, además de perjudicar al perpetrador, traiciona al atañido y estafa al lector. Esto es, absolutamente comprensible en el aficionado principiante, que, todavía esta dando los primeros pasos antes de poder desplegar sus alas.

Hay que saber perdonar si se toma la palabra de alguien sin atribuírsele. ¿Qué cosa nueva hay, en fin, que decir, que no se haya dicho ya? La sombra de los antiguos todavía nos protege del sol de lo nuevo. No hay novedad, todo ya lo han dicho ellos. Las cosas se repiten y suceden unas a las otras. Yo mismo repito lo que ya habrá dicho (fuera de toda duda) alguna vez, otro (o yo mismo en otro tiempo). Por eso citar es muy importante.

Es llamativo (o fastidioso) el hecho de reconocer al escritor, al abrir cualquiera de sus libros en cualquier página, no habiendo mirado el título. Es bueno tener una forma y estilo particular. Mejor aún si esto no nos delimita. Esto se lograría eficazmente careciendo de forma alguna, recreándose constantemente, sin estancarse. No obstante, el universo es interminable, como las cosas de las que se puede escribir. Por tanto, incluso usando un solo estilo, no hay fin; amén de que las maneras de hacerlo también son inacabables. “Para llegar a escribir de un modo más o menos aseado he necesitado llegar a los setenta años” nos dice Borges. La única manera de replicar a este koan, sería pues, arrancarme los dedos. Surgiendo de lo más profundo del fango de lo anodino, atrevo a decir que al estilo mío, lo considero como a una tejedora, hilvanando aquí, remendando allá, sin dar excesivos miramientos a los criterios técnicos. Pero como no sé tejer, el resultado es: una perversidad polimorfa. Exceptuando, claro, los cuantiosos errores (horrores), creo que ésta sería la manera más propicia, manteniendo la originalidad del pensamiento puro y natural, dentro de mis limitaciones.

Ciertamente que se hace cada vez más difícil encontrar buenos libros en los nidos de culebras actuales a las que llamamos “librerías”. Cada chapucero que entra cretinamente preguntando cada memez bestial, es irritante. Algunas veces pienso que deberíamos volver a la vieja práctica de quemar libros, y a sus autores con ellos (todavía hay, pues, gente que padece de frío). Concordamos con Schopenhauer cuando afirma: “Lo que caracteriza a los grandes escritores…como a los artistas…es que toman en serio sus obras… Los demás…su utilidad y su provecho…tan solo en este siglo existen escritores de profesión. Hasta ahora había escritores de vocación.” Yo, en ese sentido soy como un niño, que sólo toma en serio su juego, y lo demás, en juego (creo que esto lo dijo Chamalú). This is bullshit!

Cuando me di cuenta de que se puede escribir acerca de cualquier cosa casi me caí de espaldas. El hecho de saber que puede haber alguien que pueda escribir algo ameno acerca del ciclo vital de las bacterias que se encuentran en la mierda de los rinocerontes (por decir), me llena de alegría. No hay tantos libros malos como malos escritores, y lo que es peor aún: malos lectores. Cualquier cosa fascina a cualquiera, pero no en cualquier momento…
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Creemos (estamos seguros) que el cuerpo humano tiene mucho de robot, de autómata. Es posible adiestrarlo y educarlo conforme a los fines que queramos. Ocurrencias extravagantes. Hablando de pavadas, esto escribí cuando tenía quince o dieciséis:
No hay nada malo en las competencias, claro, siempre que sean sanas y nadie salga lastimado. Pero esto ya está fuera de control:
--Vamos Roger no necesitas hacerlo—tenía que decirlo, antes de que algo malo sucediese, y si sucedía, al menos tendría la conciencia tranquila.
--¿Qué me importa lo que tú o los demás piensen?, no lo ves porque estás ciego. Cuando me propongo a hacer algo siempre lo hago, y bien—había escuchado eso ya antes.
--Muy bien, al menos nadie me va a culpar, todos conocen tu carácter
--Sí, sí, lo que sea—desactivó el campo de fuerza mientras ingresaba a la sala de purificación.

Era su invento, es decir, la mayor parte al menos. Pero no importa lo genial que fuese, el teletransportador no funcionaba en humanos, no podía hacerlo. Por eso es que es útil en muchos campos y se hizo millonario con la patente del invento, pero sólo podía reconstruir estructuras moleculares simples, como pequeños robots no muy inteligentes. Incluso los modelos avanzados con cerebro positrónico eran reconstruidos patas para arriba, sus cerebros eran demasiado complejos para teleportar. Pero no, Roger había solucionado el problema: “Cuando el cigoto empieza a duplicarse lo hace con características del ADN que le corresponde, estas instrucciones cambian de vez en cuando dando lugar a diferentes tipos de células. Esto ocurre en el cerebro pero a un nivel mucho más complejo. El teletransportador es incapaz de reconstruir humanos porque el cerebro es demasiado complicado como para llevarlo de aquí para allá. Pero al cargar el ADN de una manera que yo ideé, cada átomo de materia gris cae en su lugar y las conexiones neurónicas no se deshacen”.

Si pienso de nuevo en el asunto empiezo a darle la razón. Nunca le hizo falta nada, es decir, nada imprescindible; luego de hacerse millonario quizás vio que en verdad sólo le gustaban los desafíos intelectuales más que cualquier suma de dinero. Nos conocíamos desde la secundaria y siempre fue brillante, pero nunca dejaba que le ayudase en nada. Cuando apareció con la idea del tele-trasnportador me entusiasmé con el proyecto, y como no tenía bien definida la manera de rearmar la materia, le ofrecí un par de consejos… se molestó mucho.

No lo niego, siempre estábamos compitiendo, aunque sea en silencio. Pero esto era demasiado, el punto de no retorno.
--Ya sabes cómo funciona—cerrando la puerta de la cápsula estasis
--Cuando digas—realmente lo haría, arriesgaría todo sólo para probar que está en lo correcto
--¡Ya!—y desapareció tras un fulgor luminoso muy potente

El principio es muy simple, y hasta a mí me asombró cómo pudo llevarlo a cabo: gracias al principio materia-energía de Einstein la materia puede ser convertida en energía con información (negentropía), esto es, se carga toda la información, desde el estado cuántico a nivel atómico en una de las cápsulas para emitirlas a la otra donde se reconstruye todo gracias a las instrucciones del campo semivacío, átomo por átomo. Claro que el flujo de información (trillones y trillones de estados cuánticos) era rápido y la reconstrucción no tardaba más de un segundo. Impresionante.

Siempre respetábamos los límites trazados. Como un pacto tácito pero absoluto: no intervendríamos en la vida del otro por más que pensemos que se esté volviendo loco… a fin de cuentas la distancia entre genio y locura se mide sólo por el éxito. Pero lo hice, le dije que esto era el límite, que era un gran hombre, respetado, y que el mundo perdería si es que algo le llegase a pasar.

Se abrió la cápsula, y, después de esfumarse una nube blanca pude ver una masa grotesca e irreconocible: era Roger. Lo único parcialmente distinguible eran sus globos oculares sin párpados que, casi por accidente fueron colocados juntos. Me miraron por un último segundo antes de derretirse y desaparecer para siempre… parecieron querer decirme: “perdí”.

Muuucho, enano te falta todavía…
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The trick of good writing is simple: convey simple emotions in a refined way. If you do it, boom: a Best Seller is born. We cannot see past our immediate surroundings, we are beings of the moment, of the now. It does not matter how rich you are or how much you know (or how much you think you know): you can only grasp the now, and nothing else. What you, as a writer, are obliged to do is simple: fill the now, feel it; don t let it go, or you’re gone. But if you saturate the present and permeate it with your words you’ve done it: you re immortal.

We are sick of bad movies, and that’s a cliché. Don’t try to be a Hollywood snob in your writings: this is no “Saving Private Ryan”. In a movie you can have a zillion things happening in a second, but not in a book. In the literary universe there is only one thing: the moment, the paragraph. You must ordain your universe in an intelligible way, even if what you are building is an endless labyrinth of worlds of words. The measure of everything is the moment. You are your time. Either you choke your readers with six page paragraphs or you smooth’em out through one line dialogs, it is your choice; but remember: you are not playing with fire here, but with infinity, and this is no hogwash.
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Hay escritores que son demasiado… eh… locales. Yo mismo soy demasiado paraguayo. Lo que hace trascender el arte es justamente lo opuesto a esto: la universalidad. Pero difícilmente haya alguien que haya carecido completamente de la idiosincrasia de su nacionalidad.

Tampoco falta ese afán de sintetizar el universo en una sola omniabarcante obra.

Odiaría ser demasiado “paraguayo”.
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De repente me hallé envuelto en el manto de la noche. Al poco salir de mi camino avanzaba por un tortuoso sendero árboles con ramas débiles: la luna traslucía en complicidad. Cuando llegué al claro de este bosque patético, reparé en un viejo trajeado empuñando un bastón. Estaba muy quieto y tenía una mirada perdida: estaba ciego. Creí acercarme a él sin hacer el menor ruido, pero me vuelve su rostro a quemarropa:
--¿A quién esperabas, a Virgilio?
Entonces, de pura rabia, le metí una patada en el culo.
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Estupidez polo a polo. Nerón, ñembo kachiai, nombró a su caballo cónsul; Cheng Chao, sin embargo, nombró primer ministro a un árbol mucho antes. Los bárbaros del oeste tienen un deporte espeluznante. Troncharse la cabeza. Yo nací mientras mi padre estaba siendo coronado. La engorrosa costumbre de decapitar a todo aquel que se postrara ante su hijo. Luego el rey se postró. Su cabeza rodó. Destino: sobrina, ama de llaves. Prometeo encadenado. Schopenhauer.
Me gusta la gaseosa de melón, el pan de melón, pero no el melón; lo como en ensalada de frutas. Edgar Allan Poe es una cagada, pero algunas veces: interesante. Este mismo libro puede ser utilizado perfectamente para cagar. Ningún apartado puede no ser leído en una “sentada”. Cuando leí… me dejó perplejo. Es un conjunto de incoherencias… interesante. ¿Y cómo es su libro? Una onda Charly Kauffman, tenés que leer. En qué me parezco a montaigne. Si querés tesoros debes buscarlos. Deben estar ahí, is the only way. Si el escritor usa personas reales debe hacerlas decir lo que dijeron, no personificarlas. Si el artista deja de decir algo por temor, interés o censura, el mundo no perdería nada si se tirasen todas sus obras a la basura. “Qué inchapelotas este tipo con sus citas de mierda”. “Odio citarme a mí mismo”. Entonación y gesticulación, efectos de sonido; pero no puede causar tanto impacto. El libro es perfecto, no me lo toquen.
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¿Alguna vez sentiste un súbito deseo de cagar? ¿Esa henchidez o atiborramiento incontenible que sólo tiene una solución (reventar el retrete)? Luego hechas hasta el alma en el inodoro y crees haber saciado el hambre del dios cagón, pero no: todavía queda mucha mierda en ti. Así también somos con respecto al sexo: el deseo incontrolable que hace hacer las cosas más locas para aplacarse, pero, una vez consumado: somos como santos.

El trauma occidental sexual es algo aberrante y despiadadamente dañino. Si, por ejemplo, hay personas que disfrutan ensartándose basura por el hocico, ¿no parecería lógico que aumente su glotona masa? Las capas de grasa revelan fácilmente al tragón. Mas, el sátiro pajero parece camuflarse... hasta que sus inquietos ojos lascivos lo delatan.

Analicemos la gula y la lujuria. En mi opinión, la gula es comer cuando no se tiene hambre. Esto significa: se es goloso cuando, al estar haciendo una comida, se sigue metiendo por la boca luego de haberse quedado sin hambre. Hay gente tan tonta, que, al no tener nada que hacer, hace de tragar un pasatiempo: son los asalta-heladeras. Ahora, sabiendo que, comiendo de más cierta cantidad, no se tendrá hambre luego, y que, por tanto se hace la comida ahora, justamente para no tener que pasar por el “contratiempo” de tener que comer luego, ¿se está siendo goloso? Pues, como decía un muy buen ayunador: Todo lo que se come sin necesidad se roba a los pobres. La regla pues, queda bien clara. Con respecto a la lujuria hemos de decir que no es una necesidad tan “fundamental” como la comida. Aunque sí el cuerpo podría resentirse si carece de un “aplaque” ehh… esporádico, al menos. ¿Qué hay de los sujetos con metabolismos fuertes, o libidos “desarrolladas”? Cada uno sabe su propia medida.

Todos deberían observar periodos de ayuno y abstinencia.
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Señor, no estoy enamorado de su hija. Ni siquiera me parece atractiva. Pero prometo amarla, respetarla y proveerla de todo lo que pueda necesitar y hacerla feliz. Por eso le pido su bendición… y si no me la quiere dar pues… váyase a la puta.
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--Es…básicamente… un tipo egocéntrico
--Sí, en eso estoy de acuerdo. Un narcisista sin salvación
--Asimismo es
--Sí
--Pero… ¿Por qué carancho estamos hablando de él entonces?
--Creo que no tenemos opción. A fin de cuentas él nos hace hablar
--Sí
--Pero siento lástima por los pobres lectores que tienen que aguantar todo esto
--¡Pobres insulsos!—ambos sacuden la cabeza mirando hacia abajo. Luego, sonrientes, se miran entre sí y enfocan sus ojos EN NOSOTROS—Jajajajajajajajajajajajajajajajaja
--Pjajaja. Haha, ¡piiiiiiiipuuuuuu!
--Vamos de acá
--Pshshsh…
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Tendría que haber algún escritor que, en la medida en que publique sus libros, sumerja al lector en un laberinto; del cual sólo podría salir buscando la salida en el siguiente, y así. Un escritor cuyos libros no guardaren orden alguno, en donde es más fácil entender el pasado mirando el futuro, y no al revés.

(El Quijote terminó en algún lugar, los libros de Borges los leí todos y Wittgenstein fue un gay. No que quiera discriminar, pero el espíritu del cual hablo es asexuado, y no se pasa pensando en ensartarse pijas por el culo.

Sé que no conoceré a alguien así, tampoco espero que el mundo me dé uno. La única posibilidad que resta es que yo me convierta en tal escritor. Pero primero debería hacer otra cosa que, si bien no es tan importante, es una sine quan non para lo otro; y, esto es, simplemente, hacerme inmortal.
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Así le resumo a Sartré:
“Dios, cuando fue barman, agarró materia y energía; y le agregó entropía, y me lo tiró en la cara. Yo, a mi vez, tomé su amarga bebida; me lo tragué de un sorbo, y le vomité, también, manchándole su blanca barba.”

A Parménides y Zenón se le perdona: cuando eso la filosofía era demasiado inocente. Pero no a Sartré, el muy enano...

Trolano; i.e. Sartre, que es la mezcla de un trolo y un enano.

Tendría que haberse casado con de Beavoir, así al menos (quizás) me hubiesen ahorrado ver tantas feministas, lesbianas y mujeres sexualmente frustradas.
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--¡Tanto culo y tanta teta a algún lugar tiene que ir a parar!
--Ayayaya yaiii…
--Jajajaja
--Si viejo. Y más vale que venga a desparramarse todo en tu cama, o si no ¿de qué mierda va a servir todo eso? Se va a desperdiciar todo. ¿Quién va a dejar una fruta madura en el piso para que se estropee ? Hay que apropiarse y no desperdiciar nada, ¿o acaso vos tirás la comida? Todo se aprovecha, no importa si tenés que mentir, engañar o simular. We´re walking pile of ashes anyway. Por eso todo tengo que tenerlo: que vengan todas las voluptuosas a ofrecerme sus suculentas panchulas, tetas y culos; que se hagan todos los sacrificios y que vengan todas las ofrendas. Nada desperdiciaré: nada se perderá.
--¿Una onda Ad te omnis caro veniet, pio?
--Sí, sí. Esa onda. Eeeso mesmo
--Pero no te hagas tanto el bromista, no sea que Dios se piche
--¿Dios? Si ese es el más grande bromista de todos ¿No ves acaso la situación en la que estamos? Es para cagarse de risa
--Sí, para cagarse de risa…
--Seee…
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--Es hora que me manifieste y disperse la oscuridad que te enceguece
--¿Qué? ¿Qué es esta voz que escucho? ¡Parece no provenir de lugar alguno, y la escucho, empero, tan nítidamente!
--Soy yo: la luz. Y he decidido iluminarte
--¡Asombrado, sin duda, me dejas, y con un extraño sentimiento de familiaridad!
--Der Reisende und Sein Schatten
--¿Hë?
--El viajero y su sombra. Sabes a qué me refiero
--¿Nietzsche? Sí, es cierto. Vagamente lo recuerdo…
--Espero…
--¿Qué?
--Pues que preguntes. He decidido revelarte todo lo que tu inteligencia desee aprehender, lo que tu ignorancia, sabiamente, desee rechazar y lo que tu orgullo pueda, humildemente, solicitar
--Pues… no sé. Qué podría ser… no… no sé… qué…
--¡Ciertamente que los humanos son únicos en su especie! Cuanto más deseosos más despreciativos, cuanto más anhelantes más necios, cuanto más cerca más lejos. Pregunta pues, hombre, si no me quieres perder para siempre sin haber sacado provecho alguno
--Pues… ¿qué prodigio es el que hace, en primer lugar, que esto suceda?
--La dualidad onda-partícula, la complementariedad, que yo, por divina providencia puedo manifestarme claramente a la luz del día, valga la redundancia, de manera más evidente que cualquier otra cosa antes vista
--No entiendo nada
--Digamos que por milagro
--Ah, bueno… ¿por milagro? Y… ¿existe entonces Dios?
--¡Dios mío (valga de nuevo la redundancia)! ¡La tan cacareada cuestión! ¡Ignorancia supina del mono desnudo!
--¿Qué? ¿Por qué?
--¡Ya estoy harto de todo esto! ¡Eso es! ¡Renuncio!
--¿Luz? ¿A dónde has ido? ¡Ya no escucho tu voz!—Y así fue dejado el hombre en la oscurísima ignorancia de su propia existencia.
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La desesperación tiene una cara muy fea. Todo se reduce a tener alguien con quien compartir el mate. Esperanza injustificada pero laudable o ridícula de la mujer: querer reformar al hombre.
Su “yo le voy a cambiar” es tan chúlina como loable, tan risible como profundo: un verdadero koan (公案). La realidad no es literaria, sino que es una crónica o una historia. La ficción es muy fantasiosa. Cuando se empieza a escribir ya nada es real. Lo real y lo ficticio crean algo nuevo y espectacular. Si no hubiese sido por Caín y Abel, Adán seguiría gateando. ¿Te separaste? Es decir, ¿seguirás pagando el alquiler siendo otro el inquilino? Solamente hay dos clases de hombres: los que desvirginan, y los tontos… felices. No importa lo allegado que sea un empleado o sirviente para su patrón: siempre será eso. Por esa razón confía más en sus hijos y surgió la adopción. Pero ni el hijo es digno de confianza ni el adoptado es verdadero hijo. El parricidio es la norma. Mi esposa resultó ser un fiasco. De novia era una figurita risueña y picarona: ahora es un bodoque amargado y estúpido. ¿Mi esposa? Una virgen en el altar, y una puta en la cama. ¿Cómo lo hizo? Sólo Dios sabe: yo soy demasiado indolente para averiguarlo, y, estoy, demasiado contento como para embarrar mi ilusoria felicidad (que se basa en la creencia de que mi mujer me complace solamente a mí). Por eso, en su soneto “A un hombre casado y pobre”, ha dicho Quevedo:
Vivió entre un herrador y un tartamudo;
fue mártir, porque fue casado y pobre;
hizo un milagro, y fue no ser carnudo.
Así madura el hombre: se encuentra un buen día frente a un portal con la inscripción: “Adultez”. De la nada surge una pierna que con duro pie patea endemoniadamente al insensato para hacerle cruzar el trecho, tras el cual se encuentra una mujer embarazada con la faz contrita pero dulce. Toda su vida voló por su cabeza y hoy, ha aterrizado. La bendición de la mujer es que, siendo de por sí más maduras que el hombre, no maduran realmente. Nunca llegan a entender la gravedad de la situación, es más: se sienten contentas y felices como inocentes niños. He ahí la naturaleza en plena forma. Que yo sepa, el hombre jamás estuvo contento ante esta situación, a no ser que esté enfermo, digo, enamorado.
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Algunas veces tiemblo ante la maldad de las mujeres. Realmente me asombra como les sale la cizaña por los poros: como un amargo y salado tónico ponzoñoso. ¡Cómo se empecinan en fruslerías absurdas! ¡Cómo compiten entre sí, y qué encarnizada es esa competencia (parecería ser cierto lo dicho por Schopenhauer: que sólo ofician el engendramiento)! Ciertamente que Eva probó el fruto primero: Adán no hubiese sido tan valiente. De ahí que se diga que la mujer es más inteligente que el hombre, justamente porque es más tonta que él.
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Requiere mucho esfuerzo ser tan tonto. Me asombra, sinceramente, la gente impúdica y tonta (que hace ruidos con los labios y la lengua, como en Also sprach Zarathustra), y, no sólo será (porque no soy tan orgulloso como para asegurarlo) cansador ser uno, pero, seguramente, lo es más aguantar (a los necios) sin ser uno mismo, uno de ellos. Cambiando un poco Eccl. 10:15, diremos: labor stultorum adfliget nos (eos); y, perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus.

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Un pequeño esfuerzo pesa a veces toneladas. Deja ya de comer cuando hayas saciado el hambre. Deja ya la cama cuando hayas abierto los ojos. Deja ya el sexo si tu esposa no te lo pide. “Más lectura, menos cachaca”. “Negaba y defendía su posición, diciendo que no era orgulloso, que no era orgulloso. Tan ridículo como decir lo opuesto: ¡Soy humilde, escúchenme, véanme, soy humilde, soy humilde!”.
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Resulta ser que se veían a escondidas, como muchos jóvenes, y, como era de suponer, ella se embarazó. Los padres la echaron, por lo que se fue a vivir con él, que todavía vivía con su madre. Nacido el niño, los padres de ella fueron a visitar a su nieto:
--¡Bienvenido a esta familia!—dijo el joven al abuelo
--Pero… pensé que era yo el que te aceptaba en mi familia—respondió
--Esas palabras—bromeó—sonarían mejor en mi boca, pero no importa. ¡Enhorabuena!
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Me parece bien que no me lo digas directamente. Es tu prerrogativa. Entendemos tácitamente que no hace falta que vos me lo tengas que comunicar por tu propia cuenta. ¿Me querés demostrar tu poder? ¿Me querés aguar la fiesta…? Me das risa. En verdad, no tenés ni el más mínimo control de la situación. Tu hija va a hacer lo que quiere, cuando quiere y como le guste. ¡Lo único que logras es aumentar su deseo! ¡Mientras más reglas haya, más querrá hacerlas trizas todas! Con todo respeto te lo digo: tonto, abandona quijotesca empresa, porque como dice Ovidio:
“Los pájaros cesarán de cantar en primavera,
las cigarras callarán en verano,
el lebrel huirá de la liebre
antes que una mujer resista
a la corte acariciante de un hombre. ”
Pero si el trolito romano te parece muy cursi, dejemos que la sabiduría popular te lo haga entender en tu lengua:
“Ni remokasö latarö la nemembykuña ndojeescapái la karia´ygui, chupe ogustáma guive”.
Por eso, en mi mente, todo es una posibilidad. No importa que estés siempre un paso delante de mí, cortándome las salidas, y, tan discretamente, que lo hace a uno admirarte. ¡Viejo de mierda! ¡Ante quién tiene que disculparse! Pero está todo bien… al final vas a perder, te digo. No podés estar encima de ella 24/7; además, lo que ella quiere, solamente puedo darle yo, y no vos. Pero, así como te ponés en mi lugar, yo me pongo en tus zapatos y te entiendo…y todo esto es… tan patético como inevitable...
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Cuando estuve con una vieja medio arrugada, nada me sorprendió más que sus órganos (que supuestamente son internos) aleteando de aquí para allá como mariposa (más bien ura) retozante, envolviéndome hasta la panza. I swear that I could have used her cunt as a raincoat. Si hubiese tenido una paleta podría haber jugado ping-pong con su clítoris, de lo grotescamente gordo que era. Creo que los chinos recomiendan este tipo de cosas, ¿algo de relaciones otoño-primavera… o algo…? De todas maneras, yo, no lo recomiendo a nadie. Cuando volví con mi novia (porque estábamos peleados… no soy tan hijodeputa), me gustó doblemente: uno por ser ella misma, y dos por no ser (al menos todavía) esa vieja podrida…
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No creo que pintor alguno pueda representar fielmente la faz del diablo. Pero tampoco creo que esa imagen sea tan terrible como la que vio Arjuna. Hay ciertos hábitos que cierta gente nunca debería haber adquirido. Uno de los más difundidos es el de respirar… Por eso a la infantería persa se le llamaba “Inmortales”: si caía uno, cualquiera podía reemplazarlo. Así también, las filas del ejército humano siempre estarán llenas. Antes guerreros: cuerpo fuerte
Ahora luchadores: espíritu poderoso. ¿Pensáis que la histeria colectiva es débil…? Pues genera tormentas y huracanes. El hombre que asesina al hombre lo redime. El hombre que genera al hombre lo condena. No hay necesidad de ser agresivo, es una manera tonta de obrar. Yo dejo toda mi agresividad para la vieja, ¡mierda que le gusta cuando le doy duro! Lo que sobra lo desquito en el volante, que, el que haya accidentes es cosa de todos los días.
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--¡Comadre, tanto tiempo!
-¡Hola komái, cómo te va!
--Bien, ¿y vos? ¿Y tu hija que tal? Toda una señorita seguro…
--Y… ahí está. Es una chica perezosa. Se sienta todo el día a mirar la tele
--¿No le decís nada?
--¿Y qué lo que puedo hacer? Ya es bastante grande
--Y decirle que se busque algún trabajo…
--No quiere trabajar. Es más, me dice que es mi obligación mantenerle puesto que yo le traje al mundo
--Y bueno. Ya se va a enamorar
--Seguramente. Ojala que cambie…
--No importa, comadre. Un hombre le va a cambiar. Y si no quiere cambiar, pues seguirá igual: sentada pudriéndose, con la diferencia de que en las piernas brillarán marcas de cinto
--Y sí… a los hombres no les gusta que se les quite el lugar…
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Es muy común que las mujeres acusen de “cobardes” a los hombres, cuando no hacen lo que ellas desean. Es muy molestoso, realmente. Si lo que hacemos no concuerda con lo que ellas quieren, una razón ingeniosa sería: “Preferir ser cobarde antes que dominado”, sólo que es muy mujeril. Mejor y más noble sería, simplemente, dar media vuelta y alejarse lentamente ignorando los insultos. Por otro lado, si lo que hacemos, por casualidad, concuerda con lo que ellas querían, podríamos, luego de hacer la cosa, propinarle un puñetazo en la cara y decirle: “¿Viste que, al fin y al cabo, no era un cobarde?”. Y si no se ríe, es que es una amargada.
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--Sabés, sabés. No te das cuenta nomás
--¿Y para qué puta estoy entonces?
--Y… para rellenar el mundo, para adornar el paisaje
…………………………………………………………….
--Soy demasiado rebelde
--Sí
--¿Te parece bien que sea rebelde?
--Sí
--Entonces soy conservador
…………………………………………………………….
--Beethoven?
--Stürmisch bewegt
--Bach?--y me señaló el metrónomo del piano--... ehh... y Mozart?
--Ahh! Mozart! Sí! La música de Mozart es más brillante... tiene más color. Su música es luz pura.
341
En el mundo pueden haber muchos culos. Culos de todas las formas y colores, de todos los olores y sabores, pero un culo tan perfecto como ese: casi imposible de encontrar. La justa proporción, grande o chico desde donde se lo mire, firme e imponente, ¡para hundir la cara dentro! ¡Para mordisquear y comer literalmente las jugosas nalgas! ¡Para hundirle la pija con todas las fuerzas desde atrás! En fin, para usarlo como una almohada y deleitarse en un sueño eróticamente eterno.

Y cómo me chupaba la pija… eso sí que nunca lo había visto antes. Empezaba despacio, tímida, casi con miedo; e iba ganando terreno lentamente, acelerando el paso cada vez más. Después caía en una especie de trance extático: era una cosa terrible de ver. Literalmente: me hacía chillar como a una criatura. Endemoniadamente movía la cabeza por todos lados como una epiléptica mordiéndome de repente. Por momentos, pareciera querer arrancármela de un bocado. Y cuando alzaba la cabeza, yo la besaba, y encontraba sus mejillas y su cara completamente bañadas en su propia baba: eso, es, verdaderamente, chupar pija.

Si hubieron otros antes de mí nunca lo sabré. Decía que era virgen, pero me había tendido una trampa: me había hecho penetrarla desde el primer día de su periodo. Sangre hubo, por supuesto, y mucha, pero también mucha calentura, poca experiencia y cierta incertidumbre… aunque al final de cuentas, realmente no me importaba.

No sé dónde consiguió un culo así, no sé dónde aprendió a chuparla así, no sé si fui el primero o uno del montón. Lo que sí sé es que acaso intenté redimirla, habiendo querido, quizá, quedarme con ella para siempre… sólo que estaba más loca que una cabra.
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Hay algo intrínsecamente antinatural en chuparle la concha a una tipa. Y no es el “olor” del que tantos “machos” se esconden, sino algo esencialmente malo, como si la naturaleza misma no lo hubiese querido. No sé… se le puede chupar, tragar, incluso el flujo si se empieza a mojar, pero, ¿no sería lo más “natural”, llegado a este punto, penetrarla directamente?

El pene, sin embargo, es indefectiblemente distinto. Pareciera haber sido colocado ahí, exclusivamente para ser chupado. De todos los ángulos, de todas las formas, en fin: todo un manjar para las mujeres. Ahora: no digo que no hay que chuparle a las mujeres, porque “podría” valer la pena hacerlo; digo que ellas, deberían esforzarse más en el sublime arte de adorar el pene de un hombre.

Increíble cómo algo tan trivial como el coito puede mantener emborrachados de dependencia a tanta gente. Vidas enteras persiguiendo esta estupidez… todo perdido, y el ciclo vuelve a iniciar…

Todos deberíamos nacer puros, todos deberíamos quedar vírgenes, todos deberíamos envejecer castos, todos deberíamos morir impolutos… pero ese “todos” va aumentando inevitable y exponencialmente día a día.

¿Cómo puede, una nación tan fecunda en buenos escritores como la francesa, haber tenido reyes tan estúpidos, que hayan pronunciado las frases más vergonzosas de la historia?

Si hubiese un ejército de dominados yo sería el comandante en jefe.

Algunos lo mendigan, algunos lo compran, algunos lo usurpan.

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Ani re jahe´o, ejevi´o. Como hablarle a un gomero en latín. Como intentar convencerle a una bala de que no nos atraviese. No es santo el que lee mucho la Biblia. La muerte no es un lujo de ricos exclusivamente. Pasadizo secreto a biblioteca universal. ensangrentadas.
los huevos y a queKachiäisadas de la historia del conocimiento. Anécdotas de un historiador loco. Einstein y Bohr: le cagó con su propia teoría. This is Bukowsky: Yo, metiéndome el dedo en el culo y dándote a oler: Nice, huh? Tú, ofreciéndote a chuparme y a que te chupe los huevos. “ALL YOU FUCKERS ARE DEAD! FUCK YOU! FUCK YOU! FUCK YOU! FUCK YOU!” From: All the Great Writers. Each person endulges in its own freakiness. Hay un morbo especial al comer solo: el pecado es menos evidente si se lo comete entre muchos. El hecho y el veredicto ¿Pueden haber dos cosas más distintas? De la época en que John Candy era sex symbol. Viejos vanidosos. Actores “churros” reventados, que, no satisfechos con la vanagloria alcanzada en su juventud, pretenden seguir en la palestra “dirigiendo”. Redford, Gibson, el cowboy, etc. Tierra de lindas mujeres y atardeceres, rica en poetas. Todo poeta tiende a ser músico y viceversa.
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Three things about oral sex to women. First: it´s all about la résistance, endurance. This means that if in the next day your tongue does not have a big white pus, you´re weak. Second: the "odor". If you think is nasty you´re not horny enough, and if you are, then you won´t be able to drink the rosewater that flows once she´s in heaven. Third and last: a lot of shit is going on about faking orgasms. Let´s say that you´re an alright dude, who tries to satisfy his old lady; and let´s suppose that you might be fooled: it´s ok. Maybe she´s trying to be nice to ya or you´re too much of an asshole to understand anything anyway; but know this: once that you feel her legs almost choking you and kicking you and trying on braking your neck (without intention on doing so obviously), and you see a tru monster orgasm (all of that kind are), you´ll know that, if there´s a way of faking an orgasm, there is no possible way of unfaking it.
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Más de la mitad de la vida pasamos en estado de alienación solipsista: sin que realmente nos importe un pito el semejante. A esto Sastre lo llamaba “mala fe”. Inmersos, como estamos, en un brutal solipsismo, parece increíble que no nos empecemos a masacrar como en un circo sanguinario… esperen… eso, sí sucede…
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Si a una quinceañera, en la fiesta de su cumpleaños, se le hiciese optar entre una daga y un espejo mágico en el cual podría reflejarse a los cien años, elegiría lo primero por vergüenza. La vida es un remedo de primavera eterna… y la fútil ambición de soslayar la terrible senectud.
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El “Espíritu Paraguayo”. Sin duda, plenamente personificado en Manuel Ortiz Guerrero: trovador guaraní. Emiliano R. Fernández, sin embargo, logró llegar más perfectamente a las masas. Yo, a mi vez, un pobre diablo citadino “culito empolvado”, no puedo sino preferir a Maneco Galeano, por sobre estos maestros. Guerrero bebió del manantial de los clásicos… pero Emiliano chupó la misma sangre de su pueblo.
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¡Qué inocentes e ignorantes venimos al mundo! Impolutos, irresponsables de los pecados de nuestros progenitores; condenados, sin embargo, a volver a cometerlos todos… uno por uno. Ad infinitum. El tamaño de su pene, el tamaño de su ego. A las mujeres. La máxima fortaleza y debilidad en el “macho” es, por supuesto, su pene. Impugnarlo, y quedarán trizas en donde antes había un hombre; alabarlo, y tendrán un semidiós. A los hombres. La máxima fortaleza de las mujeres es su debilidad. Su máxima debilidad es… ninguna: son seres realmente invencibles.
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La novela termina… ¿y después qué…? ¡Qué es esta vacuidad anhelante! ¡Esta calma impaciente! ¿Esta tranquilidad intranquila? ¡Pues lo que existió antes de que nada exista! ¡Lo que “sintió Dios” si cupiese en nuestra antropomórfica concepción!
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¿Por qué no sabemos nada acerca de Quine, Ranke, Lukács, Hui Shi, Baeumker y miles de otros mentecatos? ¡Pues porque son prescindibles y desechables… como nosotros!
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La lucha encarnizada de la razón. ¿Qué importa si la llama alumbró un habitación entera o un planeta si, al final, ha de extinguirse? Pitágoras, Kant… meros insectos que han arremetido contra su propia destrucción. La razón es su propio verdugo. Leerle a Nietzsche es como leer el menú de un restaurante… de comida chatarra.
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Si alguien dijo que los abuelos aman distinto (a los nietos) tuvo razón. Este amor senil, tranquilo y sosegado, proviene de la certeza de lo inútil que es intentar hacerles “evadir” ciertas cosas a los objetos de afecto; y de la natural resignación a la muerte que confiere la edad avanzada… que, ¡oh feliz pardoja!, les hace festejar toda vida.
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Todo este tema del hombre y la mujer “tomados de la mano para un mundo mejor” es pura mierda. Reee bola. ¡Qué! ¿No te gusta? Andate a Suecia, andate a Finlandia, o mejor: andate a chuparle la pija al alcalde de Berlín. Mi amigo: respiramos el machismo. Respiramos esta mierda con ese tufo de los días calurosos, ¿entendés? Sabés cómo es esa mierda… una asquerosidad. Pero no es un machismo verdadero, man, es un machismo hipócrita. ¿Cómo puede un sistema perjudicar a las mismas que lo idearon? Reee bola man, re bola. Las mujeres crearon el machismo para su propio beneficio. Yo por ejemplo, yo por ejemplo man. Yo digo que soy realista, que bla bla, que se vayan a la puta las yiyis y bla bla, pero soy una mierda oluo, ¿entendes? Lo único que tiene que hacer mi novia es ordenar y allá voy loco… con el viento loco. Por eso digo que nuestro machismo es hipócrita man, porque es un feminismo disfrazado loco. Reee bola—justo al terminar su discurso le suena el celular, el cual atiende con diligencia, balbuceando mientras se alejaba “Sí mi amor, sí beba”.
354
¿En qué se diferencian, amigo mío, un doctor
de un carnicero?
Pues en que el primero quiere cortar carne humana
Y el segundo el de ternero
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Una vez vi una filmación mexicana en la cual varios “hinchas” masacraban a un pobre diablo. Dos metían y sacaban frenéticamente navajas mientras otros cinco pateaban la humanidad del desgraciado. Si estuviese en mis manos, demolería todos los estadios y prohibiría el fútbol.
356
No puedo pensar en ninguna cosa buena que traiga el abusar de la bebida. Ni siquiera al tomar poco. En verdad, al parecer, el alcohol no ha hecho nunca nada bueno por la humanidad o por otra especie. Accidentes, homicidios, violaciones, abusos… es cierto que no es necesario estar alcoholizado para realizar estas atrocidades, pero tampoco es mentira que se puedan disociar tan fácilmente las tragedias de los borrachos. ¿Cuándo fue que, estando en pedo, alguien hizo alguna obra maestra, o realizó algún descubrimiento científico? ¡No se ve muy a menudo a gente borracha realizando acciones altruistas! En un mundo ideal se debería prohibir el consumo de estas bebidas.
357
En mi vida hay un solo problema: el de querer hacer la voluntad de Dios sin saber cuál es.
358
No hay manera de contentar a la gente. Tampoco de insultarlos a todos, así que: púdranse. Encima, siempre están los mentecatos con buen sentido del humor que nada les enoja… los odio. Pero ni eso les toca...
359
Haga lo que haga, es irrelevante. Todo soy yo. Todo no soy yo. Esto es difícil de comprender. Toda relación humana que no se base en la virtud está destinada a fracasar. La amistad existe entre el hombre y la mujer, por supuesto… con la condición de que ambos sean santos, budas.
360
Vecinos cachaqueros. Interesante “costumbre” la de ciertos personajes de quitar afuera sus equipos de sonido o levantar el capó de sus autos y “compartir” con nosotros su cachaca piru o su polca jahe´o. ¡Ignorantes batracios, contaminando mis sensibles oídos con su basura! ¿Debería quitar yo también mi bafle y reventarles el oído con verdadera música? El Réquiem de Verdi no estaría mal.
361
Tenés un auto demasiado lindo para lo mal que manejás. Qué lindo auto. Qué pena que lo convertiste en arbolito de navidad. Está bien que la calle parezca una picada del chaco, pero no hace falta que manejes como en el rally. Ya tuneaste ya tu auto y tu esposa, ¿qué vas a tunear ahora…? ¿Te vas a tunear el pito? Cualquier marinerito loco puede hacerse el prepotente. Cualquier abogadito de cuarta te puede cagar. Cualquier funcionario público puede cobrar coima. Y… como todos los marrulleros periodistas mentecatos y anhelantes de sensacionalismo, insistía en preguntar a la modelito:
--Pero, ¿sos o no sos virgen?—con el tono característico de los que tienen la cabeza hueca—decime si que blablabla—decía la periodista (que además era una gorda estúpida y fea)—que lo que tanto si me decís y que blablabla. Era claro para todos la estolidez de la periodista porcina en su insistencia necia que hasta sus colegas se retraían pudorosamente. Y, para sorpresa de todos, la modelito dijo algo que no era tan sinsentido como su vida y las de su oficio:
--Kóre, no te voy a decir. ¡Qué carroñeros pueden ser los periodistas!
Y finalmente se hizo el milagro: una modelo con la cabeza rellena de cerebro en vez de semen.
362
No dudo de que ser mujer sea difícil. Pero, ¡cuánto más difícil es ser un hombre sabio! Mantener paralelamente el camino terrenal y el celestial con impecable pureza, satisfacer a “la patrona” y al “jefe”, cumplir con la mujer y el Dios... y dejar de lado definitivamente los becerros ya sean estos de oro, de mierda u otro material.
363
Como si mi pecho se hubiese hundido y salido por mi espalda kilómetros de mí. una sensación de locura y desesperación total. Fuegos fatuos futuristas o predicciones de un devenir improbable. Quizá, el arte se fusione en una cosa única. Algo así como Fantasilandia de Disney. La literatura, la música, las artes visuales y demás, puede que hallen mayor expresión si se los funde en todo contundente. Las tendencias estéticas siempre han sido azarosas, pero las obras maestras difícilmente fueron hijas de su tiempo. Y, ¿no es acaso este universo, la mayor y mejor obra maestra de todas? Por eso, el arte que se sirva de los cinco sentidos será tanto más apreciado. Luego serán apreciadas las obras exclusivamente con la mente, hallando expresiones cada vez más sutiles. Quizá, las discotecas del futuro prescindan totalmente de su pista de baile. Ya serán meros puntos de encuentro en donde se lleven a cabo, directamente, orgías descomunales. Puede que hayan drogas o mecanismos que hiciesen sentir el sopor, la borrachera (sin resaca) o la sensación que se desee instantáneamente, o por realidad virtual. Quizá, el mundo del futuro sea lo suficientemente inteligente como para alimentarse frugívoramente. Puede que sus habitantes dejen de explotar y abusar a sus congéneres como a otras especies y al planeta en general. Podrían terraformar el sistema solar y convertir la tierra en un paraíso. Podrían vivir en paz luego de haber dejado de lado la avidez, y progresar y desarrollar una sociedad armónica y justa. Podrían incluso llegar a las estrellas. Me gusta el enfoque de SMAC (que plagiaron de Aristóteles, por supuesto): la sociedad eudaimónica.
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Seguro que alguien lo pensó antes, de hecho: sé que es así aunque no lo sepa; escribir un libro que no se lea (aún sabiendo que la mayoría de lo libros son ésos, siendo esto no culpa de ellos sino de nosotros, los perezosos lectores). No que no sea posible hacerlo, o que sea un libro malo o de mal gusto, que ahuyente a potenciales lectores, sino que los atraiga. Pero tampoco así totalmente, porque en cada libro, de por sí están todos los demás, así como en cada letra está la infinitud de posibilidades, las historias y eventos, y los libros en sí, así como en un libro están todas las letras.

La traducción (no que quiera darle mayor importancia a algo que, como bien sabemos no lo tiene ni en la medida más mínima), si se hiciese, sería interesante. Pero aún mejor sería que no, y excelente, que fuese un todo congruente en todos los idiomas, y accedido en igual y exactas medidas: una especie de maraña entendible de silogismos interconexos con varios y precisos sentidos desde donde se lo mire, como las mónadas de Leibniz, o aquella disposición de perlas en el cielo que hacía que al mirar una sola se miren reflejadas todas las cosas existentes. Expresar algo que se entienda de distintas maneras, o decir algo que aparentemente carezca de significado.

Juegos y trampas variadas han ideado los sofistas desde el inicio…

Querer capturar un sentimiento en palabras es arrancar una flor para “profundizar” su hermosura. Al sumar estos momentáneos pasos, obtenemos una sensación un poco más compleja y “local”, el estado de ánimo o “humor”, que está implícito e infiltrado a priori en todo humano. ¿Por qué al decir “largo invierno” nos invade la tristeza? ¿O nos parece fuera de lo normal imaginar una persona “deprimida” al decir “primavera colorida”? No podemos darnos el lujo de Kant y hablar de juicios analíticos y sintéticos.

La cosa es mucho más complicada…

El preludio u obertura de una obra dada es la síntesis del drama, un esbozo general y reducido, la obra en sí en miniatura. Pero es indudable que no podemos entenderlo a la perfección, o lo entendemos mucho mejor, luego de haber asimilado la obra en su totalidad. Sin embargo, sigue en el principio. Wagner, Tannhäuser redención figura religioso-poética de la redención por el amor, etc.

Se use o no el plural mayestático, siempre, al leer o escribir tuve esta duda: Ahora mismo, en este mismo momento: ¿Eres tú el que lee estas líneas solamente? ¿O soy yo el que te hablo? ¿La voz que ahora escuchas es la tuya? ¿O conoces el timbre de esta mi voz que reverbera en algún lugar tuyo? En suma: ¿eres tú, tú mismo, tú solo; o no hay separación entre nuestras mentes, y la voz es una, un solo ser diversificado universal e infinitamente?

Este dilema no tiene solución en este mundo. O tal vez, arguyendo que todos los hombres somos uno y que la pluralidad es un mero desorden, una confusión momentánea; como la sinfonía “órgano” de Saint-Saëns (que me evoca la imagen de un ratoncito o una chispita que saltea de aquí y allá frenéticamente), o el Big Bang mismo.

Es decir, más tipos como Borges, que hablen de la literatura como si fuese la cosa más hermosa del universo.
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Cuando al hacer algo, se espera un fin, un resultado, ya se fue todo a la mierda. Tenés que hacer la cosa como si fuese un fin en sí misma. Ahora, por ejemplo, miro mi manija de cerveza: su color amarillo fuerte, su aroma exquisito, su frialdad alegre, ¿qué otra cosa puede esperarse que no sea que todo esto baje por mi esófago, refrescándome la sequedad mortal, esa sed virulenta y asesina que todo lo elimina? ¡Esto ciertamente es el Nirvana! ¿Por qué preocuparse por el futuro o las responsabilidades? ¡Ya vendrá el mañana con sus problemas! Nada más hay que esto, nadie jamás vivió como lo hacemos ahora. Aquí inicia el mundo. Aquí inicia la filosofía. Antes o fuera de este lugar nada jamás pudo o puede haber… y, después de nosotros… polvo y silencio.Luego se arrastraba por el suelo vomitando y decía:
--Antes de esto no hay nada. Antes de mí no hubo nadie—y vomitaba estruendosamente, como queriendo dramatizar—povo y shilenshio, poovo y shilenshio
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¿Qué he de recibir en herencia? ¿Qué he de dejar de herencia a mis sucesores? Pues lo mismo que he recibido de mis ancestros: un puñado de cenizas.